cartagena de indias, globalizada desde su origen fragmentada en su presente

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El presente documento trae una descripción detallada sobre los homicidios en la ciudad de Cartagena de Indias durante el período 2014-2015, efectuando una diferenciación por comunas y por modalidad. Para mayor comprensión, ilustra gráficamente los porcentajes

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Los flujos de la globalizacin han recorrido con renovado vigor y furor la Cartagena de finales de siglo e inicios de esta nu

CARTAGENA DE INDIAS:GLOBALIZADA DESDE SU ORIGEN, FRAGMENTADA EN SU PRESENTE.UNA APROXIMACION INTERPRETATIVA DE SU CRISIS ACTUAL.Autor: Fredi Eduardo Goyeneche

"La capacidad de dialogar e intercambiar argumentos, en vez de acusaciones mutuas acompaadas de insolencias, est en la base de cualquier convivencia pacfica y democrtica".Norberto BobbioLos flujos de la globalizacin recorrieron con renovado vigor y furor la Cartagena de finales del siglo anterior y lo continan haciendo con mayor intensidad en los inicios de este nuevo milenio. Como en ninguna ciudad del pas, se han aplicado de forma eficaz en trminos de tiempo y logros, polticas conforme al credo imperante desde los finales de los 80s del siglo anterior, cuyos mandamientos principales ordenan la privatizacin de los servicios pblicos y las concesiones para la prestacin de aquellos cuyas frmulas privatizadoras son muy complejas de aplicar y, en general, la bsqueda de la eficacia por la va de la relacin costo beneficio en un escenario de mayor libertad de mercados. Ha sido esta ciudad paradigmtica si es de sealar una donde las polticas conocidas como Neoliberalismo hayan encontrado escenario pleno de aplicacin. Cartagena es en estos aos iniciales del nuevo siglo, una muy parecida desde las perspectivas de lo econmico y de lo social a la que vio los amaneceres del siglo XX. Su economa, incapaz de generar unos flujos de redistribucin medianamente equitativos en medio de una generacin modesta de crecimiento de riqueza, evidencia una concentracin del ingreso y de los medios materiales generadores de reproduccin de capital, que refuerza la tendencia a una mayor participacin del excedente bruto de explotacin en la distribucin del valor agregado en relacin a la participacin que tiene el trabajo. Una perversa y persistente redistribucin que es una espiral de concentracin de los ingresos en una creciente profundizacin de la brecha de disparidades en lo social. En una parodia de tragedia griega la ciudad se devora as misma en un proceso intermitente, con frecuencias intercaladas de mayores y menores intensidades, pero siempre constante de exclusin en todos los rdenes donde esta haya sido posible.

Antes, a finales del siglo XIX, Cartagena apenas se despertaba de un letargo prolongado casi desde la misma independencia. Ese impulso le alcanzara para dar los primeros pasos del transito de la artesana manufacturera a los inicios de una industrializacin tarda en el contexto internacional en que ya se desarrollaba la industria mundial y que en todo caso no fue mas all de un intento reincidente, y del cual tendramos mas en el futuro, de apoyarse en la demanda interna como impulsor de crecimiento de la economa. As empez a florecer su ms pequea que mediana, artesanal y domstica industria desde esta poca. Y as seguira por lo menos durante unos sesenta aos, hasta finales de los cincuentas, cuando desfalleciente recibi su bautismo de ser realmente industrial, con la instalacin de la refinera de ECOPETROL en la zona de Mamonal como una de sus caractersticas econmicas, adems de la de ser turstica, portuaria y comercial. Durante unos cuarenta aos ms la ciudad tuvo una importante fuente impulsora, si no la ms, de su desarrollo y crecimiento tanto econmica, fsica como demogrficamente: la que brind el sector industrial y en particular el sector industrial de Mamonal. Ahora, en este inicio de siglo, Cartagena comporta unos indicadores y datos que la muestran empobrecida tanto empresarialmente como en su riqueza patrimonial con toda la connotacin que este trmino involucra. Es una tendencia que sigue el derrotero de un contexto econmico ms amplio, que es decreciente y se transmite eficientemente por sofisticados medios informticos en lo virtual, y por los caminos inciertos del comercio de bienes y servicios, en lo material. Ciclos de la historia local y su vinculacin con los ciclos externos de la economa que aun tiene innumerables perspectivas de acercamiento a su conocimiento, comprensin e interpretacin con nimo decididamente propositivo y que le son caractersticos a nuestra ciudad que pareciera percibida por sus habitantes en un contexto de localidad indiferente a su realidad globalizada.

