doctrina secreta del budismo y del taoísmo está en la...

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Las metas que las religiones mistéricas han tenido a lo largo de la historia humana, no podrían estar mejor explicadas que en las propias palabras de nuestra institución y filosofía, quien nos dice lo siguiente: Los principios básicos de la Gran Sabiduría Universal son siempre idénticos. Tanto el Buddha como Hermes Trismegisto, Quetzalcóatl o Jesús de Nazareth, el Gran Kabir, entregaron un Mensaje. Cada uno de ellos contiene, en sí mismo, los principios cósmicos de tipo completamente impersonal y universal. Saber quién es, de dónde viene y hacia dónde va, ha sido siempre una aspiración fundamental del hombre. A esa necesidad primordial responde la Gnosis. Cincelado en la piedra viva en el frontispicio del templo de Delfos, reza un antiguo adagio: “HOMO NOSCETE IPSUM” , (Hombre, conócete a ti mismo). Dicho adagio completo, nos dice: “Te advierto, quien quiera que fueses, tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el tesoro de los tesoros: ¡Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo y los dioses!”. Desde los tiempos más remotos el hombre ha buscado siempre desarrollar sus posibilidades, conocerse a sí mismo y conocer su destino material y espiritual.

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Las metas que las religiones mistéricas han tenido a lo largo de la historia humana, no podrían estar mejor explicadas que en las propias palabras de nuestra institución y filosofía, quien nos dice lo siguiente: Los principios básicos de la Gran Sabiduría Universal son siempre idénticos. Tanto el Buddha como Hermes Trismegisto, Quetzalcóatl o Jesús de Nazareth, el Gran Kabir, entregaron un Mensaje. Cada uno de ellos contiene, en sí mismo, los principios cósmicos de tipo completamente impersonal y universal. Saber quién es, de dónde viene y hacia dónde va, ha sido siempre una aspiración fundamental del hombre. A esa necesidad primordial responde la Gnosis. Cincelado en la piedra viva en el frontispicio del templo de Delfos, reza un antiguo adagio: “HOMO NOSCETE IPSUM”, (Hombre, conócete a ti mismo). Dicho adagio completo, nos dice: “Te advierto, quien quiera que fueses, tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el tesoro de los tesoros: ¡Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo y los dioses!”. Desde los tiempos más remotos el hombre ha buscado siempre desarrollar sus posibilidades, conocerse a sí mismo y conocer su destino material y espiritual.

Escrito está que: “La gloria de Dios consiste en esconder sus misterios y la del hombre en descubrirlos”. Encontrar por sí mismo la solución exacta a todos los Arcanos de la Naturaleza no puede ser nunca, por tanto, una herejía o un desatino, más bien es el más digno y exaltado derecho que posee toda criatura humana. Es ese saber universal y atemporal del que ha emanado la enorme similitud teológica, filosófica, artística y simbólica de las grandes civilizaciones del pasado, testimonio de haber abrevado todas en la misma fuente original. La “Jana”, “Yana”, “Gnana” o “Gnosis”, es la ciencia de Jano, o sea, la ciencia del conocimiento iniciático, la ciencia de Enoichion o del vidente. por tanto caduco pensar en la Gnosis como una simple corriente metafísica introducida en el seno del cristianismo. La Gnosis constituye una actitud existencial con características propias, enraizada en la más antigua, elevada y refinada aspiración esotérica de todos los pueblos, cuya historia, lamentablemente, no es bien conocida por los antropólogos modernos. Hablando muy francamente y sin ambages diremos: “La Gnosis es un funcionalismo muy natural de la Conciencia, una “Philosophia Perennis et Universalis”. No está de más aclarar en forma enfática que el Gnosticismo es un proceso religioso muy íntimo, natural y profundo; esoterismo auténtico de fondo, desenvolviéndose de instante en instante con vivencias místicas muy particulares; doctrina extraordinaria que fundamentalmente adopta la forma mítica y a veces mitológica; liturgia mágica inefable con viva ilustración para la Conciencia superlativa del Ser...

