cardoso etnicidad y estructura social

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Cardoso de Oliveira es uno de los más destacados antropólogos brasileños y latinoamericanos. Su teoria de la personalidad étnica es hoy en día aún, la única propuesta teórica sólida en torno a este tema, quizá no tan difundida por surgir de una antropología descentrada de lo occidental

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    ETNICIDAD

    YESTRUCTURASOCIAL

    Roberto Cardoso de Oliveira

    CCCLSICOSYCONTEMPORNEOSENANTROPOLOGA

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    ROBERTOCARDOSODEOLIVEIRA(1928-2006) naci en So

    Paulo, Brasil, fue Licenciado en Filosofa y Doctor en CienciasSociales por la Universidad de So Paulo, etnlogo en el Servi-cio de Proteccin al Indgena de Brasil, profesor adjunto delMuseo Nacional de la Universidad Federal de Rio de Janeiro(MN-UFJR), profesor titular de la Universidad de Brasilia (UB) yla Universidad Estatal de Campinas (Unicamp) y profesor visi-

    tante en diversas instituciones del mismo Brasil y de Mxico,Argentina, Francia y Catalua. Fungi como presidente de laAsociacin Brasilea de Antropologa (ABA) y de la AsociacinLatinoamericana de Antropologa, vicepresidente del ConsejoInternacional de Filosofa y las Ciencias Humanas de la UNESCOy de la Unin Internacional de Ciencias Antropolgicas y

    Etnolgicas (UIAES), Profesor Emrito de la Unicamp, DoctorHonoris Causa por la UFRJy la UnB, miembro titular de la Acade-mia Brasileira de Cincias y de la Academy of Sciences for theDeveloping World. Entre otras distinciones recibi la Gran Cruzde la Orden Nacional al Mrito Cientfico de Brasil, el Inter-national Award for the Promotion of Human Understanding -International Organization for the Elimination of All Forms ofRacial Discrimination, el nombramiento Honorary Fellow delRoyal Anthropological Institute of Great Britain and Ireland.Sus investigaciones cubrieron varios campos: relacionesintertnicas, identidad tnica, etnicidad, moralidad y epistemo-loga de las ciencias sociales. Entre sus libros estn Urbanizaoe tribalismo(ed. en espaol, 1972), O ndio e o mundo dos brancos

    (4a. ed., 1996), Sobre o pensamento antropolgico (3a. ed., 2003).Fue decidido promotor de la comunicacin entre antropologasde distintos pases y de la profesionalizacin de la antropologasocial en Brasil: cre varios programas de posgrado en antropo-loga y fund elAnuario Antropolgico(Brasil).

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    Roberto Cardoso de Oliveira, 1975

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    ETNICIDAD

    YESTRUCTURASOCIAL

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    Centro de Investigaciones y Estudios

    Superiores en Antropologa Social

    Directora General

    Virginia Garca Acosta

    Universidad Autnoma Metropolitana,

    Unidad Iztapalapa

    Jefe del Departamento de Antropologa

    Federico Besserer Alatorre

    Universidad Iberoamericana

    Directora del Departamento

    de Ciencias Sociales y Polticas

    Carmen Bueno Castellanos

    Comisin Acadmica de Clsicos

    y Contemporneos en Antropologa

    Carmen Bueno Castellanos

    Ricardo Falomir Parker

    Virginia Garca Acosta

    Witold Jakorzynski

    Roberto Melville

    Virginia Molina Ludy

    Leonardo Tyrtania

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    ETNICIDAD

    YESTRUCTURASOCIAL

    Roberto Cardoso de Oliveira

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    C133e Cardoso de Oliveira, Roberto.2007 Etnicidad y estructura social / Roberto Cardoso de Oliveira ;

    traduccin de Virginia Molina Ludy y Enrique Lemus Rodrguez. --Mxico : Centro de Investigaciones y Estudios Superioresen Antropologa Social : Universidad Autnoma Metropolitana :Universidad Iberoamericana, 2007.

    236 p. : cuadrs. Il. ; 18 cm. -(Coleccin Clsicos y Contemporneos en Antropologa)

    Ttulo original: Identidade, etnia e estrutura socialIncluye bibliografa.ISBN 978-968-496-545-9

    1. Etnologa - Mxico. 2. Etnologa - Brasil.3. Etnicidad. 4. Estructura social. 5. Antropologa -Mxico. 6. Antropologa -- Brasil. 7. Indios de Amrica -

    Vida social y costumbres. I. t. II.Molina Ludy, Virginia, trad. III. Lemus Rodrguez,Enrique, trad. IV. Serie

    Trads. Virginia Molina Ludy y Enrique Lemus RodrguezPrimera edicin en portugus 1976 Livraria Pioneira Editores, BrasilPrimera edicin en espaol 1992 CIESAS, MxicoPrimera edicin en Clsicos y Contemporneos en Antropologa

    2007 Centro de Investigaciones y EstudiosSuperiores en AntropologaSocial (CIESAS)Hidalgo y Matamoros s/n Col. Tlalpan, C.P. 14000, Mxico, [email protected]

    2007 Universidad Autnoma MetropolitanaProl. Canal de Miramontes 3855, Col ex Hacienda de San Juan de Dios, 14387,Mxico, D.F.

    2007 Universidad Iberoamericana, A.C.Prol. Paseo de la Reforma 880, Col. Lomas de Santa Fe, 01210,Mxico, D.F.

    ISBN 968-496-595-8ISBN 978-968-496-595-9Impreso y hecho en Mxico

    Imagen de la portada a partir de fotografa de mujeres gavies en una carrera detoras, II Juegos Tradicionales Indgenas de Par, agosto de 2005.

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    Clsicos y Contemporneos en Antropologa

    Presentacin de Virginia Garca Acostay Roberto Melville ......................................................................9

    La construccin del conocimientoen antropologaPrlogo de Virginia Molina Ludy............................................17

    Etnicidad y estructura socialRoberto Cardoso de Oliveira ....................................................29

    Prefacio a la edicin mexicana .......................................... 31

    Prefacio a la primera edicin en portugus ..................... 35

    1. Identidad tnica, identificacin y manipulacin ....... 47

    2. Un concepto antropolgico de la identidad .................... 87

    3. Procesos de articulacin tnica ........................................ 111

    4. Reconsiderando la etnia ....................................................143

    5. Identidad y estructura social ............................................ 1836. Etnia y estructura de clases ..............................................215

    Bibliografa ........................................................................ 245

    NDICE

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    La Antropologa es una de las ciencias sociales con una

    agenda intelectual y acadmica extremadamente ambi-ciosa. Su objeto central de estudio es la permanencia y cam-bio de los fenmenos socioculturales, por ende se ocupa deconocer y analizar a la humanidad entera. Se interesa por cadauna de las diferentes vas de evolucin de las sociedades hu-manas, y por identificar las respectivas trayectorias de pue-

    blos y culturas desde las pocas tempranas de la prehistoriahasta el tiempo actual. La diversidad cultural, tnica y social,en y entre las sociedades, se manifiesta en todos los rinconesdel planeta. Concierne a la Antropologa la adaptacin hu-mana a variados climas y territorios; fros, templados y cli-dos; hmedos y ridos; planicies y montaas. Le competetanto el estudio de las sociedades simples como el de las mscomplejas.

    Los antroplogos han contribuido al conocimiento de lasvariadas formas de subsistencia en pueblos de cazadores yrecolectores, de pastores y agricultores; y han procuradoexplicar los procesos de integracin de tales pueblos a lassociedades ms complejas en el contexto de la expansin del

    sistema mundial capitalista. A la Antropologa le han intere-sado las minoras tnicas y las clases populares por igual, perotambin las lites gobernantes y las estructuras estatales. Hayespecialistas en ramas como la Antropologa jurdica, la antro-pologa poltica, y la antropologa econmica. El parentesco,

    CLSICOSYCONTEMPORNEOS

    ENANTROPOLOGA

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    la religin, el lenguaje, y diversas expresiones simblicas son

    apreciados objetos de estudio.Al ocuparse de un universo de objetos sociales y cultura-

    les tan vasto, los antroplogos eligieron un acercamientoholstico, es decir, buscan establecer las interrelaciones exis-tentes de tipo causal, funcional o simblico entre los distin-tos componentes de las diferentes culturas. El anlisis com-

    parativo es una herramienta muy eficaz para identificardiferencias y similitudes entre los casos examinados. El estu-dio detallado de culturas grafas mediante la observacin par-ticipante, elev al trabajo de campo en uno de los mtodoscaractersticos e ineludibles de la investigacin en Antropo-loga. Las etnografas sobre sociedades y culturas son enton-

    ces productos que distinguen la produccin antropolgica.En consecuencia, ningn libro en particular podra refle-jar toda la riqueza de herramientas tericas y metodolgicasque los antroplogos han empleado para el estudio de lasculturas y las sociedades humanas. De la misma manera, ladiversidad cultural observada por viajeros, misioneros, admi-nistradores y en el siglo XX por los profesionales antro-plogos en aquellas sociedades humanas con las que se hatenido contacto, en todo el orbe y a lo largo del curso de lahistoria, slo podra quedar consignada en una incontablemultitud de libros y artculos. No hay una sola biblioteca quecontenga en sus estanteras los frutos de la labor etnolgicade esta multitud de autores-escritores. La descripcin

    etnogrfica de cada una de las sociedades particulares cono-cidas no puede evitarse por una aplicacin de teoras genera-les construidas a priori, ni sustituirse por las conclusionesalcanzadas en el estudio de alguna sociedad particular estu-diada a profundidad. Y si se quieren alcanzar generalizacio-

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    nes a partir de estudios empricos, ser necesario que la des-

    cripcin detallada de una sociedad se conduzca con algunaorientacin terica, mediante la formulacin de hiptesis queguen la recoleccin de datos y organicen la interpretacin delas caractersticas generales del fenmeno estudiado en tal ocual sociedad particular.

    Por tales razones, una adecuada formacin acadmica de

    los antroplogos depender del acceso a una bibliografa ex-tensa. Los hallazgos y avances del conocimiento antropolgicose encuentran dispersos en diversos gneros literarios pro-pios de la disciplina. Hay miles de trabajos monogrficos queregistran la labor de recopilacin de datos empricos acercade distintas sociedades dispersas en los cinco continentes.

    Existen trabajos de corte ms comparativo, mientras que otrostienen un propsito ms terico. Sin embargo, las grandessntesis del conocimiento en una regin o rea cultural sonms escasas, y hay relativamente pocos trabajos que tenganuna perspectiva mundial. La composicin de la literaturaantropolgica es pues un indicador de su desarrollo, de sucapacidad para formular generalizaciones a partir de estu-dios especficos y de su comparacin espacial y temporal.