Surgida del valor estratgico del cual la dot la naturaleza, aprovechada por la racionalidad econmica de la Metrpoli invasora, Cartagena, si nos atenemos a las precisiones cronolgicas de Aldo Ferrer, naci globalizada. Su condicin de ser puerto la hizo desde sus inicios de ciudad punto de llegada y de salida para el continente europeo y por esta relacin, con las costas africanas y los caminos de los mercaderes de Asia, pero tambin ncleo de vinculacin al resto del mundo americano, el nuevo mundo que lo era tambin para los aborgenes de la tierra que no se caracterizaron por ser grandes viajeros, excepcin hecha por supuesto, de la siempre cercanas de primos con los caribeos de enfrente y de los lados, estableciendo as su fuerte y definitoria vinculacin con esta originaria globalizacin vista su gnesis desde la perspectiva de su dimensin geogrfica y econmica.Pudiramos, en una interpretacin aguda de los elementos simblicos de su propia fundacin herediana acudir a la condicin de ser la Metrpoli, a titulo de la cual se hacia la fundacin como parte de su dominio terrenal, ella titular a su vez de su condicin de Catlica, universal, y que su universalidad se reconoce en un espacio y en unos requisitos imprescindibles que ha de cumplir la accin concreta de gobernar. As, su mbito de gobierno seria la globalidad reconocida en su momento. Una aplicacin conceptual y prctica de hegemona. Hegemona, que es una palabra distinta a predominio, dominio, preponderancia y otros trminos que tratan de ser sinnimos, es un concepto poltico que sirve para significar la preeminencia de un grupo social sobre otros, el liderazgo de un pas sobre otros, la capacidad de direccin puesta al servicio de un proyecto poltico globalizador en el cual entonces Cartagena tendra su sino predeterminado por el proyecto mayor subyacente a la intencionalidad poltica de la Espaa imperial. El mundo se extendera con el descubrimiento y anexin por los europeos de territorios y naciones desconocidas hasta entonces para la cultura occidental, actora principal del fenmeno expansionista; pero ahora lo hara de manera articulada nter ocenicamente como nunca antes, a pesar de los lejanos antecedentes fenicios y nrdicos, densificando de esa forma las vas del intercambio comercial, eje fundamental de lo que seria un proceso creciente y persistente de integracin de mercados que daran el espacio concreto de realizacin del capital. Es decir, la ampliacin de los mercados seria el curso natural del nuevo sistema econmico en proceso de consolidacin tal como lo visionar Marx posteriormente. Este hecho marcara una referencia muy importante en cuanto a hacer diferenciaciones de los tiempos y etapas de la formacin e integracin de mercados por cuanto, si bien podramos encontrar elementos de la presencia de intercambio comercial a grandes distancias en pocas mas remotas y de ello inferir un sentido de la globalidad siempre presente en la naturaleza econmica humana, estas manifestaciones no tienen peso relevante en la vida econmica de esas sociedades o comunidades en su conjunto . A lo sumo, un intercambio comercial supremamente restringido en primer lugar por las caractersticas del bien comerciado en cuanto peso y valor por los costos del transporte y por otra parte, serian objetos para un mercado reducido a la satisfaccin de demandas por lujos de unos muy escasos demandantes. Pero no hay duda, como categricamente lo afirma Vitale que los descubrimientos del siglo XV dieron origen a la formacin del mercado mundial capitalista. Por su parte Marx, sentenciara en su obra cumbre, El Capital, con esa claridad del visionario que observa la realidad en su perspectiva histrica que la biografa moderna del capital se abre en el siglo XVI con el comercio y el mercado mundiales Y en medio de las convulsiones de la historia en esta etapa crucial del parto de un nuevo sistema econmico, Cartagena es punto inexorable de pasos, idas y venidas en la ruta de los galeones que transitan por los mares del mundo conocido trayendo y llevando bienes materiales diversos en usos, sabores, olores y colores que darn origen y consolidaran el curso de una cultura hbrida y multisemica, una cultura signada por la diversidad de fragmentos que la constituirn como un calidoscopio de las diversas nacionalidades que se irn conjugando en un sincretismo condensador y diferenciante que aun sigue su camino, en medio de nuevas circunstancias que ponen en peligro lo construido a riesgo de diluirse en lo amorfo y etreo, en lo acultural y de nadie.Vendra, luego de fundar lo que estaba en su sitio interpretando a Camacho, el vandlico paroxismo colectivo de los conquistadores por todos los Dorados que en su imaginacin fueron; el lento proceso de colonizacin y ocupacin con fines mas duraderos que del espontneo enriquecimiento. Y de esa misma manera, el proceso de generar el hilo conducente a la globalidad sigui su curso por el comercio balbuciente, precario y escaso, pero al fin y al cabo tericamente coherente desde una visin histrica con la etapa primaria y mercantil de acumulacin que, superando una poca prolongada de economa de trueque, dara paso al surgimiento de un nuevo sistema econmico que encontr en este continente el catalizante que impulsara su desarrollo: el oro americano.Durante los primeros trescientos aos la economa de lo que posteriormente seria Colombia, fue fundamentalmente una economa exportadora de oro. Fue el producto que la divisin del trabajo, a partir de una racionalidad que se empezaba a orientar por la utilidad y el beneficio, en un nuevo contexto internacional, asign a estas nuevas tierras. Fue de esta forma contradictoria como una economa de dominacin de carcter colonial se fue articulando a un sistema de mercado que tiene por esto la naturaleza de ser capitalista. Es lo mismo que decir que el oro que sali de las tierras americanas le garantiz el sustento de su primera etapa al naciente sistema capitalista europeo. El vnculo de la globalidad entonces quedara paradigmticamente simbolizado en el oro para esta etapa a la que hacemos alusin. Y es importante anotarlo por cuanto fue el puerto de Cartagena el puerto nico de exportacin legal del oro. No era y nunca fue la de Cartagena, una economa productora de oro. Pero el trnsito de este a mercados europeos, a cambio, tambin llev en la pupila de los viajantes y mercaderes y en sus percepciones andariegas y en la conciencia y la memoria maravillada y a veces aterrorizada, la Cartagena que vieron y que tambin contribuyeron a construir con las visiones que traan de otras tierras y de otras costumbres, como irrenunciablemente hacen todos los seres humanos en su trasegar por los diferentes espacios sociales. Prontamente Cartagena fue adquiriendo reconocimiento en ese mundo de novedades. Ese flujo trashumante de hombres de mar, de aventuras y de negocios, difundira el nombre de la ciudad por todos los diferentes destinos geogrficos de esa temprana globalizacin. Ellos son la ms eficiente fuente del encadenamiento informativo y Cartagena, por supuesto ms que otros centros poblados, ser el ncleo donde esta clase de hombres nmadas desarrollaran sus actividades las ms de las veces determinadas en el tiempo por la intencin mercantil realizada. Es lo que explica la pronta presencia de piratas y corsarios vidos ellos tambin de la riqueza idealizada tanto como la sensibilidad distorsionada como son percibidos ahora, por algunos, estos verdaderos terroristas econmicos trastrocados en hroes de leyendas romnticas y caballerescas. Nada tan diametralmente opuesto a los hechos reales. De una violencia y voracidad los primeros ataques a la ciudad, casi hacen no viable sus condiciones de futuro. Las paradojas de la globalizacin surgen con ella desde esta etapa primigenia para nuestra ciudad en su perspectiva de interpretacin schumpeteriana de deconstruccion creativa del capital La multiculturidad y la diversidad de los imperios dominantes se hace presente en Cartagena para ganar para la globalidad particularizada la hegemona de ese mundo que se anexa a lo global en su perspectiva totalizadora, de tal manera que franceses, ingleses y otras nacionalidades pirticas ponen proa con destino a la ciudad mitificada en el temprano imaginario europeo. Ya en 1544, a escasos 11 aos de su fundacin resea el bigrafo consagrado de la ciudad Don Eduardo Lemaitre el primero entre los muchos ataques de corsarios, piratas y filibusteros el del corsario francs (de origen flamenco) Roberto Baal. Este doloroso trance, que se repetira de forma recurrente y trgica, dara margen curiosamente para reforzar la internacionalizacin de la imagen de la ciudad, dicho al pie de la letra. Como lo registra el mismo Lemaitre, la profusin de grabados que registran grficamente las tomas de Cartagena de Indias, la de Baal mencionada, el ataque Francis Drake en 1586 y las prematuras monedas grabadas que glorificaban la frustrada victoria sobre la ciudad del Almirante ingles sir Edward Vernon en 1741 entre otras, se popularizan en los espacios europeos aumentando la fama y conocimiento sobre la existencia de la importancia de este puerto del dominio hispano en un espacio geogrfico donde jams se oculta el sol. La sola presencia de Drake, continuando con las apreciaciones del historiador Lemaitre, cuya nombrada mundial hace que, por ese solo hecho, el nombre de Cartagena se hubiera insertado por primera vez en las pginas de la Historia Universal corrobora esta interpretacin. Adems del comercio de bienes decididamente globalizador, la trata negrera, el otro gran comercio de esta etapa de la economa mundial signara un elemento vigoroso en esta perfilacin globalizante del centro logstico que, primigeniamente tambin, comienza a ser la ciudad dentro del engranaje econmico en formacin. Este comercio infame tendra su impronta globalizadora a partir de la multiplicidad tnica que interviene en su operacin como se puede evidenciar de la lectura en su integralidad del libro de Palacios Preciado sobre la trata de esclavos en la colonia. Los asientos, como se conocen las contrataciones a travs de la Casa de Contratacin de Sevilla, con el fin de introducir esclavos africanos en Amrica, pasa en diferentes periodos por el monopolio de esta actividad por portugueses y franceses, pases que constituyen empresas comerciales para tal fin, pero tambin se reconoce la presencia en el negocio de pequeos tratantes de nacionalidad holandesa y genoveses y aun flamencos como el caso de La Bruse, el primer negrero que estableci el negocio de la trata de esclavos quien obtiene el privilegio de Carlos V hacia 1516 para introducir cuatro mil negros de Guinea a la isla de Santo Domingo. El posterior Tratado de Utrecht de 1713 que permiti legalmente a los ingleses introducir esclavos africanos a Amrica, vincul ms a Cartagena a un mundo globalizado, aunque de forma perversa e indigna, por cuanto el principal puerto y mercado negrero de la Amrica hispnica fue esta ciudad. Los ingleses adems de la introduccin legalizada por efectos de la contratacin de los Asientos, ya desde antes venan desarrollando el trfico de forma ilegal a travs del contrabando como extensa e ilustrativamente lo muestra en su excelente obra Hctor Feliciano Ramos. Se calcula que por Cartagena entraron un milln doscientos mil esclavos africanos; de estos, segn datos de Carmen Ortega, unos 180.000 se quedan en la Nueva Granada en territorios de Antioquia, Choco, Valle, Cauca y la altiplanicie cundiboyasence contribuyendo por esa va a la dinmica de mestizaje tanto tnico como cultural en toda el rea geogrfica de lo que seria Colombia. Pero la gran mayora siguieron caminos que, desde Cartagena donde eran vendidos, los llevara a lugares tan distantes como Venezuela, Chile, Bolivia, Per, Mjico y Panam. Fue tambin por medio de este Tratado como la globalizacin temprana lo fue tambin en su inicio de lo cultural - gastronmico al afianzarse al tal punto la introduccin de harinas por los ingleses que desplazaron la de produccin local y desplazaron aun al maz, consumo relacionado con la cultura aborigen y con su religiosidad ancestral. La procedencia de estos seres humanos arrancados por la fuerza de sus medios naturales y arrastrados por la dinmica de una economa a la condicin de mercancas y de inversin productiva, indica tambin ese sentido de globalizacin en sus nacionalidades diversas perversamente conjugadas en la sola condicin de ser esclavos. En su objetivo de estudiar los aportes lxicos de estos hombres y mujeres a la lengua cotidiana de la Cartagena receptora y dispensadora del recurso humano trado de frica, Del Castillo Mathieu nos muestra la riqueza y variedad de etnias y culturas de los esclavos. As, clasificndolos por el periodo de llegada Del Castillo identifica Yolofos, Fulas, Congos, Monicongos, Angolas, Carabales, Minas, Bantus que haciendo referencia a Alonso Sandoval mostrara la tan diversas lenguas, mas de 70 segn el autor citado por Del Castillo, de las cuales tan solo para el primer tercio del siglo XVII se han identificado 9 a saber Angola, Arda, Carabal, Banu, Mandinga, Biojo, Bran, Nalu y Biafara. Los principales puertos de donde partieron hacia Amrica y Cartagena de Indias los barcos negreros, dan la respuesta al interrogante sobre esta diversidad de lenguas. Los puertos, localizados en la costa occidental africana fueron tambin diversos, destacndose la isla de Cabo Verde, los puertos de Guinea, la isla de San Thom y el puerto de Loanda o Angola. Muestra entonces para concluir esta parte de la reflexin, el sentido globalizador, de acercamiento del mundo conocido, y en descubrimiento, en una conjugacin universalizante que fue tambin catalizado, o mejor aun fuertemente auspiciado como una consecuencia de la trata de esclavos.Todo lo anterior contribuir a explicar el surgimiento de los comerciantes como la capa poblacional de ms importancia econmica en esta interaccin social que arranca a marcar diferenciaciones sociales a partir del repartimiento original de las tierras entre los conquistadores en la primera etapa de la colonizacin, de forma relacionada con la participacin financiadora en lo que es originalmente una empresa privada: la aventura conquistadora, que no por serlo deja de estar rgidamente reglada a partir de la capitulaciones de los jefes de las empresas conquistadoras con la corona representada en la Casa de Contratacin de Sevilla. Estos repartimientos darn lugar a la primera y ms conocida de las instituciones econmicas coloniales, la Encomienda. Marcar la aparicin de esta institucin econmica tambin el rompimiento del modo de produccin de carcter comunitario con ausencia de la propiedad privada prevaleciente entre los aborgenes, por la imposicin de relaciones precapitalista implementadas por los invasores expresando el inequvoco cambio y transformacin de la economa en un proceso irreversible hacia mbitos de realizaciones por encima de las limitaciones espaciales pero articuladas sin dudas en la continuidad de su sentido.

