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UANDO el alumno de arquitectura termina sus es­tudios en la F acultad recibe el diploma que acre­

dita su competencia y queda desde ese momento

habilitado para el ejercicio de su profesión. Este derecho que ha conquistado con su 'labor universitaria lleva con­sigo 1 • como sucede con todos los der·echos, ciertos deberes correlativos. E stos deberes son de dos categorías dife­rentes : unos s'e refieren a la conducta que ha de obser­var con sus clientes; los otros determinan las relaciones que ha de mantener con sus colegas. E stos últimos serán el tema del presente artículo.

El arquitecto, al recibir su título, entra a formar parte de un cnerpo profesional constituido por todos aquellos

que se dedican a la misma carrera liberal. N o puede con-5iderar a éstos co:no simples rivales (ltte le disputan su puesto en la lucha por la vida y a quienes debe desalojar por todos los medios posibles para conquistar el suyo. El arquitecto no es un comerciante ·que emplea para ven­cer a sus competidores todos ·Jos recursos usados en el -mundo de los negocios. Es un profesional ·qne no ha de ver en sus compañeros enemigos sino colegas, con los cuales está ligado por un coujunto de deberes recíprocos que limitan la libertad ele cada uno para asegurar a todos e: ejercicio regn:ar y honesto de la profesión. E stos de­beres que tienen su raíz en la dignidad y el honor pro­{esionales, no son en último análisis más que un expo­nente de bien entendi.da sulidaridacl, puesto que todos .Jos colegas pueclen encontrarse en situación ele ser amparados por las normas ele buen compañerismo que, benefician al­ternativamente a todos ellos.

Será posible que en un caso {lado se encuentren los intereses de un· a rquitecto en oposición directa con los de otro colega. En tales conflictos los intereses exclu­sivos del momento no han de hacer olvidar las reglas de delicadeza que deben regir siempre las r~laciones en­tre profesionales. Quien ofuscado por la sati~facción d·~

8 tt interés inmediato hiciera caso omiso de esas reglas, haría uso de una peligrosa arma de doble filo. Las cir­cunstancias se repiten con frecuencia en la vj.da y no sería nada difícil que el arquitecto indelicado se viera el mejor día defraudado en sus legítimas aspiraciones por la conducta de un ·colega poco escrupuloso que, poniendo en práctica sus propios procedimientos, cometiera ·con él idéntico abuso.

Ningún profesional ·deja de reconocer la justicia y la exactitud de las afirmaciones que acaban ele formularse. Por eso es que en algunos países los arquitectos que se

' reúnen en una agrupación profesional sancionan un pro-grama de principios que todos se comprometen a obser­var con la mayor fide!idad. Es así como en Francia, por ejemplo, las dos sociedades más importantes y ele mayor a rraigo, la " Sociedad Central de Arquitectos " y la " So­ciedad ele Arquitectos diplomados por el Gobierno", han adoptado un código de honor qtte resume en forma admi-

1 17

1

rabie los deber.es del arquitecto para consigo mismo y sus colegas, para con sus clientes, y para con lns empre­

sari0s y el personal de las obra s. Esta declaración de principios, redactada por el in­

signe Guadet, fué sancionada por unanimidad en el Con­

greso de Arquitectos de Bur.deos, en 1895· A su pie lleva la firma ilustre de Carlos Garnier, entonces Presidente de la " Sociedad Central ". En uno de sus artículos dioe:

" Con respecto a los colegas, el arquitecto se ·prohibe el plagio, así como el desconocí :niento de las reg:as deli­-cada~ que la ·conciencia impone a los artistas dignos de este nombre en sus relaciones entre sí. No busca la situa­ción o la clientela perteneciente a un colega. Recono~e la calidad d e colega y da el títu!o d e tal a to{lo arquitecto que ejerce honorablemente la profesión."

En ambas sociedades existe un Consejo de ·disciplina

encargado de velar por el cumplimiento del "Código de los deberes profesionales" que todo miembro firma al entrar en a·quellas instituciones. E ste Consejo toma medi­das más o menos rigurosas contra los que faltan a ·las refcri.das reg1as. Al comentar estas disposiciones, 1\IL Al­bert Louvet escribe en su notable obra sobre la profesión del arquitecto en Francia:

"He mostrado ya cómo ciertos arquitectos no vacilan en buscar por todos los medios la c:ientela de otro; y para no ser observados se guar·dan bien de hacerse admitir, -antes de entregarse a esa tarea, - en· las sociedades pro­fesionales. Desgraciadamente se encu entran todavía de­masiados colegas de ese género ; con apariencias a me­nudo muy correctas se entregan a maniobras inadmisi-bles aún algunas veces desde el punto de vista ele la s imple honradez. . . Contra semejantes p iratas no tenemos de­

fensa, ellos no forman parte de nuestras agrupaciones y si llegamos a sorprenderlos "in fraganti ", si los ponemos frente a su incorrección se líbran con toda soltura: los escrúpulos no molestan a quien no tiene ·conciencia. "

S in duda alguna que el código ele honor de los arqui­tectos franceses no se adapta enteramente a las condi­ciones especiales de nuestro medio. Pero acaso fuera útil hacer algo semejante en nuestra Sociedad. La circunstan­cia de que el número de profesionales es todavía res­tringi·do facilitaría la implantación de una medida que siempre sería oportuna y que algún día puede llegar a

• ser necesarta. El hecho de que algunos arquitectos actúen también

l'Omo empresarios de obras no obsta para la realización ele la iniciativa. l\1ientras compongan proyectos, ·es decir, mientras sean arquitectos, no pueden considerarse como simples comerciantes, ni pueden olvidar sus obligaciones recíprocas, ni ignorar que el honor no es una vana pala­bra sino una norma invariable de conducta para todo ar­quitecto que estime la , di-gnidad de su carrera y que

sienta pesar sobre stt conciencia la responsabilidad plena de sus actos.

