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 Autopsias Rápidas  Jorge Ibargüengoitia  Autopsias Rápidas

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Autopsias Rpidas

Jorge IbargengoitiaAutopsias Rpidas

Nota sobre la seleccin y la edicin

Entre el mes de enero de 1969 y hasta el golpe contra Exclsior en junio de 1976, Jorge Ibargengoitia escribi 615 artculos en la pgina 7 de ese diario, casi sin fallar y desde donde estuviera: su casa de Coyoacn, Londres o El Cairo. Despus del golpe anduvo de viaje con su mujer, la pintora Joy Laville, y cuando regres a Mxico se uni a la nmina de colaboradores de la revista Vuelta con una columna mensual que se llamaba En primera persona. En la revista public otros 30 artculos, los ltimos de los cuales venan de Pars, adonde haban regresado los exiliados. Deca Ibargengoitia entonces que l se pasaba los das en Pars y las noches en Mxico.As pues que, a la hora de preparar los volmenes, me enfrent a varios inagotables paquetes que reunan nueve aos de trabajo traducidos en ms de dos mil cuartillas. Son dos mil cuartillas que trazan un doble mapa: uno, sentimental e irnico, de lo que significa vivir en Mxico (es decir: de lo que significa padecer la ciudad y la provincia, viajarlas, comer, beber, votar, recordar, amar y aborrecer); otro , el que se desprende de mirada singularsima, autnoma y escptica del hombre que ve al pas y que se ve a s mismo mientras lo hace. Si algunos de los sucesos que, en la dcada de 1970, incitaron a Ibargengoitia pueden considerarse caducos, no tardaremos en reconocer la manera de convertirlos en literatura les agrega un valor ms que propio.Literatura o periodismo? En este, como en otros casos de vala, la distincin se antoja retrica y timorata. Ya Eliot, en su ensayo sobre Charles Whibley, ha dado cuenta del falso problema alegando que no se puede forzar una diferencia entre periodismo y la literatura obre una nica escala de valores literarios: una novela segundona, dice, no es periodismo, pero an es literatura. No se puede alegar que el periodista trabaje un material distinto de otros escritores, lo que hay que reconocer es que lo hace por un motivo distinto, quiz, ms honorable an.El periodismo de calidad es propio de quien est elaborando un estado de nimo y, con inteligencia y rigor, es capaz de traducirlo en un estilo peculiar de observar y redactar su realidad. Creo que Jorge Ibargengoitia tuvo esa capacidad y que no se merma su modestia cuando el mismo as lo reconoce en un artculo escrito en junio de 1975:

Cuando Julio Scherer me invit a escribir en Exclsior, me dijo ms o menos:-Quiero que usted escriba una vez a la semana artculos sobre cualquier asunto que le interese.Mientras l hablaba yo pensaba que mi vida perodistica iba a durar aproximadamente un mes. Cuatro artculos, crea yo, bastaban para poner todo lo que yo tena que decir. Sobre todo, la idea de tener que sentarme a escribir todos los lunes, como gallina que pone un huevo, me aterraba.Entre estos pensamientos y la actualidad hay seis aos y medio, ms de seiscientos artculos, que reunidos daran un libro de cuatro o cinco tomos que afortunadamente no tengo que volver a leer.Estoy satisfecho con mi columna? Francamente s. En todos sentidos: como una rutina es la ms agradable que he tenido en mi vida. Cuntos asalariados pueden decir lo que yo he estado diciendo varios aos: `los lunes a las doce y media termina el trabajo de la semana`?En cuanto a lo escrito, despus de hacer la consideracin consabida de que slo un genio pude ser genial cada martes y viernes, debo admitir que hay artculos unos cuantos- que me dejan satisfecho y que, dentro de las restricciones peculiares del gnero, tienen la calidad que no desmerece al compararlos con otras cosas que he escrito con mucho ms cuidado.

De este acervo que no incluye el material con que Ibargengoitia colabor con la Revista Universidad o en La Cultura en Mxico, me he visto obligado a seleccionar esos unos cuantos de los que el novelista se senta satisfecho. Es obvio que, para m, esos unos cuantos son muchos ms de los que, quiz, l hubiera sancionado. Yo me he guiado no slo por la calidad (que, probablemente, l hubiera considerado como factor nico), sino por la necesidad de que esa calidad cubriera fielmente los leit-motiv que tanto l como sus lectores reconocen como determinantes de su visin de las cosas.La edicin tambin exiga un inevitable sometimiento a cuestiones de orden prctico. De ah que me haya decidido por tres volmenes organizados de acuerdo con un criterio meramente temtico (que si bien tiene la desventaja de quitarle a la secuencia las sorpresas de lo miscelneo, le agrega las virtudes prcticas de la maniobrabilidad) cuya responsabilidad es slo ma o, ms an, de mi fidelidad ibargengoitiana. Debo decir que los ttulos de los volmenes, de las secciones que los conforman y, slo en un par de ocasiones, de los artculos mismos, son de mi responsabilidad y que confan subordinarse al espritu del autor. Tambin fue decisin ma la de no estorbar el acceso a esta clida y singular estudio preliminar o un prlogo pretencioso (del cual esta inevitable nota podra ser triste ejemplo), por lo general dejo, a manera de introduccin, esa responsabilidad a la predecible voracidad de los lectores.

Guillermo Sheridan.

Primera ParteEscribir Cansa

Para qu sirve la crticaEl juego de Juan Pirulero

Durante un tiempo, hace aos, fui crtico de teatro. Mis crnicas tuvieron xito modesto. Con ellas logr lo que nunca pude lograr con mis obras de teatro; es decir, que alguien las leyera. De vez en cuando encontraba personas que me haban ledo y me felicitaban; de vez en cuando, tambin, me encontraba con autores de teatro que me conocan perfectamente y que me negaban el saludo, lo que significaba, sin lugar a dudas, que tambin me haban ledo.Ahora bien, los dos elogios mayores que recib durante esa poca fueron muy desconcertantes. El primero consisti en que una persona muy conocida, a quien yo considero inteligente, me dijo: Es mucho ms divertido leer tus crnicas que ir al teatro!Al principio me dio mucho gusto el comentario. Despus me puse a pensar que, en efecto, el seor tena razn. Para m era mucho ms divertido escribir las crnicas que ir a ver las obras. Pero si escribiendo yo les evitaba a muchas personas la molestia de ir al teatro, estaba yo convirtindome en su chivo expiatorio, papel que no estaba yo dispuesto a aceptar.El otro elogio fue indirecto. Ms bien, fue un halago, y todava ms desconcertante. Iba yo en un camin de la lnea de la colonia del Valle-Coyoacn, y atrs de m venan sentados un hombre y una mujer de los que venden flores en el tianguis de los viernes. Sucedi que, al pasar el camin cerca del Sala Chopin, el hombre ley el ttulo de la pieza que estaba en la cartelera, y procedi a explicarle a la mujer por qu la obra en cuestin era muy mala, repitiendo, verbatim, slo que con las deformaciones propias de su poca instruccin y de las tres o cuatro circunvoluciones cerebrales que le faltaban, lo que yo haba dicho en un artculo intitulado Los toros de Muhura, que haba sido publicado la semana anterior.Despus de un momento de romanticismo tpicamente mexicano (en el que exclam, mentalmente: Hasta las clases ms humildes me leen!, me puse furioso. Despus de todo, aquel vendedor de flores rascuache que me haba ledo ni siquiera se haba dado cuenta de que me haba ledo, sino que haba quedado con la impresin de que haba vito la obra y no le haba gustado.Pero el seor que lee la crtica y no se molesta en ver la obra, y el que cree que vio la obra porque ley la crtica, son, despus de todo, las especies ms agradables del pblico que tiene el crtico. Hay cosas mucho peores.Hay, por ejemplo, el caso del gran personaje que quiere pasar por culto (uno de los polticos ms limpios que hay en Mxico, segn una amiga ma), que tiene a sueldo a dos intelectuales que lo tienen al tanto de lo que pasa en este mundo, entregndole, cada semana un digesto, con fragmentos tales como; cuando se hable de Rosemarys Baby, diga tal cosa (una cita de Pauline Kael). Esto es ya saquearlo a uno. O, mejor dicho, saquear a los crticos de Nueva York, porque los mexicanos nunca han llegado al digesto.Pero estos tres casos que he presentado forman parte de una minora selecta: los que estn dispuestos a aceptar lo que dicen los crticos. La gran masa de los mexicanos pertenece a la categora de lectores reacios.Yo no s nada de pintura, pero s lo que me gusta, me dijo un seor. Intilmente, porque estbamos en la sala de su casa y, colgada en las paredes, estaba la comprobacin ms elocuente de lo que acababa de decir. O la seora que, despus de cambiar tres frases sobre Belle de Jour conmigo, me dice: Lo que pasa es que vimos pelculas diferentes.All acab la conversacin, porque yo saba que la siguiente frase de ella iba a ser: Por qu tratas de llevarme la contraria?La gente se pone frente a una obra de arte, de cualquier arte, y cree que lo que vio fue la obra de arte, y que los que no estn de acuerdo con lo que ella vio son imbciles o estn viendo visiones. Casi nadie puede entender que lo que est viendo es, en realidad, una interpretacin de la obra de arte en cuestin. Interpretacin que depende de la inteligencia, de la experiencia, de la instruccin de cada uno, y hasta del estado emocional por el que pasa en ese momento.Ver obras de arte es como viajar. Si alguien va a Roma, y le toca un mal hotel y se enferma de malaria, es muy probable que no le guste Roma, pero no por eso va decirle a otra persona que la pas muy bien y a la que Roma le pareci maravillosa: Lo que pasa es que t no viste Roma.