Consecuentemente, los encomenderos constituirn el grupo ms poderoso y prontamente las primeras materializaciones institucionales para la articulacin y armonizacin de las relaciones entre los habitantes de los centros poblacionales expresaran esta preeminencia, en la conformacin de los Cabildos, mxima instancia administrativa local, cuyos integrantes en su totalidad provendrn del grupo de los encomenderos. De tal forma que la diferenciacin social inicial por la va de los repartimientos y luego materializada en la encomienda, se ver en algn momento posterior retada por el crecimiento de la importancia del comercio y de los comerciantes aunque, en un ejercicio que denota la racionalidad econmica hispana, la conflictividad que podra generarse de una tensin confrontante entre actores econmicos con diferentes intereses se resuelve inicialmente por la paulatina presencia de los encomenderos y los comerciantes en escenarios comunes de negocios en los cuales los encomenderos hacen presencia en el mundo de los intercambios en su nueva condicin de comerciantes.Aunque desde el siglo XVI los comerciantes haban iniciado el sistema de redes de agentes y apoderados en Amrica y Espaa, a partir del siglo XVIII estas redes debern ser mas extensas dado el impulso que da al comercio ntercolonial la liberacin de mercados establecida por Carlos III por medio del reglamento de libre comercio de 1778. Esta nueva situacin se convertir en potenciadora de esta etapa de la vida econmica cartagenera en su continuo proceso de integracin a los mercados. Bien lo anota Mcfarlane, Cartagena debido a su posicin de terminal para las flotas transatlnticas y por ser el lugar de residencia de los comerciantes involucrados en los negocios de importacin y exportacin y principal base administrativa se convirti en el centro principal de la organizacin del comercio con Espaa. Esta condicin no la perder ni aun cuando el sistema de convoyes fue suprimido para darle lugar a una mayor libertad al comercio. Y lo ser, la integracin, de maneras diferentes, entre ellas una muy particular que empieza por configurar un embrin capitalista de manejo financiero: las libranzas, que representan cantidades de oro para efectos de los pagos de las transacciones comerciales y aun para la exportacin misma del metal, pueden considerarse documentos equivalentes a un titulo-valor moderno, marcando un elemento temprano de economa global financiera que la globalizacin del capitalismo har en el futuro la expresin ciertamente globalizada de la economa mundial. Las libranzas sern documentos que imprimindole un carcter de creciente institucionalidad a la economa, en cuanto a que la aceptacin del documento va tambin moldeando las relaciones comerciales en trminos de mayor confianza, afirmaran el carcter incremental y acumulativo al fortalecimiento de las mismas instituciones. Las libranzas fueron una de los mecanismos ms eficaces de mejoramiento de la economa mercantil en la joven ciudad. La percepcin generalizada sobre los comerciantes durante las etapas primarias de conquista y colonizacin los muestra como proveedores de los centros mineros ms no como involucrados inicialmente, siglos XVI y XVII, en esta produccin como inversionistas. Pero para finales de este ltimo siglo y durante todo el siglo XVIII y siguiente, los comerciantes invertirn en la agricultura en particular en productos como el algodn y el palo de tinte con demanda en Europa. Los comerciantes van lentamente desplazando a los encomenderos, clase con la que adems por la vinculacin familiar por los matrimonios auspiciados que les reconoce movilidad y mayor reconocimiento social, van solidificando una sola clase de poder econmico, poltico y social con criterios claramente excluyente en cuanto a las otras clases sociales. La importancia cada vez mayor de este actor econmico y clase social dominante que va tomando el control de la produccin agrcola no siempre de forma legitima y las mas de las veces de forma ilegal, y del factor productivo que ya adquiere fuerte connotacin econmica, la tierra, ayuda a comprender el dinamismo que adquiere el comercio exterior sin que este sea nada extraordinario. Como lo seala de la Pedraja, lo relevante es observar, para los fines de nuestra reflexin, las actividades del comerciante desarrollando las tierras e invirtiendo en tierras agrcolas a fin de que produzcan frutos de exportacin para Europa, y de esta manera confirmando la fuerte vinculacin a los mercados en globalizacin a partir de Cartagena como punto de partida.La articulacin de Cartagena en un mercado en expansin globalizante por el proceso de readecuacin y reacomodamiento que se desencadenan como consecuencia de la Revolucin de independencia de los EEUU en 1779, y la Revolucin Francesa diez aos despus, coincidiendo con una nueva confrontacin Hispano-Inglesa en el periodo 1779-1783, provocando grandes impactos en la economas de las colonias y sumindolas en un escenario de mayores incertidumbres en cuanto a la oferta y demandas de bienes importados, las posibilidades exportadoras y la inestabilidad de los precios se evidencia como en otros mercados portuarios de la poca. La sumatoria de fuerzas navales de los aliados, Espaa, Francia y la incipiente de los EEUU no alcanzaban a confrontar el podero de los ingleses en el mar. La flota inglesa, apoyada ademas en corsarios y filibusteros, logran interrumpir el comercio entre Espaa y sus colonias lo cual significa la interrupcin de los flujos de intercambio entre diferentes y algo distantes sitios donde la economa se vea afectada directamente traducindose esto en un fuerte distorsionante de los precios. De lo anterior se saca la conclusin puntual para Cartagena en cuanto al impacto particular de esta situacin de carcter internacional globalizada. Los agentes de los comerciantes en los diferentes ciudades, puertos o simplemente mercados, cumplen una misin de gran importancia en atencin a la dificultad para el flujo de la informacin y poder aprovechar las situaciones cambiantes de oferta y demanda de algunos bienes que se ven limitados en su movilidad por las situaciones de guerra originadas en este escenarios de confrontaciones y alianzas militares y econmicas. La necesidad de dinamizar este sistema informativo es absolutamente prioritario aunque muy limitado en su operacin, pero estos agentes se convertirn en este mundo econmico naciente en los iniciadores del sistema de informacin del comercio internacional de la poca, en un afn de manejar una informacin articulada globalmente al de todas las economas de sus intereses. La sociedad en construccin constituye a su vez las instituciones, inicialmente como mezcla de reproduccin de lo que traan, y costumbre y tradicin en gestacin para lo que venia, sobre la cual continuar su proceso evolutivo en cuanto a la estratificacin social que se desprende de su interaccin pivoteada sobre factores de orden econmico y cultural que darn paso a los de orden poltico que constituye y distribuye el poder.En una articulacin de los habitantes de la comunidad como actores sociales lo cual da a esa comunidad como tal existencia econmica ya con elementos diferenciantes en cuanto a reconocimiento social, de acuerdo a las convenciones sociales de los dominantes, y de poder, originado inicialmente en la apropiacin de los riquezas de los aborgenes por el pillaje, posteriormente por la apropiacin del excedente de explotacin de los mismos aborgenes y luego, de la explotacin de los esclavos trados de frica al diezmarse la poblacin indgena producto de la irracional explotacin de este durante el periodo inicial del asentamiento de los ibricos. De tal forma que una estructura social rgidamente estratificada, reproduciendo un tanto la propia de los espaoles con todas sus cargas de prejuicios, comienza a tomar curso de naturalidad en una sociedad no muy clara de esta situacin en los niveles sociales bajos, en los cuales una fuerte labor de catequizacin religiosa logra una aceptacin de orden establecido con fundamento en la divinidad, en la voluntad de una fuerza superior y magnifica que bajo la promesa de un mundo mejor y mas justo despus de este, induce a la resignacin y la aceptacin de la voluntad de Dios, un nuevo Dios que le es extrao y diferente a todos los dioses ancestrales pero adems, un Dios castigador y ausente en su interpretacin tambin para los negros africanos. Es el gran papel que cumple la iglesia en la construccin de este orden de desigualdad de la cual es una institucin de soporte y cohesin desde la interioridad misma de la conciencia del individuo.Esta Cartagena globalizada desde su fundacin, fundamenta entonces su propio derrotero de colectividad con elementos de fuerte raigambre cultural heredada, creada y recreada, y de fuerza a falta de esta. Esta fuerza, a pesar de espordicos intentos de ser desconocida, lo es mas en la intencin libertaria que la de ser relevo de elites. As, por ejemplo, aunque la vida colonial esta llena de episodios de cimarronaje, la situacin del esclavo llega a ser limitada por un orden social en el cual est determinada su ubicacin natural, casi en una absoltutizacion aristotlica, a priori y sin formula de modificacin, en un estrato de ausencias de derechos econmicos, polticos y aun en una situacin de invisibilidad social en la cual habr identificacin con sus iguales de las mismas condiciones y finalmente har curso a la cultura y economa de dominacin colonial. De manera parecida podramos caracterizar la situacin social de los indgenas, aunque podra considerarse que tuvieron una menor valoracin en cuanto a que el indgena no representa una inversin econmica productiva como es el caso de los esclavos. En ambos casos, como en el que se deriva de la creciente mestizacion que Jaime Jaramillo calcula mas intensa en Cartagena a finales del siglo XVIII que la de otras poblaciones como Antioquia, Popayn y Choco, el elemento cultural que se destaca como homogenizante es el claro sesgo de ndole tnica como parmetro de diferenciacin y de merecimiento de reconocimiento social, de tal manera que habr una evidente diferenciacin de grupos claramente determinados conformando una unidad de comunidad homogeneizada en cuanto a su propia percepcin y valores dominantes. Una identidad es forzada a construirse sin que esto logre invalidar el surgimiento de esta identidad en otros orgenes diversos, no todos expresos ilustrantes de las evidentes asimetras que constituye el ncleo germinal de la sociedad en construccin. La globalizacin inicial de Cartagena es constructora de una identidad dentro de la diversidad. La cultura es reconocida formalmente, oficialmente, por la de dominacin imperante. Pero tambin la de los dominados esta vigente y presente en la cotidianidad de sus actividades. Tanto ello es as, que el sincretismo finalmente legaliza y legitima las creencias para hacerlas compatibles y presentables en esa sociedad rgida y excluyente en todos sus valores a los que le son extraos o diferentes. El elemento apariencia, como ritual de convivencia social en una sociedad desigual y fuertemente dividida por los poderes excluyentes, marca desde entonces una caracterstica en esta como es la aparente capacidad para adaptarse a unas relaciones frgiles, sin fundamento de verdad como valor, pero muy apegada y formalista en los acuerdos sociales sacralizados por la imposicin del poder.El siglo XIX vio marchitar la importancia de la ciudad en el conjunto de la naciente formacin nacional en la medida en que ese sello globalizante entendido como su fuerte articulacin al mundo exterior fue a su vez perdiendo importancia en lo institucional, en expresin material y en lo econmico a partir, he aqu una aparente paradoja, de la declaratoria de independencia de la Metrpoli espaola.