•

'

•

•

En la Facultad dé· Arquitectura ..

AL INICIA LOS CURSOS

Señores:

Publicamos a continuación la notable con ­ferencia pronunciada por el arquitecto J osé P . Carré en el acto inaugural de los cursos de la Facultad <le Arquitectura. E l querido

•

maestro dirige su autorizada pala!bra a los alumnos para darles valiosos ronsejos y ex­celente;, -normas de conducta sobre sus es­tudios. Aunque dedicéllda especialmente a los estudiantes, cuya psicología expone con ·rara lucidez, la conferencia será leída con interés

' por todos los profesionales. En ella el señor

•

Carré, con exacta comprensión · de la arqui-tectura, analiza las cualidades que han de po­seer los proyectos. Formula también atinadas observaciones sobre ~1 verdadero criterio con que aquéllos deben ser juzgados, rectificando errores y prejuicios por desgracia bastante ge-neralizados en nuestro medio. ·

•

El señor Decano me ha designado para ·deciros algunas

palabras en ocasión' de la apertura de los cursos de la

Facultad. Yo no podría hallar mejor oportunidad para

hablaros de vuestros estudios de Arquitectura y para daros

también algunos consejos. •

Vosotros venís a bu-scar a esta F a:oulta-d , po.r una parte.

los conocimientos científicos que os permitirán resoiver

los problemas especiales que pueden encontrarse .en lá

práctica de la profesión, y por otra parte, la enseñanza a rtística y técnica· que os dará la capacidad para conden-­

sa r vuestras ideas, definir vuestras concepciones y mate­

rializarlas en la forma más útil y más noble.

Sobre la primera parte no quiero extenderme mucho: .

porque e!la os ocasionará pocas sorpresas, por lo menos . .

en cuanto a método de enseñanza: se trata de demostra-

ciones de teoremas, r esoluciones de problemas más o me

no's complicados. Los problemas serán nuevos para vos

otros, nuevas también las materias que propongan esto problemas, }:lero ya conocéis los principios ·fundamentale sobre los cuales reposa toda esta enseñanza, y que so~ los principios matemáticos.

Esos principios o bases son bien definidos; la resol u ción del problema es segura si se han plan'teado bien lo datos y si no se ha cometido ningún error -eri el desarroll

de las operaciones sucesivas que deben conducir al re sultado. Esta primera parte de vuestros estudios, m

' '

atrevo a decirlo, es la más accesibl-e. Con mucha dedica

ción, algunas aptitudes, vosotros la dominaréis. . . La segunda parte, me refiero a la parte artística, e

pa ra vosotros - hablo sobre todo para los principiante

- la que os ocasionará más dificultades. · Aquí nada de absoluto; ia· verdad para · un caso no 1

. . será forzosamente para otro. El terreno sobre el cu 1

descansaréis podrá derrumbarse bájo vuestros pasos y veces el resultado que os parecerá Í11tty cerca se .alejar' de vuestro alcance .

i8

Pero no desesneréis. .-\ fuerza de perseverancia, de

estudio, de bttena voluntad, la claridad se hará poco ~ poco

y el camino verdadero se abrirá luminoso ante vosotros.

Los que han cursad·o ya unos años de estudio lo saben

muy bien: se han encontrado tantas ve~es ante la di fi ­

cultad insuperable, la parálisis de la concepción, la angu s­tia enervante de la indecisión y alguna vez la desespera­ción y el abandono.

Sin embargo, no quiero detenerme sobre este cu adro

poco alentador porque no es mi objetivo el desanima ros

sino al contrario. P ero me parece que es bueno a visa ros

ya de la s dificultades que encontraréis.

Seguramente, ·la impresión de desamparo que estoy se­i1alando no es sentida de ·un modo igual por todos los es­

tudi~mtes y éstos se pueden dividir en dos categorías,

según el temperamento y la preparación.

En la primera categoría están los alu mnos a qu ie:1e:-;

todo Les parece fácil , que han adqui r ido una habil idad

de mano, una indicación superficial que repiten en todas

las ocasiones, que se contentan con ese bri:lo llama tivo

sin buscar nunca el fondo de las cuestiones. Como so­

bresalen sin di f icultad sobre sus condiscípulos que no han

adqui rido todavía los conocimientos suficientes para com­

petJirr con d ios, se creen ya llegados wl máximo de la sabi­

duría y no hacen nada para perfeccionarse. Para el!os es un peligro esta facilidad prematura <tne

los incita a no profundizar las cosas y no les sirve a veces

más que para dis frazar su debilidad. Digo que es un pe­

ligro y no un defecto, !)Orque la habil idad al servicio de

la 'razón, del buen sentido y del estudio puede al contrario

ser de una gran utilidad. .

A los hábiles yo les aconsejo rio descansar demasiado . sobre esta cualidad v sobre todo no contar demasiado con _,

ella, pero más bien estudiar como si no -la poseyeran.

Delante de los problema!', seamos sinceros, fre nte a la

v-etXIard, hagá·monos hmn i1ldes 1 si qu-e remos conquistar la, · y después de poseerla pongan:os todo en obra para ha­cerla comprender a los otros. . .

Ciertamente la habi:idad es una cualidad que no hay . . . ... . CIUe desdeñar. Debemos hacer lo posible para adquirirla, . . , . . , pero, que no sea nuestra un1ca preocupac1on. .

