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TEROR

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    EL ORIGEN DEL CULTOA LA VIRGEN DEL PINO

    Vicente Hernndez jimnez

    Cronista Oficial de Teror

    El origen del culto a la Virgen del Pino est en los mismos orgenes deTeror; no es posible una aproximacin a las primeras andaduras de Ateru-ra sin profundizar en el tema de la Virgen del Pino, que est envuelto enbrumas.

    Existen dos obras muy valiosas sobre la Historia de la Virgen del Pino:Nuestra Seora del Pino. Historia del Culto a la Venerada Imagen de la Patro-na de Canarias, del Cannigo de La Laguna e hijo de Teror, don Jos GarcaOrtega; y La Virgen del Pino en la Historia de Gran Canaria, de don IgnacioQuintana Marrero y don Santiago Cazorla Len. En las dos obras se explicael origen de la devocin al Pino en las piadosas tradiciones de los relatos deNez de la Pea, Lpez de Ulloa, Fray Diego Henrquez, Pedro Agustn delCastillo,Viera y Clavijo, lvarez de Silva y dems autores que se han ocupa-do del tema; es la leyenda tradicional de nuestros padres nos han dicho, queguiados por un resplandor maravilloso la encontraron en la eminencia de unpino, una sencilla y potica relacin; unos pastores observaron la apari-cin de extraos resplandores que salan de un pino; conocido este hecho porel Obispo Fras , se desplaz al bosque de Teror y hallaron, en medio de lasramas de un rbol, unos dragos que servan de hornacina a la efigie de la

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    Virgen colocada sobre una peana de mrmol o jaspe. Unos datan este hallaz-go el 8 de septiembre de 1481, en tanto hay otros que difieren la fecha a 1483,mientras unos pocos la retrasan hasta 1498. Es de observar que en septiem-bre de 1481 era expuesto adentrarse en terreno desconocido de la Isla, domi-nado por los aborgenes, adems de lo difcil que habra de ser llegar a Ateru-ra escalando altos riscos y atravesando profundos barrancos, sin ningunasenda practicable.

    El sacerdote don Florencio Rodrguez Artiles, coadjutor de la Parroquiadel Pino durante varios aos, public, en la Prensa de Las Palmas de GranCanaria, varios trabajos sobre la Patrona terorense, con observaciones muyacertadas, abordando la cuestin del origen de la devocin al Pino; fue premia-do, en un concurso que convoc la Casa de Coln, por un trabajo denomi-nado Historia lricoliteraria de la Virgen del Pino. Son tambin de mencio-nar, como obras generales que no se separan de la tradicional aparicinmilagrosa, un pequeo libro del Maestro Nacional, natural de Teror, don JosMiranda Naranjo, titulado Historia de la Muy Milagrosa y de Muy Anti-guo Venerada de la Virgen del Pino que existe en la Villa de Teror (Gran Cana-ria) (tipografa Ed. Escuelas Profesionales Salesianas, Las Palmas, ao 1927);y otra publicacin de don Sebastin Jimnez Snchez, con el ttulo SucintaHistoria de la devocin del pueblo canario a Nuestra Seora del Pino Patro-na de Gran Canaria, (tipografa Alzola); asimismo, don Braulio GuevaraQuintana, natural de Teror, public un interesante librorecopilacin, 500aos de la Aparicin de la Virgen del Pino.

    Ha escrito don Jos Miguel Alzola De la Virgen del Pino se puede afir-mar que entr muy pronto en el alma popular canaria, y muy tarde en suhistoria escrita. El primer libro que se public en el mundo sobre Canarias,fue la Historia de Nuestra Seora de la Candelaria de Fray Alonso de Espi-nosa, impreso en Sevilla en 15941. La primera narracin sobre el Pino deTeror es de 1634, en que el Obispo de La Cmara y Murga public las Cons-tituciones del Snodo celebrado cinco aos antes apareci en un pino alto,que est junto a la Iglesia en el que estn dos rboles dragos parejos. Fran-cisco Lpez de Ulloa escribi en 1646 una Historia de la Conquista de lassiete Islas de Canarias, en la que se refiere que la Virgen del Pino, por causade tradiciones antiguas, se dice haber aparecido en un pino situado delantede la puerta principal de la Iglesia, distante a la puerta cuatro varas.

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    La explicacin del mutismo de las crnicas, con respecto a la Virgen delPino, y sus referencias a la de Candelaria, puede estar en que la devocin asta tuvo una gran difusin en la Orden Dominicana, lo que no sucedi conla advocacin del Pino; la dicesis de Canarias tuvo varios Obispos Domi-nicanos que favorecieron el culto a la Imagen tinerfea; el Obispo Cabeza deVaca cedi a los Dominicos en 1525 el cuidado de La Candelaria.

    En el libro de Jos Viera y Clavijo, Noticias de la Historia de Canarias(Edicin Alejandro Cioranescu. Tomo II, pp. 351 y 352), se lee El Ayunta-miento de la isla por Data de 4 de Diciembre de 1534 hizo donacin a losDominicos del territorio de Candelaria, cueva, casa de San Blas y Santuariode la Virgen, desde los riscos hasta el mar y desde el pozo viejo hasta la ermi-ta de la Magdalena. Por Real Cdula de 24 de Diciembre de 1535 el Reyconfirm esta donacin. En 1543 se convino que el convento cediera la cuevade San Blas al Cura de Gmar y el Ayuntamiento de la isla daba a los frai-les la ermita del Rosario.

    El Obispo Rabadn fue propulsor en las Islas de la advocacin de LaCandelaria2. En Teror existi una Cofrada de La Candelaria, fundada por elfraile Dominico, fray Lorenzo del Prado, probablemente en el ltimo terciodel siglo XVI3. En la Iglesia Parroquial, anterior a la actual Baslica, existiun Altar a Nuestra Seora de La Candelaria4.