    A partir de estas reflexiones, compartidas por un grupode instituciones mexicanas comprometidas con la investiga-cin y la docencia en Antropologa, surgi un proyecto quetiene como propsito ofrecer a investigadores y estudiantes,y en general al pblico de habla hispana, obras claves para el

    desarrollo del conocimiento sobre las sociedades y culturashumanas. Fue as que se concibi la coleccin Clsicos yContemporneos en Antropologa.

    Existe una gran cantidad de obras relevantes para el desa-rrollo de diversas lneas de investigacin en Antropologa que

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    nunca fueron traducidas al espaol. Otras ms, que s lo fue-

    ron, dejaron de ser reimpresos o reeditados, y ahora ya no seencuentran en el mercado. Las bibliotecas institucionales dereciente creacin no cuentan con todos los libros clsicos dela disciplina y difcilmente los podran adquirir.

    La seleccin de esta literatura, que podra caracterizarsecomo clsica, constituye un asunto controvertido y sus-

    ceptible de interminables discusiones. Este proyecto edito-rial con amplia gama de opciones acadmicas para la publica-cin de clsicos, deber sortear los lmites inescapables delfinanciamiento e intentar satisfacer las preferencias de loslectores. Incluir tambin textos contemporneos que muyprobablemente adquirirn con el tiempo el reconocimiento

    acadmico correspondiente. Los criterios de seleccin debe-rn irse afinando a lo largo del desarrollo del proyecto, apartir tanto del contexto temporal y regional, como de lasnecesidades culturales ms explcitas.

    En los grandes polos del pensamiento antropolgico, ubi-cados principalmente en Gran Bretaa, Estados Unidos yFrancia, la Antropologa se ha construido en mltiples direc-ciones. En sus bibliotecas se encuentra una gran abundanciade libros y trabajos de investigacin sobre casi todas las cul-turas del mundo, incluyendo una vigorosa produccin teri-ca. Muchas casas editoras recogen y difunden la produccinde universidades e institutos de investigacin. Por lo que tocaa los pases que podramos calificar como perifricos, es po-

    sible distinguir a aquellos en los que se ha desarrollado unmayor inters por el desarrollo de la Antropologa. En elmundo iberoamericano, pases como Argentina, Brasil, Co-lombia, Espaa, Guatemala, Mxico y Per pueden conside-rarse entre los que se han caracterizado por tener una mayor

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    densidad antropolgica. En ellos se fomenta la Antropologa

    con un enfoque circunscrito relativamente a los fenmenos yproblemas locales, de suerte que la produccin acadmica seorienta hacia aquellos fenmenos socioculturales ms rele-vantes de cada nacin. En cada uno se ha presentado, endiferentes momentos, una influencia dominante de algunode los centros hegemnicos de produccin antropolgica.

    Las preferencias intelectuales del mundo antropolgico ibe-roamericano se reflejan claramente en los acervos de las bi-bliotecas especializadas en Antropologa en cada uno de esospases. Las mejores y ms completas bibliotecas han logradoreunir, y proporcionan a sus usuarios, tanto la literaturaantropolgica representativa de los pases hegemnicos como

    la produccin del propio pas. Pero la produccin de pasesvecinos, igualmente perifricos, con Antropologas de impor-tancia generalmente est sub-representada en dichas biblio-tecas, as como en los programas acadmicos de las institu-ciones y universidades respectivas. En los dems pases, eldesarrollo de la Antropologa es relativamente pobre, y aque-llos estudios que prevalecen son los del folklore local y laprehistoria.

    Mxico se encuentra entre los pases con una tradicinantropolgica vigorosa. Si bien existe un reconocimiento lo-cal y mundial de la Antropologa mexicana, sus investigado-res y estudiantes con frecuencia tienen un conocimiento pre-cario de los desarrollos de otros pases de la regin con una

    tradicin antropolgica importante. La poltica mexicana deapertura a la inmigracin de perseguidos polticos fue propi-cia para dar lugar a un flujo de ideas y conocimientosantropolgicos novedosos y estimulantes, primero con la lle-gada de inmigrantes provenientes de Europa a raz de las

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    vicisitudes de la guerra civil espaola y de la segunda Guerra

    Mundial, y luego, en las dcadas de 1960 y 1970, con el arribode contingentes de asilados que huan de las dictaduras surgi-das en Amrica del Sur. Estas corrientes migratorias tuvie-ron un efecto cultural muy importante para el pas receptor.Al llegar a Mxico y a las instituciones acadmicas que lesabrieron sus puertas, aquellos universitarios perseguidos rom-

    pieron barreras culturales locales y auspiciaron un flujo denuevas ideas y teoras que fructificaron intelectualmente, noslo en el campo de la Antropologa sino tambin en mu-chos otros campos de las ciencias sociales y las humanidades.Lo anterior da cuenta de que el desarrollo de una disciplinase nutre no solamente de la problemtica social y cultural

    nativa, sino tambin de manera significativa de las corrientesy flujos culturales externos.La coleccin de Clsicos y Contemporneos en Antropo-

    loga tiene como aspiracin y propsito satisfacer no nica-mente las necesidades locales y atender las necesidades bi-bliogrficas locales de programas acadmicos de formacin,sino cubrir un espectro ms amplio. Las instituciones queimpulsan la publicacin de libros de Antropologa han he-cho suya la oportunidad y sugerencia de auspiciar el flujocruzado de conocimientos antropolgicos externos, no sola-mente aquellos originados en los pases hegemnicos, sinotambin en los pases perifricos con una produccinantropolgica respetable, poco conocida y aplicable a circuns-

    tancias anlogas en otras latitudes. La coleccin incluye unacomposicin variada en temas y corrientes tericas que, es-peramos, nutra a las sub-especialidades de la Antropologa.Incluye traducciones de aquellos libros que han tenido unareconocida influencia en el desarrollo de la Antropologa y

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    que, sin embargo, no han sido publicados en espaol ante-

    riormente. Pero tambin comprende reediciones de obras quese encuentran agotadas, con el objeto de atender la demandavigente entre los estudiantes de Antropologa.

    La iniciativa original de esta Coleccin surgi en 2004, cuan-do confluyeron los intereses de la Direccin General delCIESAS con la maduracin de un proyecto largamente acari-

    ciado relacionado con la publicacin de libros clsicos de An-tropologa que se requeran en la docencia e investigacin. Sebusc y encontr la colaboracin del Departamento de An-tropologa de la Universidad Autnoma Metropolitana, enIztapalapa y del Departamento de Ciencias Sociales de la Uni-versidad Iberoamericana, para llevar adelante esta empresa

    aportando los recursos humanos y materiales necesarios. Seconform as, en 2005, una comisin acadmica plural quedefiniera los criterios y definiciones necesarias para seleccio-nar los autores y ttulos que se publicarn en los prximosaos. Dicha comisin, integrada por profesores-investigado-res de las tres instituciones abraz la idea de aadir a la colec-cin de libros clsicos, aquellos ttulos y autores contempor-neos que recientemente han desarrollado nuevas lneas deinvestigacin, tales como los estudios de gnero, desastres, plu-ralidad tnica, entre otros. En el futuro muy probablementeotras instituciones se sumen a este esfuerzo. Nuestra meta deponer al alcance de investigadores y estudiantes de Antropolo-ga una seleccin de libros indispensables para su desarrollo

    acadmico plural depender, en gran medida, de la recepcinque los lectores otorguen a ste y los prximos ttulos.

    Virginia Garca Acosta y Roberto MelvilleCIESAS

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    LACONSTRUCCINDELCONOCIMIENTOENANTROPOLOGA

    La etnicidad es, hoy en da, un elemento central en los

    lineamientos de los organismos internacionales de desa-rrollo para la elaboracin de polticas pblicas. La Organiza-cin de las Naciones Unidas y el Banco Mundial, entre otros,consideran la diversidad cultural no solamente como un de-recho, sino tambin como un requisito para lograr un desa-rrollo con identidad. El xito de las polticas multiculturales

    para lograr su objetivo declarado, que es abatir la inequidaden el acceso a los ndices de bienestar, depender del papelque asignen a la diferencia cultural como productora de con-diciones de desigualdad social.

    Cuando los organismos internacionales de desarrollo men-cionan la diversidad cultural como un factor de desigualdad,

    queda claro que se estn refiriendo a los sistemas de relacio-nes sociales en los que la diferencia cultural se utiliza paraclasificar jerrquicamente a los grupos, es decir, a las relacio-nes intertnicas. No obstante, en la puesta en prctica de laspolticas pblicas multiculturales, el inters principalmentese pone en la cultura y no en las relaciones sociales. Comoresultado de este enfoque, las acciones se centran en la difu-sin del valor de las culturas de los discriminados, como si ladesigualdad fuera un producto del desconocimiento mutuo,y no del sistema social intertnico.

    Intentar explicar la desigualdad en razn de la diferenciacultural por s misma, sin considerarla dentro del sistema de

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    18 Virginia Molina Ludy

    relaciones sociales que la jerarquiza tiene varias consecuen-cias indeseables: a) avala polticas de deferencia con indife-rencia porque recicla las teoras que imputan a los despose-dos la causa de su desposesin al obstinarse en perpetuaruna cultura inadecuada a la vida moderna, con la notable di-ferencia de que ahora se les tolera celebrando el derecho a ladiferencia y, b) al resaltar la singularidad de cada grupo cultu-

    ral fomenta la fragmentacin extrema de aquellos a quienesla sociedad dominante ha etiquetado como indgenas. Por elcontrario, si las polticas multiculturales en verdad pretendeneliminar las asimetras sociales que se justifican por la diversi-dad cultural, resulta indispensable entender que la etnicidades una forma de clasificacin de las relaciones sociales entre

    grupos que participan en un mismo sistema social.Etnicidad y estructura socialpresenta al lector las implicacionessociales de la etnia, la identidad tnica y la etnicidad. Incluyeanlisis de caso de relaciones intertnicas tanto entre grupostribales brasileos de la selva amaznica como entre gruposeconmicamente dominantes en la ciudad de Mxico, es de-

    cir, en grupos con muy diversa situacin socioeconmica,formas de organizacin social y situaciones de contacto inter-tnico, lo que permite aclarar que la etnicidad no es una rela-cin exclusiva entre las poblaciones indgenas y la sociedadnacional no indgena. El libro recopila un conjunto de ensa-yos, escritos entre 1971 y 1979, cuando se iniciaba en la an-tropologa la delimitacin terica sobre la etnicidad comoobjeto de conocimiento. Con su lectura podemos conocercmo se fueron construyendo las teoras sobre etnia, identi-dad tnica y etnicidad durante la dcada, porque en los suce-sivos ensayos, Cardoso de Oliveira fue, paulatinamente, deli-mitando su objeto, precisando el poder explicativo de los

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    19Prlogo

    conceptos de etnia, etnicidad, identidad tnica y ampliandoel rango de situaciones de relaciones intertnicas a los que sepodan aplicar. Los diversos captulos son aproximacionessucesivas para la elaboracin de nociones construidas tenta-tivamente dentro de teoras especficas, probadas en la inves-tigacin directa, y revisadas constantemente a la luz de losnuevos resultados del trabajo de campo, las propuestas teri-

    cas de colegas y la reflexin epistemolgica propia. En estesentido, el libro es un producto poco comn en la literaturaantropolgica, porque en l podemos acompaar al autor enel recorrido intelectual por el cual fue construyendo el cono-cimiento requerido para alcanzar una mejor comprensin delas situaciones que pretenda analizar.