Dichos de los siete sabios

Hablando de la crtica, y siguiendo el procedimiento inverso al que aconsejan las reglas ms elementales de la lgica, el otro da trat del ltimo escaln en el proceso crtico, que es el lector. Dije que los lectores se pueden clasificar, grosso modo, en los que leen crticas para no tener que ver las obras, los que leen la crtica y creen que vieron la obra, los que citan crticas para hacer creer que conocen las obras, los que creen que todas las opiniones que no coinciden con la suya estn equivocadas, y, por ltimo, los que creen que eso es una virtud.En este artculo voy a referirme a los crticos y sus procedimientos.En primer lugar, hay que tener en cuenta que todo crtico, por el simple hecho de haber escrito una crnica y verla despus en letra molde, es una vctima de un fenmeno fatal, que consiste en creer que lo que dijo es verdad, y, por otra parte, que est obligado, en conciencia, a llegar a cualquier extremo para defender lo que dijo.Afortunadamente, para los crticos, la mayora de las crnicas pasan inadvertidas, porque los pocos que las leen, menos los que las leen con atencin, y casi ninguno el que habiendo ledo con atencin y teniendo capacidad suficiente, se toma el trabajo de coger hoja de papel, meterla en mquina y escribir una refutacin.Ahora bien, qu puede pasarle al seor que est dispuesto a defender sus opiniones a capa y espada y al que nadie le tira un lazo? Muy sencillo, o se amarga, o cree que sus opiniones son irrefutables y se siente orculo. Y el que naci para orculo, a orculo llega, sea crtico del New York Times, o del Mensajero del Corazn de Mara. Mxime cuando, como suele ocurrir, se le cita como orculo. Porque las opiniones favorables que emite aparecen, de vez en cuando, en catlogos de exposiciones, en programas, en las solapas de los libros, etc. Y aparecen tal cual, separadas del contexto que podra haberlas hecho risibles, con toda la autoridad y la ambigedad que han de haber tenido las frases dichas por la sacerdotisa de Delfos.Por ejemplo, en una ocasin, me encontr en un catlogo de exposicin una cita de uno de nuestros ms connotados crticos de pintura, que deca: mutatis mutandis, las obras presentadas en la exposicin son la representacin plstica del concepto que del Universo tiene la gran pintora Filomena Maturano. Muy bien. Las obras en cuestin costaban entre tres y cinco mil pesos. Filomenta Maturano era considerada, por la mayora de los que la frecuentaban, como una de las personas ms imbciles que haban visto en su vida. A nadie se le hubiera ocurrido preguntarle cul era su concepto del universo; menos, colgarlo en la pared; y menos todava, pagar por l de tres a cinco mil pesos. Sin embargo, la nota del catlogo nunca fue puesta en tela de juicio, por lo que su autor se sinti ms oracular que nunca.Sin embargo, hay que admitir que as como no es fcil inflar un perro (esto, aunque parezca una vulgaridad, es una cita cervantina), tampoco es fcil decir por qu una obra es buena y por qu otra es mala. A esto se debe que los crticos no vayan a la palestra desarmados, y que con el transcurso del tiempo hayan ido forjando una serie de instrumentos, de uso comn, que les permite enfrentarse a la tarea.En primer lugar, el crtico que tiene que decidir si va a hablar bien de una obra, si va a hablar mal de ella, o su va a andarse por las ramas.Para alabar una obra hay tres procedimientos, que generalmente se usan combinados. El primero consiste en afirmar que la obra pertenece a una corriente, de preferencia desconocida, que goza de gran prestigio, como, por ejemplo, el intimismo. El segundo consiste en sealar un paralelo con un autor que tenga un nombre sonoro, como Rauschenberg. El tercero consiste en el uso de adjetivos que tengan contenido emocional inequvoco, como, por ejemplo: soberbio, contundente, elocuente. Nunca usar palabra como exquisito que pueden ser interpretadas de muchas maneras.Hundir una obra es mucho ms sencillo que alabarla. Basta con inventar una frase letal. Por ejemplo: El ballet que vimos anoche es la representacin del sueo de una criada. O bien: Si el autor de esta novela fuera chimpanc, la novela tendra mrito de haber sido escrita por un chimpanc; desgraciadamente, no es el casoPara andarse por las ramas, se usan los mimos procedimientos que para alabar la obra, agregando la palabra quiz.