Algunos estudiantes creen que ya conocen la a rq_uitec­tura porcr:.te saben cruzar las líneas ele tal o e 1al 1nodo,

.. • .. o • ..

u dar una pincelada con tal color extraño. No ven en ella . . más que la página de dibujo, más q~e el arabesco agrada-ble a la v.ista, olvidando completamentE que el f in no es

la in:agen que se ve sobre el papel, sino la ~ealidad cons­truída, la sola que puede interesar razonablemente al ar · . . . quiteéto. AcostumLraos a no apreciar un proyecto con lo ~: . . . ojos solamente, si~o con el cerebro. Tratad de imagina r

en el espacio el edificio que se representa sobre el papel, . . .

desnudándolo de todos los artificios de la presentación, dándoos cuenta si en tal forma responde a su dest ino.

•

1

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1

•

..

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• •

ARQUITECTURA

estudiándolo bajo todos sus aspectos interiores y exterio­res, en sus proporciones de conjunto y de detalle, en stt composición ; y entonces, solamente, podréis juzgar si el proyecto está bien o mal. Será malo si sus grandes líneas . no corresponden de ningún modo a las exigencias del pro-grama, atmque las partes que lo forman sean hábilmente indicadas, porqu~ en .estas. ·condiciones los detalles. no ten­drán valor real siendo únicamente el fruto ·de la fanta­sía, y a veces del plagio. Será bueno en el caso contrario : si todos los detalles están estudiados de m1 modo lógico, en previsíón de su destino, sin chocarse los unos con los otros, haciéndose realzar mutuamente, cada uno en su sitio, en su valor. Es el modo seguro de ser arquitecto y no !-.Olamente pintor de papel.

He dicho lo que precede para poner en guardia contra sí mismos a aquéllos que tienen la tendencia a la indica­ción fácil, preconcebida según la moda del momento. La indicación es una manera de expresión y como en arqui­tectura las cosas que hay que expresar son muy variadas, variado también puede ser el modo. de traducirlas, en lugar ele con finarse en un sistema premeditado de trazados y procedimientos más o menos vistosos que hacen sufrir al arquitedo serio que se pregunta si hay sinceridad o si se le quiere e-ngañar ocultando los defectos.

Hay que constatar que esas presentaciones. brillantes son las primeras cosas que impresionan a los pri.ncipian­tes, y también, debemos confesarlo, a algunos veteranos que todavía no han sabido deshacers-e completamente de la costumbre de mirar las cosas superficialmente:

Se confunde comúnmente el dibujo con la arquitectura y no es raro encontrar personas que dicen a primera vista que ~m proyecto es st\perior. Ellos no sabrían explicar precisamente el por qué de sus juicios, pero es segura­mente la buena impresión que les ha producid9 .la ~on­templación de los accesorios del proyecto, impresión fa­vor·ecida por el marco, los títulos más o menos decorativos,

. la acuarela del fondo, el cielo azul, el sol poniente, los personajes del primer plano y otr~s banalidades por el estilo.

Este método ele apreciación se extiende hasta las pla~­

tas. Se mira el proyecto de un edificio no corno será una vez construído, pero como si estuviese realmente cortado, . separados los techos y visto desde un aeroplano; olvi-dando que eh realidad no se pueden ver cuatro fachadas al mismo tiempo, como tampoco se puede mirar detrás de las paredes. Se aprecia el valor de una planta por su aspecto y nada más: que responda o no a su o·bjeto, que sean bien proporcionados, bien distribuídos o no los di­ferentes servicios de que se compone. Eso es un gran de-

. fecto y yo insisto porque nosotros estamos aquí para hacer arquitectura seria y no cuadros de arquitectura.

Eso no .quiere decir ·que los proyectos no deben estar bien presentados, pero la presentación debe venir en úl­timo término, cuando el proyecto está concluído, para

. enseñarlo de un modo más agradable y, sobre todo, · la presentación debe acentuar la expresión que es una cua­lidad de la arquitectura.

Felizmente ya se reacciono contra la fal sa tendencia que ac·abo de notar, pero son cosas que hay que repetir,

• •

1 ! 1

' sobre todo para los principiantes, porque éstos. podrían

•

extrañarse al ver recompen~ar proyectos que a su juicio no tendrían mérito, mientras que otros con mucha pre­oontadón y aQtt-cu~e.la pod1riÍan no ser bien das.ificados. Si esta cosa ocurriera no sería sin razón seria, porque los primeros tendrían verdadera superioridad de ahqui­tectura sobre los segundos.

Si los alumnos, únicamente hábiles al principio, saben . . -

darse cuenta y reconocer que les falta el fondo, es decir lo principal y lo más útil, entonces solamente podrán per­fecciOitl.IM"se 0011 la ayuda del profesor; quien les comu­nicará los conociJnientos que él posea y corregirá sus de­fectos, analizando las cuestiones antes de fijarlas definí-

• tlvamente. Ahora pasemos a la segunda categoría de alumnos,

aqueJtos que tienen menos condiciones visibles, de tra­bajo penoso, <le imaginación lenta, a quienes faltan re-cursos para llevar sus ideas a bu·en término. .

Sus primeros ensayos son en general poco interesantes porque parece que les falta todo: la presentación tan ·envidiada de sus condis.cípulos. de la primera categoría y d fondo que no han adquirido todavía. Los que tienen un temperamento i1nactivo se desaniman, prerden con-- . . fianza eq su propio mérito y si no reaccionan no alcan-zarán mejor resultado.

•

Al contrario, los que trabajan, que piensan en las cues-tiones, las discuten y hacen estudios sucesivos,, tratando de perfeccionarlos poco a poco, con mucha perseverancia podrán conseguir los mejores éxitos.