    Para el autor, la etnicidad remite al nivel de las representa-ciones y de las ideologas producidas por las peculiares rela-ciones sociales entre grupos o segmentos minoritarios y gru-pos o sociedades dominantes en una sociedad. Etnicidad yestructura socialinicia con dos ensayos en los que Cardoso deOliveira busca convertir a la identidad en un objeto de cono-

    cimiento de la antropologa, hasta 1970 nicamente conside-rada como tema de inters de la psicologa. Tomando comobase la definicin de grupo tnico como tipo organizativo yla identidad tnica como una identidad contrastante que pro-puso Barth en Los grupos tnicos y sus fronteras(1976) confirmque un procedimiento adicional para poder contestar la pre-gunta sobre la persistencia de la identidad tnica en situacio-nes de cambio sociocultural consiste en separar identidad decultura, como dos dimensiones empricas de la realidad ind-gena que es necesario diferenciar, por lo menos analticamente,ya que solamente considerndolas como instancias separa-das se puede avanzar en su elucidacin. El tercer ensayo re-

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    flexiona sobre la relacin entre clase social y etnia y lairreductibilidad de una en la otra, ya que responden a dife-rentes procesos de articulacin social. Dos ensayos ms es-tudian con detalle la consideracin de la etnia bajo la lgicade los mecanismos sociales de clasificacin, comparandocmo las identidades creadas por los sistemas totmicos ope-ran al interior de un grupo tnico y las identidades tnicas lo

    hacen en el exterior del grupo, como parte de los sistemasintertnicos. El ltimo captulo aplica el anlisis de la etnicidada muy diversas situaciones de contacto intertnico en Mxi-co, lo que permite al lector de este pas apreciar la validez delas propuestas previamente desarrolladas respecto a situacio-nes cercanas.

    El inters en dilucidar el poder explicativo de la etnia acom-pa a Cardoso de Oliveira toda su vida. Su libro pstumo:Caminhos da identidade. Ensaios sobre etnicidad y multiculturalismo(2006) inicia con la pregunta: Qu lleva a un autor a retor-nar con tanta frecuencia un tema estudiado por l en los ini-cios de su actividad profesional? Por qu ese tema es tan

    reiterativo en su produccin bibliogrfica? Como l mismoresponde en el libro citado, fueron una pregunta derivada desu primer trabajo de campo y su compromiso con el futurode las poblaciones indgenas los que lo llevaron a continuarsu reflexin sobre este objeto de investigacin durante msde 40 aos, como veremos en seguida.

    Cardoso de Oliveira se form en filosofa y la metodolo-ga de la duda sistemtica fue un faro que ilumin siempre sutrayectoria. Despus de licenciarse en filosofa, lleg a la an-tropologa por una invitacin que en 1953 le extendi DarcyRibeiro para colaborar con l en el Servicio de Proteccin alos Indios (SPI) de Brasil. Su nico antecedente en ciencias

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    21Prlogo

    sociales eran los cursos que tom con dos socioantroplogos:1

    el brasileo Florestan Fernandes y el francs Roger Bastide,quienes investigaban las relaciones interraciales entre negrosy blancos en Brasil. Ya integrado en el SPI, y antes de realizarsu primer trabajo de campo, Cardoso de Oliveira (RCO, comofirmaba sus documentos) pas un ao estudiando antropo-loga (Peirano, 1981: 77-78). Adems de los culturalistas nor-

    teamericanos sugeridos por Darcy Ribeiro, por la influenciade Bastide ley a los clsicos franceses de la cole franaise desociologie, pero consideraba que las lecturas de la escuela brit-nica de antropologa social fueron las que realmente lo for-maron como antroplogo (Correa, 1991: 337). Este inicio enla antropologa, llegando de la filosofa pura a una etnologa

    indgena enlazada a la prctica indigenista, marc su intersen dilucidar tericamente la identidad tnica y las relacionesintertnicas, como parte fundamental de su compromiso conel futuro de las poblaciones indgenas.

    La primera investigacin de campo de Cardoso de Oliveirafue entre los terna del Mato Grosso quienes, a diferencia de

    los grupos amaznicos ms estudiados por la etnologa bra-silea, haban tenido contacto por ms de un siglo con lasociedad brasilea no indgena. La teora culturalista vigente

    1Podemos caracterizar as a los cientficos sociales brasileos delas dcadas 1930-1950, cuando la sociologa y la antropologa com-partan no solamente los espacios universitarios, tambin sus preo-cupaciones tericas y el tipo de investigacin que realizaban. La noseparacin disciplinaria de la sociologa y la antropologa es palpa-ble en el ttulo de una de las obras de Emilio Willens: Diccionario deetnologa y sociologa(Editora Nacional, So Paulo, 1936).

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    en la dcada de 1950-1960 supona que, en contacto con so-ciedades de cultura compleja tecnolgicamente ms desarro-llada, los integrantes de grupos con culturas simples acaba-ran perdiendo paulatinamente sus especificidades culturales,en un proceso de asimilacin que conclua cuando adopta-ban una cultura semejante a la de la sociedad ms poderosa y,consecuentemente, perdan su identidad tnica. Entre los

    terna, en cambio, Cardoso encontr que el profundo cam-bio cultural resultado del largo contacto con la poblacin bra-silea blanca, en lugar de conducir a un proceso de asimila-cin como supona la teora, no dilua su fuerte identidadindgena. La teora culturalista no permita contestar la pre-gunta que se hizo el autor: por qu los individuos de una

    etnia, cuyos miembros han pasado por todos los grados delproceso de aculturacin, incluso aquellos que viven en la ciu-dad, siguen identificndose como una etnia indgena? La iden-tificacin de una etnia con elementos culturales especficoscomo sus componentes esenciales dificultaba la compren-sin del cambio social y cultural. Para entender la permanen-

    cia de la identidad tnica a pesar de los profundos cambiossociales y culturales entre los pueblos indgenas, RCO cam-bi el foco de anlisis, de centrarse en la cultura indgenahacia las relaciones sociales especficas de una situacin decontacto intertnico (Cardoso de Oliveira, 1960). El virajeque en este sentido realiz el autor en su primera investiga-cin de campo le permiti identificar el tipo de relacionesintertnicas entre los terna y la sociedad regional no indge-na que explicaban la persistencia de la identidad indgena.

    Al concluir su primera investigacin de campo abandonel enfoque culturalista de la antropologa y se enfoc en elanlisis de los aspectos sociolgicos del contacto intertnico.

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    23Prlogo

    El enfoque relacional remite a la construccin de catego-ras sociales que norman la interaccin entre los miembrosde grupos sociales clasificados como diferentes. Para el an-lisis de la situacin de contacto intertnico Roberto Cardosopropuso la nocin de friccin intertnica entre poblacionesdialcticamente unificadas a travs de intereses diametralmen-te opuestos, aunque paradjicamente interdependientes

    (1962: 85-90), que sera el equivalente lgico mas noontolgico de lo que los socilogos llaman lucha de clases.Las relaciones entre esas poblaciones van ms all de la co-operacin, la competencia y el conflicto entre sociedades; setrata de una oposicin de los sistemas societarios eninteraccin, que pasan a constituir subsistemas de uno ms

    inclusivo que se puede llamar sistema intertnico. Y, para reali-zar un diagnstico e intentar un pronstico de la situacin decontacto intertnico, lo que corresponde al investigador esanalizar la estructura y la dinmica de dicho sistema. Con lanocin de friccin intertnica RCO aproxim la tradicin fi-losfica marxista a su vocacin etnolgica y propuso un en-

    foque dialctico, que pone el inters en las relaciones de con-flicto en los sistemas intertnicos; por lo mismo, se distancidel paradigma funcionalista, que resalta el equilibrio entre lossistemas interculturales. Aunque ambos enfoques constru-yen su objeto de conocimiento sobre el mismo objeto emp-rico (la articulacin entre grupos tnicos), lo hacen de formadiversa: el primero investigando el conflicto y las representa-ciones del disenso; y el segundo el equilibrio y el consenso(Cardoso de Oliveira, 1983: 12).

    No obstante que abandon el Servicio de Proteccin alos Indios para ingresar a la academia, Cardoso de Oliveiracontinu relacionado con el mbito indigenista de su pas.

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    Fue miembro del Consejo Director de la Fundacin Nacio-nal del Indio (Funai), la institucin que sustituy al SPIcomoencargado de la poltica indigenista hasta 1970 y, posterior-mente, como presidente de la Asociacin Brasilea de Antro-plogos (ABA), entre 1984 y 1986 promovi el apoyo de laasociacin al movimiento indgena y a su lucha por lograrcambios fundamentales en la Funai. Con estos antecedentes

    se defina como observador no desinteresado del movimien-to indgena en Brasil, y ese mismo compromiso explica suinters en continuar probando y afinando un objeto de estu-dio con la precisin epistemolgica que requiere ser partci-pe de la poltica que le concierne.

    Con ese objetivo, Cardoso program sus siguientes traba-

    jos y elabor programas de investigacin en los que partici-paron colegas y estudiantes, fortaleciendo los datos que leayudaran a replantear constantemente la validez de las inter-pretaciones tericas que estaba construyendo. EnA Sociologiado Brasil Indgena(1972), Cardoso de Oliveira propuso que losantroplogos tambin deberan dirigir su atencin sobre s

    mismos, es decir, sobre la sociedad nacional con la que en-tran en relacin los indgenas, no como individuos, sino comolas categoras sociales de indio y nacional no indio, e inten-tar aprehender el nexo del sistema intertnico investigado,los principios que lo gobiernan y las bases que lo sustentan.Para l quedaba claro que, para la poltica indigenista, el focode anlisis debera ser ya no el patrimonio cultural de los gru-pos indgenas considerados como sociedades aisladas, sinolas relaciones sociales en el sistema intertnico, que son lasque producen las identidades tnicas en forma independien-te respecto al cambio cultural.