    El cannigo y poeta Cairasco de Figueroa, en su Templo Militante, nonombra a la Virgen del Pino en su relacin de santos, ni siquiera el da de laNatividad de la Virgen, pero s el de la Purificacin y tambin el de NuestraSeora de las Nieves. Sin embargo, en 1607 tuvo que reunirse con sus compa-eros del Cabildo Eclesistico para salir a recibir, junto con el Cabildo Secu-lar, conventos, Tribunal de la Inquisicin y Cofradas, a la Virgen del Pino,que llegaba a Las Palmas de Gran Canaria por primera vez, con el fin de hacerrogativas por la falta de lluvias, y tambin hubo de contribuir con una partede los 333 reales que dieron de limosna a la Virgen el Den y Cabildo Cate-dral5. El profesor Sebastin de la Nuez estima que este silencio se debe a queel culto a la Virgen del Pino no haba llegado an, a principios del siglo XVII,a las clases cultas de la Isla.

    El historiador Agustn Millares Torres ha escrito en el archivo del extin-guido Tribunal de la Inquisicin exista un expediente formado en averigua-cin de las circunstancias milagrosas que acompaaron a la aparicin o hallaz-

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  • go de la Virgen del Pino, y en l resultaba implicado un Juan Prez de Villa-nueva, vecino de Teror en la poca de la conquista6. Estimamos verosmilque en las fuentes escritas se eludiera el tema de la Virgen del Pino, por lafantasa que se le dio a las circunstancias de la aparicin, envolvindola enuna aureola de misterio y dado que el Tribunal del Santo Oficio estaba siem-pre alerta en estas cuestiones.

    Puede tambin explicarse la carencia de fuentes escritas como la conse-cuencia de la desaparicin de gran parte de los libros y papeles de la Parro-quia de Teror, debido al incendio del Palacio Episcopal y de los conventosde Las Palmas de Gran Canaria, por el saqueo de los archivos de la Catedral,Audiencia y casas de la poblacin por los soldados de Van Der Doestz, desapa-reciendo un gran tesoro documental que hubiese permitido dar una base firmea los estudios sobre el hecho del culto a la Imagen de Teror.

    La datacin del culto a la Virgen del Pino es un misterio, como lo es elde casi todas las advocaciones marianas. El Obispo Vzquez de Arce celebrun Snodo diocesano en dos sesiones, la primera termin el 7 de diciembre de1514, celebrndose la segunda en abril del ao siguiente; la Constitucin 136dice: Anexin de Nuestra Seora de Terore con la CatedralOtros por justascausas que a ello nos movieron de acuerdo e consentimiento de los Venera-bles hermanos nuestros Den e Cabildos de la nuestra Iglesia de Canariashubimos unido e anexado la ermita de Santa Mara de Terore a la fbricade nuestra Iglesia Catedral con una huerta perteneciente a la dicha ermita eporque nuestra intencin e voluntad no es ni fue facer novedad alguna enperjuicio nuestro ni de nuestros sucesores o las otras personas a quien perte-nezcan los dichos diezmos, quede su derecho a salvo no embargante la unino anexin de la dicha ermita por nos hecha9 .

    Con anterioridad a esta anexin nada se sabe; no se conoce la fecha enque, efectivamente, se realiz la incorporacin de la ermita a la Catedral, ante-rior al Snodo, como se desprende de los trminos de la Constitucin Sino-dal; no hay constancia documental de la fecha de su construccin y de la dota-cin de una huerta. No obstante, factores y elementos humanos debieronoriginar la devocin a la Virgen y la entronizacin de una imagen en Teror,qu factores y elementos?. Hay varias hiptesis.

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    Primitiva Entronizacin de la imagen del Pino en Teror.

  • LAS MISIONES FRANCISCANAS

    La evangelizacin de las Islas Canarias se debi, en gran medida, a los reli-giosos de la Orden de San Francisco10. Ha escrito Rumeu de Armas: Nose ha valorado hasta hoy el conjunto de fuerzas y elementos nuevos que elfranciscanismo alleg a la religin y al espritu medieval. La dignificacindel hombre y de la naturaleza y la aproximacin entre uno y otra, el prose-litismo ardiente, vido de extenderse a las ms diversas sectas y pueblos, yla pasin de los viajes, representan factor esencial en la expansin de la Cris-tiandad. Este espritu proselitista es el que haba movido a varios frailes fran-ciscanos a catequizar a los doce indgenas de Gran Canaria, cautivos de pazo de guerra, en la incursin de 1342 o en cualquiera otra no demasiado leja-na a esta fecha. Una vez bautizados, fue cuando madur la idea de utilizar alos nefitos como colaboradores activos en un amplio plan de evangelizacinde las Islas Canarias11.

    El hecho acreditado es la presencia de frailes franciscanos en Gran Cana-ria, con anterioridad a la arribada de Juan de Bethncourt a la Isla en 1402.Don Antonio Rumeu de Armas ha escrito exhaustivamente sobre este temaen la obra El Obispado de Telde. Era una relacin pacfica y cordial, que apro-vecharon los expedicionarios para levantar pequeos templos y labrar rsti-cas imgenes, induciendo a los aborgenes a abrazar la religin cristiana. Diceel autor citado estos mallorquines edificaron en esta isla dos iglesias con elaparejo que tuvieron, la una de Santa Catalina que est a media legua de laciudad de Las Palmas de Gran Canaria, y la otra en la Aldea de San Nico-

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    ls del mismo santo. Pusieron en ellas unos santos de bulto labrados tosca-mente, que son Santa Catalina, San Nicols y San Antn.