A esta categoría pertenecen los alumnos de tempera­mento inquieto que no encuentran nunca bien. to . que hacen, y aquéllos que, más indu.lgentes <!onsigo mism9s, se contentan con poco y están siempre satisfechos. . .

Los primeros se dan cuenta de su debilidad e interior-•

mente se lamentan de no poder hacer mejor. Paciencia, la ruta es ardua, y larga también. Puede ser que sea pre-

•

dso caminar mucho en la obscuridad sin v~r aparecer-en el horizonte la luz bienhechora que más tarde iluminará

. . sus pasos. Pero ¡qué alegría cuando la hayan alcanzado y cuando se den cuenta de que sus esfuerzos serán menos

. '

penosos y de que las dificultades del camino han des-aparecido! · .

Estar descontento no es un defecto: es un indicio de que la aspiración es superior al esfuerzo y de qu·e todavía hay posibilidad de progreso. Por el contrario, aquéllos que están siempre satisfechos, se cierran ellos mismos el camino del porvenir. No hay raz6n para que hagan una vez mejor que la otra. El progreso nace · del esfuerzo sin el cual todo trabajo resulta prácticamente inútil.

A los alumnos de esta categoría, les aconsejo el tra­bajo, el trabajo salvador, y ellos serán los primeros sor­prendidos del cambio ·que se operará seguramente. Les aconsejo la asiduidad en las dases; pero no esa asiduidad que consiste nada más que en venir a firmar el libro ·de as.istencia, pensando ·después que todo está concluído ; sino la asiduidad efectiva, la que resulta del trabaj<h- No esperéis que el profesor os indique todo lo que hay que

,. hacer. No es ese su papel. El debe ayudaros seguramente, pero vosotros también debéis pensar, pensar mucho~ fijar

•

' '

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•

•

•

•

•

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•

•

•

ARQUI

vuestro pensamiento y perfeccionarlo. Si contáis sola­mente con la corrección del profesor, sin otra preocupa­ción que la de recibir la corrección siguiente, vuestro pro­yecto adelantará poco. Hay que tr.:tbajar: con el trabajo ,

solamente conseguiréi s un buen resultado.

En esta el a si ficación rápida de los temperamentos de los alumnos, yo me he abstenido de hablar de aquéllos que vienen aquí nada más que para pasar el tiempo y ver si les será posible adquirir el título de arquitecto sin hacer nada o poca cosa.

A éstos yo les aconsejo no seguir más o cambiar radi­calmente ele conducta ; sino el porvenir no les reservará más que decepciones. Se harán daño a sí mismos y tam­bién ha_rán daño a la profesión.

Además de los pro.yectos ele arquitectura, la segunda parte de vuestros estudios comprende también el dibujo, el modelado, la teoría del arte, y de la arquitectura, la historia ele. la arquitectura. No descuidéis estas . ramas de vuestro programa. En ellas halla•réis una ayuda pl"leciosa para formar vuestro criterio, desarrollar vuestro pensa­miento, abrir vasto campo a. vuestra imaginación.

Conociendo por .}a historia de la arquitectura lo que otros han hecho antes de vosotros, podréis apreciar mejor b s t:oncepcipnes n:.odernas y también tomar más retSuelta­mente las decisiones correspondientes en vuestras propias creaciones. Además del interés excepcional que os re­s?rvará d estudio de la arquitectura en los siglos que nos han precedido, insensiblemente este estudio formará vues-

.

tro gusto. Acostumbrados a ver las cosas artísticas que han hecho vuestros antepasa.dos, se fijarán en vuestro es­píritu los ejemplos buenos y variados que las civiliza­ciones precedentes nos han dejado.

Es en esos buenos ejemplos que debéis ir a buscar, como a una fuente preciosa, las lecciones que nos han legado los arquitectos de otras épocas. Ha y gente que pretende que estudiar las obras hechas por nuestros predecesores impide hacer cosas nuevas. Es un error profundo. La ar--quitectura no se improvisa. Ella sigue una evolución lenta, hecha de las ideas del prese11te, sin apartarse completa­mente de aquellas del pasado. N esotros debemos apro­vechar de estas últimas para transformarlas y adaptarlas a nues,tras necesidades modernas. Por eso tenemos que conocerlas.

Si los ejemplos ·que hallaréis en los libros y dibujos antiguos, en general son buenos, porque ya han sido set1ec-1 cionados y son la reproducción de cosas ejecutadas, . se puede decir lo mismo de las numerosas · revistas que representan fantasías y a veces locuras modernas. Yo · n quiero decir por cierto que todas sean malas. Se ven menudo cosas muy interesantes ; pe'FO ¡ oui<iado! vosót que empezáis a estudiar, todavía podéis equivocaros un-•v•••v' sobre el valor real ~e algunas de esas creaciones. Y aq llas que llaman más vuestra atención por su novedad son! a veces :as peores y las más capaces de dejar grabada vuestro espíritu una impresión nefasta para la bu orientación de vuestros sentimientos artí sti co~.

La teoría del arte y de la arquitectura, como tambi la historia razonada de la arquitectura os pondrán al a

'

URA •

de las. desviaciones del gusto que muchas veces pudieran producirse si no tuviérais mucho cuidado en la elección de los ejemplos que consultáis.

El dibujo y el modelado serán los complementos de vuestros estudios artísticos. Ellos desa-rrollarán también

. vuestro gusto, os enseñarán a apreciar mejor los valores, las proporciones; os ciarán la precisión de la vista y de la mano.