El proceso de consolidar la repblica a partir de 1820, se da en unos trminos en los cuales el comercio exterior, que no fue nunca de un desarrollo comparable con los de otros pases de Amrica Latina durante la colonia, persiste y se agrava en su debilidad con las consiguientes consecuencias en el aislamiento del pas. Cartagena, sin embargo, vinculada a las islas caribeas desde siempre por el comercio colonial y de contrabando, mantiene su sentido de la globalidad por la va rutinaria: el intercambio comercial. De su relacin con los mercados europeos a travs de sus colonias en el Caribe da cuenta Ospina Vsquez en sus referencias a las transacciones sobre comercio de embarcaciones por parte de comerciantes e inversionistas cartageneros, tambin lo hace Arango Jaramillo al mencionar como durante el periodo de 1787 a 1791 se hicieron una veintena de operaciones de venta sobre barcos en Cartagena, por un valor unitario que oscilaba entre $ 3500 y $ 10000. Esta ltima cifra se consideraba elevada para la poca.. Los documentos que relacionan los nombres de compradores estn relacionados con actores de primer orden en la gesta libertaria local, los lideres igualmente en la actividad comercial. Son, adems, estas las mismas embarcaciones en las cuales seguira haciendo transito la globalidad comercial manteniendo su flujo y vinculo con la ciudad por la va econmica connatural a su abandono por las fuerzas centralistas: el contrabando Y son estas frgiles fortunas, pero profundamente diferenciantes de lo social en lo local, las que mantendrn vivas las posibilidades futuras de sostenibilidad de la ciudad. Irnicamente, a mi modo de ver, este decaimiento generalizado de Cartagena, particularmente en lo poltico, ser impulsado por el ingenio del cartagenero ms importante de su historia, Rafael Nez, con la Constitucin de 1886 que definitivamente centraliza administrativamente el pas luego del periodo del radicalismo liberal afectando la importancia de la ciudad en el conjunto de las regiones nacionales.Ser, sin embargo, tambin una intencin evidente de Nez impulsar el rescate econmico de la decada actividad econmica cartagenera. Son recurrentes historiadores como Lemaitre, Meisel, Maria T. Ripoll entre otros en la la referencia a la crisis de Cartagena durante la mayor parte del siglo XIX, como tambin es lugar comn la recuperacin que alcanza hacia fines del mismo siglo y principios del XX. Como sabemos, esa recuperacin, incentivada por la ganadera -que permite la acumulacin de capitales-, la conexin con el ro Magdalena como principal va del pas a travs del dragado del Canal del Dique y la puesta en funcionamiento del ferrocarril Cartagena-Calamar, se manifiesta en la construccin de una infraestructura de servicios pblicos, pero, sobre todo, en la expansin urbana a travs de la creacin de nuevos barrios (adonde se dirigi la elite fastidiada de los muros invictos) y en la construccin de nuevos equipamientos urbanos.

El proceso de consolidacin de lo local de su vida urbana social presenta para este periodo y hasta bastante avanzado el siglo XX, una construccin social de carcter particular en su lectura en cuanto a que a pesar de la fuerte estratificacin excluyente y prejuiciada, es una ciudad, tal como lo muestra Hermes Tovar, en la que la mezcla habitacional de los mismos espacios no era definitiva en el reconocimiento de esta diferenciacin social. De esta opinin es tambin Javier Ortiz quien seala como esta diferenciacin social es compatible aun en espacios compartidos, pero nos muestra una comunidad ms que una sociedad moderna en la que la diferenciacin en la ocupacin y uso del suelo urbano implcita la diferenciacin social. Esta divisin de las clases sociales en este caso, en la buclica Cartagena de la poca, estar ms relacionada con aspectos tnicos, culturales y de vinculaciones ocupacionales y de oficios con la estructura de la economa local. La misma crisis econmica en la que se debate la sociedad cartagenera abre espacio durante un largo periodo a una especie de acercamiento a lo que podra entenderse equivocadamente como una sociedad tolerante e igualitaria. Este seria el caso al correlacionar la decadencia fsica de las casonas coloniales en medio de un cuadro de dificultades para sus otrora distinguidos propietarios, que ahora se vern obligados al alquiler de parte de sus viviendas como forma de obtener al menos un mnimo de ingreso para garantizar el mantenimiento de las mismas. Sern muchos los aspectos cotidianos que se compartirn en medio de una convivencia de conveniencia en la que los elementos culturales revalorados o redefinidos hibridaran las condiciones de decantamiento de una cultura que en estas condiciones, tender naturalmente a ser mas indiferenciada en sus expresiones del discurrir rutinario en una pequea ciudad marginada de la nacionalidad con pocas rupturas de la normalidad repetitiva. Pero la formacin de esa identidad cultural mostrar tambin un espritu de una cartagenidad en la que los cartageneros se reconocen por encima de sus diferencias econmicas, polticas y sociales. Es decir la Cartagena de las casi cuatro dcadas de principios de siglo, nos muestra una comunidad que comparte unos valores aunque estos sean privilegiantes de una estructura social en la cual la diferencia estn marcadas por una aceptacin social de las diferencias naturales propias de la cultura que las construye. Pero se presenta de forma desprevenida al observador de la evolucin social como un todo con fuerte elementos de homogeneidad. No implica esta interpretacin valoraciones diferentes a las evidentes es cierto, pero lo que importa no es mostrar las contradicciones de una relacin de esta naturaleza, que son igualmente evidentes, sino mostrar como durante un largo periodo pareciere como si Cartagena tuviese un orden natural.Lo anterior se ve reforzado si se mira la composicin poltica de los grupos y la forma de representacin en las instituciones de carcter electoral en las que como lo anota lvaro Angulo Bossa la presencia de mestizos, negros y de ocupaciones, oficios y profesiones se mezcla al tenor de unas comuniones ideolgicas que no borran las diferencias pero afianza las afinidades que permiten la lectura de una ciudad con un imaginario artificial de identidad ciudadana y de aceptacin de un orden social de supuestas igualdades en las oportunidades de poder. Una lectura cuidadosa de Munera Cavadia nos explicara de manera ms profunda e ilustrativa como esta construccin del poder poltico se va configurando de esta forma desde los tiempos de la Independencia con la presencia protagnica invisibilizada de los actores populares.Habra de darse la expansin urbana mencionada anteriormente y que se dinamiza sobre todo a partir de la poblacin de la isla de Manga, lenta pero permanente desde finales del siglo XIX, y de la construccin del muelle mas moderno y habilitado del puerto en la misma isla, para que la diferenciacin en la ocupacin de los nuevos espacios urbanos de inicio tambin a la diferenciacin social a partir de como se da esta ocupacin en el surgimiento de los nuevos barrios donde se concentrarn residencialmente las clases social y econmicamente mas pudientes. Es similar la apreciacin presentada en una ponencia en un taller sobre el estado de la ciudad al final del siglo XX: El aumento de la poblacin, hasta ese momento contenido en el centro amurallado, origin la construccin de nuevos barrios en los extramuros, dando fin a la convivencia en un mismo territorio de grupos de origen tnico diferente y favoreciendo la polarizacin racial y social en el espacio urbano de la ciudad

