crisis de representacion poitica iñigo

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62 REVISTA Soc. bras. Economia Política, Rio de Janeiro, nº 15, p. 62-87, dezembro 2004 La crisis de la representación política como forma concreta de reproducirse la base específica de la acumulación de capital en Argentina Juan Iñigo Carrera * “y toda ciencia sería superflua si la forma de manifestarse y la esencia de las cosas coincidieran inmediatamente”. Karl Marx Resumen En Argentina, la acumulación se centra en capitales extranjeros que se restringen al mercado interno gracias a apropiar renta de la tierra, plusvalía liberada por los pequeños capitales y, sobre todo, pagar la fuerza de trabajo por debajo de su valor. Esta base contrajo el producto total de valor desde los 80, pese al ingreso neto proveniente de la deuda pública externa. En 2001 se cortó este ingreso, anunciando más contracción, caída del salario, desempleo, y la cesación de pagos. Estalló entonces la crisis de representación política. Pese a sus apariencias, ella fue la forma política de reproducirse el capitalismo argentino con su especificidad, contraria al desarrollo de las fuerzas productivas, intacta. Sólo la centralización absoluta del capital por la clase obrera puede * Profesor de posgrado de la Facultad de Ciencias Económicas, UBA y del Centro para la Investigación como Crítica Práctica (CICP). SEP15.p65 22/11/04, 15:21 62

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  • 62 REVISTA Soc. bras. Economia Poltica, Rio de Janeiro, n 15, p. 62-87, dezembro 2004

    La crisis de larepresentacin polticacomo forma concreta dereproducirse la baseespecfica de laacumulacin de capitalen ArgentinaJuan Iigo Carrera*

    y toda ciencia sera superflua si la forma de manifestarse y la esencia delas cosas coincidieran inmediatamente. Karl Marx

    Resumen

    En Argentina, la acumulacin se centra en capitales extranjeros que se restringenal mercado interno gracias a apropiar renta de la tierra, plusvala liberada por lospequeos capitales y, sobre todo, pagar la fuerza de trabajo por debajo de su valor. Estabase contrajo el producto total de valor desde los 80, pese al ingreso neto provenientede la deuda pblica externa. En 2001 se cort este ingreso, anunciando ms contraccin,cada del salario, desempleo, y la cesacin de pagos. Estall entonces la crisis derepresentacin poltica. Pese a sus apariencias, ella fue la forma poltica de reproducirseel capitalismo argentino con su especificidad, contraria al desarrollo de las fuerzasproductivas, intacta. Slo la centralizacin absoluta del capital por la clase obrera puede

    * Profesor de posgrado de la Facultad de Ciencias Econmicas, UBA y del Centro para la

    Investigacin como Crtica Prctica (CICP).

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    superar esta especificidad. Pero ella requiere la formacin de un nico espacio nacio-nal por las clases obreras latinoamericanas sometidas hoy a la misma especificidad.Palabras clave: Argentina, crisis, acumulacin de capital, economa nacional, claseobrera, accin poltica, fuerzas productivas.

    El 19 y 20 de diciembre de 2001 aparecan como un punto de inflexin enla forma de hacer poltica en Argentina. La accin popular directa, la accin dela multitud, derrocando presidente tras presidente en repudio de toda pretensinde representacin poltica. Las asambleas barriales, donde no se reconoca mslegitimidad representativa que la surgida inmediatamente del ejercicio de lademocracia directa, aprobando el rompimiento con el FMI, la nacionalizacinde los bancos y la reestatizacin de los servicios pblicos privatizados. Losclubes de trueque, presentndose como alternativa a la produccin capitalista.Pequeos ahorristas y gente comn escrachando a bancos y polticos. Obrerosponiendo en produccin las fbricas abandonadas por sus dueos. Y, por sobretodas estas acciones populares directas, la consigna unnime que se vayantodos.

    Surgi as la imagen de que la Argentina marchaba hacia una transforma-cin poltica radical. Muchos crticos de la sociedad capitalista no dudaron enafirmar que el pueblo argentino se haba colocado a la vanguardia de la gestacinde una nueva sociedad. Se planteaba as que, desde el punto de vista de laaccin poltica revolucionaria, la clave estaba en la produccin de consignasreivindicativas cuyo sostenimiento en la prctica de la lucha poltica cotidianafuera transformando a la conciencia inmediata de resistencia popular en unaconciencia revolucionaria capaz de superar el modo de produccin capitalistamismo. O, ms abstractamente, se planteaba esta transformacin a partir detrabajar en la construccin de una tica o de una ideologa liberadoras. Seplanteaba, por lo tanto, actuar sobre las condiciones abstractamente subjetivasde dicha transformacin, dando por sentado que sus condiciones abstractamenteobjetivas ya haban sido alcanzadas, como supuestamente lo pona de manifiestola crisis econmica.

    Por muy revolucionaria que parezca, semejante concepcin invierteidealistamente la determinacin de la conciencia de la clase obrera, reducindolaa la apariencia de sus avances y retrocesos. Y, como toda inversin idealista,sucumbe ante la crtica de la prctica.

    Hoy, un ao y medio despus, la ms cruda de las representaciones pol-ticas impera, renovada, sobre el pueblo argentino. Las asambleas populares sehan ido agotando, no sin que antes el culto por la horizontalidad dejara paso al

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    enfrentamiento por la representacin poltica. Los escraches languidecieronhasta morir. Los clubes de trueque desnudaron su miseria mercantil en el msdescarado despojo a sus participantes. La recuperacin de fbricas por susobreros se ha limitado a capitales de pequea magnitud, cuya reproduccin seve posibilitada por las condiciones enajenadas que sus obreros se imponen a smismos. Por su parte, el movimiento piquetero muestra que su potencialidadtransformadora no pasa de la de ser la forma necesaria de subsistencia cotidia-na de la poblacin obrera crecientemente sobrante para el capital, en dondehasta los defensores de la horizontalidad democrtica acaban prisioneros delclientelismo poltico. Con la eleccin de Kirchner, la trascendencia de laprogresividad poltica argentina se rebaj, a los ojos del mundo, a la fascinacinpor un presidente que es presentado como la reencarnacin de las inmundiciasde la tercera va.

    Entre los crticos del capitalismo, la euforia revolucionaria ha dejadopaso al discurso autojustificativo y a la reproduccin de la ilusin latente: laincomprensin, el autoritarismo, los errores, la inconsecuencia, la faltade conciencia, etc., de los otros, o el apaciguamiento que sigue a la rebelin,o la fuerza del enemigo; pero, eso s, queda la experiencia histrica y, laprxima vez, ah, la prxima vez, con esta experiencia acumulada, ...

    La conciencia de la clase obrera argentina no es sino la expresin de suser social. Y ste se encuentra concretamente determinado por el modo espec-fico en que se organiza la produccin material de su vida. Para ponerverdaderamente en evidencia las potencias histricas de la clase obrera argen-tina y, por lo tanto, para contestarse acerca del qu hacer respecto de la situacinpoltica actual para expresar en ella los intereses generales de la clase obrera,es necesario partir de contestarse por el carcter especfico del proceso nacio-nal argentino de acumulacin de capital. No se trata de esperanzarse con que elgrado alcanzado por la conciencia poltica del pueblo va a engendrar por s elcambio en este proceso sino, por el contrario, de descubrir qu cambios en elmismo son los que han tomado forma concreta necesaria en el auge de la accinpopular directa y, de ah, conocer su potencialidad histrica.