    La relacin pacfica entre aborgenes y frailes franciscanos tuvo un trgi-co fin, debido a las razzias pirticas de los navegantes europeos a la capturade esclavos y botn. Los aborgenes no acertaran a comprender cmo loshermanos de quienes les predicaban el amor al prjimo y la igualdad entrelos hombres, como bases sustanciales de la nueva religin, les infligan tantodolor y dao en guerra a traicin, sin tregua ni cuartel. As se inculc entrelos indgenas la firme decisin de vengar en ellos el mal recibido12.Un da acor-daron matarlos a todos y as lo hicieron. A los frailes, por el respeto que lestenan, los arrojaron en una sima, sita en el trmino de Jinmar, sin que setuviese noticia cierta de dnde haban de ir a parar sus cuerpos, dada laprofunda hondura de la citada sima; sin embargo, transcurridos ciertos das,hallaron en el mar, concretamente en la costa de aquel paraje, rastro de susvestidos, de donde se colege que aquella sima va a dar a la mar; ste fue el finde los mallorquines13. Por otra parte, en Telde, la Casa de Oracin para elDios del Cielo qued en ruinas, las imgenes convertidas en ceniza. En otroslugares de Gran Canaria, alejados del centro espiritual de la Isla, las ermitasquedaron en pie, abandonadas, acaso venerando los aborgenes las toscasesculturas de vrgenes y santos como dolos paganos14. En 1403, Gadifer dela Salle llev a cabo una incursin en Gran Canaria y, segn refiri el Cronis-ta Pierre Boutier franciscano, en Telde descubrieron el testamento de lostrece frailes mrtires; relata el referido cronista nosotros hemos encontra-do el testamento de unos frailes cristianos a quienes mataron har doce aos;eran trece personas15.

    Una nueva etapa misionera en Gran Canaria se produjo a partir deldesembarco de Bethncourt en Lanzarote en 1402. Todo el siglo XV fue unsiglo de misiones en dicha Isla.

    En 1404 Benedicto XIII erigi el Obispado de Rubicn en Lanzarote, quefue el primer centro misional. El segundo fue el Convento franciscano de SanBuenaventura, en Fuerteventura, por iniciativa de los frailes Pedro de Perniay Juan de Baeza. Las dos Islas se convirtieron en cuartel de los misionerospara abrirse camino hacia Gran Canaria.

    La fundacin franciscana de Fuerteventura adquiri un mayor auge yel Papa Martn V, por una Bula de 9 de abril de 1423, transform el distrito

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    de Canarias en Vicara General de Misiones, facultando al Vicario para ejer-cer poderes tan amplios como los que disfrutaba el Ministro General de laOrden Minorita; el primer Vicario designado fue Fray Juan de Baeza. La Vica-ra de Canarias tuvo casas en Andaluca, como los conventos de Sanlcarde Barrameda, Jerez, Utrera y La Rbida, donde se instruan los religiososantes de embarcar y reparaban sus fuerzas los misioneros agotados y enfer-mos; estas casas tenan una significacin misional y su fundacin aparececomo lgica consecuencia de la importancia que a la conversin de las IslasCanarias se daba en la Curia Pontificia16.

    Una Bula del Papa Martn V, de 20 de noviembre de 1424, reconoce laexistencia de Comunidades Cristianas en Gran Canaria17. Por otra Bula, de28 de diciembre de 1443, concedi el Papa mil ducados de oro al ObispoFernando Calvetos, para traer de Espaa mayor nmero de misioneros queatendieran a la conversin de los canarios, as como hierro y otros materia-les para edificar iglesias, dndoles las campanas y dems mueblaje. Con lamisma fecha se dirigi el Papa a varios prelados espaoles, encargndoles larecaudacin de dinero que deba ser entregado al Obispo del Rubicn y alfranciscano Juan de Baeza18.

    En 1435 se autoriz el traslado de la Catedral del Rubicn a la isla deGran Canaria19, lo que es una prueba ms del arraigo del cristianismo y dela importancia de sus minoras de conversos. El hecho de que no se hicieseefectivo el traslado pudo ser motivado por el decaimiento de la misin20.

    Una nueva etapa se abre en 1454, al posesionarse Ins Peraza y su mari-do, Diego Garca de la Herrera, del seoro de Las Canarias. En 1461 tuvolugar, en el puerto de Las Isletas, un reconocimiento de vasallaje de losGuanartemes de Gran Canaria a Diego Garca de la Herrera, en presencia delObispo del Rubicn, don Diego Lpez de Illescas21. Po II, por la Bula PastorBonus, dada el 7 de octubre de 1462 y dirigida al Obispo Rubicense, conce-di a la Dicesis Canaria un jubileo mariano, para los que visitaran la Igle-siaCatedral de Rubicn en la vigilia y en la festividad de la Asuncin de laVirgen22. Por esa poca, se iniciaron negociaciones para edificar en Telde unaCasa de Oracin, con la colaboracin de los franciscanos de Fuerteventura.Los aborgenes exigieron la entrega de rehenes, como garanta de que la pazno sera alterada, y varias familias de cristianos viejos de Lanzarote ofrecie-

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    ron treinta rehenes nios, que fueron entregados en la torre de Gando. A finesde 1462, se procedi a consagrar la capilla de Telde y a celebrar los oficios23.

    Por diversas causas se rompieron las hostilidades entre los canarios y lospeninsulares, y la Casa de Oracin de Telde fue destruida. La guerra queddeclarada, sin interrupcin, hasta la conquista de la Isla (14781484), quetrajo aparejada su definitiva cristianizacin.