Si queréis aprovechar el estudio del dibujo y del mode­lado, no os contentéis con reproducir casi mecánicamente los objetos que copiáis. El interés del dibujo y del mode­lado no es solamente la reproducción más o menos exacta de qos obJetos. Cua-J,quier a.parato fotográfico io haría me­jor que vosotros. Se dibuja para conocer, para apreciar, y, sobre todo~ para observar. Definir el carácter del ob­jeto, principalmente sus grandes masas, su forma domi­nante, las proporciones de sus diferentes partes en rela­ción las unas con las otras. E s el cerebro que debe trabajar y la mano solamente debe obedecer.

En presencia del objeto que se trata de estudiar es preciso darse cuenta de las razones que hacen que se perciba bajo tal o cual forma; el por qué de su estabi­lidad, de sus deformaciones perspectivas, de su color, de . la repartición de las sombras, de la di fu sión de la lttz, de los reflejos, contra sombras, etc. Todos esos fenómenos tienen t11na razón de Sle r que es necesario an.a.liza·r y pro­fundizar. Acostumbrados así a estudiar vuestro modelo,

· habréis descubierto el secreto de su forma y de su as­, pe::to, y podréis más fácilmente reconstituirlo dtspués, o

representar otro objeto en las mismas condiciones.

20

El defecto que he señalado para los proyectos de ar­quitectura existe también para el dibujo y el modelado. Se busca inútilmente una originalidad en la factura, el color del papel o del lápiz, tratando de impresionar a pri­mera vista, o de hacer un dibujo bien limpio o un mo­delado bien liso y bien concluído. Poco importa todo esto. Son cualidades secundarias que no tienen in1portancia si el dibujo está mal planteado, si es malo el conjunto o si en el .modelado no se ha tenido en cuenta la relación de los volúmenes, el establecimiento exacto de los planos y el carácter general del modelo.

Señores: Yo no creo haber llamado inútilmente vues­tra atención sobre algunos puntos delicados de vuestros estudios antes de empezar las clases. Eso -quizás os inci­tará a hacer una observación de vuestro carácter y a to­mar alguna resolución práctica.

Mientras estáis todavía en la Facultad, podéis reformar vuestro método de trabajo; los unos poniendo más serie­dad en el estudio; los otros, más perseverwncia y asi­duidad. Estoy seguro que vosotros acudiréis a las clases con mucha buena voluntad. No la abandonéis a la pri­mera dificultad. Haced lo posible para conservar intactas vuestras buenas intenciones, y podréis contar con la ayuda de vuestros profesores que harán todo lo que esté en su poder p31ra facilitaros ~la tarea y condiuoi,ros a un buen rr­

sultado.

JosÉ P: CARRí--:. _ •

•

•

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•

1

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• 1

• • • • • 1

Mecánica Aplicada a las Construcciones 1

. Apuntes correspondientes a( curso de la Facultad de Arquitectura . '

'. 1 •

(Continuación del ntímero XXII)

•

7· - Investigación del mo·mento de ill rrcia para a!gll­na~· de las principalrs srcciones emplea-das.

A. - M omento ecuatorial de inercia de la sección rec­/a;¡gular de ttn prisma.

La expresión genera: del momento de inercia, podemos escribí rla así

•

lo que está de acuerdo con su definición.

y, 1

1

1 ,. .. 1

. . • • d .... bd m' : m 1 •

X ~ G "' X . • • •

1 . • . • . • • .

,.. .... ... ., ..... '01 . l . 1

1 y

I.0 Tomemos como eje de inercia, la recta XX para­lela a la base b del rectángulo; eje que pasa por el centro de gravedad G. E ste último, ·en la hipótesis de ser homo­génea la ·materia del prisma, coincide con el centro de figura .

Cada elemento rectangular de la superficie, tal como nt m', que supondremos designado con dw tiene por medida el producto de la base b por ·la altura infinita­mente pequeña dy de ese elemento, siendo y su distancia al eje XX.

Así es que

rlw = b. dy

y reemplazando en (9) . resulta

+ ~ 2

'b d 9 . . Y· .y.- .. h

o sea -- - -

2 2 •

lo que da + h

_h y3 -9

_yx· M e :3 + . . -

' h ! - -2

siendo e la constante de integración .

' •

21

Como para y = o, el momento de inercia de la super­fi cie es nulo, (Ix o), se deduce de la anterior que el valor de la constante es e = o; por lo tanto

. a b h b h

T X -- - - 3 - 2- - 3 - 2

a :1

2 b h . . I - - 24- o b1en x= bh3

12 (10) 1

• que es la expresión del momento de inercia del rectángulo con respecto al eje considerado .

Designando con V a la mitad de la altura h del rec­tángulo, tendremos

I bh2 sea x y = 6 (11)

Siendo V la distancia .qu.e media entre el eje de rota­ción XX (eje de inercia) del prisma y l.a línea de elemen­tos superficiales más alejada de ese eje, a la expresión 1

V

se le llama momento de resistencia . 2.0 Si el eje con respecto al cual se desea obtener el

momento de inercia, es el Gu que pasa por el centro de gravedad G y forma un ángulo a con· el eje de las X, tendremos por la (4)

3·° Cuando el eje de rotación coincide con la base del rectángulo, la expresión del momento de inercia es

h h

b. dy. y 2 =h y2dy~ • o o

o sea

Como para y = o resulta también l.x,= o, se deduce de la anterior que e = o, io cual da

( 13)

que es la expresión buscada.

-.----• • • dw • m ,.. ' • • h • •

X -* • •

' • • ' • • ;

' X' X-'- ' ,. ... ·-- · b ..... ..¡

•

,

•

A QUITECTURA

Se obtiene el mismo resultado aplicando la fórmu de

trasposición l x' Ix + Q d2

En e fecto :

bh :.l ( h ) 2 == bh:1 3bh 11 bha Ix,= -12- +bh -2 + . = - -12 12 S .