A partir de aqu como referente fuerte pero naturalmente no el nico, Cartagena tendr ms un carcter definido por la fragmentacin social que de continuidad globalizadora en la cual, sin embargo, Cartagena logr construir un perfil de identidad cultural dentro de la diferencia y la exclusin. El proceso de marginalizacin social har un recorrido permanente, constante en que los flujos de migracin de un pas que se desenvuelve en una modernizacin amorfa e incompleta, que abreva en la violencia como mecanismo de afirmacin de las nuevas lgicas del desarrollo y del progreso econmico nacional, transformarn el curso de la vida econmica y social de la ciudad. Los ncleos diferenciantes que surgiran con la dinmica de una ciudad que siempre se caracteriz por su condicin de puerto, serian ahora reforzados por esos mismos flujos de la globalizacin que se desprenderan de la naciente industrializacin. As surgira la clase obrera y sindical cartagenera, y con mucho la colombiana, tal como nos lo explica Sergio Paolo Solano. Aos despus la construccin del barrio Blas de Lezo caracterizar el primer barrio de trabajadores y obreros, smbolo a su vez de que la ciudad estaba alcanzando igualmente la caracterstica de ser industrial desde la composicin orgnica y social de su poblacin y de la produccin como luego la localizacin de la refinera reforzar hasta nuestros das. Los aos cincuentas serian la frontera cronolgica que nos muestra una ciudad en cambio, en fragmentacin y en camino cierto a la diferenciacin social fundamentada en lo econmico pero tambin en los intereses diversos que comienzan a convertirse en intereses diferenciantes desde la perspectiva de clases, grupos, organizaciones de tipo tnicos, religiosos, culturales, ambientales, regionales trasladadas a lo local y mas.Cartagena estimulada por los nuevos tiempos de una economa que discurre dentro de un modelo de sustitucin de importaciones como mecanismo de impulso al desarrollo industrial, se adecua dentro de sus propias limitaciones para hacerse atractiva a las expectativas de inversin en turismo e industria sobre todo. Es la poca de las demoliciones de los barrios adosados a las murallas como el Boquetillo, Pekn, Pueblo Nuevo y la posterior erradicacin de Chambac. Cartagena es todava una ciudad de muy escasa actividad delincuencial y los homicidios son siempre asombrosos a los ojos de una poblacin que construye su paradigma de seguridad cuando ya los campos del interior estn teidos de la abundante sangre que desde entonces no dejar de fluir en el territorio colombiano.

Cartagena comienza a expresar de manera incremental, pero sutilmente, la asimilacin de unos cambios en los cuales a diferencia de la globalizacin dentro de la cual se movi su historia hasta finales de los aos ochentas en la cual el elemento cohesionador desde la base, el cultural, le permiti construir elementos convergentes de cartagenidad, de identidad cartagenera. Ahora esta globalizacin se presenta como un agente potente para su fragmentacin social, su atomizacin en infinitos intereses particulares, invisibilizacion de su propia identidad en lo confuso y etreo de una nueva identidad sin construir, confundida en el reconocimiento de sus valores identitarios como sociedad ya no como comunidad.La globalizacin le fue tan connatural a su esencia de ser que Cartagena convirti esa condicin en parte de la cotidianidad y no fue conciente de manera colectiva que esa globalizacin en la cual desarroll sus paradigmas tambin estaba cambiando por fuerza de los conjuros histricos de los cuales ahora ella es extraa. Las empresas cartageneras que apalancaron su crecimiento en el viejo modelo cepalino por ejemplo, solo se espabilaron cuando el TLC les hizo ver que todas las ventajas y privilegios de la cual disfrutaron durante casi cuarenta aos, y sobre los cuales fundamentaron una creciente diferenciacin econmica con fuertes impactos en la vida local, no les dio las habilidades y la competitividad para enfrentar una apertura total de la economa local.

Pero la fragmentacin y la crisis de la Cartagena de inicios del tercer milenio no tienen tan solo razn de ser en los cambios de una misma categora histrica, conceptualidad de la globalizacin expresada con sus particularidades de tiempo y espacio.

Mucha razn tiene Javier Ortiz Cassiani cuando en su interesante ensayo ya referenciado, ubica en los espacios compartidos con diferenciacin social el anteralato de lo que yo interpretara como la diferenciacin social por exclusin econmica. Si buscramos una explicacin a lo tormentoso y conflictivo que ha resultado la reglamentacin del espacio publico, en particular el uso de plazas publicas en el Centro Histrico, esta pasa en primer termino por lo sorpresivo que pudo ser para el talante cartagenero, en este caso para los intereses de quienes explotan econmicamente estos espacios, el que se les fuera a cobrar por lo que es pblico, las plazas. Pero resulta que en ejercicio de la conceptualidad de lo publico, estos espacios, ya dicho en diferentes eventos y textos acadmicos, en los cuales se ejerce la condicin de ciudadana en cuanto pblicos, fueron hibridando su significancia original en transito de gora a mercado, en ese lento proceso de transformacin tambin hubo de resignificancias impuesto por las condiciones del mercado. El espacio de las plazas fue inicialmente compartido como parqueadero, luego con una cadena frentica de usos diferentes. Pero en todos, el ciudadano fue cediendo sus derechos, la plaza cada vez fue mas objeto de lucro personal y menos de disfrute ldico colectivo. Finalmente su nueva condicin en el marco de una profundizacin de una globalizacin de nueva presentacin, el acceso a las plazas qued determinado por una nueva condicin que tambin adquiri el ciudadano: la de consumidor . De tal manera que en esta globalizacin de los tiempos presentes el ciudadano ya no disfruta la plaza, el consumidor demanda y se le oferta en un espacio que antes era pblico y que ahora lo sigue siendo, pero como mercado, y en estas condiciones su acceso esta determinado por la capacidad adquisitiva.Y la fragmentacin toma forma y carcter excluyente. Y los mltiples actores sociales surgen al tenor de las efmeras cotidianidades, los inters cambian a la velocidad atosigante de esta globalizacin ciberntica, tecnolgica, masiva, multidimensional, que antagoniza, incompatibiliza, insensibiliza, nos diferencias pero no nos permite ser autnomos diferentes, nos hace homogneos pero no iguales.Cartagena se difumina, su clase dirigente no ve la nueva globalizacin, se sorprende, se asusta, se distrae. Finalmente se ocupa de cosas ms importantes, el juego de la poltica local. Y la Cartagena que ya arrastra los peligros de los nuevos tiempos, que no ve las oportunidades del cambio, paulatinamente las ve desdoblarse en amenazas.La ciudad segura se convierte desde los finales de los setentas en la ciudad segura para quienes delinquen. La ciudad sufre un proceso acelerado de urbanizacin y de densificacin de su barrio turstico, al tiempo que se asoma una inflacin domestica que dispara los precios de los inmuebles y en general de la vida diaria de los cartageneros, perturbada cada vez mas por una vida rutinaria que paga sus consumos de locales a precios de turistas. Se inicia un proceso tambin de ventas de sus viejas casonas del centro histrico. La relacin de propiedad material de su memoria no guardar relacin ahora con la tradicin. Nuevas tradiciones estarn a punto de comenzar. Un vaco esta en gestacin, nada prev que pasar con un centro que ir perdiendo su vida cotidiana y romper vecindades desarticulando sin reemplazo y recreando casi violentamente nuevas articulaciones sociales casi artificiales en los primeros asomos de una combinacin fatal para la historia reciente de la ciudad, el dinero del narcotrfico y la veleidad y decadencia moral de una clase poltica que empez a ver la modernidad por el ngulo estrecho de lo econmico como fundamento monoltico y exclusivo del poder. En general, en esta historia reciente en la cual las fuentes son las propias memorias de los actores aun vivos que ejercen su derecho al silencio y a la traslacin de estas por la va oral, el relato local pude sesgarse pero es inequvoca la percepcin del ciudadano mayor de cuarenta aos sobre la importancia en esta dcada, de los elementos perturbadores que cambiaran de manera grave la poltica tradicionalmente clientelista de la ciudad. Este clientelismo sin perder su esencia tambin sufrira transformaciones que desplazara una forma artesana de este ejercicio. Nuevos lderes hacen su aparicin, nuevas caras van a la poltica local y la vieja poltica garantiza su vigencia. En los ochentas la ciudad de los cincuentas promisoria para el desarrollo econmico e industrial del pas entra en lento y continuo decrecimiento. El desempleo despunta vacilante pero ascendente. Las polticas publicas para el estimulo a la generacin de empleo y localizacin industrial pierden efectividad. Pero se persiste tercamente en ellas El proceso de descentralizacin da sus primeros frutos institucionales con la eleccin popular de alcaldes. Con esta se profundiza y se potencia la creciente privatizacin de la poltica y de la ciudad. Los procesos privatizadores que se afirman en el nuevo modelo de apertura econmica desde finales de los ochentas amplifican la polarizacin y profundizan aun ms la concentracin de las riquezas y el ingreso en la economa local. Grupos polticos ahora constituidos como empresas poltico-econmicos con base familiar, desplazan a grupos polticos familiares como dispensadores de servicios pblicos en una relacin premoderna de carcter paternalista. Se afirman, estos modernizadores de la poltica en su nueva condicin de empresarios, en la propiedad de los anteriores y rentabilisimos servicios pblicos: el sistema de salud, la educacin, acueducto, aeropuerto. Su dimensin econmica definida por su condicin portuaria como bien publico y colectivo, incluida la otra dimensin, la ambiental, tienen forma privatizada; es decir, el mas importante de todos los activos materiales de la colectividad cartagenera, su condicin de puerto, y por el cual debera ingresar unos recursos significativos para su propio sostenimiento, fueron transferidos como ingreso de un restringido grupo de representantes locales del libre mercado. La poltica local se afirma en los viejos vicios, los peridicos locales resean la compra de votos como el camino expedito en que nuevas fortunas comienzan su trasegar por la financiacin de las campaas electorales. En su contexto, las condiciones de orden pblico profundizan su deteriorizacion. Nuevos grupos armados entran a la confrontacin armada. La fragmentacin, en cada vez ms diversas organizaciones, sigue su expansin. La ciudad diluye su condicin de espacio de armonizacin social, entendida no como el hecho fsico-espacial de lo urbano, sino como un concepto poltico y social, requiere de la existencia y reconocimiento de individuos portadores de derechos y deberes que interactan y construyen lo pblico. El Derecho a la Ciudad, de que habla Henri Lefebvre, garantiza espacios para ejercer las libertades polticas y civiles reconociendo las diferencias culturales en condiciones de equidad social y econmica Cartagena se dualiza al decir de Alberto Abello citando a Anthony King, Una porcin de ella, en este caso, un pequeo territorio, se reclama y es reconocido como ciudad por propios y extraos mientras que el resto, el lugar de habitacin y negocio de la mayor parte de la poblacin, es simplemente la periferia o el margen. Se copian as, a escala urbana, la diferencia y la brecha existentes entre el centro de la economa mundial, conocido tambin como el Norte, y la periferia, conocida tambin como el Sur El proceso de fragmentacin, como un espritu dormido en las fracturas salitradas de sus islas originales toma cada vez mas forma y contorno de insolidaridad y de ausencias de los elementos identitarios que fueron su pegamento social. Los ltimos elementos de una poltica artesanal y comisionista van dando paso a la entronizacin de nuevas casas polticas en una elaboracin de farsa de cambio, al mejor estilo de pensamiento del viejo Gramsci, ahora tambin desempolvado como antdoto para la descreencia. La peor crisis es aquella en lo cual lo que ha de nacer como renovacin no surge y lo que ha de terminar por obsoleto no muere, esa es la idea. As que Cartagena, con nuevos actores que no lo eran tanto en realidad, moderniza la poltica local. Los inicios de los aos noventas para la administracin pblica local son identificables a distancia histrica por la explosin de la deuda pblica y de la inversin. Tambin por la entrada al mundo de los macroproyectos. Por un asomo decidido hacia la descentralizacin de la administracin de la ciudad. Por un aumento de la federalizacion de las actividades polticas de los lideres populares en lo formal pero en el aumento tambin de su capacidad de negociacin individualmente, una balcanizacin de los proyectos polticos de infinitos pequeos grupos con infinitas pequeas obras, que al decir de muchos de ellos y de los mandatarios de esos aos, deban negociar individualmente. Luego, en los primeros gestos de fastidio de una ciudadana que queria librarse del clientelismo de un solo grupo sin renegar de la conceptualidad del clientelismo tutelar y endmico de la poltica local en general, se insina un atisbo de corporativismo criollo, con discurso a la moda, la antipoltico y la transparencia y la mirada incitadora al sector privado paradigmatizado como la eficiencia y la honestidad excelsa. Mientras, los grupos financieros siempre al acecho de los activos de la ciudad en una poca de frenticas privatizaciones. Cartagena seria desde esta poca la campeona nacional de privatizaciones y cumpliento aplicado de los vientos neoliberales. Un publicitado acuerdo entre lo pblico y lo privado, como una verdad recin fundada sobre la moral y las buenas costumbres fue el trasfondo de esta corta etapa, casi de cruzada y pensamiento feudalizante. La fragmentacin sigue su curso estimulada y catalizada por un discurso oficial ue cree encintar la intencin de la maldad en quien piense diferente.