    La realidad de la economa argentina en el ltimo cuarto desiglo1

    Los economistas neoliberales pretenden que la profunda crisis argentinano tiene ms base que la falta de confianza interna y externa generada por elpropio conflicto social. Presentan como prueba el crecimiento que tuvo el

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    volumen fsico del PIB durante la dcada anterior. En efecto, en el promediodel perodo 90/01, el nivel de actividad econmica super en un 26% al delperodo 75/89 (caracterizado por el estancamiento) y en un 73% al del perodo60/74 (de sostenida expansin). Ante semejante crecimiento, los propios eco-nomistas crticos del neoliberalismo han planteado que la crisis tiene su raz enlas condiciones de distribucin: bastara un shock de demanda, logrado va unadistribucin del ingreso ms equitativa, para que la economa argentina reto-mara la senda del crecimiento. As, la violenta cada del 11% del PIB en 2002es presentada como un tropiezo en el camino del crecimiento; camino que,apenas restablecida la paz social, ha sido retomado mediante el salto adelantedel 9% durante 2003 y de casi otro tanto anunciado para 2004. Se dira que laevolucin del volumen fsico del PIB no hace sino confirmar que nos encon-tramos ante un proceso nacional de acumulacin de capital que pugna porparticipar activamente en el desarrollo de las fuerzas productivas sociales.

    Sin embargo, bien sabemos que en las sociedades donde impera el modode produccin capitalista la riqueza social no se presenta simplemente bajo laforma de un cmulo de valores de uso o bienes. Lo hace especficamente comoun cmulo de valor. Dicho de otro modo, es obvio que no basta con poseer msbienes para ser ms rico; importa tambin el valor de estos bienes.

    En trminos reales de poder adquisitivo, el PIB promedio apenas creciun 24% desde el perodo 60/74 al 90/01. Peor an, en el perodo 90/01 cay un10% por debajo del valor correspondiente al perodo 1975/89. S, durante elperodo de crecimiento sostenido de la escala de actividad, la economa argen-tina perdi una dcima parte de su valor. Y para 2002 este valor se ubic un15% por debajo del nivel ya alcanzado en 1974. En sntesis, el volumen fsicoincrementado encierra una masa contrada de riqueza social. El valor producidoanualmente por la economa argentina ha permanecido estancado, y ms bienen retroceso, durante el ltimo cuarto de siglo.

    El valor del PIB de la Argentina alcanzaba en el 60/74 para comprarmensualmente 18 millones de las canastas de bienes y servicios sobre las quese computa el ndice de precios al consumidor. En el 75/89, equivala a 24millones de canastas, cayendo en el 90/01 a 22 millones. Mientras, la poblacinpasaba de 23 millones a 29 millones y 34 millones, respectivamente. Estasevoluciones relativas implican una equivalencia de 0,77 canastas por habi-tante por mes en el perodo 60/74, de 0,84 en el perodo 75/89 y de slo 0,64en el perodo 90/01. Para 2002, esta equivalencia cay a 0,55 canastas. En1960, la economa argentina equivala al 3,1% de la norteamericana; en 2001slo alcanzaba al 1,6%; en 2003 al 1,5%2 .

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    Ms an, tambin sabemos que la produccin capitalista no tiene porobjeto la mera produccin de valor, sino la produccin de plusvala. La plusvalaneta de los gastos corrientes de circulacin (y a la que se suma el valor delcapital fijo consumido durante el ao) creci un 90% del perodo 60/74 al 75/89, pese a que el crecimiento del producto de valor no super el 40%. Sinembargo, la contraccin del 10% en el producto de valor entre 75/89 y 90/01slo permiti expandir la plusvala neta un 8%, a expensas de la brutal cadadel salario. En 2002, la contraccin del 7% en el valor del producto, contrastacruelmente con un aumento del 5% en la plusvala disponible, al retroceder elsalario un 20%; el salario real industrial se ubic, as, en el 44% del nivelalcanzado en 1974. Para encontrar un salario industrial mensual de igual poderadquisitivo es necesario retroceder hasta 1933. S, hasta 1933.

    La acumulacin de capital slo ha podido sostenerse durante el ltimocuarto de siglo a expensas de la compraventa sistemtica de la fuerza de trabajocada vez ms por debajo de su valor. Por lo tanto, slo ha podido sostenerse aexpensas de minar la propia base de su reproduccin normal. La clase obreraargentina se ha visto as progresivamente despojada hasta de la posibilidad dereproducir su fuerza de trabajo con los atributos productivos que haba llegadoa alcanzar. Resulta claro que, desde mucho antes de la crisis actual, el procesonacional de acumulacin de capital presenta una tendencia especfica a laformacin de una poblacin obrera sobrante, y que la misma brota de manerainmediata del estancamiento y retroceso en la magnitud de valor que producela economa argentina. No es simplemente la escala de la economa argentinala que choca contra un lmite especfico a su expansin, sino que es la propiaacumulacin de capital la que lo hace.

    La especificidad de la acumulacin de capital en la Argentina3

    A primera vista, la economa argentina parece corresponder a un desarrollonacional normal del capital industrial. Presenta una marcada tendencia haciala centralizacin del capital, con fuerte presencia de los capitales ms concen-trados del mundo. Pero estos capitales producen esencialmente en una escalarestringida al tamao del mercado interno. Slo exportan en base a programasespeciales de promocin o bajo condiciones coyunturales excepcionalmentefavorables. Salta a la vista aqu la primera peculiaridad: cmo se explica que,en un mercado interno que hoy apenas alcanza a los 38 millones de habitantes,de los cuales la mitad se encuentra por debajo de la lnea de pobreza, hayahabido espacio para las fbricas de todos estos capitales concentrados?

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    La respuesta se encuentra en la pequea escala con que operan las fbri-cas locales en comparacin con las que las mismas empresas utilizan paraproducir para mercados internos sustancialmente mayores o directamente parael mercado mundial. De hecho, buena parte de las fbricas locales se encuentranmontadas con el equipamiento que las mismas empresas han desechado porobsoleto en sus pases de origen ante la expansin de la escala de produccin.Pero pequea escala, y sus secuelas sobre la actualizacin tcnica, significanmenor productividad del trabajo. A su vez, sta significa mayores costos y,luego, la imposibilidad de valorizar el capital a la tasa general de ganancia.

    La presencia de los capitales ms concentrados del mundo, pero queproducen en el pas en la pequea escala correspondiente al mercado interno,ha caracterizado a todo el sector industrial argentino durante los ltimos cuarentaaos. Por lo tanto, en la economa argentina debe existir un flujo de riquezasocial adicional a la plusvala apropiada de manera simple por los capitalesindustriales, que los compensa por los mayores costos originados por su escalaparticularmente restringida.

    Hoy da, este flujo surge en buena medida de la cada del salario pordebajo del valor de la fuerza de trabajo. Pero ni siquiera as la baratura relativade la fuerza de trabajo nacional puede ser, ni mucho menos haber sidohistricamente, su fuente principal. De haberlo sido, los capitales industrialesnormalmente concentrados -capitales medios- no habran restringido suproduccin local al mercado interno. Habran producido desde el pas para elmercado mundial.

    En cambio, la presencia masiva de pequeos capitales locales ha sidouno de los rasgos especficos del proceso nacional argentino de acumulacinde capital. Si el precio de produccin de sus mercancas se ubica por encimadel que corresponde a la capacidad de valorizacin normal concreta de estoscapitales (regida esencialmente por la tasa de inters), la porcin de plusvalacorrespondiente pasa a los capitales ms concentrados que se vinculan conellos en la circulacin4 . Esta ganancia extraordinaria constituye la segundafuente de compensacin para los capitales medios pero que operan en el pascon una escala especficamente restringida.

    Pero la fuente esencial de compensacin la constituye la renta diferencialde la tierra agraria de la pampa argentina (en el ltimo cuarto de siglo se hasumado la de las tierras que contienen petrleo, gas y fuentes de energahidroelctirica). La asociacin en la apropiacin de la renta entre losterratenientes y el capital industrial que aqu opera con una escala restringida,es la base sobre la que se ha levantado la especificidad del proceso nacional

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    argentino de acumulacin de capital. Es, por lo tanto, la base de su retroceso ycrisis actual.