    Toda la campaa evangelizadora realizada en Gran Canaria, a lo largodel siglo XV, lleva a la consecuencia de que los misioneros, juntamente conla predicacin del evangelio, inculcaban en la mente de los indgenas la devo-cin a Mara; no es admisible pretender que se levantaran ermitas o casasde oracin y se fundieran campanas, sin que a los misioneros se les ocurrie-ra traer alguna imagen de la Virgen, ya que, en aquellos tiempos, cualquieraccin, tanto en la paz, como en la guerra, se realizaba encomendndose aella. La Baja Edad Media populariz la devocin a la Virgen Mara. Estasrazones explican la presencia de La Pea en Fuerteventura, de La Candelariaen Tenerife y de Las Nieves en La Palma.

    Que existi en Gran Canaria una devocin cristiana prehispnica a laVirgen Mara es evidente, es el antecedente de la advocacin del Pino. Escri-bi en 1714 Fray Diego Henrquez: Es muy antigua noticia... que el origeny primer punto de aparecimiento desta celestial imagen no fue en tiempo enque los espaoles... entraron en la isla; muchos aos antes que ellos, lavio y la vea aquella pagana gente. Debi existir una leyenda de un rbolsanto, unas aguas medicinales y unas luces, que ms tarde se materializ enuna imagen... Al pie de este rbol havia un sarsal de onde salan unos manan-tiales de agua, que recogida en un pozuelo la llevaban los canarios para darde veber a sus enfermos... i otros decian que all haba luces encendidas i otrasveces que una estrella estaba muy ordinariamente en aquel citio. De esto seimprimi y hubo impreso mucho que con el tiempo no se ha podido hallar(Marn y Cubas: Historia de la Conquista de las Siete Islas Canarias, 1687.Libro Tercero. Captulo Tercero); tambin, segn testimonio de Marn yCubas, los canarios aborgenes, en tiempo prehispnicos, hacan a la Madrede Dios sus fiestas y regocijos de luces y hogueras.

    La imagen en que se materializ la devocin a la Virgen pudo ser la descri-ta en el inventario de la visita del Obispo Diego Deza, en 12 de marzo de1558: ay en el dicho altar otra imagen de Nuestra Seora de bulto con una

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    coronita de estao24. Ni don Jos Garca Ortega, ni don Ignacio Quintanani don Santiago Cazorla explican la existencia de esta talla, que creemos fuela primera que existi en Teror, y debi sobrevivir hasta 1590, ao en que,por disposicin del Obispo don Fernando Surez de Figueroa, probablemen-te fue enterrada a causa de su hechura tosca25.

    Es posible que los misioneros franciscanos, quiz andaluces, en pocaindeterminada, despus de 1423 (creacin de la Vicara General de Misio-nes de Canarias) y antes de 1478 (comienzo de la Conquista), para cautivary sorprender a los aborgenes, excavaran, en el tronco del rbol de las visio-nes celestiales, un nicho para la talla de Santa Mara; posteriormente debiser desmontada del rbol para recibir culto en una ermita de piedra seca(Marn y Cubas: Historia de las Siete Islas de Canarias, 1694). Cuando lastropas castellanas ocuparon toda Gran Canaria, en la penltima dcada delsiglo XV, encontraran la ermita y la talla de la Virgen, y se cre un clima deveneracin y respeto. Despus, cuando comenz el poblamiento peninsularde Teror, es posible que se construyera la primera ermita, de caractersticasconstructivas peninsulares, y se entronizar la actual talla de la Virgen delPino, bien por los Villanueva o por los frailes franciscanos26.

    Los misioneros franciscanos de Canarias tuvieron sus mrtires, seran losmisioneros que arribaron a Canarias con los mallorquines en los tiempos delObispado de Telde, despeados por la sima de Jinmar, y los frailes Diego delas Caas y Juan de Lebrijo, asesinados en la Cueva de los Frailes en 1485. Apartir de los ltimos aos del siglo XV comenz la expansin de la OrdenSerfica de San Francisco por todo el Archipilago; las fundaciones se suce-dieron, llegando a contar en el siglo XVIII con veintin conventos de frailes27.

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  • PORTUGUESES EN TEROR

    Es evidente la influencia de los portugueses en Canarias, en la ltima dca-da del siglo XV y a lo largo de todo el XVI. Ha escrito el Profesor JuanRegulo que la presencia de los portugueses en las Islas fue decisiva para queel Archipilago canario viviese aos de holgura econmica a mediados delsiglo XVI, y la historia ha demostrado lo pernicioso que fue para la econo-ma de Canarias el despoblamiento de portugueses, que soportaron las Islastras la independencia del reino lusitano en 1640.

    Al terminar la conquista, Pedro de Vera trajo de la isla Madeira frutalesy caa de azcar y tambin cosecheros expertos, adems de personal auxi-liar: carpinteros, caldereros, etc. Es posible que muchos de aquellos portugue-ses que vinieron a las Canarias, a fomentar el negocio del azcar, no fueranotros que antiguos esclavos aborgenes canarios, libertos cristianizados, osten-tando los apellidos de sus padrinos portugueses o los de sus antiguos amosmadeirenses. Existen datos documentales de la influencia de dichos esclavos,que tuvo dos vertientes: la de los destinados al pastoreo, y la de los dedica-dos a la elaboracin del azcar28. Tambin es de resaltar que, en la conquis-ta de La Palma y Tenerife, participaron no pocos portugueses.

    La gran penetracin de la cultura tradicional portuguesa se produjodespus de la conquista. Afianzada la paz entre Portugal y Castilla, los portu-gueses, que frecuentaban cada vez ms los mares africanos, recalaban en lospuertos de las Islas con creciente confianza29.