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    25Prlogo

    Entre las reflexiones que preocuparon a Cardoso deOliveira en los ltimos aos resalta la cuestin de la tica(1993) y la moral del reconocimiento de las identidades dife-renciadas, con especial inters en las identidades tnicas (2006).En los aos transcurridos entre 1979 y 2006 se haban pro-ducido varios cambios con respecto a las identidades en ge-neral y a las identidades tnicas en particular. Respecto a es-

    tas ltimas, empezaron a ser visibles los movimientosindgenas en Amrica Latina; en Brasil, en particular, losliderazgos indgenas empezaron a traspasar las fronteras en-tre los diversos pueblos, logrando ampliar su esfera de ac-cin y para ello reivindicaron el trmino indio, como for-ma de identificacin de una nueva categora que abarcaba a

    individuos de etnias muy diversas, con fines de unin para lamovilizacin poltica. Esta valoracin de una identidad antesalienadora nos recuerda que la identidad tnica no es un esta-do, sino un proceso.

    En la movilizacin poltica indgena, la cultura tradicionalaporta una base visible para la conformacin de la identidad

    tnica. Esta nueva realidad demandaba nuevas reflexionestericas que Cardoso asumi, revisando nuevamente la rela-cin entre cultura e identidad tnica. Aunque mantuvo la con-viccin de que ambas dimensiones deban ser separadas almenos para fines de anlisis ampli su visin de la relacinentre ambas. La cultura, escribi, juega un papel importanteen la identidad tnica, tanto como configuradora diacrticade esa identidad como en la dimensin de los valores y lasconcepciones sobre nosotros y los otros expresadas enformulaciones discursivas, pero esto no significa que la rela-cin entre ambas dimensiones sea de causalidad; ms bien,

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    es una relacin de implicacin. Por lo tanto, las relacionesentre ambas dimensiones no deben ser supuestas, sino quedeben ser determinadas empricamente. No obstante, la va-riable cultural, considerando cultura en su acepcin simbli-ca como el entramado de significados de la que hablaGeertz no puede dejarse de lado en el estudio de las relacio-nes identitarias, especialmente en cuanto expresa tanto los

    valores como los horizontes nativos de percepcin que sus-tentan la lucha por la ciudadana, la bsqueda del respeto asus valores y a sus formas de ver el mundo (Cardoso deOliveira, 2006: 35-37 y 53). Los aportes de RCO al anlisisde la identidad tnica y la etnicidad son como l mismopropone un enfoque ms, que no pretende ser el nico v-

    lido. Para el lector mexicano esta va alterna resulta muy su-gerente, porque proviene de una antropologa que, como lanuestra, privilegia como objeto de estudio los grandes pro-blemas sociales del pas del investigador. En las antropolo-gas latinoamericanas encontramos similitud en una gran can-tidad de temas descritos y analizados por los colegas de otras

    partes del subcontinente, aunque bajo estilos propios, quereflejan las diversas influencias que las antropologas centra-les ejercieron en ellas (sobre la nocin de estilos de antro-pologa, ver Cardoso de Oliveira y Ruben, 1995). Conocercmo problematizan, describen y analizan los colegas de otrospases latinoamericanos una realidad muy semejante a la nues-tra enriquece la forma en que tratamos de entender nuestrapropia realidad.

    El ltimo captulo deEtnicidad y estructura sociales un claroejemplo de la sinergia que la discusin conjunta de proble-mas similares puede producir al combinar los enfoques pre-dominantes en dos pases perifricos en la produccin

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    27Prlogo

    antropolgica, en este caso, Mxico y Brasil. Entre 1965 y1993 fue muy cercana la relacin entre antroplogos de Mxi-co y Brasil. Hubo intercambios de profesores y estudiantes, ascomo direcciones colectivas de proyectos de investigacin. Lospromotores centrales de esta relacin fueron Guillermo BonfilBatalla, por Mxico, y Darcy Ribeiro y Roberto Cardoso deOliveira por Brasil, lo que explica que un tema pivilegiado en

    estos intercambios fuera el de las relaciones intertnicas, elmismo del libro que ahora presentamos. Esta presentacin fuetambin beneficiada con la colaboracin y los comentarios cr-ticos de un colega y amigo brasileo, Guilhermo Raul Ruben,de la Universidad Estatal de Campinas.

    El 29 de junio de 2006, CIESASse comunic con el doctor

    Roberto Cardoso de Oliveira para solicitarle el permiso parareimprimirEtnicidad y estructura socialen la Coleccin Clsicosy Contemporneos en Antropologa, a lo que accedi inme-diatamente. Con gran tristeza, menos de un mes despus su-pimos de su fallecimiento en Brasilia, el 21 de julio del mis-mo ao. Sirva este relanzamiento de su obra como homenaje

    a un gran antroplogo.

    Virginia Molina Ludy*

    * Etnloga (ENAH, 1974) y Doctora en Antropologa (CIESAS,1993); como profesora e investigadora del CIESASa partir de1993 ha contribuido al conocimiento de la condicin socialde las poblaciones indgenas en los centros urbanos.

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    BIBLIOGRAFACITADA

    BARTH, FREDRIK(comp.)1976 Los grupos tnicos y sus fronteras. La organizacin social

    de las diferencias culturales, FCE, Mxico.CARDOSODEOLIVEIRA, ROBERTO

    1960 O processo de asimilao dos terna, serie Livros I,

    Edio Museo Nacional, Ro de Janeiro.1962 Estudo de reas de Frico intertnica no Bra-

    sil, enAmrica Latina, aoV, nm. 3, julio-septiem-bre, Rio de Janeiro, pp. 85-90.

    1972 A Sociologia do Brasil Indgena, Biblioteca TempoBrasileiro, nm. 31, Editora da USP, Rio de Janeiro.

    1983 Enigmas e solues. Exerccios de Etnologia e de Crtica,Tempo Brasileiro, Rio de Janeiro; Edies Univer-sidade Federal do Cear, Fortaleza.

    1993 Un nuevo modelo de relaciones intertnicas en elBrasil, en Guillermo Bonfil Batalla (comp.) Hacianuevos modelos de relaciones interculturales(col. Pensar

    la cultura) Conaculta, Mxico.2006 Caminhos da identidade. Ensaios sobre etnicidad ymulticulturalismo, Editora UNESP, So Paulo; Parale-lo 15, Brasilia.

    CARDOSODEO., ROBERTOYGUILHERMORAULRUBEN(orgs.)1995 Estilos de antropologia, Editora da Unicamp, Campi-

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    1991 An Interview with Roberto Cardoso de Oliveira,en Current Anthropology, vol. 32, nm. 3, pp. 335-343.

    PEIRANO, MARIZA1981 The Anthropology of Anthropology: The Brazilian Case. te-

    sis doctoral, Harvard University Press, Massachusetts.

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    ETNICIDAD

    YESTRUCTURASOCIAL

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    PREFACIOALAEDICINMEXICANA

    Este conjunto de ensayos es resultado del trabajo

    de investigacin y reflexin que realic a lo largo de ladcada de los setenta. En ese periodo desarroll el anlisis delas relaciones entre distintas etnias en contacto, observadas lamayora en Brasil y algunas en Mxico, en un intento de explo-rar la dimensin de sus representaciones y de las ideologastnicas subyacentes. Intentaba enriquecer el enfoque elabora-

    do en mis estudios de los aos sesenta respecto a la friccinintertnica; en esa dcada procur deslindar las modalida-des de organizacin social y poltica que emergen de la con-frontacin entre indgenas y no-indgenas en el territoriobrasileo. Por ello, del enfoque relativo a las relaciones socia-les pas a dar preferencia a su nivel de representacin. Espe-

    ro estn justificadas las razones de este giro ideolgico delas relaciones intertnicas hacia el fenmeno de la identidadtnica, vista como representacin y centrada en el ncleo deideologas tnicas por el cuerpo de los captulos que con-forman esta obra.

    Los dos captulos aadidos a esta edicin: Identidad yestructura social y Etnia y estructura de clases, fueronescritos, respectivamente, en 1978 y 1979, destinados a p-blicos y eventos diversos. El primero es el texto de una con-ferencia presentada en la Academia Brasilea de Ciencia, enRo de Janeiro, durante un seminario organizado para con-memorar los diez aos del Programa de Posgrado en Antro-

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    pologa Social en el Museo Nacional-Universidad Federal deRo de Janeiro, y posteriormente fue publicado en elAnuarioAntropolgico nm. 78 (1980: 243-263); el segundo, publicadoen elAnuario Antropolgico nm. 79 (1981: 57-78) bajo el ttulode Etnia e estrutura de classes: A propsito da identidade eda etnicidade no Mxico, fue el resultado de mi permanen-cia de algunos meses en la ciudad de Mxico, donde pude

    disfrutar de la convivencia con un excelente grupo de estu-diantes de doctorado del Centro de Investigaciones Superio-res del Instituto Nacional de Antropologa e Historia (CIS-INAH, actualmente CIESAS) y con varios colegas, profesores einvestigadores de dicha institucin, a quienes debo todo loque pude aprender sobre el tema de la etnicidad en Mxico.

    Sus nombres y merecidos agradecimientos se encuentranregistrados en una nota del captulo correspondienteDebo aadir una pequea aclaracin respecto al ttulo de la

    edicin mexicana: en lugar del ttulo original, ldentidade, Etnia eEstrutura Social, decid utilizar uno ms sucinto,Etnicidad y estruc-tura social, que acoge el trmino (y el concepto, por consiguien-

    te) etnicidad, que hoy en da se encuentra plenamente incor-porado a la literatura antropolgica dedicada a los estudiostnicos. Ms que el trmino en s, el concepto se nos presentacomo un til instrumento que da cuenta de la realidad de lasrelaciones y de sus representaciones observables en contextosmarcados por la presencia de etnias insertas en sociedadesanfitrionas, con lo que se reconoce que la etnicidad, como temade investigacin antropolgica se ha consolidado en estos lti-mos 15 aos de modo casi emblemtico, pasando a designarun conjunto de intereses tericos y prcticos de quienes estu-dian los sistemas intertnicos y se preocupan en especial por eldestino de las etnias sociolgicamente minoritarias.