Defensa de la crtica destructiva

Una de las ideas comnmente aceptadas es que la crtica debe ser constructiva. Todas las crticas, desde los juicios que los crticos emiten en los peridicos, hasta lo que decimos, en la intimidad, de nuestros amigos, de nuestros enemigos, del rgimen, de la sociedad en que vivimos, del mundo que nos rodea, etctera.En el trasfondo de esta idea, la de que la crtica debe ser constructiva, se encuentran tres conceptos fundamentales: que criticar es hacer una obra de caridad, que el criticado est dispuesto a seguir consejos y que un juicio externo, por imparcial, es ms acertado que el del interesado, por comprometido. Ahora bien, como huelga decir que estos tres conceptos son falsos en la mayora de los casos, tenemos el derecho a sospechar de la utilidad de la crtica constructiva.Esta clase de crtica tiene muchas manifestaciones. Voy a poner tres ejemplos. Un seor recibe un artculo en que dice: Quisiramos ver a este excelso pintor creando nuevas formas, buscando nuevos caminos, en una palabra, quisiramos verlo lanzarse. Por qu? En primer lugar, el autor de estas lneas est usando el noi majestaticus, que es una ridiculez; en segundo lugar, crear nuevas formas es algo completamente abstracto y, en rigor, imposible; en tercero, si alguien no crea nuevas formas es por una de dos razones, porque no puede, o porque no le conviene, y en cuarto, lo ms probable es que el pintor aludido, al leer el artculo, tambin quisiera ver al autor lanzarse: de un balcn.Tambin es crtica constructiva la que me hizo un colega, que se sent junto a m en una fiesta. Cuida ms tus obras me dijo-, escribes como si estuvieras platicando. As nunca se ha hecho la literatura. No me pregunt lo que opinaba yo de lo que l escribe (no opino nada, porque nunca he logrado pasar del segundo rengln) y, por consiguiente, no se enter del respeto que me mereca su opinin, ni me crey cuando le dije que para eso, precisamente, se invent, la prosa, para escribir como si estuviera uno platicando, y evitarse la molestia de cantar.Otro ejemplo, ms modesto, es el de un seor que me ve cocinando espagueti y me dice: Aconsejan los italianos echarle un chorrito de aceite cuando est hirviendo. Y quines, por favor, son los italianos para venirme a m con consejos de cmo hacer espagueti?A m me perdonan. La crtica constructiva puede ser muy notable como virtud, pero no sirve para nada.Me parece mucho ms saba la actitud de quien, cuando un escritor le pregunta qu le pareci su ltimo libro, contesta: Muy vigoroso.Cada cual hace lo que puede y todos quedan muy contentos.Tambin existe la crtica ambigua, que me parece perniciosa. sta consiste en decir:-No es que yo me considere capacitado para criticarte, pero tu libro anterior me parece mucho mejor.Es decir, se elimina uno como crtico y despus emite un juicio. Para esto ms vale cerrar la boca.Otro ejemplo de ambigedad lo tuvimos hace poco, cuando, al ser interrogado un escultor conocido sobre lo que opinaba sobre la obra de una escultora conocida, expres:-No puedo decir lo que pienso porque con ella me ligan lazos de amistad muy estrechos.En estos casos, tambin, cerrar la boca.Por las razones expuestas, yo estoy a favor de la crtica destructiva.La crtica destructiva no beneficia al criticado (ninguna critica lo beneficia, el criticado es siempre vctima), pero el que critica se libera de muchos complejos y se coloca sobre terreno ms firme, porque puede tener la seguridad de que no est hacindole un favor a nadie. Adems, si se hace con suficiente ingenio, la conversacin se mejora, y los que escuchan, no slo se divierten, sino que comprenden que ms vale no meterse a las patadas con semejante lengua viperina.La crtica destructiva debe ser mordaz, cruel, certera y llena de imaginacin. Se emite en ausencia de la vctima, para evitar inhibiciones y que alguien se sienta obligado a dar la cara y provocar un pleito desagradable. Hay que procurar no hacer alusin a los defectos fsicos de las personas ni a sus hbitos ntimos. Esto es de mal gusto.De un arquitecto que nos cae mal podemos decir: Si el Conde Drcula estuviera en Mxico y trabajara en el Banco Septentrional, vivira en una casa construida por l. Del crtico que nos ignor en la resea anual, diremos: Las influencias literarias ms notables de su obra son Paulo VI y los Nios Hroes. De una habilsima periodista: Es una mujer que navega con bandera de taruga y es taruga. De un seor que est muy orgulloso con su pinacoteca: Esos cuadros valen millones, con el tiempo los pintores se vern obligados a recomprarlos para destruirlos.

Apuntes para una teora literaria

Cuentos Edificantes

Los cuentos llamados infantiles siempre me han parecido detestables. Cuando era chico, una mujer, que estaba encargada de entretenerme, me contaba con bastante frecuencia el de Caperucita. Ella lo terminaba de esta manera:-Son para comerte mejor!Y diciendo esto, el lobo salt de la cama, se abalanz sobre Caperucita y, ya se la iba a comer, cuando llego el cazador y lo mat. Colorn coloradoCmo que lleg el cazador y lo mat? Si no haba cazadores en ese cuento. Cmo va a aparecer uno de ellos en el momento culminante para salvar a Caperucita? Esto, que yo perciba con mucha claridad cuando era chico, es lo que se llama plumero en jerga guionstica. Un elemento que aparece al final y arregla todo, generalmente de manera insatisfactoria.En el fondo de mi alma yo quera que el lobo se comiera a Caperucita, que me pareca una nia estpida, que pasaba la mitad del cuento haciendo moneras y despus era incapaz de reconocer a su abuela.Haba otro final todava pero, que consista en dejar que el lobo se comiera a Caperucita; despus, el cazador mataba al lobo, le abra la panza y de all salan, no slo Caperucita, sino la abuela y las fresas, sanas y salvas. Esto ya es demasiado.Los cuentos que me gustaban eran muy diferentes. Uno, que recuerdo con mucha vividez, me lo cont mi to Pepe Padilla hace treinta y seis aos. l lo contaba como caso real, lo cual es un recurso eficaz en el arte de contar cuentos. Era as:Doa Chonita N., que viva en la casa aquella que ves all (dar la composicin del lugar es muy importante) era una mujer gorda, que acostumbraba comer cantidades fenomenales de (aqu se puede comer cualquier cosa, tierra, chilaquiles, dulces de almendra, segn se trate de darle al cuento un carcter ejemplar, instructivo o simplemente recreativo); pues bien, coma cantidades fenomenales de y empez a crecer y a crecer. Los vestidos le quedaron chicos y hubo que quitar las cortinas de la sala para hacerle una bata. Para sentarse necesitaba dos camas. El da en que quisieron sacarla de paseo hubo que tirar un muro, y cuando lleg a la calle, par el trnsito. Por fin, la familia decidi llamar al doctor. El doctor la auscult, dando vueltas alrededor de ella, apretujndose contra las paredes.-Cmo se siente, doa Chonita?-Muy fatigada, doctor.El doctor recet un cocimiento de ipecacuana y pronostic: -Ya vern como con esto se alivia.Se mand hacer la receta y se empez a darle cucharadas, que ella tomaba con mucha resignacin, porque estaba harta de su gordura.Pero los resultados fueron inesperados. Esa noche, la enferma sinti nuseas y empez a arrojar animalitos color rosa, con cuatro manitas y unos ojitos negros, con los que miraban para todos lados. Corran como liebres y se escondan en las rendijas. La familia, con escobas, trat de matarlos, pero de todas maneras infestaron el barrio. Hasta la fecha, en tiempos de lluvias, aparecen algunos de ellos.En este punto, mi to haca una pausa, para dar la impresin que la narracin haba terminado. No faltaba alguien que preguntara qu pas con doa Chonita. Entonces el contestaba:-Falleci aquella misma noche.Este cuento, conviene advertir, es de origen guanajuatense. Pero retirmonos un poco y tratemos de ver el cuento en conjunto y en perspectiva. Tiene virtudes. El tema es original, la relacin de causa y efecto est clara y, sin embargo, el desenlace es inesperado.No ocurre como en el de Caperucita, en el que de antemano sabemos que un lobo, a pesar de ser ms fuerte, ms feroz, y mucho ms inteligente, no tiene la menor probabilidad de vencer a Caperucita.En el cuento que contaba mi to no hay hroe y todo est lleno de errores y horrores como, la vida misma. Pero analicmoslo: todo hace suponer que la causa de la gordura de doa Chonita hayan sido las cantidades fenomenales de lo que ella se coma; por otra parte, el desenlace es claro efecto de la medicina que se le administr. En cambio, la relacin exacta entre los animalitos y la gordura y las intenciones del doctor y los objetivos que pretenda alcanzar al recetar la ipecacuana son dos misterios inescrutables. Por est razn, el cuento se presta a varias interpretaciones. Una de ellas es la de que la aplicacin de los conocimientos cientficos suele producir resultados inesperados; otra es la que los excesos en el comer y beber producen plagas que infestan las regiones; otra es la de que los mdicos suelen equivocarse y lo que se debi recetar en este caso es una simple dieta. Sin embargo, les aseguro, es un cuento inolvidable.