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    No resulta fcil distinguir, a primera vista, en los documentos, la proce-dencia o nacionalidad de los portugueses, pues, generalmente, traducan oadaptaban sus nombres o apellidos al castellano. Don Elas Serra Rafols cont,en los registros ms cuidados de la Inquisicin, los individuos citados conpueblo de origen, que son la mayora de los no isleos y durante el siglo XVIochenta y seis portugueses por slo treinta y seis de otras procedencias penin-sulares; segn el Sr. Serra Rafols; si bien parece seguro que, tratndose de espa-oles, era frecuente la omisin de este dato del pueblo de origen, es induda-ble la alta proporcin de lusitanos; se trataba, generalmente, de campesinosy braseros humildes, pero no faltaban artesanos, mercaderes, marinos y hastaletrados. La presencia tan nutrida de este elemento portugus no pudo pormenos de dejar huella, y la dificultad estriba en la imposibilidad de distinguir-la de la dejada por los gallegos, cuyas peculiaridades, no slo lingsticas sinofolklricas en general, se confunden con las de sus vecinos meridionales. Lainfluencia de la cultura portuguesa en Canarias fue grande; para don ElasSerra Rafols, las ventanas llamadas de guillotina, corrientes en Portugal, mejorque en un origen nrdico hay que pensar en los muchos albailes y carpin-teros portugueses, posibles introductores de este tipo de ventana30. En lamisma arquitectura terorense, la torre de la Baslica del Pino es un reflejo dela influencia portuguesa; segn el Marqus de Lozoya es de estilo arquitect-nico manuelino portugus.

    En el habla popular canaria, la influenciagallego portuguesa sigue enorden a la castellana. Hay palabras conservadas usualmente en el espaolde Canarias, que pueden atribuirse a portuguesismos; el vocablo tabefees de procedencia gallegoportuguesa, tambin fogalera (hoguera), fecha-dura (cerradura), ferrugiento (herrumbiento), sorimba (lluvia menu-da), zafarse (escaparse), zafado (desenvuelto, irrespetuoso)31.

    En el primer poblamiento de Teror, despus de la conquista, hay una clar-sima influencia portuguesa. A pesar de la dificultad de un estudio meticulosodel tema de los pobladores terorenses de fines del siglo XV y siglo XVI, por lacircunstancia referida de no existir libros de bautizados, los notables estu-dios genealgicos de don Miguel Rodrguez Daz de Quintana y los datos delArchivo del Marqus de Acialcazar han aclarado bastante esta cuestin. En elArchivo Acialcazar hay referencias a un padrn de vecinos, formado en 1595por el Bachiller Juan Riberos, que tambin desapareci con otros papeles.

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    Marn y Cubas32 se refiere al cura de la Parroquia de San Matas, que eraportugus, el Licenciado Tristn, dato que se puede considerar cierto. Marny Cubas est considerado como un verdadero historiador, con sentido crti-co y una erudicin extraa en su poca; de profesin mdico, aplic, con juicioy crtica racional, sus estudios y conocimientos de los distintos lugares de laIsla.

    El Bachiller Juan Riberos, muerto en las batallas contra los holandesesen 1599, era hijo de Francisco Riberos, natural de Arifana, en Santa Marade Portugal33. Este portugus se avecind en Teror y otorg testamento en 15de febrero de 1570; su esposa fue Margarita Alonso de Rivera, tambin deorigen portugus, por ser hija de Alonsianes de Rivera o Alonso Yanes deRivera, conquistador de Gran Canaria y luego de Tenerife (datos del Archi-vo del Marqus de Acialcazar). El apellido Yanes, hoy Ynez, es de origenportugus; de las familias portuguesas establecidas en Gran Canaria, la msantigua es la fundada en Teror por el referido Alonso; ste y Enrique Yaneseran conocidos por Alonsines y Enriquianes34. Margarita Alonso de Riveraotorg testamento el 12 de mayo de 1613, ante el Escribano Francisco Delga-do Salazar; dej como bienes una yunta de bueyes, un esclavo mulato, trececolmenas vivas, trece fanegadas y media de tierra y huerta con casa de sumorada en Los Arbejales; este pago terorense fue la zona residencial msimportante de la comarca durante el siglo XVI.

    Alonso Yanes fue uno de los pobladores que fundaron el lugar de LosArbejales; cas con la vecina de Teror Dominga Lorenzo Garca; la ms jovende los hijos de este matrimonio, Juana Domnguez, cas con Bartolom Dazdel Ro, El Castellano, avecindado en Los Arbejales en la dcada de 1550.Dominga Lorenzo Garca contrajo matrimonio, en segundas nupcias, conAntn Rodrguez, de origen portugus tambin, vecino de los Arbejales, yambos fueron los terceros abuelos del primer Marqus del Toro, Juan Bernar-do Rodrguez de Toro35.

    En poca indeterminada, quiz entre 1530 y 1540, se estableci tambinen Los Arbejales el labrador portugus Roque Hernndez; cas con ElviraGutirrez, y una hija de este matrimonio, Gmar de Acosta, cas con Barto-lom Daz del Ro, hijo de Bartolom Daz del Ro, El Castellano, y JuanaDomnguez; el apellido Acosta es de origen portugus36. Los Hernndezportugueses no tienen nada que ver con otras personas de este mismo apelli-

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    do, que se establecieron en Teror en el siglo XVII, cuya procedencia remotapuede estar en el ltimo Mencey Guanche de Abona, que al bautizarse tomel nombre de Gaspar Hernndez, personas de este linaje pasaron a Gran Cana-ria y la rama terorense procede de Gua.

    En noviembre de 1628, con ocasin de la visita a Teror del Obispo de LaCmara y Murga, subi al Pino de la Virgen un portugus, que se encontra-ba en Teror trabajando en la construccin de algunas casas37.