    La apropiacin de la renta diferencial de la tierra por el capital industrialha seguido distintos caminos. Algunos de ellos la hacen pasar primero por lasmanos del estado nacional va impuestos especiales a las exportaciones agrariaso el monopolio del comercio exterior. De all siguen su curso hacia los capitalesindustriales bajo la forma de subsidios, las compras realizadas por el estado ysus empleados, etc. En otros casos, el estado rige este curso de apropiacin demanera indirecta. Por ejemplo, mediante precios regulados o mediante lageneracin de dficit pblico cubierto con emisin monetaria que convierte ala tasa de inters real en fuertemente negativa, siendo los terratenientescolocadores netos de capital a prstamo. O, tambin, mediante la sobrevaluacinde la moneda nacional que implica la importacin abaratada de insumosindustriales y la multiplicacin cambiaria de las ganancias remitidas al exte-rior. Esta ltima fue la modalidad imperante durante la dcada pasada y la queen 2001 entr en una crisis violenta.

    Las modalidades de apropiacin de la renta de la tierra que hemos men-cionado no afectan la capacidad normal concreta de valorizacin del capitalagrario, pero si limitan su aplicacin extensiva e intensiva sobre la tierra. Locual, a su vez, repercute negativamente sobre la innovacin tcnica. Por su par-te, los capitales industriales que producen mercancas en general tienen su esca-la especficamente restringida al tamao del mercado interno. De modo quedentro del mbito nacional slo caben capitales industriales que operan conescalas ya superadas a nivel mundial por el desarrollo de la productividad deltrabajo. En unos casos, por tratarse simplemente de pequeos capitales. En losotros, por tratarse de fragmentos particularmente restringidos de capitales medios.

    Estos ltimos capitales logran as acumularse liberados de los costos queles impone su papel histrico en el desarrollo de las fuerzas productivas. Sin irms lejos, pueden convertir algo que ya es chatarra en sus pases de origen, enun capital flamante listo para valorizarse a la tasa general de ganancia, cuandono a una extraordinaria, gracias a la forma especfica que toma la acumulacinaqu. Bajo la apariencia de tratarse de un proceso nacional ordinario dedesarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad, cuya peculiaridad se reducea basarse en una abstracta sustitucin de importaciones, el proceso argenti-no de acumulacin de capital acta como un factor contrarrestante a esedesarrollo.

    Esta contradiccin se manifiesta tambin de manera especfica respectode la centralizacin del capital. Esta tiende a liquidar a los pequeos capitales,

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    estrangulando la plusvala liberada por ellos y que aporta a la valorizacin delos capitales ms concentrados. Pero, al mismo tiempo, la concentracin ycentralizacin interna del capital no alcanza para evitar la profundizacin de labrecha entre la productividad del trabajo acotada por el tamao del mercadointerno y la que corresponde a la produccin para el mercado mundial. Por suparte, la privatizacin de las empresas pblicas ha borrado el papel del estadoen la multiplicacin del mercado interno. En cambio, ha sumado nuevoscapitales privados que demandan su cuota en la apropiacin de la renta de latierra, el valor de la fuerza de trabajo y la ganancia liberada por los pequeoscapitales.

    Pero hay un factor que agudiza la contradiccin inherente al proceso ar-gentino de acumulacin de capital. A comienzos de la dcada de 1970 la rentade la tierra agraria aument de manera substancial, multiplicndose por ochola parte apropiada por el capital industrial en el perodo 72/76 respecto delpromedio del perodo 60/71. Pero, a partir de este pico, la renta de la tierraagraria viene retrocediendo a nivel mundial. Esta contraccin resultabsicamente de dos procesos. Por una parte, el capital ha logrado fragmentarinternacionalmente los procesos de produccin, incorporando fuerza de trabajobarata y con una jornada de trabajo ms prolongada para realizar el trabajoms simple; por ejemplo, en el sudeste y este asiticos, Mxico, etc.5. Estaincorporacin ha hecho crecer ms lentamente el consumo de mercancasagrarias. Por la otra parte, la productividad del trabajo agrario basada en laindependencia respecto de los condicionamientos naturales diferenciales hacrecido de manera acelerada, sostenida por las polticas de la Unin Europea ylos Estados Unidos.

    Con la renta de la tierra en descenso y su requerimiento de ella en ascenso,la escala de la acumulacin de capital va perdiendo su base especfica de sus-tento y entra en la misma pendiente. Lo cual no hace sino encoger ms an laganancia liberada por el pequeo capital y multiplicar la separacin entre laescala del mercado interno y el mundial. Se agudiza as el estancamiento ycontraccin de la economa nacional. La consecuente multiplicacin de lasuperpoblacin obrera permite que el pago de la fuerza de trabajo por debajode su valor se constituya en el factor clave de compensacin para los capitalesque operan internamente.

    A su vez, la sobrevaluacin del peso no slo acta como mediadora en laapropiacin de la renta de la tierra, sino que atena el carcter restringido de laescala interna. Tiene este efecto va la importacin de medios de produccinpagados con el peso sobrevaluado y con aranceles rebajados, lo cual los abarata

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    doblemente respecto de su produccin local. Otro tanto ocurre con ladisminucin del valor de la fuerza de trabajo a travs de la importacin demedios de vida para los obreros. De modo que, as como el proceso nacionalde acumulacin extiende su reproduccin en base a la sobrevaluacin y laapertura importadora, esta base no hace sino agudizarle su propia estrangulacin.

    Para mantener la moneda nacional fuertemente sobrevaluada por diezaos se requiere de una reserva de divisas cuya magnitud contenga cualquiercorrida cambiaria. Pero una economa nacional cuya magnitud de valor retro-cede, cuya reproduccin requiere de la expansin de las importaciones, y conla renta de la tierra tendiendo a contraerse, no tiene modo de generar esasreservas por s misma. De dnde las obtena la economa argentina? Larespuesta reside en la expansin real de la deuda pblica externa.

    Existe la idea -crtica en apariencia- de que el pago de los servicios de ladeuda externa pblica ha implicado una sangra permanente de riqueza haciael exterior, que ha acabado por causar el colapso de la economa nacional. Sinembargo, a partir de la dcada de 1960, la Argentina ha recibido un flujo netocontinuo de riqueza social va el crecimiento efectivo del endeudamiento p-blico externo por encima de los vencimientos de capital e intereses6 . Fue conestos fondos adicionales, ms el producto de la privatizacin de las empresaspblicas a manos de capitales extranjeros, que el estado nacional form lasreservas que sostenan la sobrevaluacin. Pero la sobrevaluacin misma actuabacomo un estmulo al flujo de divisas hacia el exterior por parte del sector pri-vado. De modo que, tan pronto como el estado nacional engrosaba las reservasmediante el aumento real de su endeudamiento externo, el sector privado lasdrenaba hacia el exterior. Lo cual renovaba constantemente la necesidad deampliar dicho endeudamiento, slo para mantener la sobrevaluacin del peso.

    Este crculo vicioso de apropiacin privada de riqueza social a travs dela poltica activa del estado nacional neoliberal, se sostena sobre dos ficciones,una externa y la otra interna. La externa brotaba del avance de la superproduc-cin general de capital en la economa mundial. El capital producido en excesopasa a circular como capital ficticio, o sea, como un capital colocado en ttulosde crdito que aparenta conservar su capacidad de valorizacin por la meraadicin de unos intereses tan irrealizables como l mismo. Mientras la expansindel capital ficticio poda seguir pareciendo un proceso de acumulacin basadoen el crdito, el estado argentino lograba obtener las divisas adicionales parareponer sus reservas. Pero en 2001 la superproduccin general entr en crisis,contrayndose el flujo mundial de capital ficticio. Por su parte, el acceso am-pliado a este capital tena como condicin la capacidad aparente de la economa

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    nacional para afrontar los servicios correspondientes. Pero la realidad tambinse abri paso aqu. Se agotaron los bienes pblicos privatizables. El choquedel proceso nacional de acumulacin de capital contra su lmite especfico sehizo notable en el estancamiento y retroceso del valor del producto interno y,de manera brutal, en el crecimiento del desempleo. Y contra este estancamientoy retroceso resaltaba cada vez ms el continuo crecimiento de la deuda externapblica. A su vez, esta evidencia arrastraba a la tasa de inters, aumentando elsaldo de la deuda de manera explosiva.