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    33Prefacio a la edicin mexicana

    Esta edicin no estara a disposicin de los lectores de noser por la iniciativa de la doctora Teresa Rojas Rabiela, direc-tora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores enAntropologa Social (CIESAS), quien me honr con su invita-cin para publicar el presente volumen en la Coleccin Mi-guel Othn de Mendizbal de Ediciones de la Casa Chata,sello editorial del centro, lo que me produjo una muy grata

    impresin por su prueba de confianza en que este libro pue-de interesar al lector mexicano. Mencin aparte merece laantroploga Virginia Molina, cuyo incentivo para la organiza-cin de esta edicin ampliada, a la par de su colaboracin enel trabajo de traduccin y supervisin editorial, hicieron po-sible la presente versin al espaol. Su familiaridad con mis

    ideas y con la lengua portuguesa, fruto de su estada en laUniversidad de Brasilia, donde prosigui sus estudios deposgrado en la poca en que quien esto escribe ocupaba elcargo de profesor titular en antropologa, contribuy a dar asu participacin en los procedimientos editoriales no slo uncarcter de competencia tcnica, sino tambin un clima de

    amistad que nos anim en nuestra constante corresponden-cia durante los meses que antecedieron a esta publicacin.Aqu manifiesto mi admiracin y agradecimiento. Natural-mente, extiendo mi gratitud a todo el equipo que estuvo invo-lucrado en la labor editorial.

    So Paulo, 11de mayo de 1991Roberto Cardoso de Oliveira

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    PREFACIOALAPRIMERAEDICINENPORTUGUS

    La publicacin de los ensayos que forman este libro

    fue motivada por la idea de que podran tener algunautilidad para el lector interesado en ese campo de las cienciassociales, en cierto modo ambiguo, y compartido o mejordicho, disputado por diferentes disciplinas acadmicas comola antropologa, la sociologa y la psicologa, todas ellas em-peadas en aportar su propio enfoque para alcanzar una ex-

    plicacin adecuada de las relaciones intertnicas y sus reper-cusiones en el individuo y en la sociedad. Sin querer asumiruna posicin que semeje una disputa, incluso de ndole acad-mica, las ideas que aqu se desarrollan reflejan y el lector fcil-mente se dar cuenta de ello una postura terica que, si bienposee una deuda indiscutible con las aportaciones hechas a la

    antropologa social por estructuralistas de diversas tendencias,no por eso se define como una modalidad de la antropologaestructuralista. Y no se trata slo de evadir las etiquetas.

    El alcance de la aclaracin es mucho ms amplio. Se tratade justificar la eleccin de una va determinada y no de otrau otras para explicar un fenmeno social extremadamentecomplejo, que posee al menos tres aspectos: uno relativo a laidentidad, cuyo dominio es el ideolgico; otro relativo al gru-po social, cuyo dominio es la organizacin; y el ltimo, relati-vo a la articulacin social, cuyo dominio es el proceso (derelaciones sociales) que tiene lugar en una formacin socialdada. Agrguese el dato tnico a cada uno de esos aspec-

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    tos y obtendremos la identidad tnica, elgrupo tnico y elprocesode articulacin tnica como las dimensiones ms estratgicas enel fenmeno de las relaciones intertnicas, cuya exploracinanaltica se pretende realizar aqu. La naturaleza clasificado-ra de la etnia particulariza esos tres dominios de lo social,dotndolos de una dinmica especial susceptible de compren-sin histrica y estructural.

    El intento que realic en los aos sesenta de entender lasrelaciones intertnicas que se daban en Brasil se caracterizpor asumir una posicin metodolgica, segn la cual, para lacomprensin de la realidad actual no era posible evitar la uti-lizacin simultnea de una perspectiva histrica, indispensa-ble para explicar un fenmeno extremadamente dinmico,

    acelerador del tiempo de las sociedades indgenas, para inte-grarlas irreversiblemente a la historia de nuestro pas, es decir,de la sociedad global, cuya expansin en el pasado se dio y sesigue dando a costa de la invasin de los territorios tribales.

    Los estudios relativos a los terna del sur de Mato Grossoy a los tkna del alto ro Solimes, en el Amazonas, pretendie-

    ron combinar la observacin a nivel sincrnico con la recons-truccin a nivel diacrnico, buscando elaborar una explicacinde las relaciones intertnicas no prejuiciadas por una visinunilateral, ya fuese por una eleccin equvoca del relato his-trico o la historiografa como la modalidad absoluta del co-nocimiento de la realidad social, ya por una eleccin igual-mente errnea del dato observable y contemporneo alinvestigador como el material exclusivo sobre el cual seralegtimo realizar interpretaciones. Aun cuando no afirmo quelo que se pretenda se alcanz totalmente, lo cierto es quetanto en Oprocesso de asimilao dos terna (1960) y en Urbanizaoe tribalismo: A Integrao dos ndios terna numa sociedade de classes

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    (1968), como en O ndio e o mundo dos brancos: a situao dostkna do Alto Solimes (1964), la combinacin de la observa-cin con la reconstruccin est presente, aunque de maneradesigual si consideramos cada libroper se: en ningn momen-to se dej de tomar en cuenta que las relaciones intertnicasno podran ser comprendidas ms que en trminos de sudesarrollo, al mismo tiempo que tampoco se podra dejar de

    lado en un plano ms alto de abstraccin el carctersistmico de tales relaciones, eligindose el sistema intertnicocomo el foco privilegiado de anlisis. Es en este sentido en elque se debe entender la elaboracin de la nocin de friccinintertnica (en 1962) y del modelo del potencial de inte-gracin (en 1967), como medios que nos permiten

    instrumentar la investigacin de las relaciones intertnicas yde las formas en que se manifiestan en Brasil.En aquel periodo se procur estudiar los fenmenos

    tnicos sistemticamente en el nivel de las relaciones socia-les, tomndolas como la instancia sustantiva del anlisis para,por medio de ellas, comprender y explicar el contacto entre

    indios y blancos en el Brasil moderno. Hablando de manerarigurosa, los trabajos escritos en esa dcada siguen muy decerca tomando en cuenta las innegables diferencias a losde Darcy Ribeiro, especialmente los que se encuentran en ellibro Os ndios e a civilizao: A integrao das populaes indgenasno Brasil moderno (1970). Evidentemente, no es ste el lugaradecuado para sealar las diferencias mencionadas, algunassugeridas en la introduccin a mi obraA sociologia do Brasilindgena (1972: 14, n. 5) donde reconoc igualmente la impor-tancia de la obra de Darcy Ribeiro en el camino hasta eseentonces recorrido. Es importante sealar en este prefaciouna convergencia que se dio no slo en el plano temtico, a

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    saber, la bsqueda de una explicacin sobre el contacto entrepoblaciones de carne y hueso y no solamente entre cultu-ras, como tambin en el plano de la prctica indigenista,es decir, en el inters de diagnosticar situaciones de contac-to intertnico, cuyo carcter crtico exiga una accin delEstado en favor de los grupos indgenas. Se intentaba, de esamanera, hacer compatibles la preocupacin terica con el

    compromiso tcito de luchar en favor de la supervivencia yel bienestar de las poblaciones que eran los objetos de in-vestigacin cientfica. En ese sentido, la obra etnolgica deDarcy Ribeiro fue ejemplar e inspir la gran mayora de lostrabajos libros, artculos o comunicaciones sobre indiosy blancos producidos por todos aquellos que, entre noso-

    tros, estuvimos inclinados hacia el Brasil indgena.Pero si el estudio de las relaciones intertnicas pareca mar-char de manera satisfactoria, en la medida en que la nocin defriccin intertnica apuntaba hacia los aspectos conflictivosde dichas relaciones, dirigiendo el anlisis hacia la dinmica delcontacto intertnico, muchas cuestiones de extrema relevancia

    no haban sido respondidas, puesto que como hoy se puedever no se estaba dando una atencin ms sistemtica a lasrepresentaciones e ideologas engendradas por aquellas relacio-nes, condicionadas por el sistema intertnico. Pareca tratarsede una pequea desviacin terica que, dando privilegio a lasrelaciones sociales (lo que todava me parece perfectamentecorrecto), dejaba de preocuparse por el nivel ideolgico, en elcual son representados los grupos tnicos y las relaciones.Cuando en 1967 afirm que la friccin intertnica debera serentendida como el equivalente lgico (pero no ontolgico)de lo que los socilogos denominan lucha de clases, estabaremitiendo al lector a una tradicin dialctica de las ciencias

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    sociales que, apenas en aquella poca, a travs de los trabajosde Althusser, Balibar y Poulantzas, entre otros de los llamadosneomarxistas, estaba empezando a dejar de limitarse a los estu-dios de infraestructura para otorgar una mayor atencin a lasuperestructura, prcticamente descalificada como un objetosustantivo de investigacin terica despus del joven Marx deLa ideologa alemana.Tal recuperacin de las ideologas como

    tema de un mayor inters para aquellos autores, al lado delgran impulso dado a la consideracin de los fenmenos desuperestructura a partir de 1962, con la publicacin de Letotemisme aujordhui y La pense sauvage de Lvi-Strauss, llam miatencin hacia la inviabilidad de una explicacin de las relaciones(sociales) intertnicas, tomadas como un hecho social to-

    tal, sin una comprensin o al menos un intento en ese senti-do de la dimensin ideolgica de aquellas relaciones, es decir,sus propias representaciones. La literatura terica se encontrabaah: de Marx a Poulantzas, de Mauss a Lvi-Strauss, de Weber aBourdieu, como para estimular una lectura crtica de losfuncionalistas y empiristas anglosajones, cuyos trabajos de cam-

    po o sus trabajos analticos (muchos de la ms alta calidad) nosiempre fueron o son ledos de la manera debida por aquellossocilogos o antroplogos que adoptan posturas tericas di-vergentes. Destacan, fuera de esa ptica preconcebida, unospocos autores tales como el Godelier de Horizon, trajets marxistesen anthropologie (1973), un profundo y cuidadoso lector de lamejor literatura anglosajona, desde los funcionalistas clsicos ymodernos hasta los eclogos culturales y neo-evolucionistas,no raramente censurados por Godelier con el epteto, muchasveces irnico, de materialistas ingenuos de los cuales no sealejan mucho ciertos marxistas, como Terray en su Le marxismedevant les societs primitives (1968).