    Las primeras casas con caractersticas constructivas peninsulares proba-blemente imitaran casas portuguesas, debieron ser de una sola planta; elnombre de casa terrera deriva de tener delante un pequeo terreno o terrei-ro, del mismo modo que en la isla Madeira; es interesante un trabajo de donJos Prez Vidal titulado La Vivienda Canaria. Datos para su estudio, publi-cado en el Anuario de Estudios Atlnticos, 1967, n 13.

    Otras familias de origen portugus, avecindadas en Teror, fueron losTravieso y los Bez; en el barrio terorense de El Palmar existi un topnimoLas Portuguesas; los Henrquez se establecieron en Teror en el siglo XVII, noobstante en la documentacin del archivo del Marqus de Acialcazar hay unareferencia a Juan de Quintana y Mara Enrquez, como vecina de Teror en1595.

    Otra familia de origen portugus es la de Marrero; parece ser que ningu-na persona de este apellido estuvo avecindada en Teror en el siglo XVI; poste-riormente, en el siglo XVII y siguientes, s aparecen en la vida local; segn elgenealogista Miguel Rodrguez y Daz de Quintana38, se trata de un linajeformado en Tenerife por un portugus, cuyo cometido profesional era el demarrero, oficio antiguo con el que se distinguan ciertos individuos, que sededicaban a la tasacin de tierras; un Marrero se traslad a Gran Canaria enel primer tercio del siglo XVI, originando extensa familia, que se desarrollentre Santa Brgida, Arucas, Teror y Sur de Gran Canaria.

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    LA PARROQUIA DE TEROR

    El culto a la Virgen del Pino no tuvo en el siglo XVI la popularidad quealcanz en los siglos posteriores. En lo que respecta a la vida religiosa, elCabildo Catedral acord, el 7 de octubre de 1521, ayudar con cinco doblasal clrigo que deba celebrar todos los domingos39; y tambin acord, el 3 deabril de 1528, que dicho clrigo haba de ser obligado a decir Misa todoslos das de las fiestas de Nuestra Seora y todos los das de los Apstoles40;en este acuerdo se consigna el Clrigo que subiera y dijera las dichas misas,de lo que se deduce que por esa poca de 1528 no haba an un cura residen-te. Parece evidente que, antes de 1558, se realizaran procesiones en Teror conla imagen de la Virgen. En el acta de la visita del Obispo Deza en dicho ao,se consigna: ...Item unas andicas de madera en que suelen llevar a NuestraSeora en procesin...; la procesin se hara por los caminos existentes y sinun itinerario prefijado, como parece desprenderse de una disposicin del Obis-po de La Cmara y Murga: porque la procesin de Nuestra Seora de laNatividad se haca por muchos caminos con grande incomodidad por sermalos dichos caminos y no a propsito y lo mismo la procesin del da delCorpus, mandamos que de aqu adelante las dichas procesiones se hagansaliendo de la Iglesia la plaza adelante.

    Desde cundo existi la Parroquia de Teror, es decir, una cierta organi-zacin eclesial con un cura residente?, lo ignoramos. El Obispo Herrera dejescrito lo siguiente: no se encuentran documentos por donde saberse la anti-gedad de dicha parroquia, su fundacin y dotacin, pues el documento masantiguo es un libro de cuentas de la Mayordoma de Nuestra Seora que tuvo

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    La imagen de la Virgen del Pino con uno de sus mantos.Cuadro del pintor Jos Rodrguez de la Oliva (El Moo).

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    principio el da 12 de marzo de 1558, y se infiere que, pues se tomaban cuen-tas, era mas antigua. Y as, los libros antecedentes como los subsiguientes,hasta el ao 1605, no se puede averiguar que fin tuvieron41. La primera refe-rencia escrita es el acta de la visita del Obispo Diego Deza, el 12 de marzo de1558: e hall por Cura al Padre Llorente Martn; se trataba de unaAyuda de Parroquia dependiente del territorio del Beneficio de la Catedral.

    Existan unos beneficios curados regidos por rectores perpetuos elegidospor el Cabildo y confirmados por el Rey, y simples curas amovibles a la volun-tad del Obispo, del Cabildo Eclesistico o de algunos Beneficiados, que serv-an en las iglesias de los pueblos menores, como anexos y ayudas de las respec-tivas matrices, sin diezmos ni otras rentas que las de sesenta o cien doblas,que los beneficiados les deban dar, adems del pie del altar y las limosnas delos fieles. Estos curatos debieron siempre establecerse en los parajes que,teniendo ms de treinta vecinos, distaban notablemente de la parroquia prin-cipal. En Gran Canaria existan nueve curatos amovibles, uno de ellos era elde Nuestra Seora del Pino, del lugar de Teror, hijuela del Beneficio de laCiudad42. En un acta del Cabildo, de 11 de enero de 1567, se consigna quelos vecinos de Teror y de La Vega haban pedido a su favor la creacin de dosnuevos beneficios, para independizarse del Sagrario Catedral, y el Cabildo seopuso aprovechado una ida a la Corte de su Den. El 6 de octubre de 1617se acord que los cuatro curatos rurales, La Vega, Teror, Arucas y Moya, sedieran por oposicin a hijos naturales del pas.

    En el Archivo Parroquial de Teror existe un relacin de curas de la Parro-quia, que no nos parece totalmente fiable, puesto que seala como tercer cura,de 1560 a 1564, al Padre Juan de Troya; parece un error, estimamos queno existi otro Juan de Troya clrigo que el cannigo que tom posesin dela ermita (viernes 14 de noviembre de 1514). Este dicho da estando los seo-res Den e Cabildo capitularmente ayuntados segn que lo an de uso ycostumbre, dieron su poder cumplido como administradores (de esta iglesia)al cannigo Juan de Troya... para que por ellos y en nombre de la Fbricapuedan tomar posesin de la Iglesia de Santa Mara de Terore que el Sr. Obis-po uni a esta Iglesia...43.