A' - M omento polar de inercia.

I.0 En el caso de qpererse hallar el momento de i rcia

pular del rectángulo con relación a un eje que pasa po su

•

'l ..

• • ' ' ' • . . •

. . x--h • . . • . . . •

L ..

'

1 1

1 1

4' / / \

- -X

/ . .. -- --- b . . .. ....

rentro de gravedad G y es normal al plano de la sec­

ción, aplicaremos la conocida ·expresión .

y tendremos 1

o sea

14)

donde d es la diagona:l -deil rectángulo. El momento de yesistencia polar, es, por analogía con ·el anterior

<F = !Jt2 d = Q ~

9. 6 - '

2.0 Si el momento de inercia polar lo tomamos con r -

pecto a un eje que pase por uno de los vértices O rectángulo, la y~ citada expresión da

y considerando

Ip o sea

Ip Ix' + JY,

los valores de

bh :l hb :¡ -s- + -;3 ;

Ix'

Ip

~-1

1 l ' ··r. ------1 ' ' ' ' . ' ' ' ' h ' ' ' ' ' • . .

•

• •

• '

• • • •

• •

' y de ly'

b2+ h2 bh

3

•

•

x ·--L · .. Q __ X' ¡. - ---b ---- -1

•

1

tv·

res u ta

( 5)

(a). - Tratándose de un paralelogramo, tendremos

iguaJmenre como expresión del rnomc11to de i11ercia ecua-

!'" .... ·r-----.,. . ' :h ~ ....... jy : t' ~;.;:;.;,,u,¡.--/ : •

' X - - 4-+---- -+-_.,:,......._ - X

' ' ' • . } .

. . . :, 1 1 : . - -- - -L. ~ . . . ¡, .. . ... .;

· torial con respecto al eje de graveda·d XX paralelo a la base b,

también que '

lo que da

o sea

í" + h -

h b. dy. y 2 IX =

2

--" w

podemos escribir ' as1

IX

Ix

h -2

2 b y2 dy '

o

h

2 b '!_ ( y3) 2 3

•

bh a Ix = 12

h ¡¡ 2 b 24

•

(16)

expresión igual a la ( 10) anteriormente hallada para el ·

rectángulo. 1

(b). - Si la sección fuese un cuadrado, para obtener el momento de inercia no tendremos más que hacer

h = b en las respectivas fórmulas ·del rectángulo. 1.0 Si el eje de inercia es una recta XX paralela a

uno de los lados del cuadrado y que pasa por su centro

X-

L

l "~-+--7(' ' • • • b

•

+--

L,l'---+-·-~ ' ' ¡.. .. ... . ¡, ... ·i

1

~

•

de gravedad G, el momento ecuatorial de inercia será,

pues,

(17)

Del mismo .modo obtendremos la expresión del momento

de resistencia: •

I b 3 X

- = V 6

2.0 Igualmente, el momento de inercia

uno de los lados del cuadrado es

b ' Ix·=s

(18)

con respecto a -

(19)

1

1

ARQUITECTURA

3.0 El momento de inercia con respecto a una diagonal, LL por ejemplo, lo conseguiremos aplicando la expresión

. b4 g1enera'l (4); y como Ix IY = 12' Y además por_

1 • re­_ , V2

ser a = 45° , se tiene sen 45° = cos 45° =

sulta

(20)

Elipse central de inercia del rectángulo.

La expresión general (6) de ;la elipse de inercia nos permitirá obtener la ecuación correspondiente al caso del

rectángulo. . Siendo los momentos de inercia con relación a los ejes

principales XX e YY del centro de gravedad, respecti­vamente

tendremos como cuadrados de los radios de giro, respec­tivamente también

(2~)

por consiguiente, la ecuación de la elipse central de iner-. , cta sera

(22)

cuyos semi- ejes tienen por longitudes

~ J/t 2 3 -~-V+ y

(23)

•

o sea

0,577 : y 0,577 ~ (23')

con lo cual esta·remos en condiciones de poder trazar la --curva.

Elipse central de inercia del cuadrado.

Como los cuadrados de los radios de giro con r-especto a dos rectas que pasan por el centro de gravedad y que son para·Jelas a ·los lados de la figura, e,stán expresados por

(24)

la ecuación de la elipse central de iner·cia será

= 1, (25)

o bien

que indica una circunferencia de radio

•

23

'

=V1~= (26)

Teniendo en cuenta que el radio ·de giro es un~ cantidad cons.tante, .en virtud de ser una circunferencia la elipse centra·], resulta ·que el momento de inercia de un :cuadrado con r.especto a una recta cualquiera que pase por el cen­

tro de gravedad G, también ·será constantemente _igual a

o

I n /)2 b~ ~ b4

= ~¿ ~ = 12 =. = 12 (27)

Aplicación. - El momento de inercia d~ un perfil do­ble T con relación al eje XX de simetría que pasa por su

centro de 'gra;vedad, se consigue calculando el momento de inercia del rectángulo ·que tiene por base el ancho b de las alas y por altura la de la viga, y restándole el mo­

mento de inercia de los dos rectángulos que tienen

por base y h' por altura.

Así resulta

bh3 b' h' :l bh3 - b' h' 3

I = - - - - - = X 12 12 12

El momento de resistencia, es

V bh8

- b' h' 3

6 h

b' -- -2

(28)

(29)

Del mismo modo, tendremos. como momento de inercia con respecto al otro eje ele simetría YY

(h - h' ) b:l + h' (b - b') :1

Iy = J2

y

1---------b .. -~ i::=:::;t:::¡=::J· T

1 o o

• o •

• 1 h' h

o x---,......--+- t

• • •

1 o 1 1 o o 1

Elipse central.