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    El haber retornado, en 1971, el concepto de identidad tni-ca, que utilic por primera vez en 1960 en Oprocesso de assi-milao dos terna, debe ser comprendido dentro de esa lneade preocupaciones. Gracias a una beca posdoctoral que mefue otorgada por la Fundacin Ford, y al magnfico acogimien-to que el Department of Social Relations de la Universidadde Harvard me proporcion de enero a diciembre de 1971,

    admitindome como Research Associate, pude iniciar un pro-grama de investigacin en torno a la identidad tnica y sunaturaleza ideolgica, del cual result el ensayo Identidadtnica, identificacin y manipulacin publicado enAmricaIndgena (vol. XXXI, nm. 4, 1971: 923-953), que ahora seincluye en este libro con algunas reformulaciones. Mientras

    que en 1960 la identidad tnica exhiba un contenido neta-mente psicolgico, como instancia irreductible a las transfor-maciones culturales determinadas por el proceso de acul-turacin o, en otras palabras, la identidad tnica se afirmabapor su persistencia a travs del proceso de cambio cultural,marcando su continuidad no importa qu tan aculturado es-

    tuviera el grupo indgena bajo estudio (como lo ilustran losterna de la ciudad), ahora me pareca que la constatacin detal persistencia de la identidad no era del todo suficiente, puesnecesitaba una explicacin a partir de un preliminar: qu esla identidad tnica? La pista ms segura me fue dada por elconjunto de estudios publicado enEthnic Groups and Boundaries:The Social Organization of Culture Difference (1969), coordinadopor Fredrik Barth, obra que reflejaba una lnea de investiga-cin caracterizada por la gran afinidad hacia nuestro proyec-to Estudio de las reas de friccin intertnica en Brasil,iniciado aos antes (1962) y patrocinado por el Centro Lati-noamericano de Investigaciones en Ciencias Sociales

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    (UNESCO), cuyo punto de partida era la crtica a cualquierculturalismo, particularmente las teoras de aculturacin, enla medida en que escamoteaban el fenmeno mismo de lasrelaciones intertnicas. Barth, especficamente en su intro-duccin a la obra, da un tratamiento privilegiado al nivel delas relaciones sociales (o de la organizacin social) como labase sobre la cual se habra de inquirir al respecto de un gru-

    po tnico y su identidad. Se me revel qu tan prximo esta-ba yo de nuestros colegas escandinavos, como Siverts,Eidheim, Haaland y Barth, entre otros, tambin presentes enla mencionada recopilacin.

    Es cierto, sin embargo, que mi preocupacin sobre los fe-nmenos relativos a la superestructura no se agotaba, ni en los

    aos sesenta, con la identidad tnica, considerada como unfenmeno irreductible al proceso de aculturacin. En Ondio eomundo dos brancos, a falta de una orientacin ms segura queme condujera a un estudio ms minucioso de la identidad tknay del sistema de representaciones subyacente, me limit a untratamiento fenomenolgico, describiendo las identidades del

    tkna y del caboclo como hechos de conciencia. Se veri-ficaba de ese modo, tanto en relacin a los terna como a lostkna las dos grandes poblaciones indgenas que tuve la opor-tunidad de investigar en la poca, la imposicin de la identi-dad tnica, mal o insuficientemente formulada, como objetode creciente relevancia para la cabal comprensin de las rela-ciones entre indios y blancos. Fue por eso que mi ensayo de1971 me fue fundamental, como un ejercicio de reflexin so-bre un objeto carente de formulacin terica. Los siguientesensayos, todos escritos ya en el Departamento de CienciasSociales de la Universidad de Brasilia, fueron elaborados conese espritu de alcanzar, por medio de aproximaciones sucesi-

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    vas, el objeto, que, es necesario subrayar, no se agota en laidentidad tnica, sino que la trasciende, focalizando el contex-to generador de dicha identidad: el sistema intertico.

    De esta forma, si Um conceito antropolgico da identidade, es-crito a fines de 1973 y aqu incluido procura dar segui-miento a mis intentos de establecer a la identidad tnica comoun fenmeno comprensible al nivel ideolgico, el siguiente

    ensayo, Processos de articulao tnica (1974) tambin en estevolumen procura mostrar precisamente el contexto social ylos distintos procesos de articulacin que le son inherentes,como campo de un indispensable desbrozamiento por partede la antropologa social. El ensayo de 1973, redactado origi-nalmente para una revista de psicologa (Alter .Jornal de Estudos

    Psicodinmicos), presta especial atencin a la contribucin dela psicologa y el psicoanlisis a nuestros estudios, pero nopor eso se desva de una propuesta antropolgica sobre lacuestin de la identidad; mientras que el ensayo de 1974, elabo-rado para la primera reunin del Grupo de Trabajo sobreProcesos de Articulacin Social, realizado en Buenos Aires

    en julio de dicho ao, bajo el patrocinio del Consejo Latino-americano de Ciencias Sociales (CLACSO) tuvo como objeti-vo a la luz de datos referentes a las relaciones intertnicasen Brasil dialogar con colegas familiarizados con otras rea-lidades, particularmente la argentina y la boliviana, tanto comocon otras formas de articulacin, adems de la intertnica,como lo son la interclase, la interregional y la rural-urbana.Obviamente, no se pretendi resolver ningn problema pro-puesto por los procesos de articulacin social, sino plantearalgunas cuestiones como la de la relacin entre clase social yetnia, con la intencin de llamar la atencin sobre el hechode la irreductibilidad de una a otra, aun cuando las aparien-

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    cias pudieran indicar lo contrario; clase y etnia se interpene-tran, sometidas a procesos diferentes de articulacin social,pudiendo inclusive sobre todo la etnia quedar encubierta,invisible a nuestros ojos, pero capaz de ser igualmente activa-da en contextos especficos y en situaciones determinadas.

    A menos que la confundamos congrupo (tnico), la etniaes un clasificador que opera en el interior del sistema inter-

    tnico y a nivel ideolgico, como producto de las representa-ciones colectivas polarizadas por grupos sociales en oposicin,latente o manifiesta. Tales grupos son tnicos en la medidaen que se definen o se identifican valindose de smbolosculturales, raciales o religiosos. El carcter tnico de ungrupo social tiende a ser fuertemente determinante, como

    ocurre en las reas de friccin intertnica del Alto Solimes(tkna) o del Medio Tocantins (surui, gavies y krah) como lo demuestran Laraia y Da Matta 1967 o Melatti 1967,por ejemplo, o puede ser un sobredeterminador como enel caso de los terna citadinos del sur de Mato Grosso o lospotiguara de la Bahia da Traio en el Rio Grande do Norte,

    de quienes habla Amorim 1970; en este ltimo caso, aunquecampesino y, por lo tanto, elemento de una clase social, elpotiguara manipula su identidad indgena (evocndola cuandole conviene), o bien la manipulan elementos externos, estig-matizndola en situaciones concretas de competencia yconflicto. Si no qu es lo que ocurre cuando un obrero ne-gro, por ejemplo, evoca su negritud, o, a causa de su color,es estigmatizado por otros? A pesar de su condicin de clasey, eventualmente, una conciencia de clase, existe una inequ-voca identidad tnica operando, sea al nivel del comporta-miento, o en el del discurso. Por lo tanto, me pareci quedebera intentar reflexionar un poco ms sobre los procesos

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    de articulacin tnica, transponindolos hacia un plano demayor abstraccin, toda vez que sera de poca utilidad para elestudio mantenerlos restringidos a los sistemas intertnicosen aquellas formas que se manifiestan en Brasil, en relacinespecfica a la conjuncin entre indios y blancos. Por eso es-crib el captulo Reconsiderando la etnia, con el fin de de-finir el campo semntico de la etnia, construyndola como

    un objeto sustantivo de investigacin cientfica. Si la etnia o elsistema intertnico es un clasificador, mutatis mutandi, a la ma-nera de un sistema totmico, igualmente clasificador, ella debetrascender la realidad indgena propiamente dicha para clasificara cuantos, aborgenes o no, estn en situacin de minora tnica.

    La definicin del campo semntico de la etnia, aun cuan-

    do bastante exploratoria, nos remite al establecimiento de unpuente entre la antropologa de las relaciones intertnicasy la sociologa de las relaciones raciales (particularmente alos estudios de las relaciones entre blancos y negros), comolazo de unin de estudios referentes a cualesquiera minorasraciales, nacionales o religiosas que, de algn modo,

    construyan sus identidades contrastantemente con la ayudade smbolos tnicos. Creer que la cuestin racial del negro,por ejemplo, se reduce a un problema de clase social, es sim-plificar de manera excesiva, con lo cual se corre el riesgo deoscurecer la inteligibilidad de las relaciones entre negros yblancos y tropezar con la perogrullada de que la estructurade clase condiciona, de alguna manera, el estigma tnico oracial. Por otro lado, pensar que lo especfico en la situacindel negro o de cualquier minora sea de tal orden que dis-pense la consideracin comparativa con otros casos de rela-ciones intertnicas es empobrecer injustificadamente el cam-po de referencia emprica y, por supuesto, las posibilidades

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    de construccin de modelos ms inclusivos y la elaboracinde teoras de mayor alcance, evidentemente ms fecundaspara el desarrollo de la investigacin cientfica que las infali-bles middle range theories. Una mayor colaboracin entre aque-llos que investigan las relaciones intertnicas en Brasil, seanstas entre indios y blancos, blancos y negros, o nacionales einmigrantes que se encuentren en situacin minoritaria, me

    parece sumamente deseable para alcanzar un estado mssatisfactorio sobre la dinmica de las relaciones intertnicasen Brasil y, adems, alcanzar una mejor explicacin de noso-tros mismos como miembros de la sociedad nacional re-velados en los otros, muchas veces desenmascarados comohombres cordiales, pero portadores de ideologas misti-

    ficadoras de la realidad intertnica o, si se quiere, racialentre nosotros. Conocernos a nosotros mismos en los otros,a nuestra sociedad en confrontacin con otras, penetran-do en los intersticios de los sistemas sociales en oposicin,captando, por lo tanto, los momentos ms crticos de dichossistemas, se me figura que es el objetivo de cualquier ciencia

    del hombre que ambicione ser algo ms que una mera tcnicade diagnstico y de intervencin en el otro. Conocernos atravs del conocimiento de otros implica relativizarnos y, deesa manera, minar todo el etnocentrismo, sobre el cual sefundamentan la incomprensin y la intolerancia.