La Ciencia secreta de los sufíes y derviches danzantes está en la Gnosis. La Doctrina secreta del budismo y del taoísmo está en la Gnosis. La Magia Sagrada de los nórdicos está en la Gnosis. La Sabiduría de Hermes, Buddha, Confucio, Mahoma y Quetzalcóatl, están en la Gnosis. La Doctrina del Cristo es la Gnosis. En la Gnosis está toda la sabiduría antigua ya totalmente masticada y digerida. Lo mejor que tiene la yoga está en la Gnosis. Lo mejor que tiene el budismo está en la Gnosis. Lo mejor de la Ciencia egipcia, caldea, zoroastriana, están en la Gnosis... Hemos investigado en las fuentes de la China, en las obras sánscritas de la India, en los viejos manuscritos tibetanos, y hemos llegado a la conclusión de que la Sabiduría universal es siempre la misma; solo cambian sus distintos aspectos de acuerdo con los pueblos, naciones y lenguas. Estamos absolutamente seguros de que entre los versículos del Corán, o del Bhágavad-Gita, o del Chilam Balam de Chumayel, o del Libro de los Muertos egipcio, se esconden siempre las mismas verdades cósmicas de la Religión Universal... Si hacemos un estudio comparativo de las grandes religiones, descubriremos que todas ellas descansan sobre los mismos pilares. “Religión” proviene del término “religare”, es decir que, el objetivo fundamental de todo principio religioso es “re-ligarse”, volverse a unir con su propia divinidad, regresar al punto de partida original, al Ser de la filosofía experimental. Realmente, de hecho, solo existe una sola religión, única y cósmica. Esta religión asume diferentes formas religiosas según los tiempos y las necesidades de la humanidad.

Resultan, pues, absurdas las luchas religiosas, porque en el fondo todas son únicamente modificaciones de la Religión Cósmica Universal. Es ostensible el amor que todas las místicas instituciones del mundo entero sienten por lo divinal: Alá, Brahma, Tao, Zen, I.A.O., INRI, Mónada, Ser, Dios, etc. Los mártires, santos, vírgenes, ángeles y querubines son los mismos dioses, semidioses, titanes, sílfides, cíclopes y mensajeros de la mitología pagana. La Trimurti cristiana, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tiene su exponente en todas las Trimurtis religiosas: Osiris, Isis y Horus en Egipto; Brahma, Vishnu y Shiva en la India; Kether, Chokmah y Binah en la Kábala, etc. Jesús el Cristo es representado entre los persas por Ormuz, Ahuramazda, el terrible enemigo de Ahrimán, el Satán que llevamos dentro. Entre los indostanos es Krishna el Cristo, y el Evangelio de Krishna es muy semejante al de Jesús de Nazareth. Entre los egipcios Cristo es Osiris, y todo aquel que lo encarnaba era de hecho un Osirificado. Entre los chinos es Fu-Hi el Cristo Cósmico, quien compuso el I-Ching, libro de las mutaciones, y nombró ministros Dragones. Entre los griegos el Cristo se llama Zeus (el Júpiter romano), el padre de todos los dioses. Entre los aztecas es Quetzalcóatl, el Cristo mexicano. Entre los Eddas germanos es Balder, el Cristo que fue asesinado por Hoder, dios de la guerra, con una flecha de muérdago. Así podríamos citar al Cristo Cósmico en millares de libros arcaicos y viejas tradiciones que vienen de millones de años antes de Jesús... María, la Madre de Jesús, es la misma Isis, Juno, Deméter, Ceres, Maia, Tonantzin, etc., que reciben a su hijo en una inmaculada concepción. Fu-

Hi, Quetzalcóatl, Buddha, y muchos otros, son el resultado de inmaculadas concepciones. Estas abundan realmente en todos los cultos antiguos. La María Magdalena es, fuera de toda duda, la misma Salambo, Matra, Ishtar, Astarté, Afrodita y Venus de todas las religiones. María Magdalena, la pecadora arrepentida, es la misma Gundrigia, Kundri, en el drama wagneriano. Todos los cultos antiguos han intentado conducir al hombre a la única Gran Verdad, y es de esto que resulte asombroso el gran parecido de todas las formas religiosas, la repetición de símbolos, de ideas. Siguiendo este orden de ideas debemos tener en cuenta algo en extremo importante: todos los preceptos, enseñanzas e indicaciones de los cultos religiosos de nada servirían si uno no los experimenta en sí mismo... Por eso en cuestión de religión nosotros estudiamos la religiosidad en su forma más profunda. La Gnosis estudia la ciencia de las religiones. La religiosidad que nosotros poseemos es altamente científica. No se conforma la Gnosis con aceptar la existencia de un Dios sentado en un trono juzgando a los vivos y a los muertos. El gnóstico crea la fe de la experiencia, de la vivencia, de la comprobación, no de las teorías. Por estos tiempos en que vivimos la religión se divorció de la ciencia, y la ciencia de la religión. Unos luchan contra otros, los otros contra los unos. Todos se sienten en la posesión de la verdad, nadie se siente equivocado. Sin embargo, la religión que desprecia a la ciencia es una religión hueca, fanática y dogmática en un ciento por ciento. La ciencia que rechaza a la religión es una ciencia materialista, ateísta, carente en su totalidad de valores y principios.