    La crisis mundial y la crisis nacional, agudizada como expresin espec-fica de la primera, tornaron insostenible la expansin efectiva de la deuda parareponer las reservas de divisas drenadas por el sector privado. Este proceso diosus dos ltimos estertores: el blindaje y el megacanje. La imposibilidad deuna nueva expansin efectiva explot, entonces, como una crisis delendeudamiento pblico externo. La evidencia de que el estado nacional nopoda reponer las reservas aceler su drenaje privado, haciendo ms evidentean que la sobrevaluacin del peso marchaba a su fin. Comenz entonces lacorrida contra los depsitos bancarios para convertirlos en dlares verdaderos,aun cuando ellos se encontraban nominados en moneda extranjera y bajo laproteccin de los mayores capitales bancarios del mundo. Se trataba de dosficciones ms que a esa altura resultaban insostenibles.

    El capital bancario demand al estado nacional que le preservara la ficcinde su solvencia. El estado respondi imponiendo el corralito a los depsitos.La crisis econmica explot por todos lados: se cort todo crdito, cay vio-lentamente la recaudacin impositiva, se multiplicaron las quiebras y cierresde empresas, la desocupacin no par de crecer, etc. La inminencia de ladevaluacin anunciaba una mayor cada del salario real, aumento de costos yprdidas incontrolables en una economa nacional que tena la generalidad desus contratos internos nominados en moneda extranjera.

    Qu forma poltica iba a tomar este proceso que conjugaba una cadasubstancial del salario real, una violenta contraccin en la actividad econmicay el default internacional?

    La representacin poltica de la acumulacin de capital en laArgentina

    En sus orgenes, la clase terrateniente ejerca la representacin polticageneral del proceso nacional de acumulacin de capital. Pero a medida que elcapital industrial fue tomando peso en su condicin de socio en la apropiacin

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    de la renta de la tierra agraria, los terratenientes quedaron relegados a un lugarsecundario.

    El desarrollo del mbito nacional como un espacio para la acumulacinde los capitales normalmente concentrados a escala mundial pero quedesprenden fragmentos de s para ponerlos a valorizar aqu del modo especfi-co visto, tena por condicin la presencia masiva del pequeo capital. Estapresencia da al mercado interno el tamao mnimo necesario y se constituye enuna de las fuentes de apropiacin de plusvala que compensa la escalaespecficamente restringida con que van a operar dichos fragmentos.Histricamente, entonces, el desarrollo de la especificidad actual de laacumulacin de capital en la Argentina pas por la transformacin general dela renta de la tierra en una masa de pequeos capitales nacionales. Esta expansindel pequeo capital no slo absorbi a la poblacin obrera ya en activo sinoque la multiplic en masa. Se present, as, como la base misma de generacinde la clase obrera argentina.

    La pequea burguesa y la clase obrera nacionales confluyeron entoncesen la expresin poltica general con que se consolid la gnesis de laespecificidad del proceso nacional de acumulacin de capital durante la dca-da de 1940: el populismo peronista.

    De all en ms, la reproduccin inmediata de la clase obrera argentinacomo una poblacin obrera en activo, y la de la pequea burguesa nacionalcomo tal, qued ligada a la reproduccin de la especificidad del proceso nacio-nal de acumulacin. Y esta reproduccin engendr la entrada masiva de loscapitales que operan fragmentados en el pas, a partir de la dcada de 1950.Por su origen externo, estos capitales no pueden estar representados poltica-mente en el pas por su propia burguesa. Pero, con su acumulacin puestacomo condicin para la reproduccin de la economa nacional, pueden delegarsu representacin poltica interna en el mismo movimiento populista y en elcuerpo diplomtico de sus pases de origen. El desarrollismo expres plena-mente esta representacin poltica. Ms an, en todo momento, la apropiacinde la renta de la tierra se ha realizado con la mediacin de la accin del estadonacional como representante poltico general del capital total que se valorizaen el pas. La propia burocracia estatal, en particular la armada, cobr as lacapacidad para detentar la representacin poltica general de la acumulacinnacional de capital. Cuando esta acumulacin floreca por la expansin cir-cunstancial de la renta de la tierra, su expresin poltica general quedaba enmanos de un gobierno democrtico populista con presencia dominante de losrepresentantes de la pequea burguesa y la clase obrera. El populismo de estos

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    gobiernos era ms vigoroso o ms tibio -proscripcin poltica del populismopleno de por medio- segn la intensidad presentada por la fase expansivacorrespondiente. Cuando llegaba el momento de la contraccin, dicho lugar loocupaba una dictadura militar en la cual participaban activamente los directivoslocales de los capitales extranjeros y los siempre presentes pequeos burgue-ses nacionales cuyos capitales estn lo suficientemente concentrados comopara valorizarse de manera semejante a la de aqullos.

    Como producto de la especificidad del proceso nacional de acumulacin,la izquierda argentina no ha pasado de representar polticamente la reproduccinde esa especificidad. En esta reproduccin no le caba ser el representantepoltico general de la clase obrera. Su papel especfico se encontraba acotado aponerse al frente de las luchas por el salario y el gobierno democrtico con quese abran las fases expansivas, bajo la apariencia de que estaba en juego lasuperacin del modo de produccin capitalista mismo. Pero cuando la expansinse consolidaba, los partidos de izquierda se vean sobrepasados por el simplepopulismo. Y en cuanto comenzaba la contraccin, se convertan en el chivoexpiatorio sobre el que se impona la dictadura militar.

    De hecho, no ya la oscilacin entre fases expansivas y contractivas, sinola tendencia al estancamiento y retroceso de la economa argentina, comenzhace un cuarto de siglo bajo la forma poltica de la instauracin de la mssangrienta de las dictaduras militares. Esta se impuso sobre la apariencia deque la expansin del proceso nacional de acumulacin daba curso a susuperacin socialista. De ah en ms, la reproduccin de la especificidad de laeconoma argentina arrastr tras de s la liquidacin creciente de la pequeaburguesa y la transformacin acelerada de la clase obrera en una poblacinsobrante para las necesidades del capital. Pero ambas clase siguen sujetas, enla reproduccin inmediata de lo que les queda, a la reproduccin de laespecificidad del proceso nacional de acumulacin. La alianza entre la pequeaburguesa y la clase obrera sigue detentando la representacin poltica generalde este proceso. Pero ahora, los perodos de expansin circunstancial de larenta ya no alcanzan a revertir las manifestaciones del carcter sostenido delretroceso. Con lo cual la democracia adquiere continuidad pese a la profundi-zacin de las crisis. Es as que, a travs del discurso populista, toma formapoltica concreta la realizacin cada vez ms descarnada de un proceso deacumulacin de capital que slo puede reproducir a la pequea burguesa y a laclase obrera a expensas de aniquilarlas aceleradamente en abierto beneficio delos capitales ms concentrados.

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    En 1976, slo una sangrienta dictadura militar sistemticamente dedica-da a hacer desaparecer a los delegados gremiales de base, pudo bajar el salarioreal en un 35% respecto del nivel que haba alcanzado en el trienio 73/75. Enla dcada del 90, el salario real pas a tener de manera normal un nivel quellev esa cada al 40%. Pero, ahora, este nivel ms deprimido an se alcanz ymantuvo a travs de la accin de un gobierno peronista, encabezado por elpartido Justicialista, que representa polticamente de manera masiva a la claseobrera nacional. Y la misma cada se prolong con otro gobierno democrtico,el de la Alianza opositora al Justicialismo, para el que, ser progresista, se reducaa enunciar la administracin honesta de la miseria progresiva. Tal el grado dedebilitamiento sufrido por la fuerza poltica y sindical de la clase obrera argen-tina a lo largo del ltimo cuarto de siglo.