    Identidad, etnia y estructura social, que hoy llega al pblico graciasa la confianza depositada en m por la Livraria Pioneira Editora,es el resultado de la cooperacin de muchas personas y diversasinstituciones, a las cuales quiero refrendar mi gratitud: a DavidMaybury-Lewis, profesor de la Universidad de Harvard, porhaberme invitado a una estada en esta universidad, donde, comoya mencion, tuve la oportunidad de elaborar lo que posterior-

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    mente llegara a ser el primer captulo de este libro; a laantroploga Esther Hermitte, del Instituto Di Tella, de BuenosAires, cuya invitacin a participar en el Grupo de Trabajo sobreProcesos de Articulacin Social, del cual es coordinadora, moti-v la redaccin de lo que vino a convertirse en el tercer captulo;a la psicloga Jansen de Souza Mello, redactora de la revistaAlter, por la invitacin que me hizo para escribir el ensayo que

    resultara el segundo captulo de esta obra; a mis colegas delDepartamento de Ciencias Sociales y a los alumnos del Programade Posgrado en Antropologa Social particularmente a losque participaron en el curso-seminario Anlisis de Sistemas Inter-tnicos por la convivencia intelectual, sumamente estimulante,que se puede disfrutar en la Universidad de Brasilia. Natural-

    mente, un libro constituido por trabajos redactados en diferentesocasiones y destinados a lectores diversos, aun cuando guardeunidad y secuencia, como se intent sealar en este prefacio, nopuede escapar a la repeticin de argumentos y reflexiones, queresultan de la estructura autnoma de cada ensayo. Considerque era mejor no intentar eliminar tales repeticiones para evitar

    caer en la tentacin de alterar los ensayos originales, con riesgode privarlos de su carcter exploratorio, y en cierto modo circuns-tancial, que me gustara mantener. A este respecto, ruego allector sea tolerante y comprensivo. Por lo dems, me limit acorregir slo algunas cuestiones de forma y otras pocas de conte-nido, con el deseo de que se pueda presentar lo que actualmentepienso sobre la temtica central del libro. Finalmente, cabe agrade-cer a la Fundacin Ford, al Consejo de Investigacin y Enseanzapara Graduados de la Universidad Federal de Ro de Janeiro y ala Universidad de Brasilia, instituciones que en diversas ocasionesapoyaron mis trabajos.

    RCO, Brasilia, 11 de julio de 1975

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    INTRODUCCIN

    Quizs uno de los fenmenos ms comunes en el mun-

    do moderno sea el contacto intertnico, entendindo-se por ello las relaciones que se dan entre individuos y gru-pos de diversas procedencias nacionales, raciales o cul-turales. Es un hecho bien conocido que la expansin de lasas llamadas civilizacionesy el encogimiento del mundo graciasa los modernos medios de transporte posibilitaron dichos

    contactos. En este sentido, parafraseando la conocida afirma-cin cartesiana, podramos decir que aquello que est mejordistribuido en el mundo, aun por encima del sentido co-mn, es la identificacin intertnica! Este ensayo pretendediscutir el concepto de identidad tnica, describiendo algu-nas de las modalidades de su constitucin y examinando po-

    sibles explicaciones para, finalmente, sugerirlo como relevantepara la investigacin de las relaciones intertnicas. Sin embar-go, la investigacin de esta temtica estar precedida poresclarecimientos sobre los conceptos de etnia y de grupo t-nico, para as poder justificar la inclusin de la identidad tnicacomo el centro de nuestras reflexiones.

    ELCONCEPTODEGRUPOTNICO

    Para tratar de manera sucinta y comprehensiva este tema,parece oportuno partir de la crtica que Fredrik Barth (1969)

    1. IDENTIDADTNICA, IDENTIFICACINYMANIPULACIN

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    formulara al concepto de grupo tnico como unidadportadora de cultura, para concebirlo como un organizationaltype. Barth toma como punto de partida una definicinconsensuada, tal como se puede deducir de la literaturaantropolgica.1Segn esta definicin, un grupo tnico designaa una poblacin que:

    a) se autoperpetua principalmente por medios biolgicos;b) comparte valores culturales fundamentales, exterioriza-

    dos en formas culturales unitarias explcitas;e) constituye un campo de comunicacin e interaccin;d) posee un grupo de miembros que se autoidentifican y

    son identificados por otros como pertenecientes a una ca-

    tegora distinguible de otras categoras del mismo orden(Barth, 1969: 10-11).

    Entre esas caractersticas, la de compartir una cultura comnes considerada, con frecuencia, como de importancia central.En mi opinin dice Barth, sera ms fructfero conside-

    rar a esta importante caracterstica como una consecuencia oun resultado, ms que como una caracterstica primaria ydefinitoria de la organizacin de los grupos tnicos (ibid.: 11).Para la clasificacin de los individuos o grupos locales se hadestacado el aspecto cultural de los portadores, criterio quedepende de la visualizacin de rasgos particulares de cultura,

    1 Barth hace referencia a un artculo de Narroll (1964), en el cual dis-cute diferentes conceptos de etnia con propsitos de anlisis compa-rativo. En cuanto a una crtica radical de ese artculo, en especial almtodo comparativo, destaca el comentario de Leach al final del mis-mo (Leach, 1964: 299).

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    es decir, como son dados objetivamente al observadoretnogrfico (Barth, 1969: 12). Con base en este criterio, lasdiferencias se dan entre culturas, y no entre organizacionestnicas, toda vez que los anlisis son realizados sobre formasculturales manifiestas, que pueden ser relacionadas con unconjunto de elementos o rasgos culturales. Hasta qu puntoeste criterio explica la persistencia de la identificacin tnica

    de personas y grupos, cuando prcticamente no se obser-van rasgos culturales diferenciales manifiestos?

    Hace ms de diez aos me enfrent a ese problema alestudiar el proceso de asimilacin (Cardoso de Oliveira, 1960a),lo que me llev a formular un concepto capaz de aprehen-der, al lado de la peculiaridad cultural del grupo tnico bajo

    estudio, la identificacin tnica de sus miembros.2

    En esemismo trabajo tuve el cuidado de ampliar la nocin mismade identificacin tnica, valindome de la siguiente afirma-cin hecha por Daniel Glaser: Identificacin tnica se refiereal uso que hace una persona de trminos raciales, nacionaleso religiosos para identificarse y, de ese modo, relacionarse con

    los otros (Glaser, 1958: 31; Cardoso de Oliveira, 1960a: 125).Despus regresar a esta nocin de identificacin tnica. Porahora nos interesa retener lo esencial de la crtica de Barth ysu propuesta del grupo tnico como un tipo de organiza-cin. En este sentido bastar con considerar que la interco-nexin entre grupo tnico y cultura es algo sujeto a muchasconfusiones (Barth, 1969: 12) y que para fines analticos, y de

    2 Asimilacin fue definida entonces como elprocesus por medio delcual un grupo tnico se incorpora a otro, perdiendo a) su peculiaridadcultural y b) su identificacin tnica anterior (Cardoso de Oliveira,l960a: 111).

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    acuerdo con la naturaleza de los problemas formulados parainvestigacin, sera mejor tomar ambos conceptos por sepa-rado. Vase, por ejemplo, que:

    si el mismo grupo de personas con los mismos valores e ideasse enfrentase con las diferentes oportunidades que ofrecenambientes diversos, seguira entonces diferentes patrones de

    vida e institucionalizara diferentes formas de compor-tamiento. De la misma forma, podemos esperar que un gru-po tnico disperso en un territorio con circunstanciasecolgicas diversas presente variantes regionales de compor-tamiento institucionalizado explcito, variantes que no refle-jan diferencias en su orientacin cultural. Entonces, cmo

    debern ser clasificados, si tales formas institucionales expl-citas, fueron las diagnsticas? (Barth, 1969: 12).

    Barth responde a estas cuestiones tomando el caso de lospathan (Pathan Identity and its Maintenance, en Barth,1969: 117-134), y muestra cmo la identidad tnica no se

    puede reducir a las formas culturales y sociales, sumamentevariables, y cmo diferentes formas de organizacin Pathanrepresentan diversas maneras de consumar la identidad encondiciones de cambio (ibid.: 132). Fue posible llegar a talesresultados que explican mejor la realidad pathan gracias ala reformulacin del grupo tnico, ya no en trminos cultu-rales strictu sensu, sino como un tipo de organizacin.3Barthsubraya que concentrndonos en lo que es socialmente efec-

    3 Desde este punto de vista, el punto crtico de la investigacin pasaa ser lafrontera tnica que define el grupo y no la esencia cultural quel encierra (Barth, 1969: 15).

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    tivo, podemos ver a los grupos tnicos como una forma deorganizacin social, siendo as que el aspecto crtico de la de-finicin de grupo tnico pasa a ser aquel que se relaciona direc-tamente con la identificacin tnica, a saber la caractersticade autoatribucin y atribucin por los otros (Barth, 1969: 13).4

    En la medida en que los agentes se valen de la identidad tnicapara clasificarse a s mismos y a los dems con propsitos de

    interaccin, constituyen grupos tnicos en el sentido de or-ganizacin (ibid.: 13-14).5

    IDENTIDADEIDENTIFICACIN

    La nocin de identidad contiene dos dimensiones: la personal(o individual) y la social (o colectiva). Algunos antroplogos (co-mo Goodenough, 1963; Moerman, 1965) y socilogos (comoGoffman, 1963; McCall y Simmons, 1966) han trabajado conla nocin de identidad, procurando mostrar cmo la social y lapersonal estn interconectadas, con lo que nos permiten to-

    marlas como dimensiones de un mismo e inclusivo fenme-no, situado en diferentes niveles de realizacin: el nivel indi-

    4 Una atribucin categrica es una atribucin tnica cuando clasifica auna persona en trminos de su identidad bsica ms general, presunta-mente determinada por su origen y formacin (Barth, 1969: 14).

    5 Es importante reconocer que a pesar de que las categoras tnicastoman en cuenta diferencias culturales, podemos presumir que noexiste una simple relacin biunvoca entre unidades tnicas y semejan-zas y diferencias culturales. Los rasgos que se toman en consideracinno son la suma de diferencias objetivas, sino slo aquellas que lospropios actores consideran significativas (Barth, 1969: 14).