La burocracia oficial es ocupada casi por asalto regenerador por los noveles, y supuestos tcnicos, educados en universidades norteamericanas como garanta de competitividad. La Cartagena aristocrtica casi desaparecida, y tambin empobrecida por los impactos de la apertura iniciada a finales de los ochenta, pero tambin desde un poco antes victima de su propia incapacidad, vuelve su mirada a la poltica, pero ms a la burocracia. La administracin de Cartagena se perfum de intentos de nuevas aristocracias y tuvo su Centro Histrico como espacio fsico de las ms recordadas rumbas histricas del pas, en medio de la invocacin al espritu de los prceres que tributaron sus vidas en el altar de la libertad. El 11 de Noviembre perdi su origen, su norte, su sentido y su destino.

Definitivamente Cartagena se fue posicionando como destino turstico sexual, se esfum Telecartagena e igual se financiaron campaas con dineros pblicos del producto de su venta y se cumplieron los rutinarios compromisos con los bancos. Nuevas cirugas financieras taponaron provisionalmente la vena rota de presupuestos desfinanciados con la esperanza de hacer los grandes negocios con la asfixia financiera de la ciudad; al tiempo, el discurso contra la corrupcin alcanzaba decibeles de Diva alborotada. La fragmentacin alcanz una nueva presentacin sin dejar de ser multidimensional. Ahora la de fondo era entra buenos y malos, entre corruptos y transparentes, entre nuevo pas y viejo pas. El saldo fue el fracaso de una agrupacin de dirigentes ligera, superficial y diferente sin embargo en su presentacin amorfa e inconsistente que desencaden una confrontacin sorda y estril que solo condujo a multiplicar en fragmentos minsculos los que eran fragmentos visibles y reconocibles. Debatindose en sus mltiples contradicciones parroquiales, en una crisis ms profundizada y con caracterstica de lugar comn vuelve a la Alcalda Distrital, en los aos finales de los 90s, el nico intento y la nica reeleccin en estos casi veinte aos de elecciones populares de alcaldes. Fue a la vez la simblica vuelta a los esquemas artesanales y de empresas familiares del ejercicio de la poltica. Es la concrecin material del pensamiento gramsciano llevado a su mxima expresin. Lo que se crea en proceso de extincin, revive auspiciado ahora por lo que deba ser el influjo renovador de las fuerzas soportadas en la moral y la lucha final contra la corrupcin. Precisamente la formulacin durante los ltimos aos de la dcada de los noventas del Plan de Ordenamiento Territorial desnud toda la debilidad del capital social de la ciudad. Un instrumento diseado para la convocatoria y la conjugacin conjunta de esfuerzos para la prospectiva colectiva y participativa de la ciudad, nos mostr durante los aos del proceso de formulacin, redaccin y presentacin a la comunidad y al H. Concejo del Distrito unas oscuras, caticas y desordenadas tropelas de confrontaciones sordas que pueden servir de trasfondo para entender la suerte del Alcalde elegido para ese periodo. La exarcebacion de los celos y las desconfianzas alcanza unos niveles de paranoia social. La percepcin de desconfianza de la sociedad local se ve expresada recurrentemente en la prensa local y nacional en formas de denuncias de corrupcin y de falta de transparencia. La ciudad parece reconocer los sntomas tardos de un mal en metstasis. Ni aun as los dispersos lideratos de la localidad afloran en horas de confusin, inestabilidad y crecimiento de la incertidumbre de la ciudadana. Finalmente el Alcalde es suspendido de su cargo y, en uno de los espectculos ms decadentes de la historia social de la ciudad, se genera una disputa a cualquier costo para ocupar el espacio dejado provisionalmente mientras se resuelve la situacin jurdica del Alcalde suspendido. Naturalmente el proceso de despedazamiento de la sociedad local sigue siendo estimulado por las circunstancias que igualmente marcan y remarcan los espacios y los intereses dispersos y particulares. Un lder popular de la vieja poltica tradicional y clientelista en la cual se ha debatido la poltica local se ve sometido a una prueba cuyos resultados no son claros aun en el tiempo, pero que puntualiza e identifica en este alcalde suspendido una oportunidad para el sacrificio purificador. Con toda su capacidad de convocatoria, al margen de los mecanismos que utiliz para lograrlo, tiene este hombre la significancia de un fenmeno poltico de profundo reconocimiento popular. Y naturalmente el reconocimiento de este hecho da espacio para explicar la mayor profundizacin, continua y constante de esta cada vez mas complejizada fragmentacin.El inicio del nuevo milenio sorprende a la ciudad entonces, en condiciones de profunda fragmentacin social, con niveles de desempleo sin precedentes en la historia reciente, con gran decrecimiento de la actividad econmica local, con altsimos niveles de contaminacin y vulnerabilidad de los diversos ecosistemas que ponen en peligro su sostenibilidad ambiental, con un sistema administrativo de lo pblico evidentemente ineficiente, ineficaz, con poca transparencia y reiterativa crisis financieras y fiscal. Los indicadores que muestran el comportamiento de las infracciones a la ley y a la integridad del ciudadano y sus propiedades, muestran el deterioro creciente de la seguridad ciudadana. Las responsabilidades de la Administracin Pblica de la ciudad no dan cuenta de la salud y la educacin pblica, profundizando de esa manera la desigualdad y la inequidad social. Las constantes movilizaciones populares, cvicas y gremiales, que acuden a las vas de hecho y la inoperancia de las instancias legales de control, ilustran sobre la prdida de credibilidad de las instituciones en el colectivo ciudadano.