    Sin embargo, la devaluacin inevitable iba a originar una cada del salarioreal de tal magnitud que slo poda regirla un gobierno capaz de garantizar laparlisis absoluta del movimiento obrero. Y esta capacidad le corresponde alperonismo. Al mismo tiempo, tampoco poda declarar el default internacionalel gobierno que vena renegociando la deuda externa sobre la base de mantenerla convertibilidad a rajatabla. Por el contrario, dada su naturaleza, la devaluaciny la cesacin de pagos necesitaban tomar la forma poltica de una afirmacinde la autonoma nacional. Otra vez, el populismo peronista era la expresinpoltica apropiada. Pero el gobierno de la Alianza se encontraba en medio desu mandato. De modo que el peronismo slo poda llegar al poder ejecutivoprevio derrocamiento del presidente De La Ra.

    Un golpe militar? Para qu, si la sola presencia de un 18% de desempleocomo base para la multiplicacin de la poblacin sobrante que iba a generar lareproduccin del proceso nacional de acumulacin garantizaba la debilidad detoda resistencia obrera, hasta el punto de que dicha multiplicacin poda regirlael partido poltico del propio movimiento sindical. Por el contrario, elderrocamiento no slo habra de tomar una forma democrtica. Habra de apa-recer como la expresin ms plena del ejercicio democrtico por las propiasbases sociales del gobierno de la Alianza: una crisis de la legitimidad de larepresentacin poltica sobre la cual se impusiera el ejercicio de la democraciadirecta por la pequea burguesa y la porcin de la clase obrera con mayorcalificacin laboral.

    Sin embargo, a esta crisis poltica le faltaba un detonante, que no podaquedar librado a la accin espontnea y horizontal de dichos sujetos sociales.Este papel lo iban a jugar los saqueos. Los saqueos tuvieron muy poco deaccin poltica espontnea. Y, menos, de organizacin poltica horizontal. Por

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    cierto, tuvieron en su base la situacin de miseria desesperante a la que lamarcha de la acumulacin de capital estaba condenando a la poblacin obreraargentina. Pero resulta por dems expresivo que, despus de diciembre, no seprodujeron nuevos saqueos pese al aumento marcado de la desocupacin y lacada brutal del salario real.

    Los saqueos se concentraron en la periferia, penetrando hasta los barriosms empobrecidos de la ciudad de Buenos Aires. En la provincia de BuenosAires, los saqueos fueron impulsados por el aparato del partido Justicialista,cuya direccin ejerca Duhalde. Los punteros polticos del justicialismoconvocaron a la poblacin anunciando la distribucin de vveres, y luegolanzaron a sus cuadros como punta de lanza del saqueo7 . El 19 de diciembre, laciudad se vio dominada por los rumores, cuidadosamente difundidos, de quelos saqueadores iban a avanzar sobre los comercios y viviendas de los barriosms prsperos. Toda la ciudad se prepar: aun en pleno centro financiero, loscomercios cerraron temprano y reforzaron sus cortinas metlicas. En los barriosperifricos, los vecinos pasaron la noche en vela formando grupos de vigilan-tes. El presidente declar el estado de sitio y ofreci la cabeza del ministroCavallo. Pero insisti en que no iba a dejar el poder; un poder ya socavadohasta el grotesco. Y, en este clima, explotaron los cacerolazos espontneos dela pequea burguesa y de los obreros calificados. A los cacerolazos sigui lamarcha sobre Plaza de Mayo, donde el gobierno reprimi brutalmente a suspropias bases sociales. El presidente huy al grito de que se vayan todos.

    Pero no se fueron todos. Cado el gobierno, la mayora peronista delCongreso, con el apoyo de los legisladores de la Alianza derrocada, eligi comopresidente a Rodriguez Sa. Este se presentaba como la reencarnacin del po-pulismo nacionalista. Rodriguez Sa declar el default, festejado como un triunfonacional por los mismos legisladores que haban sostenido la poltica neoliberalde Menem. Pero, declarado el default, la reproduccin del proceso nacional deacumulacin de capital impona la reapertura de las negociaciones con el FMI.Y as como el movimiento sindical apareca como el pilar del populismo nacio-nalista, se impona ahora su docilidad acompaando la violenta cada del salarioreal y la expansin del desempleo. Apenas en una semana, ya se le haba agotadoel tiempo al populismo nacionalista para expresar polticamente dichareproduccin. La misma estructura poltica que haba designado a RodrguezSa, le retir el apoyo. Su vinculacin con la burocracia sindical y otros adlterescon frondoso prontuario policial bastaron para desencadenar otro cacerolazo dela pequea burguesa y la porcin de la clase obrera con mayor calificacinlaboral. Le llego as a Rodrguez Sa el turno de renunciar.

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    La Asamblea Legislativa design como presidente a Duhalde. O sea, a lacabeza del aparato poltico que inici la accin popular directa. Con la cesacinde pagos declarada, Duhalde ya se encontraba en condiciones de devaluar y dereiniciar las negociaciones con los acreedores internacionales. La violentacontraccin econmica, la declaracin del default y la cada del salario realhaban desarrollado ya su forma poltica necesaria.

    En la cada del gobierno el 20 de diciembre de 2001 confluyeron dosformas de accin poltica popular. En las zonas de mayor pauperismo y alejadasdel centro de la ciudad, los saqueos. Estos fueron articulados por unaorganizacin poltica que se ha ido consolidando con el propio deterioro de lascondiciones de reproduccin de la poblacin obrera, basada en una complejarelacin donde confluyen accin poltica, clientelismo, delincuencia comn,delincuencia policial y barras bravas8 . En las zonas ms prsperas y cercanasal centro de la ciudad, los cacerolazos y la marcha sobre la Plaza de Mayo. Eneste caso, se trat de un movimiento espontneo que convergi con lamovilizacin de los partidos de izquierda bajo la consigna que se vayan to-dos. A travs de la unidad de determinacin de estas dos acciones polticas, deforma y contenido aparentemente contrapuestos, el proceso nacional deacumulacin de capital se ha reproducido, una vez ms, sobre su base especfica.

    Qu crisis de la representatividad poltica

    La profunda crisis en que se reprodujo la modalidad especfica tomadapor la acumulacin de capital en la Argentina alcanz as su punto culminantecomo una crisis general de la legitimidad de la representacin poltica formal.

    La corrupcin es inherente al modo de produccin capitalista, donde cadauno lleva en el bolsillo su relacin social general. Pero la valorizacin de loscapitales que compensan su escala insuficiente al apropiar la renta de la tierrapor la mediacin poltica del estado exacerba especficamente la corrupcinrelacionada a toda forma de poder emanado del aparato del estado. Ms an,su exhibicin se convierte en expresin del poder social del que se dispone. Ycuanto ms choca la acumulacin nacional de capital con su lmite especfico,ms agudo se torna en ella el papel jugado por el ejercicio descarado de larepresentatividad poltica en beneficio personal.

    La crisis de legitimidad de la representatividad poltica no surgi entoncescomo expresin de la conciencia acerca del lmite especfico que presenta elproceso nacional de acumulacin de capital. Surgi bajo la apariencia de quela crisis econmica ha nacido de la incapacidad de los representantes polticos

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    para reproducir las viejas condiciones de vida de la pequea burguesa y laclase obrera, por despilfarrar la riqueza social en beneficio propio y de loscapitales que compran sus servicios. Se pretende entonces la reproduccin dela especificidad de la economa argentina libre de las consecuencias forzosasde esa reproduccin. La impotencia de esta pretensin es el verdadero contenidodel que se vayan todos como propuesta de accin poltica ante la crisis.