1 :

1

IY

1 •

1

--X

(30)

• • .. "

., ..

Una vez obtenida e11 área de la superficie, se deducirán fácilmente los radios de giro alrededor de los ejes XX e

YY, y se podrá construir la elipse cet:ttral de inercia de que -da una idea hi figura.

Operar~os de ·maJnera análoga para haUar el momento

de inercia o el de resistencia de un perfil doble T armado con escuadras, de un perfH en cruz, eté.

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TALlA, impregnada de las tradiciones clásicas, ·do¡ tada ele numerosas obra·s de arte de la antigüedad no fu é tierra propicia para el clesarrol'lo ele JJ

arquitectura góticat que llegó tardíamente a ?U sue1ci . .

donde nunca tuvo el a rraigo alcanz~do en los otros paí- . :;es ele Europa.

A despecho ele esas circunstancias Italia tiene la glo- . ria de poseer uno de _los más notables monumentos oji­vales : la Catedral de :Milán. Cuando fué construida ya hacía tiempo que el gótico f!orecía en otras regiones del ~

continente, razón por la cual no es un modelo ele purez en el estilo. Sin embargo, no merece las críticas implacables que le han dirigido algunos rígidos arqueólogos

' '

más inclinados a demostrar su eru-dición que a meditar serenamente sus juicios. A·l tomar en cuenta esas opi­niones un distinguido ·crítico francés ha escrito estas hermosas palabras, tan llenas de verdad como de poesía :

" Si •la Catedral de Chartres es la

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e ·¡ p 1 a n .L

p~mto superior se .eleva .a s6 metros, se concluyó bajo el gobierno napoleónico a principios del siglo pasado. Los trabajos para la completa termina-ción del Duomo han con­tinuado casi hasta nuestros días.

Según es notorio, la fachada principal tiene nw chos <~ lc­

mentos clásicos que se ha intentado varias veces reempla-­zar por otros ojivales sin que nunca se haya llevado a cabo la tan discutida restau ración.

La planta del Duomo ofrece analogías con las de Almiens y Colonia. Las cinco na ves son casi de igual altura, lo que presta un carácter particular al interior. La na ve

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central tiene 48 metros de elevación y 20 de anchura. La longitud total es de I 58 metros y la extensión del cru­cero de 86 metros.

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La lámina que reproduce el aspecto general de la Catedral permite apr.e­ciar toda la belleza de este granclio ·o monumento que está revestido com­pletamente de mármol y adornado con una in finita variedad de estatuas • . 1 : ...

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flor ruda <le un país triste, gris y pá­lido cuando la siega no lo enrojece ; si Notre Dame de París o Laón, o Reims, o Bourges, expresan el ás .. pero misticismo de nuestras ti·erras bárbaras ¿por qué ·este país fért il y dulce del lVIilanesaclo, cuya alegría acoge y cuyo encanto embriaga, cl e:::­pués de la travesía ele los Alpes no tendría el derecho de expresar la for­ma ele su religión en esta blanca igle-­sia, inmensa, con omil pináculos, in­maculada como los glaciares que se divisan desde su techo, of recicla a 1 sol y a las suaves lluvias plateadas como las llanuras que le forman un magnífico pedestal? ¿Acaso la viña

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-"'·--···· · ...• - !¡' \ !j ! \ . -··, ( más ele 3.500), pináculos, doseles,

balaustradas y cornisas caladas que ·no tienen rival y forman en su pin­to-resco conjunto un encaje primordso

iombarda es -corta, y jorobada, .y ú. pera como nuestra cepas ? ¿No- se .enlaza por ventura a las moreras para flo recer en guirnaldas? ¿Y el ai re que juega alrededor de Duomo tiene a'lgo ele común con nuestro cielo duro belicoso?".

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Este se levanta

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y refinado que da a la Catedral lom-barda el carácter de ligereza y de ele-,

que le pertenece exclusiva-• ganc1a mente.

" En razón de su originalidad. -· dice un crítico italiano, - el Duomo no sirvió en l\1ilán de modelo para la iglesias secundarias. lviientras que en Roma, alrededor de la cúpula de San Pedro se eleva una serie de cú­pulas más pequeñas, má o menos emejantes a su imponente modelo.

nada en Milán se parece al Duomo. solo, y su vista, por otra 1-'arte, proYOCél

más sorpresa y encanto que admiración artística."

La Catedral de l\tl ilán data de fines del siglo XIV. Etr 1386 el duque J u a~ Galeazzo Visconti colocó la primerf pied ra. Los trabajos de construcción prosiguieron muy lentamente a causa ele la magnitttd misma de la obra, .... iendo numerosos los arquitectos italianos y ·extranjeros . que intervinieron en ella. El techo no fué concluído hasta principios del siglo XVI, es de-cir, en pleno Renacimiento. :\ fines del siglo XVIII fué terminada la soberbia f lech~t

qne :-;e leyanta a rro metros de altu ra. La facharla , cuyo

El grabado qu e representa el coro da una idea de la magnificencia imponente del interior. En la fotog rafía ~e destacan. sus grandes ventanales que tienen 27 metros ele alto y son los más hermosos de la iglesia.

A través del bosq ue intrinca·do de pilares coronados por cdlosales capiteles adornados de estatuas, bajo las ele­vadas bóvedas cubiertas ele relieves, entre la su a ve lu z de las vidrieras ele colores se advierte en la Catedral ele Milán la labor incesante de cinco siglos consagrado por el arte para la erección del más hermoso monumento oji­val de la Península.