Escribir Diarios

Las personas que un buen da han tomado la decisin firme de escribir su diario a partir de esa fecha, se cuentan por millones. Esto suele ocurrir cuando la persona en cuestin tiene un cambio de fortuna, toma una decisin importante, tiene un amago de embolia, o la abandona la cnyuge. Lo primero que hace quien ha decidido escribir un diario es ir a una tienda de regalos y comprar un libro forrado de marroqu, que diga diario en la pasta, con letras de oro y tenga hojas inmaculadas, o bien, si es hombre de empresa, compra una grabadora. A pocos se les ocurre escribir un diario a mquina.Podemos imaginar al nuevo diarista con una pluma en la mano, sentado frente a la mesa y el libro abierto, pero en blanco, mirando volar una mosca. De repente le viene la inspiracin y escribe: cenamos en Prendes, o se habl mal del gobierno. Si es mujer puede escribir: se acuerda todava del vestido que estren hace veinticinco aos. Generalmente al cabo de treinta apuntes el libro forrado de marroqu se queda en un cajn, perpetuamente cerrado, o bien va dar junto a la mesa de telfono u se llena de nmeros de siete cifras, que nadie despus puede adivinar a quin corresponden.Hasta hace pocos aos, el arte de escribir diarios era algo que no entraba, como arte, en mis territorios. Me imaginaba que era oficio de mujeres empeadas en apuntar todo lo que no sucedi, o de mediocres que tuvieron la fortuna de convivir con algn figurn, como Goethe o Luis XIV.Cuando fui a Europa por primera vez, hace mucho tiempo, la mayora de mis compaeros jvenes de diecisis o diecisiete aos- compraron, antes de salir de Mxico y por recomendacin de sus respectivas madres, una libreta de tres cincuenta para escribir su diario de viaje, con la esperanza, probablemente, de llegar a los cincuenta aos, abrir la libreta otra vez, leer los apuntes y reconstruir in mente aquel precioso viaje de juventud. Los vea en las noches, apuntando con muchos trabajos: fuimos al Museo Britnico y, despus, a comer a Woolworth . A este respecto yo dije una de mis pocas frases profundas de esa poca: Si no puede uno recordar algo sin ayuda de un acorden, es seal de que ms vale olvidarlo.Compr una libreta pequea, en donde haca cuentas, que tir a la basura al regresar a Mxico.Pero afortunadamente con el paso del tiempo cambia uno mucho. Descubre uno, por ejemplo, que precisamente ese paso del tiempo es en s un espectculo fascinante. Descubre uno tambin que no es igual todos los das y que los acontecimientos cambian de significado segn la perspectiva; en fin, descubre uno que todo es relativo. De lo anterior se deduce la importancia que tiene que ver el diario cmo gnero literario. Ningn gnero excepto la novela en casos excepcionales- se presta tanto para poner en relieve estos aspectos de la existencia como el diario.Las memorias son, en cierto sentido, las anttesis de los diarios. El que escribe memorias est en condiciones de corregir opiniones, justificar errores: gente, por ejemplo que fue almazanista de hueso colorado, o partidario de Ezequiel Padilla, dir que no lo fue, o cuando menos explicar que las circunstancias lo obligaron a serlo, etc. El que escribe diarios no tiene ninguna de esas ventajas. Por otra parte, el que escribe memorias est atenido a la suya propia, que es una de las partes de la mente ms tramposas.El que escribe diarios en serio es un seor que ha emprendido una tarea que va a terminar el da que se caiga muerto o se qued gag. Por otra parte, est escribiendo un libro pstumo, por definicin. Es un libro dirigido a un publico desconocido, de una era futura, con el que no se tienen compromisos; al que no hay que halagar, ni fascinar, ni divertir.El que escribe diarios es un seor que se levanta todos los das, se sienta frente a una mquina, y escribe, bajo el encabezado de la fecha del da anterior, lo que se le ocurra, en un rengln o diez pginas. Cuando termina, toma lo que ha escrito, lo guarda cuidadosamente en un archivero y lo olvida. Lo ms recomendable es que no vuelva a leerlo, ni a retocarlo. Durante el da escribe otras cosas: novelas, artculos periodsticos, cartas, biografas, ensayos.El da de su muerte, llega el compilador, de preferencia una persona inteligente, que abre el archivero, revisa los papeles, corta lo que es repetitivo, aburrido o imbcil, agrega en cursiva prrafos explicativos y forma as un libro que va a permitir a un lector enterarse de qu fue lo que hizo, pens, sinti o crey un hombre desconocido que ha muerto. Ejemplos de diarios notables que he ledo ltimamente y que recomiendo, son los de Gide y los todava mejores de Harold Nicolson.Otro diario, que no he ledo pero que de todas maneras me parece interesante, es el que llev minuciosamente el padre de un amigo mo durante muchos aos. A la muerte del autor, la familia, en un momento de imbecilidad piadosa, quem el manuscrito.

Cmo ensear literatura

En la racha de conferencias por las que estoy pasando, me toc, la semana pasada, enfrentarme, en el saln de actos de una escuela normal superior, con unos doscientos futuros maestros de literatura. Como tema central la pltica era la enseanza de la literatura vista por un escritor, se me ocurri presentar y sostener la tesis de que las materias de la literatura deben desaparecer de los programas de enseanza en todos los niveles. Excepto, me atrevo a agregar ahora, de los seminarios muy avanzados para especialistas.El caso es que aquella tarde les dije a los asistentes a mi conferencia que la carrera que estaban estudiando y a la profesin a la que pensaban dedicar el resto de sus vidas deberan desaparecer por intiles o, en muchos casos, contraproducentes.Aunque nunca me he distinguido por lo intenso ni lo acertado de mis premoniciones, aquel da tena yo la impresin de que al presentar mi tesis iba a provocar una reaccin vigorosa, y de que dentro de los lmites de la probabilidad entraba la de ser acusado de oscurantista.No fue as. Todas las intervenciones de los futuros maestros comenzaban irremisiblemente con la clusula:-Yo estoy de acuerdo con usted, pero hay que tener en cuenta que O bien: -hay cierto casos en los queAl cabo de una hora y media de pltica y debate los estudiantes se fueron a sus casas a seguirse preparando para dar clases de literatura, mientras yo qued convencido de que lo que acababa de decir un poco a la ligera, era una verdad del tamao de una casa.Al principio, por no estar muy seguro de mis argumentos, me apoy ms de la cuenta en mi experiencia personal.Las clases de literatura son malas, dije, porque muchos maestros usan procedimientos que en vez de servir de acercamiento entre alumno y libro producen el resultado contrario. Como ejemplo habl de tres sistemas. Uno de ellos se lo o exponer a Daz Plaja. Consiste en afirmar que la literatura universal comienza en el siglo V a. de C. y llega ininterrumpidamente hasta nuestros das. En afirmar, despus, que en cualquier poca predomina en la literatura uno de dos temperamentos: romntico o clsico. A continuacin se una lista de las caractersticas de cada uno de estos temperamentos. Por ltimo, se divide la historia universal de la literatura en pocas y se le atribuye a cada una de ellas un temperamento dominante, en la inteligencia de que a una poca clsica sigue irremediablemente una romntica y as alternadamente.Con esa regla tan sencilla, al alumno le basta aprender las caractersticas de los temperamentos y la progresin de las pocas para poder juzgar cualquier obra, y hablar de ella durante diez minutos, sin la necesidad de leerla, ni saber de qu trata ni siquiera quin fue su autor, con slo saber la fecha en que fue escrita. Asimismo se puede juzgar a un autor, sin necesidad de leer lo que escribi, con slo saber en qu poca le toco vivir. No es prctico?Otro sistema de enseanza estaba cristalizado de manera admirable en un libro llamado el Basave, que fue el texto que us mi querido maestro Chicarrn para ensearme literatura espaola en tercero de secundaria. En este librito aparecan desde el Arcipreste de Hita hasta Garca Lorca, con su fecha de nacimiento y de defuncin y los nombres de los lugares en que ocurrieron estos sucesos, una lista de las obras ms notables que escribieron, otra lista de los apodos que recibi el estudiado sin darse cuenta Manco de Lepanto, Fnix de los Ingenios, Musa de Tecolutla, etc. y por ltimo un juicio pontificial, generalmente tomado de don Marcelino o de don Ramn. Por ejemplo: qu valen las treinta y tantas obras de Shakespeare comparadas con las dos mil y tantas que escribi nuestro Fnix?Durante un ao, aprendimos seis o siete fechas por semana y cuando nos tocaba el turno recitbamos a Chicharrn como pericos.Otro sistema, muy socorrido e igualmente funesto, consiste en ensear literatura de un pas, por ejemplo mexicana, como si fuera la nica en el mundo, pero con referencias a otras literaturas que son, por supuesto, desconocidas. El Balzac mexicano, por ejemplo, muri fusilado a los 23 aos.