    El abismo entre la apariencia y la esencia del que se vayan todos poneen evidencia el verdadero contenido de las ilusiones acerca de que a partir del19 y 20 de diciembre el pueblo argentino ha dado un salto cualitativo en eldesarrollo de su conciencia poltica respecto de tomar el poder en sus propiasmanos. Ms an, que ha dado este salto en su capacidad para superar al capita-lismo mismo. Y ni que hablar de las ilusiones acerca de que ha avanzado enesta capacidad precisamente por haberse afirmado contra el ejercicio del po-der. Muy al contrario de estas ilusiones, el que se vayan todos expresa enrealidad la impotencia para tomar el poder en las propias manos.

    Las elecciones presidenciales de 2003 muestran que la reproduccin cadavez ms degradada de la especificidad de la acumulacin de capital en la Ar-gentina ha vuelto a expresarse simplemente en su representacin poltica ge-neral. El supuesto salto adelante en la acumulacin de conciencia transforma-dora se ha desarrollado en el resurgimiento de las ilusiones y esperanzas acercade esta representacin. La realidad de la brutal cada del salario y el aumentodel desempleo se van desdibujando en la ilusin de un crecimiento renovado;es decir, en la ilusin de un producto que, para 2004, las proyecciones msoptimista ubican todava por debajo del alcanzado antes de la profunda crisisde 2001.

    El capital

    Puede parecer que la muy distinta conclusin a la que llegan quienescreen descubrir en el que se vayan todos el germen de la superacin delcapitalismo y lo expuesto aqu surge de un diferente enfoque respecto delproceso de acumulacin de capital en la Argentina. Pero la diferencia tieneraces mucho ms profundas. Nace de ver al capital mismo desde perspectivasmuy distintas.

    La primera posicin adhiere a una teora fuertemente difundida hoy daentre los crticos del capitalismo. Esta teora afirma que el modo de produccincapitalista slo se sostiene en la imposicin de una relacin social de dominacinsobre los sujetos sociales a los que fuerza a reproducir su vida a travs de la

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    mediacin del trabajo abstracto representado en el dinero. El estado y la ley seconciben como otras tantas formas de esta imposicin.

    Desde este punto de vista, la existencia actual del modo de produccincapitalista no tiene ms razn de ser que la mediacin de la lgica que elcapital fuerza en la determinacin de los sujetos sociales como tales. Con locual, el enfrentamiento con el poder constituido aparece como teniendo porcontenido la autoafirmacin de una subjetividad abstractamente libre por so-bre la subordinacin a la mediacin capitalista.

    La perspectiva cambia radicalmente cuando enfrentamos a la formacineconmica de la sociedad como un proceso histrico natural9 . La historia na-tural humana es la historia de la transformacin de las condiciones materialesde la vida social mediante el trabajo. El desarrollo del ser humano como sujetohistrico no es sino el desarrollo de su capacidad para actuar consciente yvoluntariamente sobre el medio, a fin de transformarlo en un medio para s. Enotras palabras, es el desarrollo de la condicin como sujeto de la produccin, osea, de la subjetividad productiva humana. Este desarrollo es el nico punto departida concreto materialista, y por lo tanto cientfico10 , para producir laconciencia respecto de cualquier movimiento histrico.

    El modo de produccin capitalista empieza por disolver toda organizacingeneral directa del trabajo social basada en las relaciones de dependenciapersonal. Le da as a cada fragmento especial de ste la forma concreta detrabajo privado realizado con independencia respecto de los dems. Laasignacin de la capacidad total de trabajo de la sociedad bajo sus distintasformas concretas tiles se organiza entonces mediante un sistema autnomo.Al ser realizado de manera privada e independiente11 , el trabajo abstracto so-cialmente necesario - simple gasto productivo de cuerpo humano cualquierasea la forma concreta en que se lo realice12 y, como tal, condicin natural parala vida humana cualquiera sea la modalidad social que rija a sta13 - adquiereuna forma social histricamente especfica. Una vez materializado en susproductos, dicho trabajo aparece representado como la aptitud de stos pararelacionarse entre s en el cambio, poniendo as en relacin social a sus propiosproductores privados e independientes14 . Esto es, se representa como el valorque determina a los productos del trabajo social realizado privadamente comomercancas15 .

    Necesitada de producir valor, la libre conciencia y voluntad individualdel productor que organiza privada e independientemente su trabajo se encuentrasujeta a una determinacin que le es histricamente especfica. Debe sometersea la necesidad que le impone la forma de valor tomada por su propio producto

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    material. Debe actuar como personificacin de su mercanca. El productor demercancas se encuentra libre de toda servidumbre personal porque es elsirviente de las potencias sociales de su producto. As como la voluntad delproductor tiene pleno dominio sobre el ejercicio privado e independiente de sutrabajo individual, se encuentra sometida por completo a las potencias socialesdel producto de este trabajo. Desde el punto de vista de la participacin delproductor privado e independiente en el trabajo social, su conciencia y voluntadslo cuentan en cuanto l personifica las potencias de su mercanca. La potenciaproductiva de su trabajo social se enfrenta a los propios productores como unapotencia que les es ajena, como una potencia encarnada en sus mercancas. Laconciencia y voluntad libres del productor de mercancas son las formas con-cretas en que existen su conciencia y voluntad enajenadas.

    La produccin social no tiene ya por objeto inmediato la produccin devalores de uso, sino la produccin de la relacin social general misma, laproduccin de valor. Y la produccin de valor tiene su forma acabada en lavalorizacin del valor, o sea, en la produccin de plusvala. El producto mate-rial del trabajo social portador de la relacin social general se convierte, as, enel sujeto concreto de la produccin y el consumo sociales, en capital.

    Como individuos libres e independientes, los obreros asalariados entranen relacin social general como personificaciones de la nica mercanca deque disponen para vender, su fuerza de trabajo. Por lo tanto, la clase obrera nopuede tener ms potencias revolucionarias histricamente especficas que lasque les da su propia relacin social general, o sea, la produccin de plusvala.Puesto del derecho, la historia de la produccin de plusvala es la historia de laproduccin de las potencias revolucionarias materiales de la clase obrera y,por lo tanto, de su conciencia y voluntad revolucionarias16 .

    Pero no se trata simplemente del desarrollo de la subsuncin formal delobrero en el capital. La produccin de plusvala relativa subsume realmente alobrero en el capital17 . Aun como clase y en su proceso de consumo individual,los obreros son atributo del capital18 , que los produce y reproduce como sereshumanos, o sea, como poseedores de conciencia19 . Tanto, que hasta rige la leyde su reproduccin biolgica20 . Bajo la apariencia propia de la circulacin delas mercancas de tratarse de una conciencia libre, la conciencia y voluntad delobrero est determinada como la forma concreta necesaria de la enajenacinde las potencias del trabajo humano como potencias del capital; o sea, de supropia relacin social general objetivada que se ha convertido en el sujetoconcreto enajenado de la vida social.

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    En pos de producir plusvala relativa, el capital revoluciona constante-mente las condiciones materiales de produccin. Tanto que, con el desarrollodel sistema de la maquinaria, revoluciona la naturaleza misma del trabajo. Estedeja de consistir esencialmente en la aplicacin de la fuerza humana de trabajosobre su objeto para transformarlo. Pasa a tener su eje en la aplicacin de lafuerza humana de trabajo al control cientfico de las fuerzas naturales y a laobjetivacin del mismo en la maquinaria, de modo de hacer actuar automti-camente a las fuerzas naturales sobre el objeto para transformarlo21 . Con locual, el productor de mercancas pasa a ser un individuo colectivo, formadopor obreros doblemente libres -en el sentido de no estar sometidos al dominiopersonal de nadie y de estar separados de los medios de produccin-, querealiza su trabajo de manera privada e independiente. Como tal productorprivado independiente tiene dominio pleno sobre su proceso individual detrabajo en tanto sujeto colectivo pero carece de todo control sobre el carctersocial general del mismo. Por ello, debe someter su conciencia y voluntad decolectivo de individuos libres al dominio de las potencias sociales del productomaterial de su trabajo, el capital: tiene que producir plusvala. La concienciay voluntad libres de los miembros del obrero colectivo son la forma concretade su conciencia enajenada en el capital22 .