Contrario a lo esperado de la aplicacin de un modelo de democracia participativa que en los ltimos dieciocho aos abri paso a la eleccin popular de alcaldes, los niveles adecuados de participacin efectiva no tienen presencia en los ncleos de las decisiones colectivas locales. La exclusin, que ha sido una constante en el desarrollo histrico de la poltica local, no parece debilitarse en la praxis real de la detentacin del poder econmico, poltico o social de la Cartagena de principios del siglo XXI. A pesar de ser Cartagena pionera en la implementacin de instancias desconcentradoras de la administracin publica, el avance y las materializaciones efectivas en cabeza de sus Juntas Administradoras Locales no han sido significativas en el orden presupuestal o en la formulacin de sus Planes de Desarrollo. La polarizacin en la confrontacin de los intereses particulares que desplazan el inters pblico, ha sido razn de gran importancia en la configuracin social a partir de los elementos anteriormente enunciados como definitorios del escenario de la ciudad actual. La capacidad de concitar la voluntad ciudadana que se exprese en elementos identificadores de comunidad y sociedad, ha estado ausente como explicacin subyacente a la falta de sentido cooperante en la colectividad local. Es la parte oscura de la globalizacin que exacerba las individualidades y centra el ncleo del pensamiento en el lucro rpido y audaz, que asimila la economa subterrnea con la poltica o cualquier expresin emocionante en forma de atajos que permitan ganar la carrera, el xito, que es el fin, sin consideracin alguna por la legimitad de los medios.

Cartagena se privatiza ella misma como espacio fsico, esa transformacin sutil que mezcla teoras econmicas que sustentan las privatizaciones con teoras de renovacin urbana que implcita la redefinicin de usos, la puesta en valor, se traslada a todo el entramado social. La fragmentacin se reproduce en esquemas en los cuales se profundiza la diametralizacion de una divisin social cada vez ms evidente pero polarizada en su nueva presentacin de manera grotesca , unos espacios aislados y protegidos contra la inseguridad creciente con todos los adelantos de la tecnologa puesta al servicio de unos niveles de vida contrastante hasta el grado de una dualidad con caractersticas de ser solo dos categoras sociales, o muy ricos o muy pobres, mientras su clase media desaparece pauperizada , absorbida de los niveles de consumo que crean superada con el esfuerzo de la educacin.Muestra la ciudad, sin embargo, una ebullicin de la participacin espontnea y desordenada que sugiere intenciones de cambio que no encuentran orientacin convergente. Un sentimiento amorfo de cambio sin mucho contenido que termina en una expresin del lugar comn. Un norte colectivo que esta extraviado y escamoteado. La ciudad tiene mil formas de reconocerse pero todas inconexas entre s. La importante y significativa penetracin y adaptacin a la vida local de inmigrantes, antes extranjeros y ahora nacionales, con sus aportaciones culturales y sus racionalidades ancestrales, muestran un sentimiento receptivo, hospitalario y generoso del nativo que se renueva en su ciudadana cartagenera. A pesar de ello el sentimiento de cartagenidad se ha mantenido, amenazado tan solo por la insolidaridad que no se reconoce en su propia cultura, producto de los procesos aculturizadores y reculturizadores de los cuales Cartagena nutre y retroalimenta su propia condicin de ciudad marinera y abierta; pero el creciente desplazamiento de personas vctimas de la violencia y la recesin econmica hacia Cartagena, de manera tan desordenada y espontnea que hace imposible su adaptacin e integracin al medio, es desde ya una de las ms preocupantes amenazas para el logro de la estabilidad social de la ciudad.Pero tambin otros actores reclaman un espacio en la legitimidad procedente de espacios en los cuales no hubo reconocimiento a la institucionalidad y cuyas riquezas no tienen explicacin legal. Son actores que se visibilizan en la misma medida en que inicialmente una flexibilizacin mal entendida comenz a ver en los generadores de esta riqueza ilcita a forzados trabadores por los caminos de la vida dura combinados con un espritu empresarial que desafiaba a las fortunas heredadas de los detentadores excluyentes del poder y de los privilegios. As que luego veramos a estos nuevos actores de los negocios y de las inversiones, estos hombres producto de sus esfuerzos y de su inteligencia que los haba llevado a ser econmicamente poderosos, convertidos en mecenas, en financiadores de toda clase de obras y actividades. Desde las recolecta para los paales de los nios desamparados hasta la financiacin de la campaa poltica de cualquier nueva figura con posibilidades futuras, o aun a viejas figuras en trance de dificultades econmicas para mantener la clientela. Y la fragmentacin creci y desdibuj de manera eficaz vinculaciones polticas trastocndolas en relaciones de negocios. De las relaciones de favores de la poltica tradicional se dio un paso en la transformacin de la poltica en esta hora de la historia local a una nueva condicin de relacin no mediada por ideas o afinidades, si no como mediadora de clculos de inversiones en trminos de rentabilidad, una relacin meramente mercantil. La poltica mercantilizada no porque en realidad antes no lo hubiera estado, solo que ahora cada vez mas eficientemente las reglas de juego en estos nuevos escenarios excluyen y pervierten por completo el conjunto de la sociedad confundiendo sus valores y su identidad. El surgimiento de organizaciones sociales, cvicas, populares, gremiales y de redes de veeduras ciudadanas, entre otras organizaciones, muestra el deseo de los ciudadanos de enfrentar la problemtica comn. Sin embargo estas soluciones estn insufladas por el particularismo y la especificidad de intereses de los proponentes, como se infiere de las propuestas escuchadas y ledas en los diferentes foros que son cada vez ms constantes y sobre diferentes tpicos. Los desencuentros entre estos actores, que se identifican y se reconocen como militantes contra un estado de cosas que los afecta a todos, afloran el sentimiento perverso que potencia la incapacidad para enfrentar solidariamente la problemtica de la ciudad: la fragmentacin social afecta poderosamente el sentido de la confianza pblica.

El desconocimiento o no reconocimiento del ejercicio de la poltica como el ejercicio de lo pblico que nos involucra a todos y la prdida del valor de lo pblico como espacio de encuentro a las aspiraciones colectivas que se concertan en la definicin del bien comn y el inters pblico, estn en el ncleo de la reflexin y el debate por la construccin prospectiva de la ciudad que debe ocupar nuestras energas colectivas como ciudadanos. Es el sentido de la confianza colectiva y pblica de los habitantes de Cartagena, definidos como un sentimiento de cartagenidad, el vertebrador de una construccin continua y siempre inconclusa de una sociedad armnica en la dinmica de luchar por la equidad y contra las desigualdades.

Lo anterior pondra de manifiesto una gran problemtica que seria pieza fundamental para enfrentar la ciudad en crisis que hoy sufrimos: la necesidad de redefinir los trminos fundamentales para una sociedad cartagenera socialmente organizada en trminos de equidad y de justicia, de economa productiva y de sostenibilidad ambiental, de su propia capacidad de viabilidad y permanencia derivada de su autosostenibilidad financiera y fiscal, de su ordenamiento territorial prospectivo que muestre coherencia con la planificacin de su desarrollo econmico y de su apropiacin ciudadana como la patria chica de sus habitantes.

Frente a ello queda entonces como tarea fundamental una convocatoria de naturaleza ciudadana y democrtica, que invocando los valores superiores de la cartagenidad (cultura, tradicin, diversidad tnica, la individualidad solidaria, la hospitalidad, la libre creatividad, y hasta la sabrosura y la bacaneria.) desarrolle mancomunadamente el compromiso de rescatar a la ciudad de la grave y persistente situacin de crisis que la mantiene estacionada en un marco de incertidumbre y de desconfianzas que no permiten la sinergia ciudadana, que no apalanca en la interaccin social de sus habitantes el incremento en la mejora de las condiciones y la calidad de vida colectivamente consideradas y en el posicionamiento de la ciudad en la explotacin plena de sus potencialidades econmicas, culturales y sociales que garanticen su vigencia como ciudad dignamente heredable para las prximas generaciones de cartageneros, como compromiso inicial de esta generacin.

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Economista, especializado en Planeacin del Desarrollo Urbano y Rural de la Universidad de Cartagena y en Gestin Pblica de la Escuela Superior de Administracin Pblica, ESAP. Magster del Programa de Maestra en Estudios Polticos y Econmicos de la Universidad del Norte. Doctorando en Ciencias Sociales, LUZ.

Actualmente se desempea como docente de la Facultad de Ciencias Econmicas de la Universidad de Cartagena y en la Facultad De Contadura Pblica del Instituto tecnolgico de Comfenalco.