Cuando leer es un placer

Durante el debate que tuve con algunos maestros de literatura la semana pasada, me di cuenta de que muchos de ellos creen que al alumno hay que conducirlo con mano firme hacia la buena literatura; de lo contrario leer libros que no tienen ningn mrito o bien se dedicar a ver la televisin. Creen tambin que la persona indicada para hacer este pilotaje es el maestro, puesto que en nuestra sociedad la mayora de los familiares de los alumnos son analfabetos, funcionales o reales.De este concepto se adivina otro que le sirve de base y que es el siguiente: las obras literarias son algo bueno y saludable, cuya lectura debe ser fomentada. Pero al mismo tiempo, como la mayora de las cosas buenas y saludables, dicha lectura es algo laborioso y bastante aburrido, algo que requiere disciplina y fuerza de voluntad. Por eso es indispensable que los maestros, en la escuela, les digan a los nios: tales y tales libros son buenos y los obliguen a leerlos a fuerza.No digo que todos los maestros de literatura piensen de esta manera, pero s muchos de ellos. Es muy comprensible. Para ellos los libros son un modo de vida y, por consiguiente, tan ridos como la mayora de los trabajos. Es perfectamente natural que piensen que leer es bueno pero pesado.Pero este pensamiento, tan natural en un asalariado, es una aberracin. Ningn libro a llegado a ser famoso por aburrido. Todos los libros consagrados tuvieron un momento o muchos en que resultaron fascinantes para muchas personas.Por otra parte hay que tener en cuenta que los beneficios que produce la lectura de obras literarias, son muy tenues. En lo moral, muy dudosos, y en cuanto al conocimiento que dan de la vida, inaplicables. Nunca he odo a nadie decir: Me salv porque apliqu las enseanzas contenidas en Fortunata y Jacinta.Por consiguiente, la nica razn lcita para leer obras literarias es el goce que producen. Pero all tenemos las escuelas, los maestros leyendo para dar clases y los alumnos leyendo para pasar el curso. De esta relacin naci la idea de que los libros buenos son pesadsimos.Yo recuerdo que, cuando tuve que leer La Regenta para explicarla en clase, me sumerga morbosamente en la lectura del El Nilo Blanco. La Regenta, que es uno de los libros ms divertidos que conozco! Ms divertido probablemente que El Nilo Blanco.Otro de los defectos terribles que tienen que tienen las clases de literatura es el patrioterismo lingstico. A m, en la secundaria me presentaron la literatura espaola no slo como la ms grande de todas, sino como la nica. Gracias a esta enseanza, hasta la fecha es la que leo con mayor esfuerzo.Al leer esto habr quien est pensando que yo soy llevado de la mala, que tuve malos maestros. O bien, que las clases de literatura son ineficaces y contraproducentes porque los sistemas de enseanza que se aplican son defectuosos.Yo lo que quiero decir en esto artculos es que considero que las clases de literatura todas- son contraproducentes por obligatorias. Establecen una relacin entre alumno y libro que es por definicin equivocada. La lectura es un acto libre. Debe uno leer el libro que le apetezca a la hora que le convenga. Y si no le apetece a uno ningn libro, no lee, y no se ha perdido gran cosa.Ahora bien. Una maestra me deca de una encuesta en la que ella particip investigando a cien adolescentes de distintas capas sociales. Una de las preguntas era qu prefiere, leer o ver la televisin? No hubo un solo interrogado que contestara que prefera leer. Segn ella esta era razn suficiente para impartir clases de literatura, sin tener en cuenta que estos cien nios examinados pertenecen a una sociedad en la que se dan clases de literatura.Yo creo que si de lo que se trata es de fomentar la lectura, es mucho ms efectivo que los maestros prohban la lectura de libros buenos y los hagan circular subrepticiamente, para que los alumnos los lean debajo de las papeleras durante la clase de matemticas.

Novelistas y Asesinos

Hace un par de meses, al levantarme de la silla en que acababa de dar una conferencia, se acerc a m una joven a quien reconoc inmediatamente. Es ahijada ma. El beb a quien hace aos sostuve sobre la pila del bautismo se ha convertido en una muchacha bastante guapa con los prpados pintados. No me dijo querido padrino, ni nada, sino:-Vengo de parte de un grupo de muchachos que estn estudiando (aqu entra el nombre de una materia que nunca estudi, como Ciencias Polticas, por ejemplo) u quieren que les des una pltica sobre el crimen poltico.Me sent bastante halagado, no de que alguien quisiera saber mis opiniones sobre un asunto que desconozco, sino de que aquellos tipos, siendo jvenes, tuvieran inters en orme. No me imagin que el inters y el gusto de aquellos estudiantes no tuviera nada que ver en el asunto.Todo parece indicar que un maestro tuvo la ocurrencia de encargarle a su grupo un trabajo de investigacin sobre el crimen poltico en la novela mexicana. Digo mala ocurrencia porque evidentemente, al encargar el trabajo, les dijo a los jvenes: Lean los libros entrevisten a los autoresEsto es poner a otros a que saquen las castaas del fuego. Si los autores no aceptan las entrevistas quedan como dscolos; si las aceptan quedan como redundantes, puesto que si escribieron en el libro fue, entre otras cosas, para no tener que explicar personalmente lo que piensan de determinados asuntos.Por otra parte, como noto que la mayora de mis entrevistantes no han ledo novelas, ni saben lo que es el crimen poltico ni quin soy yo-, he decidido que est de ms hacer aqu unas reflexiones sobre estos temas aparentemente olvidados.Qu es el crimen poltico? Aqu viene dar una definicin arbitraria: crimen poltico es el asesinato de una figura poltica por motivos polticos. De esta manera quedan eliminados todos los fusilamientos muchos de los cuales podran parecer criminales- y los asesinatos de personajes polticos cometidos por motivos pasionales aunque por el momento no recuerdo ningn ejemplo de personaje poltico mexicano que haya muerto vctima de un autoviudazo.Por otra parte, los motivos polticos no tienen que ser necesariamente ideolgicos. Pueden ser razonamientos tan elementales como el de qutate t para que me ponga yo. Pueden tener, a veces, visos religiosos, como en el caso de Toral, para ser, al fin y al cabo, motivos polticos.Cmo anda nuestra historia de crmenes polticos? Abundan, y los hay de gran variedad. Pero no hay que exagerar. No somos los campeones mundiales en ese orden. Los gobernantes mexicanos asesinados en el poder son tantos como los gobernantes norteamericanos asesinados en el poder. Claro, en nuestro pas los presidenciables asesinados forman una legin, pero si nos comparamos con Inglaterra en la Edad Media, con la Grecia antigua o con la Rusia de entreguerras, nos quedamos chiquitos.Cul es la incidencia del crimen poltico en la novela mexicana? sta fue, de las preguntas que me hicieron, una de las ms pedantes. Cmo contestar? El crimen poltico como tema novelstico en Mxico no es, digamos, ni el ms socorrido, ni el ms olvidado, Shakespeare, por ejemplo, nos gana con mucho. En Macbeth solo hay ms crmenes polticos que en toda la literatura mexicana.La novela mexicana no es ni siquiera el gnero literario en que se ha tratado mejor los crmenes polticos ocurridos en nuestro pas. Qu novela mexicana hay, por ejemplo, sobre el asesinato de Trotsky, que es probablemente el ms importante que se ha cometido en el pas? En cambio, existen varios ensayos y hasta un libro de memorias sobre el asunto, muy interesante, escrito por el jefe de polica de aquella poca.La muerte de Serrano est mucho mejor tratada, a mi modo de ver, en La tragedia de Huitzilac y mi escapatoria clebre, otro libro de memorias, escrito por el licenciado Santamara, que en la renombrada Sombra del Caudillo.El mismo Martn Luis Guzmn ha logrado, en lo que se refiere a crmenes polticos como tema literario, una de sus obras maestras en el relato directo es decir, no novelado- de la muerte de Carranza en Muertes histricasEn resumen, que nuestros crmenes polticos son mucho mejores, ms importantes y ms abundantes que nuestras novelas sobre el tema.