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    vidual, en el cual la identidad personal es objeto de investi-gacin de los psiclogos (ejemplo: Erikson, 1968 y 1970) Yel nivel colectivo, plano en el que la identidad social se edificay se realiza. Es importante distinguir ambos niveles, porqueas podemos estudiar la identidad desde un punto de vistaantropolgico o sociolgico, sin dejarnos seducir por ciertospsicologismos tan en boga en cierto tipo de investigacin

    interdisciplinaria, como no puede dejar de serlo la investiga-cin de la identidad tnica, vista sta como un caso particularde la identidad social. La importancia de tomar a la identidadtnica como un fenmeno bidimensional, por otro lado, tam-bin nos permite incorporar las contribuciones de los estudiospsicolgicos que resulten especialmente relevantes para la

    descripcin de los procesos de identificacin, mantenindo-nos fieles al principio durkheimiano de explicar lo social porlo social (sin que eso implique ignorar el hecho psquico loque frecuentemente ha ocurrido en la mejor tradicin de laantropologa social).6La distincin que hace Erikson, porejemplo, entre identidad e identificacin es crucial, aunque l

    considere que la identificacin es un mecanismo de limitada

    6 Audrey Isabel Richards, en su evaluacin de la situacin de los estu-dios sobre socializacin en la antropologa social britnica, seala elmiedo tradicional de los antroplogos sociales ante la psicologa. Estemiedo puede enfatizar o no la postura especficamente antipsicolgica

    sostenida por antroplogos sociales de este pas durante aproximada-mente los ltimos veinte aos. Es fcil entender las razones deDurkheim al intentar aislar un hecho social en su pureza y fue muybueno para la sociologa que l procediera de esa manera. Es ms dif-cil entender las afirmaciones casi defensivas que algunos antroplogosbritnicos hicieron recientemente (Richards, 1970: 7-8).

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    utilidad, puesto que la identidad no sera una suma de identi-ficaciones sino una realidad gestltica.7Sin embargo, para elanlisis de la identidad social en su expresin tnica, la com-prensin de los mecanismos de identificacin parece ser defundamental importancia. Fundamental, porque esos meca-nismos reflejan la identidad en proceso: tal como la asumen losindividuos y los grupos en diversas situaciones concretas. La

    investigacin de tal proceso nos llevar a distintas formas deidentificacin, empricamente dadas, de tal modo que nos per-mita el conocimiento del surgimiento de la identidad tnica.Como dijo Barth, por medio de un anlisis sencillo de unproceso podemos entender la variedad de formas complejasque ste produce (Barth, 1966: 2).8

    Si en dos ocasiones distintas un mismo individuo no pu-diera llegar a ser reconocido como la misma persona, ningu-na identidad social podra ser construida (McCall y Simmons,1966: 65). En esta lnea de raciocinio, la identidad social sur-ge como la actualizacin del proceso de identificacin, einvolucra la nocin degrupo, particularmente la de grupo so-

    cial. Sin embargo, la identidad social no se separa de la iden-

    7 Hablando de la identidad en el plano individual y en el mbito psico-teraputico, Erikson sostiene que como toda cura testifica, identifica-ciones ms deseables tienden, al mismo tiempo, a estar poco a pocosubordinadas a una nueva gestalt, singular, que es ms que la suma desus partes. El hecho es que la identificacin, como mecanismo, posee

    una utilidad limitada (Erikson, 1968: 158).8 Para que un concepto de proceso sea analticamente til debe estar

    referido a algo que gobierne y afecte la actividad, alguna cosa querestrinja y canalice el curso posible de los eventos [] El estudio delproceso debe ser un estudio de interdependencias probables o nece-sarias que gobiernen el curso de los eventos (Barth, 1969: 2).

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    tidad personal, pues sta, de algn modo, es un reflejo deaqulla.9La identidad social y la identidad personal son par-te, en primer lugar, de los intereses y definiciones de las de-ms personas en relacin con el individuo cuya identidad esten entredicho (Goffman, 1963: 105-106). El concepto deidentidad personal y social posee un contenido marcadamentereflexivo o comunicativo, pues presupone relaciones sociales,

    as como un cdigo de categoras destinado a orientar el de-sarrollo de dichas relaciones.10En el mbito de las relacionesintertnicas, este cdigo tiende a expresarse como un siste-ma de oposicioneso contrastes. Podemos alcanzar unamejor comprensin del proceso de identificacin tnica sielaboramos la nocin de identidad contrastante.11

    La identidad contrastante parece constituir la esencia dela identidad tnica, es decir, la base sobre la cual sta se defi-

    9 La distincin que hace Goffman entre identidadpersonal e identidadindividual (ego identity, en la aceptacin de Erikson) no es relevantepala el presente estudio.Entre otras cosas, porque la nocin de iden-tidad experimentada (felt identity), si la tomamos en un sentido

    fenomenolgico, implica necesariamente la dimensin socialde lapersona o persona, es decir, une eonscience et une categorie, en la termi-nologa de Mauss (1950: 358).

    10 Segn Goodenough, la formacin de identidad involucra unrelacionamiento del ego con personas y cosas en su medio ambiente,de modos diferentes, a los cuales nosotros ordinariamente nos referi-mos con la etiqueta de identificacin(Goodenough, 1963: 204). Estaidentificacin, como ms adelante se ver, siguiendo al mismo

    Goodenough, necesariamente involucra la idea de sistema decategorizacin, aspecto fundamental de la identidad tnica (ef. tam-bin McCall y Simmons, 1966: 62).

    11 Se habla de identidad contrastante (contrastive identity) como nocin,en un sentido aproximado al que utiliza Barth (1969: 132), quien nolo trabaj como concepto, ni lo explor tericamente.

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    ne. Implica la afirmacin del nosotros frente a los otros. Cuan-do un grupo o una persona se definen como tales, lo hacencomo medio de diferenciacin en relacin con algn grupo opersona a los cuales se enfrentan. Es una identidad que surgepor oposicin; que no se puede afirmar en aislamiento.12Enel caso de la identidad tnica, sta se afirma negando laotra identidad, que ha sido visualizada de manera etno-

    cntrica. En este sentido, el etnocentrismo, como sistemade representaciones, es la comprobacin emprica del surgi-miento de la identidad tnica en su estado ms primitivo sime es dado expresarlo as. A travs de nuestros valores noslo juzgamos los valores de los otros sino tambin a losotros. Implica eso que la identidad tnica constituya un va-

    lor? Sabemos que ella no se basa en una percepcin cinestsicadel ser, sino en una autopercepcin del yo en situacin.Toman-do como referencia un modelo existencial de persona, dira-mos que lo que transforma al individuo en persona es la si-tuacin, en un sentido fenomenolgico y, por lo tanto, comoun hecho de la conciencia.13Pero la situacin peculiar que

    12 Moerman, estudiando a los lue de la moderna Tailandia y apoyndo-se tericamente en Murphy (1964: 848), segn el cual esa condicinde miembro depende de una categora de excluidos, en un sentido deotredad (alteridad), los lue no pueden ser identificados [] en ais-lamiento (Moerman, 1965: 1216).

    13 Un ltimo componente en esta breve exposicin de un modelo

    existencial de persona es la nocin de situacin. Lo que concreta al ego,y que transforma al individuo (como un miembro tpico de la especie)en una persona, es su situacin. La nocin de situacin tiene un estatusfenomenolgico diferente a la nocin fisicalista de medio ambiente;dicho en otros trminos, la situacin trasciende lo local fsico. Unapersona es situada y se sita en el mundo (Tiryakian, 1968: 84).

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    genera la identidad tnica es la situacin del contacto intertnico,sobre todo, pero no exclusivamente, cuando sta se da comofriccin intertnica.14La conscientizacin de esta situacin porparte de los individuos insertos en la conjuncin intertnicasera el objetivo preliminar del analista: un estudio del mo-delo consciente, en el sentido que le da Lvi-Strauss, de losindividuos que actan en el escenario intertnico. Tal con-

    ciencia, etnocntrica en gran medida, estara pautada por va-lores y se asumira como ideologa.15

    14 Cf. Cardoso de Oliveira, 1962, 1964 y 1967. En esos trabajos present(1962) y desarroll (1964 y principalmente 1967) un modelo de inves-

    tigacin que denominfriccin intertnica, como una forma de describirla situacin de contacto entre grupos tnicos irreversiblemente vincu-lados unos a otros, a pesar de las contradicciones expresadas a travslos conflictos (manifiestos) o las tensiones (latentes) existentes entreellos. Una serie de investigaciones que siguieron al proyecto inicial(1962) utilizando el mismo enfoque, condujo a conclusiones similares,considerndose, como es natural, las peculiaridades de cada rea de

    friccin intertnica investigada (Laraia y Matta, 1967; Melatti, 1967;Santos, 1970; Amorim, 1970). Con el inters de distinguir el conjun-to de conocimientos adquiridos de aquellos almacenados en el senode la teora de aculturacin, me tom la libertad de hablar,grosso modo,de una teora de la friccin intertnica.

    15 B. Ward presenta la siguiente tipologa, de inspiracin lvi-straussiana,de modelo consciente: Podemos, y debemos, contrastar modelosconscientes existentes como construcciones en las mentes de las pro-

    pias personas estudiadas, con modelos del observador construidos porextraos, incluso cientficos sociales, pero probablemente es siem-pre til pensar tambin en trminos de, por lo menos, las tres especiesdiferentes de modelos conscientes que aqu distinguimos como mode-los inmediatos, modelos ideolgicos y modelos de observadores in-ternos (Ward, 1965: 137).

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    Erikson percibi bien esta relacin entre identidad y valoren sus estudios sobre la confusin individual y el orden social,con particular inters en la socializacin del joven. Afirmaque identidad e ideologa son dos aspectos de un mismoproceso. Ambos proveen la condicin necesaria para unamayor maduracin individual y, con ella, para la siguiente for-ma de identificacin, ms inclusiva, o sea, la solidaridad que

    liga identidades comunes en la vida, la accin y la creacinconjuntas (Erikson, 1968: 189). Despus de establecer unconjunto de determinaciones ideolgicas que condicionan elproceso de socializacin y que no sera justificado enunciary estudiar aqu, afirma que Sin tal compromiso ideolgico, aun-que implcito en un modo de vida, la juventud sufre de una

    confusin de valores que puede ser especficamente peligrosa paraalgunos, pero que en gran escala es ciertamente peligrosa parael funcionamiento de la sociedad (Erikson, 1968: 188).16Sien-do psiclogo, su objetivo no coincide con el del antroplogosocial, ya que ste no busca entender la identidad como re-sultado de mecanismos que se puedan reducir a una escala

    individual, sino como un precipitado de una pluralidad deidentificaciones (tnicas) que poseen propiedades sui generis,no necesariamente aquellas que se encuentran en la investiga-cin de individuos particulares.17Aunque la investigacin

    16 Como psiclogo, su objeto es lo que denomina identidad psicoso-cial, situada en tres rdenes: el somtico, a nivel de los organismos,

    el del Ego, al nivel de la integracin de la experiencia pers