    La transformacin de la naturaleza del trabajo y del productor demercancas pone en evidencia la razn histrica de existir del modo deproduccin capitalista: la transformacin de las potencias productivas deltrabajo libre individual en potencias productivas del trabajo colectivo cons-cientemente organizado por el mismo obrero colectivo que lo realiza, bajo laforma contradictoria del desarrollo del trabajo social como trabajo priva-do23 . Esta socializacin contradictoria tiene por forma necesaria la centraliza-cin del capital. La accin revolucionaria de la clase obrera es la forma con-creta necesaria en que la referida revolucin constante en la materialidad delos procesos de trabajo que al mismo tiempo implica su socializacin directa desarrolla su necesidad de organizarse como una potencia directamente so-cial que trascienda los lmites de su forma privada capitalista. Por lo tanto, estaaccin revolucionaria es la forma concreta necesaria en que el modo deproduccin capitalista realiza su necesidad histrica de superarse a s mismoen su propio desarrollo, engendrando la organizacin consciente general de lavida social.

    El curso de este proceso no pasa por la abstracta posibilidad de que laclase obrera le de la espalda a su propio ser social y a las potencias revolucio-narias de las que es portadora, en nombre de la abstracta libertad propia de la

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    circulacin. Esta supuesta accin implica, en verdad, la pretensin de volver ala enajenacin del trabajo productor de mercancas carente de las potenciashistricas del modo de produccin capitalista (de ah la fascinacin con losclubes de trueque y la pequea produccin).

    El curso pasa por que la clase obrera tome en sus propias manos su relacinsocial general enajenada, o sea, se apropie del capital social. Cosa que slopuede hacer centralizando el capital como propiedad del estado24 . Y si el esta-do nacional le queda obviamente chico, la accin poltica de la clase obrera enpos de la socializacin absoluta del trabajo privado debe apuntar necesariamentea la superacin de los estados nacionales en el estado mundial que centralice latotalidad del capital social mundial. La negativa ideolgica a tomar el poderdel estado en tanto representante poltico del capital social, tan de moda hoyda, no es expresin de la potencia de un movimiento social para superar elcapitalismo. Lo es de su impotencia para hacerlo25 .

    La negacin a la clase obrera argentina de sus potenciashistricas genricas

    La ilusin acerca de que la consigna que se vayan todos podra habersido desarrollada mediante la accin poltica inmediata hasta convertirla en laconciencia de la clase obrera argentina respecto de su necesidad histrica desuperar al capitalismo cae en la ms cruda inversin idealista. La clase obrerano tiene ms relacin social general que la acumulacin de capital. Esta es laque le determina su propio ser social como sujeto revolucionario. De modoque las potencias histricas de la clase obrera no brotan de manera exterior a laacumulacin misma. Por el contrario, la clase obrera slo puede superar alcapitalismo porque ste le impone tomar en sus manos la realizacin de supropia razn histrica de existir.

    Pero, en oposicin a la potencia histrica genrica del modo de produccincapitalista, la acumulacin de capital se ha desarrollado en la Argentina enbase a la exclusin del pas de la operacin del capital industrial con la escalarequerida para participar activamente en el desarrollo de las fuerzas productivasde la sociedad. Hacia ella ha fluido una masa extraordinaria de riqueza socialbajo la forma de renta diferencial de la tierra agraria. Pero en vez de transfor-marla en un capital concentrado en la escala demandada por dicho desarrollo,el capitalismo argentino la ha despilfarrado alimentando capitales cuya mismaexistencia implica retroceder en l. En primer lugar, ha alimentado a lospequeos capitales, incapaces ya de poner en accin la productividad normal

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    del trabajo por la insuficiencia de su monto. En segundo lugar, ha alimentadoa los capitales de monto normal en su escala mundial pero que se fragmentancomo pequeos capitales para operar en el pas, liberados as de su necesidadgenrica de desarrollar la productividad del trabajo para valorizarse. Por lotanto, este despilfarro ha llevado en s la negacin del desarrollo histrico delas fuerzas productivas de la sociedad que le cabe al modo de produccin capi-talista.

    La reproduccin de la especificidad

    Durante el ltimo cuarto de siglo la acumulacin de capital en la Argen-tina ha reproducido su base especficas recurriendo a fuentes tan precariascomo el endeudamiento externo desaforado y la malversacin de las empresaspblicas, y tan infames como la acelerada miseria de la clase obrera. Pocoprecio, sin duda, para capitales que por su concentracin podran llegar aproducir desde el pas en la escala correspondiente al mercado mundial peroque as perderan la ventaja que han venido obteniendo, al valorizarse en basea la especificidad actual. Dejaran de contar con un proceso nacional deacumulacin que les permitiera convertir su chatarra en capital que puedevalorizarse, incluso, a una tasa extraordinaria de ganancia. Slo ante elagotamiento absoluto de esta fuente de valorizacin que los libera de los costosimplicados por el desarrollo de las fuerzas productivas, los capitales que operancon una escala normal en otros pases podran tener inters en convertir a susfragmentos locales en masas concentradas en esa escala. Ni siquiera el sustancialabaratamiento del costo laboral en dlares con la devaluacin les ha resultadosuficientemente tentador como para revertir sus bases de valorizacin. Hoy,este abaratamiento, sumado a la suba circunstancial de la renta de la tierra,apenas si ha reverdecido a la sustitucin de importaciones. Ocurre que fuerzade trabajo barata pueden conseguir en muchos lados, acumularse a contrapelode su papel histrico en la magnitud con que lo hacen en la Argentina, no.

    Sobre esta base, la regeneracin del Mercosur no pasa de ser el modo deextender la reproduccin de la misma especificidad sobre una doble base. Porun lado, se trata de contar con un mercado relativamente restringido pero am-pliado por encima del interno y, por el otro, abaratar el abasto a los capitalesque producen en escala restringida al importar mercancas producidas en laescala mayor con que operan los capitales en Brasil. Por su parte, el ingreso alALCA significa, lisa y llanamente, la misma reproduccin mediante una ace-lerada multiplicacin de la poblacin obrera sobrante para el capital.

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    La potenciacin especfica del proceso nacional de acumulacinde capital por la accin poltica de la clase obrera

    Quiere decir esto que la clase obrera argentina est condenada a laimpotencia de observar cmo el capital le va arrancando paso a paso el ejerciciode su ser genrico humano al consolidarla crecientemente como poblacinsobrante? Quiere decir que debe resignarse a que sus potencias histricas sehayan reducido a la resistencia que puede oponerle a este proceso para hacerlolo ms lento posible y paliar sus consecuencias inmediatas? Quiere decir que,en consecuencia, no puede aspirar a ejercer ms proyeccin histrica queimpedirle con esta resistencia al capital liberarse an ms de desarrollar lasfuerzas productivas de la sociedad mediante la acelerada cada del salario pordebajo del valor de la fuerza de trabajo?

    Todo lo contrario!El modo de produccin capitalista mismo ha puesto a disposicin de la

    clase obrera argentina una posibilidad especfica para revertir su determinacinactual, superando as su cada acelerada en la condicin de sobrante. Se tratade que ella tome conscientemente en sus manos el ejercicio de las potenciasque genricamente le corresponden como personificacin del desarrollo de lasfuerzas productivas materiales de la sociedad. Pero no se trata de una potenciaabstracta; ni mucho menos de una que brota de su sola conciencia. Por el con-trario, ella brota de la determinacin de la conciencia de la clase obrera comoatributo enajenado en el capital. Porque se trata de oponerle, a la fuerza quetiene la acumulacin del capital en base a liberarse del desarrollo de su papelhistrico, la fuerza arrolladora que tiene la acumulacin de capital cuando scumple con ese papel. Ms an, cuando esta acumulacin portadora deldesarrollo de las fuerzas productivas sociales puede alimentarse de una fuentede plusvala extraordinaria de la magnitud de la renta de la tierra agraria (y,ahora, tambin de la tierra con fuentes de energa) argentina.