Memorias de Biblimano

Hace unos veinte aos encontr, en el rincn de una biblioteca de unos amigos, las obras completas del padre Feijoo. Eran un conjunto de libros estupendamente empastados y, para ser de principios del siglo XVIII, bien conservados y con pocas huellas de polilla. Era la segunda edicin de Feijoo. Tuve la sensacin de que lo que tena entre mis manos era una joya bibliogrfica.Al hablar con los dueos de la biblioteca, comprend que la buena conservacin de los libros se deba en parte a que, en lo que alcanzaba la memoria familiar, nadie los haba abierto nunca. Es ms, nadie pensaba abrirlos. Les pregunt que si estaban interesados en vendrmelos, dijeron que s, fijaron el precio, que a mi me pareci ridculo, lo pagu y sal de all convencido de que haba hecho una buena inversin y de que lo que llevaba entre las manos era una mina de deleites intelectuales.Me equivocaba. Los libros eran ilegibles. En parte porque las eses parecan efes y en parte porque lo que estaba escrito era aburrido como para tumbarme en una silla.Decid venderlos. Los llev a una librera que estaba entonces en la avenida Jurez, que era muy elegante, muy famosa y que tena una seccin de libros raro.Cuando los puse sobre el mostrador, el dueo de la librera me ofreci una cantidad que era exactamente la mitad de lo que yo haba pagado y la tercera parte de lo que costaban los mismos libros en la serie de Clsicos Castellanos en rstica! Al or la propuesta me puse morado. El dueo de la librera me dijo: Si saca usted los libros del establecimiento, no le sostengo lo que ofrec.Me llev los libros a mi casa y all se quedaron. All estn todava. Las obras de Feijoo y una oracin que se llama El Aposentillo, para leerse en Viernes Santo, son mis nicas joyas bibliogrficas.Durante veinte aos el Feijoo estuvo destinado a detener puertas y nivelar mesas, hasta que el domingo, cuando yo trataba de buscar la Tabla de los Temperamentos que crea haber visto en uno de los tomos y que no pude encontrar- me puse a hojear el ndice. Ahora empiezo a sospechar que cuando compr la coleccin tena razn. Es posible que el mamotreto sea una joya aunque no del orden que su autor ha de haber querido fuera.Abramos el ndice general en la E.Elefantes. Tienen junturas en las piernas y cmo se atrapan?... Sienten las afrentas y otras raras operaciones suyas. Se vieron elefantes funnbulos en Roma. Hubo antiguamente elefantes en Siberia. Hllanse all huesos de elefantes De dnde los llevaron all?... Singular agradecimiento del elefante Si tienen hiel?... Nigalo Aristteles Los chinos dicen que la tienen en diferentes partes del cuerpo Precauciones que toma el elefante para no caer por segunda vez al hoyo Sobre el elefante blanco. Su adoracin en Oriente Hay otros muchos vivientes que carecen de hiel.Dgame alguien que no le dan ganas de leer todas estas noticias sobre el elefante. O ms que leerlas imaginrselas. O mejor todava, de escribirlas.Otras entradas:Hiel. Mira elefanteEmilio (Paulo). Repudi a Papira, noble, fecunda y casta, pero insufrible Su elogio.Mujer. No es animal imperfecto Se hacen canas y calvas como las viejas Se martirizan y a nadie obsequian Predicar a la mala es perder el tiempo Dao espirituales que causan con vestirse a la moda Da al demonio el tiempo que gasta en componerse Perjuicio que causa el descubrir los pechos En qu pases las queman vivas por capricho?...

Nota. Un lector me habla por telfono para decirme que no se escribe Cha, como lo hice en mi artculo del viernes 30, sino Sha. Contesto lo siguiente. En el Diccionario de la Academia no aparece ninguna de las dos formas de sexualidad brinca a s, y cha es cada uno de los tres componentes del cha cha cha -. En el Pequeo Larousse Ilustrado (espaol), que es un diccionario lleno de defectos pero ms sensato que el de la Academia, aparece en las dos formas: Cha y Sha son el soberano de Persia. Es decir, que cada quien escribe este monoslabo como le da gana, sin pecar.

Lecturas Peligrosa.

Al comienzo de una novela de Budd Schulberg, el protagonista est leyendo La guerra y la paz. Todas las noches llega a su departamento y lee un captulo. Todo va viento en popa cuando de repente, en la pgina 1019, encuentra un nombre de mujer, Matriona Timofyevna, por ejemplo, que no sabe a quien corresponde. Para averiguarlo, decide comenzar otra vez desde el principio.Al final de la novela, el personaje abre el libro en la pgina 1019, encuentra el nombre de Matriona Timofyevna y descubre con horror que ya se le olvid de quin se trata.Las novelas rusas siempre me han producido entre admiracin y terror. Las empiezo a leer con mucha desconfianza, temiendo meterme en un compromiso demasiado serio. Como el de, en vez de enterarme de una historia imaginaria, tener que comerme toda Rusia.Segn parece, esta dificultad de leer novelas rusas no la tengo solamente yo, sino que es una deficiencia que comparto con el protagonista de la novela de Budd Schulberg y personas tan ilustres como E. M. Forster, quien en su libro Aspectos de la novela la atribuye esta dificultad- a la ausencia, en las novelas rusas, de personajes planos.Un personaje plano es el que aparece rara vez y slo para facilitar la accin. Por ejemplo, abrir la puerta de la habitacin donde est el cadver. Se distingue por una frase y un solo rasgo caracterstico. Por ejemplo, es un marido engaado y dice Cspita!Pues bien, personajes planos existen en las novelas de todas las nacionalidades excepto la rusa.Un mayordomo, dice Forster, que no tiene nada que hacer en la novela ms que anunciar que la cena est servida, si aparece en una novela rusa, el autor se siente en la obligacin de informarnos que se llama Petrion Trimafovich, tiene vrices en las narices y un hijo imbcil.Akaki Akakiyevich Bashmashkin, el protagonista de El abrigo, es el primognito de una familia en la que durante muchas generaciones los primognitos se han llamado Akaki. Pero antes de que nazca Akaki, su padre tambin Akaki- comprende que aborrece el nombre y decide romper la costumbre familiar bautizando a su hijo de otra manera.Desgraciadamente, el parto es difcil, el nio est en peligro de muerte, el padre est muy nervioso y cuando el sacerdote le pregunta con qu nombre bautiza al nio, no encuentra el calendario y dice Akaki, para salir al paso.Pero este incidente, que no tiene nada que ver con el cuento propiamente dicho y que noms sirve para explicar por qu un personaje se llama como se llama, lo le por primera vez en 1949 y nunca se me ha olvidado.Otros fragmentos de informacin intil que se me quedaron grabados indeleblemente son, por ejemplo, que la madre de Rasklnikov Rodion Romanovich- se llamaba Pulkeria Alexandrovna, que Verkovensky, el protagonista de Los endemoniados, dice la mitad de las cosas en francs:-Ah, cmo la he torturado, y en tan mal momento! Je suis un ingrat! -S que todo ha terminado; cest terrible.Pues a pesar del miedo que me dan las novelas rusas, y del riesgo que corro de leerlas y de que ,e quede la cabeza llena de recuerdos indelebles y completamente intiles, empec a leer Agosto de 1914, de Solyemitzin.Encontr el primer problema en la primera pgina. Es una descripcin del Cucaso.