    Es posible que los primeros curas fueran frailes del clero regular, domi-nicos o franciscanos; a un cura de 1579 a 1582, fray Lorenzo del Prado, se lecita como fraile dominico. El culto a las imgenes fue impulsado y estimula-

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    do por el clero regular, que tena un gran prestigio entre el pueblo sencillo, losfrailes potenciaron la religiosidad popular, por lo que no fueron ajenos a lasprimeras fiestas y procesiones de la Virgen del Pino.

    En la relacin de curas de la parroquia se omite al portugus Licencia-do Tristn, citado por Marn y Cubas, que por su condicin de mdico cono-ci bien el lugar de Teror, donde oira relatos de los primeros tiempos delpoblamiento; el dicho Marn y Cubas era, adems, pariente de los Prez deVillanueva.

    Existi en Teror, en los tiempos de la primera ermita del Pino, un cultoa la Virgen de Candelaria, independiente del de Santa Mara de Terore? Lacontestacin es afirmativa; la advocacin tinerfea estuvo extendida por todoel Archipilago, y, por tanto, en Gran Canaria. En este sentido de generaliza-cin hay que entender la leyenda, recogida por Viera y Clavijo, de que Sanchode Herrera rob la Virgen de Candelaria y la coloc en Fuerteventura (44),as como la intercalacin de Marn y Cubas, en el captulo dedicado a laVirgen del Pino, continuose la devocin a Nuestra Seora; en que se dixoque luego que sali de Canaria Nuestra Seora de Candelaria, la Virgen eneste lugar, todos los aos por el tiempo de su Fiesta y los Canarios no olvida-ban de celebrar su memoria45. El culto de La Candelaria en Teror no se mate-rializ en imgenes, aunque en el templo Parroquial inaugurado en 1600 exis-ti un Altar dedicado a dicha advocacin46.

    En el siglo XVI la Virgen de la Candelaria era tenida por Patrona Gene-ral de Las Islas; el Papa Clemente VIII, el 26 de marzo de 1608, concedi conOctava el Oficio de la Purificacin en todo el Obispado.

    Desde los primeros tiempos del vecindario terorense, se vener la Cruz;la Cofrada de la Santa Vera Cruz data su fundacin en la Villa en 1594 o159547.

    Ha escrito don Jos Garca Ortega que las tierras a espaldas del Pala-cio Episcopal, conocidas con el nombre de Huerta de la Virgen enajenadaspor las leyes desamortizadoras, se identifican con las primeras propiedadesde la iglesia y muy cerca debi de estar la antigua ermita, probablemente enel solar hoy ocupado por el Palacio Episcopal o en la manzana inmediata.Es errnea esta apreciacin, ya que estos terrenos se denominaron Huerta dela Virgen a finales del siglo XVIII, cuando los compr la Fbrica Parroquial

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    en 1789 a las Monjas Bernardas, por Escritura ante el Escribano Juan Reyesde Cabrera; haban sido cedidas al convento como parte de la dote de unamonja, y con anterioridad pertenecieron a otros propietarios. En este sentidotambin es errnea la ubicacin que, como posible, sealan a la ermita donIgnacio Quintana y don Santiago Cazorla en su obra La Virgen del Pino enla Historia de Gran Canaria, p. 149; la que se denomin Casa de la Virgenno tiene nada que ver con el emplazamiento de la primera iglesia o ermita.Segn Fray Diego Henrquez, la primera ermita que tuvo la Virgen se fabri-c junto al Pino de la Aparicin. El Obispo de La Cmara y Murga escri-bi, en 1631, que apareci en un pino que est junto a la iglesia, por tanto,en este lugar se construyeron la primera ermita y la Iglesia posterior; en losalrededores hay que situar la Huerta de la Virgen. Adems, la campana de laermita penda de una espadaa, derribada en 1563. Despus, las campanasparroquiales pendieron, hasta la cada del Pino, de una de las ramas del rbolde la Virgen; evidencia de que el Pino estaba situado exactamente donde hoyest situada la torre amarilla, as como la ubicacin de la ermita.

    Don Sebastin Jimnez Snchez en Sucinta Historia de la devocin delpueblo canario a Nuestra Seora del Pino, Patrona de Gran Canaria, pg.37, escribe que en el Camarn de la Virgen del Pino se coloc el preciosoartesonado mudjar que en 1514 tuvo la primera ermita. Este artesonadoestuvo en la Casa de la Cilla o de la Virgen, conocida despus de la desamor-tizacin con el nombre de Mariquita Antonia o Casas de Sarmiento. Cons-truida entre 1620 y 1630, sirvi de iglesia desde 1760 a 1767, perodo de laconstruccin de la actual Baslica; en los trabajos para adaptarlo a la Capi-lla de la Patrona se coloc ese artesonado. Es errneo atribuir un artesonadomudjar a la ermita del Pino, que debi ser una construccin muy elemental,como se deduce de las actas de las Visitas de los Obispos y Visitadores.