No está en los opuestos el bálsamo que busca el que anhela la verdad. Tesis y antítesis deben brincar hacia la síntesis. Debemos entrar en un espiritualismo científico y en una ciencia espiritual. Hay necesidad de dejar a un lado el dualismo conceptual, es urgente e inaplazable afiliarnos a un monismo trascendental; se necesita de una ciencia religiosa y de una religión científica.

Recordemos las básicas: Velita encendida – Mismo lugar y misma hora para las prácticas – Postura adecuada – Y ¡Sólo en el Tercer Estado de Conciencia se puede y se debe orar! Esta semana realizaremos el mismo trabajo que en las dos semanas anteriores, con la diferencia de que, en lugar de concentrarnos en el Íntimo, nos concentraremos en una parte aún más profunda del Ser: el Kether de la Kábala, conocido en nuestros estudios como “El Anciano de los Días”. Este es el “Dios” del cual nos hablan, por lo general, todas las religiones del mundo cuando se refieren al “Creador” del cielo y de la tierra, al “Todopoderoso”. Ahora que ya tenemos un pequeño entrenamiento realizado, nos será más fácil entrar en esta sagrada práctica de oración y desarrollo de la mística, y en la oración que se añadirá. Recordemos que “orar”, no es necesariamente utilizar palabras, se ora, sobre todo, con la intensión, y muy especialmente, con el estado de Recuerdo de Sí, pero claro, también existe la oración articulada, la oración que se expresa en palabras. Esta vez, utilizaremos también la palabra. Vamos a mantralizar el sagrado Mantram “PANDER”, por 30 minutos, el cual se pronuncia así: Paaaaannnnndeeeeeeerrrrrrrrrr. Como ya hemos aprendido, vamos a combinar la concentración en el corazón, el Recuerdo de Sí y el Mantram, en un todo. La cohesión de nuestras oraciones ha de ir creciendo, tenemos que lograr estar más y más concentrados por entrenamiento, provocando en nuestro sentir, fuertes

emociones místicas de arrobamiento, de amor al Ser, de arrepentimiento de lo que somos, etc. Estos movimientos anímicos nos irán transformando, literalmente, nuestra forma de pensar y de sentir, haciéndonos mejores personas y acercándonos al Ser. Después de la primera media hora, sin embargo, en lugar de simplemente quedarnos en contemplación mística, vamos a orar con la palabra articulada (como decíamos), pidiéndole al verdadero dueño de nuestras vidas, al Kether Interior, parte muy elevada de nuestro Ser, que nos ayude en nuestra vida espiritual, que nos desarrolle, que nos permita hacer grandes cambios y avanzar en el despertar de la conciencia, que nos abra la visión de la conciencia para ver con el corazón, para cambiar profundamente, transformarnos, y llegar a él. ¡Obviamente, en esta media hora tenemos que orar de forma concentradísima, con la más cruda sinceridad, y si hasta el llanto llegamos, tanto mejor, que bien nos hace falta ablandar nuestros corazones! ¡Hagamos nuestras prácticas llenos de fe! ¡Llenos de esperanza de que Dios, es Dios, es decir, de que el Padre nos ayudará, porque su naturaleza es así, bondadosa, dadivosa! ¡Llenémonos de ánimo, de estímulos, y cambiemos nuestras vibraciones lunares, por vibraciones solares, haciéndonos de a poco, verdaderamente espirituales! ¡Adelante buscador, tu Señor, tu Padre, te espera! ¡Hagamos de la oración, una forma de vida!