Descollaba por su grandeza sobre la insignificante creacin humana, se vea tanelemental comparado con lo hecho por la mano del hombre, que aunque todos los hombres que han vivido en todos los milenios que han transcurrido abrieran los brazos cuan largos son y juntaran todo lo que han creado y pensaran crear en grandes montones, nunca lograran formar una cordillera tan fantstica como el Cucaso.

Claro que no! A quin se le ocurre!Uno de los personajes es el general Blagovenshchenski. La que me espera!

Homenaje a James Bond

En mi juventud culterana siempre me asombraba lo mal que todos tocaban los metales den la Orquesta Sinfnica de Mxico que diriga Chvez. En la quinta de Chaikovsky que no faltaba en ninguna temporada- hay un solo de no s qu, algn metal, que sala tan mal que costaba trabajo aguantar las carcajadas. Los violines, en cambio, eran mucho mejores.Yo siempre he atribuido este fenmeno a que en Mxico todos queremos ser o cuando menos queremos tener esperanzas de llegar a ser- concertistas. Como hay ms conciertos para violn y orquesta, que para trombn y orquesta, hay ms nios que estudian violn que los que estudian trombn. Esto a la larga produce una escasez de trombonistas y obliga al director a echar mano del primero que se presenta, con los resultados antes anotados.A una tendencia equivalente atribuyo yo la abundancia en Mxico de escritores serios aunque muchos sean muy malos- y a la casi inexistencia de gente que se dedique a escribir subgneros subliterarios, como son la novela policiaca y el thriller es decir, novela de espionaje, o de persecucin, o cuando menos de emocin-. Libros que son pasatiempos, que no nos van a revelar ningn secreto de la existencia, que slo afectan una parte de nuestra mente cuando los leemos, pero que la dejan completamente satisfecha.La diferencia entre una novela normal y una novela de espionaje es que la primera es, o pretender ser, un organismo viviente, mientras que la segunda es, y sabe que es, un mecanismo. El novelista serio est presentando una imagen del mundo como l lo ve, mientras que el escritor de thrillers est construyendo algo que parece vida, cuando en realidad es una serie de situaciones interesantes que ocurren a un personaje imaginario que es todo lo que la mayora de la gente quisiera ser y no es.Por ejemplo, James Bond llega a Munich y sabe dnde se puede comer el mejor liverwrst de la ciudad. A cierta hora dice, se me antoja un schnapps. Es decir, es un seor que siempre sabe lo que quiere, siempre sabe donde conseguirlo, y siempre tiene con qu pagarlo. Imaginemos a James Bond entrando en un restaurante y no hallando por cul decidirse, por la mesa que est en el pasillo, o por la que est en el rincn. Se acaba el Servicio Secreto! Sin embargo, nos pasa a todos, de vez en cuando.James Bond es el mejor tirador del Servicio Secreto, tiene un cuerpo magnfico, es muy guapo, se viste como nadie nunca le pasa que lleg con su traje de cuadros y todos estaban en camiseta-, bebe como una cuba y nunca se emborracha, todas las mujeres con que se topa excepto Tilly Masterson, que es lesbiana- se le rinden, y son tan guapas no sale una fea en toda la obra de Ian Flemming-, que a ninguna tiene que decirle que no. Por si fuera poco, lleva un cuchillo en la suela del zapato.Bondo es un jugador de golf de primer orden, juega bridge estupendamente, lo contratan como buzo profesional y no hace el ridculo, cuando tiene que escapara de la guardia de Blofeld en Suiza, lo hace esquiando como un campen, y ms tarde, cuando tiene que perseguir a Blofeld, lo hace en trineo deportivo. Pero no slo eso, sabe hacer trampas como nadie. A Hugo Drax, que ha estado desplumando incautos en uno de los clubes ms elegantes de Inglaterra, le cambia el mazo de la baraja, que va preparando, de tal manera que Drax cree que tiene un juegazo y en realidad est condenado a perder hasta la risa quince mil libras esterlinas-, a Goldfinger, que es tramposo, le cambia la pelota, etctera.Slo un hombre as puede enfrentarse a archicriminales y vencerlos despus de muchas peripecias. Bond se mete en la guarida un lugar inexpugnable- , y cae en manos del criminal, que est a punto de matarlo Goldfinger quiere rebanarlo en dos con una sierra elctrica, Hugo Drax lo amarra en la rampa de un proyectil intercontinental momentos antes del lanzamiento, etc.-, pero hay un titubeo, el criminal quiere presumir y le cuenta a Bond sus planes dentro de cinco minutos se van a robar el tesoro de Estados Unidos, van a desviar un disparo del Cabo Caaveral, van a aniquiliar Londres, etc.-. Error craso. En cinco minutos Bond va a acabar con el cuadro.Yo lo que digo es, por qu los mexicanos no hacemos algo as? Por qu no escribimos libros que glorifiquen nuestro servicio secreto?

Los Problemas del intelectual

Otra generacin PerdidaJueves:Tuve que dar una charla en una ciudad del interior. Cuando sub al estrado me di cuenta de que el pblico que estaba en la sala haba llegado all convencido de que iba a pasar un rato divertidsimo, creyendo que durante una hora iba a salir de mi boca una cadena de jeux despirit. El organizador del evento me present como uno de los grandes humoristas de nuestro tiempo. Su intervencin termin:-queda con ustedes Jorge Ibagengoitia.Me siento. Miro durante un momento aquellas caras llenas de simpata, aquellos labios a punto de partirse en una sonrisa. Abro la boca y empiezo a hacer una de las exposiciones ms fnebres que he odo.-Si Mxico hubiera terminado en 1950 empiezo diciendo- habramos quedado convencidos de que haba un pas formidable.Despus pas a referirme a la generacin perdida. La ma. Los que en esa poca ramos jvenes. -ramos jvenes, mirbamos a la vida sonrientes, creyendo que por el hecho de ser mexicanos tenamos a nuestra espalda un gran acervo y al frente un gran futuro.En la hora que sigui describ cmo as estbamos cuando un abismo se abri a nuestros pies y nos trag. Una seora se qued dormida. Un seor de playera se levant de su asiento y se fue.