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    Notas y Fuentes Documentales

    n 1. Iconografa de la Virgen del Pino. Biblioteca de El Museo Canario.

    n 2. Durante los veintisis aos de Episcopado residi casi normalmente en Teneri-fe. En el verano de 1672 renunci al Obispado para retirarse al convento de Cande-laria, aunque esta renuncia no tuvo efecto. FLORENCIO RODRIGUEZ ARTI-LES, La Virgen del Pino y los obispos de Canarias. Diario de Las Palmas del 2 al 9de septiembre de 1969.

    n 3. La Cofrada de La Candelaria de Teror fue suprimida por el Obispo Delgado yVenegas en 1767.

    n 4. Archivo Parroquial de Teror.

    n 5. JOSE GARCIA ORTEGA, Historia del Culto a la Venerada Nuestra Seora delPino, p. 83.

    n 6. Conferencia del 3 de septiembre de 1954, publicada en La Provincia, del 5 deseptiembre de 1954.

    n 7. AGUSTIN MILLARES TORRES, Historia General de las Islas Canarias.

    n 9. JOS GARCA ORTEGA, Nuestra Seora del Pino. Historia del culto a la Venra-da imagen de la Patrona de la Dicesis de Canarias, pp. 61 y 62.

    n 10. HIPLITO SANCHO DE SOPRANIS, Los Conventos franciscanos de lamisin de Canarias (14431487), en Anuario de Estudios Atlnticos 1959, n. 5.

    n 11. ANTONIO RUMEU DE ARMAS, El Obispado de Telde, p. 44.

    n 12. Ibdem, p. 103.

    n 13. ABREU Y GALINDO, Historia de la Conquista de las Siete Islas de Cana-rias.

    n 14. ANTONIO RUMEU DE ARMAS, El Obispado de Telde, p. 106.

    n 15. SANTIAGO CAZORLA LEON y JULIO SANCHEZ RODRIGUEZ, Obisposde Canarias y Rubicn, en Le Canarien, p. 17.

    n 16. HIPLITO SANCHO DE SORPRANIS, Los Conventos franciscanos en lamisin de Canarias (14431487), en Anuario de Estudios Atlnticos, n. 5 1959.

    n 17. ANTONIO RUMEU DE ARMAS, El Obispado de Telde, p. 130.

    n 18. DOMINIK J. WOFEL, La Curia Romana y la Corona de Espaa en la defen-sa de los aborgenes canarios 1930. JOSE ZUNZUNEGUI, Los orgenes de lasmisiones 1941.

    n 19. SANTIAGO CAZORLA LEON y JULIO SANCHEZ RODRIGUEZ, Obisposde Canarias y Rubicn.

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    n 20. ANTONIO RUMEU DE ARMAS, El Obispado de Telde, p. 131.

    n 21. JOS VIERA Y CLAVIJO, Noticias de la Historia de Canarias.. Tomo 1, p.186.

    n 22. FRANCISCO CABALLERO MUJICA, La Provincia, del 12 de julio de 1987.

    n 23. ANTONIO RUMEU DE ARMAS, El Obispado de Telde, p. 139.

    n 24. ARCHIVO PARROQUIAL DE TEROR.

    n 25. MARN Y CUBAS, El Obispo Surez de Figueroa mand enterrar todas lasimgenes que se consideraban toscas.

    n 26. Los franciscanos protegidos por Rejn fundaron en Las Palmas de Gran Cana-ria el segundo convento de Canarias.

    n 27. JOSE MIGUEL ALZOLA, La Iglesia de San Francisco de Ass de Las Palmasde Gran Canaria.

    n 28. LOTHAR SIEMENS HERNNDEZ y LILIANA BARRETO, Los esclavosaborgenes canarios en la isla de La Madera, en Anuario de Estudios Atlnticos, n.20 de 1974, pp. 111 a 143.

    n 29. Aportaciones portuguesas a la poblacin de Canarias. Datos para su estudio,en Anuario de Estudios Atlnticos, n. 14 de 1968.

    n 30. ELAS SERRA RAFOLS, Los Portugueses en Canarias.. Universidad de LaLaguna. Discurso inaugural del ao acadmico 19411942. Imprenta y LibreraCurbelo. La Laguna.

    n 31. JUAN ALVAREZ, Puesto de Canarias en la Investigacin Lingstica. La Lagu-na. Instituto de Estudios Canarios 1941, pp. 1012.

    n 32. MARN Y CUBAS, Historia de la Conquista de las Siete Islas de Canarias 1687.

    n 33. FRANCISCO FERNANDEZ DE BETHENCOURT, Nobiliario y Blasn deCanarias.

    n 34. MIGUEL RODRIGUEZ DIAZ DE QUINTANA, Estudios genealgicos. Elactual topnimo de Riquianes o Montaa de Riquianes, deriva posiblemente deeste Enrique Yanes.

    n 35. El dato de la ascendencia del primer Marqus de Toro ha sido obtenido de unestudio genealgico realizado por Don Nstor lamo Fernndez.

    n 36. MIGUEL RODRIGUEZ DIAZ DE QUINTANA, Estudios genealgicos.

    n 37. JOSE GARCIA ORTEGA, Nuestra Seora del Pino, p. 46.

    n 38. MIGUEL RODRGUEZ DAZ DE QUINTANA, La familia Guedes (Mono-grafa). Biblioteca de El Museo Canario.

    n 39. JOS GARCA ORTEGA, Nuestra Seora del Pino, p. 62.

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    n 40. I. QUINTANA, S. CAZORLA, La Virgen del Pino en la Historia de Gran Cana-ria, p. 155.

    n 41. ARCHIVO PARROQUIAL DE TEROR.

    n 42. JOS VIERA Y CLAVIJO, Noticias de la Historia de Canarias. Tomo II. EdicinCioranescu, p. 313.

    n 43. IGNACIO QUINTANA y S. CAZORLA, La Virgen del Pino en la Historia deGran Canaria, p. 155.

    n 44. JOS VIERA Y CLAVIJO, Noticias de la Historia de Canarias. Tomo 1, p. 185.Edicin Cioranescu.

    n 45. MARN Y CUBAS, Historia de las Siete Islas de Canarias 1687. (107) JOSGARCA ORTEGA, Nuestra Seora del Pino, p. 83.

    n 46. JOS GARCA ORTEGA, Nuestra Seora del Pino, p.83

    n 47. V. HERNNDEZ JIMNEZ, La Semana Santa de Teror.