    La transformacin de la renta de la tierra en un capital capaz de participaractivamente en el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad actuandocomo productivo desde el pas slo puede realizarse mediante la concentracindel mismo en la escala requerida para competir en el mercado mundial. Y estaconcentracin del capital tiene por condicin su transformacin en unapropiedad directamente social al interior del pas, o sea, en un capital depropiedad del estado nacional. De modo que la transformacin en cuestinslo puede realizarse bajo la forma poltica concreta de la abolicin de lasclases capitalista y terrateniente, dentro del mbito nacional. O, lo que es lo

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    mismo, slo puede realizarse bajo la forma poltica concreta de una revolucinsocial que transforme a la clase obrera de cuyo plustrabajo se va a nutrir elcapital concentrado, en propietaria colectiva de ste bajo la forma jurdica decapital estatal.

    La sola magnitud de esta transformacin social hace evidente que la mismano puede tener lugar restringida a la Argentina, sino que necesita tomar laescala de una transformacin que alcance ntegra a toda la clase obrera deAmrica Latina. Cosa que no tiene nada de sorprendente si se considera que laacumulacin de capital presenta, en la generalidad de la regin y ms all de laparticularidad introducida por el NAFTA, la misma especificidad que en laArgentina. Ni siquiera Brasil constituye una excepcin; slo que su tamao yciertas peculiaridades histricas le permiten disimular las consecuencias de talmodalidad de acumulacin, como ocurra con la Argentina respecto de otrospases Latinoamericanos dcadas atrs26 .

    Ms an, en el ltimo cuarto de siglo, la acumulacin de capital se havisto alimentada por la explotacin de las diferenciaciones nacionales en quetoma forma su unidad mundial. Los capitales multiplican su capacidad deacumulacin localizando nacionalmente cada etapa de su produccin ycirculacin en base a los atributos diferenciales que la misma separacin entrenaciones permite establecer respecto del precio de la fuerza de trabajo, lacomplejidad, la productividad, la intensidad y la duracin de la jornada laboral.Pero esta modalidad no slo le permite al capital multiplicar su valorizacin,sino que puede hacerlo retrocediendo en el desarrollo de las fuerzas productivasde la sociedad a travs de producir un obrero con atributos productivos ynecesidades universales. Al mismo tiempo, es la base sobre la cual el capitalacelera la multiplicacin de la poblacin obrera sobrante en el mundo; con locual multiplica tambin su acumulacin a contrapelo de su necesidad histri-ca, al pagar la fuerza de trabajo por debajo de su valor.

    A la accin poltica de la clase obrera slo le queda un camino: ubicarsenuevamente a la vanguardia en el proceso de superacin de la fragmentacinnacional de la acumulacin mundial de capital. Para la clase obrera argentina,la ampliacin de los mbitos nacionales en el curso de la disolucin de losmismos guarda, adems, un inters especfico que hace directamente a sureproduccin como clase obrera en activo. No se trata de una cuestin discur-siva, sino de una condicin material que slo puede ser producto de la accinpoltica inmediata de la clase obrera.

    Ante la magnitud de la tarea, puede parecer ms concreto lanzarse a com-petir por quin propone el mayor aumento hipottico de salarios, el mayor

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    resurgimiento del mercado interno de escala restringida o la ms prontarecuperacin de los pequeos capitales; o dar por sentado que la acumulacinde capital es un proceso nacional por su contenido y no por su mera forma; oconfiar en las potencias transformadoras de la conciencia que se declara a smisma libre de toda dominacin por el capital. Sin embargo, todos estosenfoques parten de abstraer la forma concreta que toma la vida humana hoy, laacumulacin de capital, para poner en su lugar las inversiones ideolgicas delas que la misma acumulacin se nutre. Hasta la forma ms concreta se tornauna abstraccin en cuanto se la separa de sus determinaciones.

    Abstract

    In Argentina, accumulation is centered in foreign capitals that restrict their scaleto the domestic market by appropriating ground rent, surplus value released by smallcapitals and, mainly, by paying labor power below its value. This base contracted thetotal value product since the 80s, despite the foreign public debt net inflow. In 2001 thisinflow came to an end, thus announcing greater contraction, fall of wages, unemployment,and debt default. The crisis of political representation exploded. In spite of itsappearances, it was the political form taken by the reproduction of Argentine capitalismwith its specificity -which is contrary to the development of the productive forces-intact. Only the absolute centralization of capital by the working class can overcomethis specificity. But this centralization requires the formation of a unique national spaceby the Latin-American working classes today submitted to the same specificity.Keywords: Argentina, crisis, capital accumulation, national economy, working class,political action, productive forces.

    Referncias bibliogrficas

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    y sus dos caras durante los saqueos. In: Clarn. El estallido de violencia social.Buenos Aires: Clarn, 20/5/2002.

    Notas

    1 Los datos que siguen han sido extrados de Iigo Carrera, Juan, Estancamiento, crisis y deuda

    externa. Evidencias de la especificidad del capitalismo argentino, Ciclos, 23, 2002. Han sidoactualizados siguiendo los mismos criterios.2 En dlares de paridad, base promedio 1956/77.

    3 Este desarrollo sintetiza el realizado en Iigo Carrera, Juan La acumulacin de capital en la

    Argentina, Documento del CICP, 1998.4 Iigo Carrera, Juan, El capital: Razn histrica, sujeto revolucionario y conciencia, Ediciones

    Cooperativas, Buenos Aires, 2003, captulo 5.5 Iigo Carrera, Juan, ibid, captulo 2.

    6 Por el cmputo de este movimiento ver Iigo Carrera, Juan Estancamiento y deuda externa:

    Evidencias de la especificidad de la acumulacin de capital en la Argentina, Ciclos, 23, 2002.7 Amato, Alberto y Lucas Guagnini, La trama poltica de los saqueos de diciembre en El

    estallido de violencia social, Clarn, 19/5/2002.8 Guagnini, Lucas, El rol de las bandas de la droga en El estallido de violencia social,

    Clarn, 19/5/2002. Young, Gerardo, Lucas Guagnini y Alberto Amato, La [Polica] Bonaerensey sus dos caras durante los saqueos en El estallido de violencia social, Clarn, 20/5/2002.9 Marx, Carlos, El capital, T. I, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1973, p. XV.

    10 Marx, Carlos, ibid., p. 303.

    11 Marx, Carlos, ibid., pp. 9-10.

    12 Marx, Carlos, ibid., pp. 5-6, 11 y 13.

    13 Marx, Carlos, ibid., p. 37.

    14 Marx, Carlos, ibid., pp. 37-38.

    15 Marx, Carlos, ibid., pp. 5-6.

    16 No se trata de saber lo que tal o cual proletario, o aun el proletariado ntegro, se propone

    momentneamente como fin. Se trata de saber lo que el proletariado es y lo que debe histricamentehacer de acuerdo a su ser. Marx, Carlos en Carlos Marx y Federico Engels La sagrada familia,o crtica de la crtica crtica, Buenos Aires, Editorial Claridad, 1971, p. 51.17

    Marx, Carlos, El capital, op. cit., pp. 426-27.18

    Marx, Carlos, ibid., p. 482.19

    Marx, Carlos, ibid., p. 487.20

    Marx, Carlos, ibid., pp. 534 y 544.

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    21 Iigo Carrera, Juan, El capital: Razn histrica, sujeto revolucionario y conciencia, op.cit.,

    captulo 1.22

    Iigo Carera, Juan, ibid.23

    Iigo Carera, Juan, ibid.24

    Marx, Carlos y Federico Engels, Manifiesto Comunista, Editorial Claridad, Buenos Aires,1975, pp. 49-50.25

    Iigo Carera, Juan, ibid, captulo 3.26

    Grinberg, Nicols, Acerca de la acumulacin de capital en Brasil, Documento del CICP,2003.

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