Viernes:Al Despertar me doy cuenta de que lo que dije anoche durante la conferencia no es rigurosamente exacto. Somos una generacin perdida, de acuerdo. Pero si nosotros somos perdidos, qu puede decirse de los de la generacin anterior? Que ni cuenta se dieron de que estaban perdidos. Y los de la posterior? Que todava no se pierden. Por la tarde doy otra conferencia en la que expreso, entre otros conceptos interesantsimos, mi convencimiento de que la reforma educativa no existe.Al terminar voy a tomar la copa a casa de los organizadores. Se oye una detonacin y la casa se estremece. Luego se oye otra, y hasta cinco. Salimos a la calle con la esperanza de ver fuego en la lejana. Todo el vecindario hace lo mismo. Desgraciadamente no se trata de una fbrica que explot a diez kilmetros sino de unas atarjeas que estn explotando a una cuadra.Despus del incidente entro en un restaurante alemn.-En qu consiste la sopa trtara? le pregunt al mesero.-Es una sopa con pollo, jamn, legumbres, dos huevos y pan.-Y la de ajo?-Es una sopa con ajo, pollo, jamn, legumbres, dos huevos, y pan.

Sbado:Despierto sintindome muy mal. Atribuyo mi malestar a la sopa trtara.Pienso en mi generacin, adems de ser perdida, no tuvo ni siquiera el paliativo de una Gertrude Stein que lo invitara a uno a casa a comerse las obras completas de Alice B. Toklas. Aunque de sobremesa dijera: Ustedes, todos ustedes, son una generacin perdida.Nada. Tiene uno que ir uno a cenar en un restaurante alemn y comer sopa trtara.Durante el desayuno abro el peridico y leo: Una concentracin de gases en el alcantarillado hizo explosin. No se sabe quin puso los gases en el colector. La explosin fue provocada porque al contratista que hizo las tapas de las atarjeas se le olvid ponerles respiraderos.A ver si es triste: ser una generacin perdida y adems correr el riesgo de que exploten las alcantarillas.Durante el viaje de regreso, pienso en lo que dije en la conferencia: ramos jvenes y creamos que las pelculas del Indio Fernndez eran la expresin autntica del alma y del paisaje mexicanos, que Jos Limn haba inventado la danza moderna, que los jvenes filsofos que platicaban caminando entre los naranjos de Mascarones, con libros bajo el brazo, iban, en vez de a convertirse en funcionarios, a escribir otros libros en los que iba a quedar muy bien claro qu era el ser del mexicano.Creamos tambin que el teatro experimental iba a producir primero actores que momias, creamos que la pintura mexicana no slo haba llegado a ser una de las mejores del mundo, sino que estaba destinada a seguir siendo de las mejores del mundo, creamos tambin que todos los que estbamos metidos en este oficio acabaramos escribiendo libros famosos.Ser cierto lo que he dicho? De veras creeramos en eso?

Seducidos, llamados y quemados

Uno de los recuerdos que conservo con mayor satisfaccin consiste en lo siguiente: entro en un caf del centro de la ciudad y noto que algo irregular est ocurriendo. Los parroquianos estn de pie, mirando hacia un punto situado a poca distancia del suelo. Al acercarme descubro, entre las patas de las sillas, dos figuras que se revuelcan tratando de estrangularse mutuamente, en un pleito en el que intervienen unos anteojos y un tomo de las Obras completa de Dostoievski en edicin de Aguilar. Esto era bastante bueno, pero todava mejor fue cuando reconoc en aquellos rostros colorados y resoplantes, deformados por el odio y la asfixia, los rasgos de dos de nuestros escritores ms notables. No s lo que motiv el pleito, ni me importa; pero confieso que verlos as fue muy divertido. Esto ocurri hace muchos aos.[footnoteRef:2] [2: Me parece perfecto para un cortometraje en el Madoka]

Otro momento irreverente ocurri el da que falleci el mayor dragn de nuestra literatura. Un personaje mtico que durante muchos aos domin nuestras letras, invadi nuestras revistas literarias y acapar nuestras editoriales. Esa maana sal a caminar a comprar algo para desayunar y encontr a otro escritor que viva tambin en Coyoacn.-Ya sabes lo que pas? me dijo- Se muri el Tamal.Nuestra aristocracia de espritu, que por lo general vive aburridsima, se despabila de vez en cuando para comentar el mordisco que un poeta le da en la oreja a un diplomtico sudamericano, un adulterio escandaloso o una acusacin de plagio. Para eso sirven las famas.Por todo esto me extraa un comentario que encontr el otro da, al ojear el nmero 8 de la revista Plural en la seccin de Letras, Letrillas y Letrones. Empieza as: Hay momentos (y por desgracia no son raros) en que se hace bastante difcil sentir algn orgullo por el calificativo intelectual.Me extraa que alguien se sienta orgulloso aunque sea noms a ratos- por recibir el calificativo de intelectual, y ms me extraa que se sienta aludido. No conozco a nadie, que no sea completamente imbcil, que a la pregunta de: Usted qu es? conteste: Intelectual.El comentario en cuestin se refiere a la polmica que huno entre Fernando Bentez y Juan Miguel de la Mora, y lo saco a colacin, no por dicho pleito, que me tiene sin cuidado, sino porque de lo que dice el artculo se desprende que los intelectuales constituyen un grupo social suficientemente compacto como para que se perjudique porque dos de sus miembros acudan a tribunales a presentar demandas mutuas por difamacin, lo bastante homogneo para que sea posible establecer reglas relativamente sencillas sobre las cules deben ser las relaciones entre sus miembros y el Estado, y lo suficientemente prestigioso como para que sus actitudes y opiniones afecten las relaciones entre los gobernantes y gobernados.Si estuviera en mi mano, yo usara la palabra intelectual slo para hacer una descripcin global de todos los que se dedican a ciertas disciplinas y tomara precauciones para distinguir la palabra intelectual de la palabra inteligente.Pero abre uno el peridico y encuentra nuevas acepciones. Los intelectuales mexicanos, declaran algunos de ellos, han sido por fin escuchados por el presidente de la Repblica y, por consiguiente, estn en condiciones de ejercer sobre l una influencia benfica y colaborar de esta manera en el mejoramiento del pas.Yo, francamente, al leer esta noticia, no me siento incluido. Me siento tan identificado con los que han logrado trepar en el candelero y ponerse al habla con el presidente, como los dos intelectuales que estaban revolcndose en el piso, o con el Tamal.Pero los intelectuales, de Mxico y de todas partes, nos dice el autor del comentario citado, tienen la tendencia a creer en el poder cuando ste les presta atencin. Segn entiendo el razonamiento, el poder, con slo escucharlos, los seduce y los hace desvariar, imaginar alternativas que no existen, y suscribir y sancionar no una medida determinada, ni siquiera un rgimen, sino un gobernante. Dicho de una manera rudimentaria: Todo lo que haga el presidente est bien hecho. Por qu? Porque nos escucha a m y a mis amigos.Al llegar a este punto, conviene hacer la siguiente reflexin. Si se trata de llegar a tener una cierta medida de poder pblico- en un pas como Mxico, no hay camino ms largo ni lleno de obstculos que el del intelecto. Si quiere uno afectar el destino de Mxico es ms fcil meterse a diputado o a burcrata que a escritor.Por otra parte, ser cierto que el gobierno est escuchando a los intelectuales? A mi ms bien me parece que est desprestigiando a algunos de ellos. Cuando Bentez dijo que para los intelectuales de izquierda no haba ms alternativa que entre Echeverra y el fascismo, le dio a Echeverra el espaldarazo, muy cierto, pero l se dio a s mismo una pualada.

El arpa destemplada