En el ltimo ao de la administracin Barco, arranca formalmente el proceso de apertura econmica con una baja generalizada de los niveles arancelarios y otras medidas liberatorias del mercado interno en coherencia con las intenciones del llamado Consenso de Washington

Ver datos de informe estadstico del Dane 1999

GOYENECHE, GONZALEZ. FREDI EDUARDO. La ampliacin de la refinera de Ecopetrol y la Planta de Olefinas: oportunidad para la articulacin de lo pblico, lo privado y el desarrollo de la ciudad. Palobra No. 3. Revista de la Facultad de Ciencias Sociales y Educacin, Universidad de Cartagena. Agosto de 2002. Pg. 45

FERRER, ALDO. La Historia de la Globalizacin. Orgenes del Orden Econmico Mundial, Fondo de Cultura Econmica de Argentina, S.A. 1996 Buenos Aires.

La cultura popular cartagenera ostenta, en una bella afectividad cultural, en cada familia, ms de torisences y getsemanisences, un imaginario familiar lejano en el tiempo y los ancestros en alguna ciudad de Cuba, sobre todo, en Santiago y La Habana. Eso lo afirman, partiendo de la prueba irrefutable hecha vida cotidiana, de la presencia y protagonismo de Pedro Romero en las gestas independistas de 1811. Y mucho de razn tienen.

J. M. OTS CAPDEQUI. El Rgimen de la tierra en la Amrica espaola durante el periodo colonial. Ediciones Montalvo. 1946. Ciudad Trujillo. Pg. 14

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ORTIGA RICAURTE, CARMEN. Negros, Mulatos y Zambos en Santa fe de Bogota, Academia Colombiana de Historia. 2002. Bogota. Pg. 22

Fue precisamente con el Tratado de Utrecht que a los ingleses les fue permitido la introduccin de harina de trigo a razn de dos barriles por cada esclavo declarado.

DEL CASTILLO, MATHIEU. NICOLAS. Esclavos negros en Cartagena y sus aportes lxicos. Instituto Caro y Cuervo. Bogota, 1982. Pgs. 159- 168

SANDOVAL de, ALONSO. De Instaurada aethiopum Salute. Biblioteca de la presidencia de Colombia No 22, Bogota. 1956 Citado por Nicols del Castillo Mahtieu en la obra anotada.

TIRADO, MEJA. LVARO. Introduccin a la Historia Econmica de Colombia. Universidad Nacional de Colombia. 1971. Bogota. Pg. 24 y SS

MARX, CARLOS Prlogo a la contribucin a la Crtica de la economa Poltica. http://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/criteconpol.htm 1859

GUILLEN, MARTNEZ. FERNANDO. El Poder Poltico en Colombia. Editorial Planeta Colombiana, S. A. 1996. Bogot. Pg. 105 y 106

MC FARLANE, ANTHONY. Comerciantes y monopolio en el Nueva Granada, el Consulado de Cartagena de Indias. Anuario colombiano de historia social y de la cultura. Vol. 11. Pg. 43

DE LA PEDRAJA, RENE. T. Aspectos del comercio de Cartagena en el siglo XVIII. Anuario Colombiano de Historia y de la Cultura, Volumen 8 Pg. 110

NORTH, DOUGLAS C. Instituciones, Cambio Institucional y Desempeo Econmico. Fondo de Cultura Econmica. Mjico, 1995.

McFARLANER, ANTHONY. El comercio exterior del virreinato de la Nueva Granada: Conflicto de la poltica econmica de los Borbones (1783-1789). Anuario colombiano de historia social y de la cultura Nos 6 y 7, 1971 1972. Pgs. 69 y ss hasta 169

DE LA PEDRAJA, RENE. T. Aspectos del comercio de Cartagena en el siglo XVIII. Anuario Colombiano de Historia y de la Cultura, Volumen 8. Pg. 112

MARX, CARLOS. Formaciones Econmicas Precapitalistas. Ediciones Arca de Noe traducido de la Edicin Dietz Verlag. 1953. Bogota. Pg. 29

MUNERA CAVADIA, ALFONSO. Ilegalidad y frontera, Munera nos muestra un resumen del censo de la Provincia de Cartagena, un espacio mayor al de la ciudad de Cartagena, en la cual la poblacin eclesistica es cercana a los 400 individuos. Pg. 114. En Historia econmica y social del caribe colombiano. Ecoe Ediciones, Bogota. 1994

CCERES, RINA. Mandingas, Congos y Zapes: las primeras estrategias de libertad en la frontera comercial de Cartagena. Panam, en Afrodescendientes en las Amricas. Universidad Nacional de Colombia. Bogota. 2002. Pgs. 143 y 144

JARAMILLO, URIBE. JAIME. Ensayos De Historia Social. Tomo 1. Tercer Mundo Editores- Ediciones Uniandes. 1994, Pg. 12

CUNIN, ELIZABETH. Asimilacin, Multiculturalismo y Mestizaje: formas y transformaciones de la relacin con el otro en Cartagena, en Afrodescendientes en las Americas. Universidad Nacional de Colombia. Bogota. 2002. Pgs. 280 a 292

PALACIO, MARCO Y SAFFORD FRANK, ya citado Pg. 29

DE POMBO, JOS IGNACIO. Ver: Informe del Real Tribunal del Consulado de Cartagena de Indias al Sr. virrey del reino sobre el origen y causas del contrabando, sus perjuicios, los medios de evitarlo y de descubrir los fraudes. Extendido de su orden por don. (2 de junio de 1800). Biblioteca Virtual del Banco de la Repblica HYPERLINK "http://www.banrep.gov.co" www.banrep.gov.co.

OSPINA VSQUEZ, LUIS. Industria y Proteccin en Colombia. Editorial La Oveja Negra, Medelln. 1974. Pg. 17

ARANGO JARAMILLO, MARIO. El Proceso del Capitalismo En Colombia, Vol. 3. Ediciones Hombre Nuevo. 1978. Medelln. Pgs. 22 y 23

ORTIZ CASSIANI JAVIER. Espacio pblico, entre la democracia y la fragmentacin en Aguaita No 9, revista del Observatorio del Caribe Colombiano. Cartagena diciembre 2003

HERMES TOVAR. La historiografa sobre Cartagena de Indias en el Siglo XVIII, en Cartagena de Indias y su historia, Haroldo Calvo Stevenson y Adolfo Meisel Roca (Editores), Universidad Jorge Tadeo Lozano - Banco de la Repblica, Bogot, 1998.

Angulo Bossa, lvaro: Aspectos sociales y polticos de Cartagena, siglos XIX y XX. Editorial Antillas, Bogota. 2001

Munera Cavadia, Alfonso. El fracaso de la nacin. Regin, clase y raza en el Caribe colombiano, 1717-1810, Banco de la Repblica/ncora editores, Bogot, 1998 y Las clases populares en la historiografa de la Independencia de Cartagena, 1810-1812, en: en Cartagena de Indias y su historia, Haroldo Calvo Stevenson y Adolfo Meisel Roca (Editores), Universidad Jorge Tadeo Lozano - Banco de la Repblica, Bogot, 1998.

Experiencias de planeacin urbana en Cartagena en Cartagena de Indias, sobre llevando la crisis. Cuaderno regional No 7. Pg. 7. Observatorio del Caribe colombiano. Cartagena, 2000.

Solano, Sergio Paolo. Puertos, sociedad y conflictos en el Caribe Colombiano, 1850-1930. Universidad de Cartagena, Observatorio del Caribe Colombiano. Editorial Gente Nueva Ltda. Bogota, 2003.

El conocido como modelo cepalino por ser impulsado por la Comisin Econmica para la Amrica Latina y el Caribe, CEPAL, y que implemento fuertemente en toda la Amrica Latina desde finales delos aos cincuentas

Uno de sus mas reconocidos lideres industriales, Rodolfo Gedeon, vinculado fundacionalmente a la industrializacin y a las exportaciones del sector, lo declaraba el peridico local, El Universal, en trminos de su preocupacin por la falta de un encadenamiento productivo del susbsecor de la petroqumica, que sea capaz de generar sus insumos competitivamente

Ortiz, Javier. dem

Ver por ejemplo RUZ ROJAS, GINA. Cartagena, la exclusin de lo pblico en Aguaita No 9 revista del Observatorio del Caribe. Cartagena, 2003. Tambin Varela barrios, Edgar. Desafos del inters publico, identidades y diferencias entre lo pblico y lo privado. Editorial Universidad del Valle, Cali. 1998

GARCIA CANCLINI, NESTOR. Culturas Hbridas

Una investigacin en los archivos del Concejo Distrital dirigida por el autor con estudiantes de 5 semestre de la Facultad de Economa de la Universidad de Cartagena para el periodo 1970-2001 muestra mas de 160 acuerdos de exoneracin de diversos impuestos y heterogneas expectativas de beneficio social.

SARMIENTO, ALFREDO. La institucional social en Colombia: la bsqueda de una descentralizacin con centro. CEPAL. Santiago de Chile. 2004

RUZ ROJAS, GINA. dem

ABELLO VIVES, ALBERTO. La ciudad de los espejos en Aguaita No 9 revista del Observatorio del Caribe. Cartagena, 2003.

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