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Enseñ~nza y Crítica del ·Arte

- ,. UIZA, la más · grande de las dificultades para la

. enseñanza de la Teoría o de la Historia del Arte

·en nuestro medio, sea la falta casi absoluta de

museos o de colecciones de arte que permitan al estudiante

ejercer su juicio crítico sobre la personalidad de un ar­

tista por medio del estudio directo de sus obras, y no

vistas éstas a través del criterio más o menos justo de

los tratadistas.

Siendo a veces tan complejas las manifes-taciones de

un artista y reaccionando el espíritu del hombre, la ma­

yoría de las veces, en formas tan distintas frente a la

obra de arte, es natural y lógico -que sea casi imposible

resumir en un tratado o en una disertación oral, el con­

junto de los ca-racteres de un artista o las opiniones que

sobre él se han formado, cosa difícil también esta úl­

tima, pues cada uno trata de hacer valer su opinión sobre . -las contrarias, como la mejor y más j-usta.

Pero, por otra parte, ¿es posible dar con una descrip­

ción una idea acabada de lo que es una obra de arte? Indudablemen-te, no. La impresión que ésta nos produce

en lo que tiene de emoción es casi inexpresable. E s algo

que escapa a nosotros mismos, algo así como una fuerza

inhibitoria de nuestro poder de analiza r nuestras impre­

siones. Para toda verdade~a obra de arte las descripciones

serán incompletas ; siempre quedará por definir !o que

es verdaderamente causa de su mérito artístico, ese no

sé qué que eS!t:á en la vibración de los colores, en la ar­monía de la composición, en la proporción de los · volú­

me~es, todo lo -que se siente, lo ·que en~ociona y que, no

puede explicarse. Y así es con toda obra maestra que provoca una serie de estados subjetivos imposibles de

definir completamente por meclio de las formas que están

a nuestro alcance.

Yo he sentido en el M-useo del Prado, frente a sus

111.aravillosas colecciones, toda la imposibilidad de encerrar

en una deseripción, la inmensidad del mundo subjet ivo

que despierta la visión de tanta belleza artística. ¡Es tan

pobre la palabra para expresar ciertas cosas ! Imposible inmovilizar -en una frase el for:midable dina­

mismo del arte; imposible detener la vibración d e la vida . .

que el arte ha transportado a estas telas que van pasando . -

bajo nuestras miradas, para: arrancarles su secreto. Seamos simples espectadores de este desfile silencioso. Van pa-

. sando los retratos del Greco. Son cabezas taciturnas, ca-

•

bt;zas pálidas de hidalgos sombríos que conocen el des-•

fa.llecimiento del ayuno y la punzante tortura de. las disciplinas, rostros de labios sin sonrisas, de · ojos de

fi ebre que miran, desde el fondo de sus órbitas, el enigma··

obsesionante de un mundo mejor. Sobre el pecho de uno de eqos se apoya una mano exangüe, como una mons­

truosa _araña de marfil prendida en el negro' terciopelo .

clel ropa je, .mano · que es como una 1ilnida que cubre 11n

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corazón ya muerto. Pasan los viejos hidalgos, animados

· por un arte extra:ño de tonos sombríos y de figuras tor­

turadas.

25

Desfilan las cabezas del Tintoreto, del Tiziano. Pasa

Carlos V con su fu~rte mandíbula de hombre de presa,

poderoso y arrogante, pero con una mirada en la que se

a-divina el claustro de Yuste: síguele su hijo, Fe lipe II,

almirante de escuadras invencibles y sembrador de ca­

dalsos; pasan las cabezas de Sánchez ·Coello, las cabezas

de Goya, el Rey Carlos IV y la Reina María Luisa, con

no se sabe qué torturante secreto detrás de su son~isa

de labios apretados ; sus visiones fantásticas, visiones de

delirio con no.oh es espesas donde hierve una muchedumbre

de fantasmas; las escenas ele la invasión, escenás de •

muerte y sangre llevadas a la tela con un realismo brutal.

Pasan las cabezas de Velázquez. El pincél de este ar­

tista es igualitario: lleva al Bobo de Coria hasta el trono de F elipe IV. Príncipes e imbéciles, grandes magnates y bufones, quizá eran para el <1;rtista lo mismo. Y al lado de Fernando de Austria y del príncipe Baltazar .Carlos

pone a P abtiHos ·de Valladolid y al bufón Juan de Austria: al lado de, 'la grandeza teatral d leil Conde- Duque, su pincel

trata por igtua:l al Bobo de Coria y al ·niño de Valle<:as,

con sus ojos sin m¡r.asda, con sus rorurisas de bestias sa­

tisfechas, pobres a1ma·s nudimentar-i:as en cuerpos atrofi-a­

dos. P asat'l sus emcnos, don Sebastián .de Morra y A·ntonio

el Inglés, especi.es -de pe1eles en J.a corte de los ~lümos

Hahsbnrgos, tri•st:es máquinas humanars para solaz de sus

-dueños, tatt d.regenerados como eqlos.

Y sigue el des·file, como una fuga de sombras en una noche poblada por los sueños infernales de Bosch, por

las macabras creaciones de Brueghel, desfile de santos

de carnes ma-ciP.1entas y cabeza·s ensang.rentada-s, cubi-e·r tos

de llagas que se abren sobre la piel pálida como flores

malsanas, rodeados por sus verdugos de caras abyectas •

y brutales que ríen como deben reir ias· pienas cuando

encuentran la carroña que ha de serviries de alimento. Luego, 'un momento de luz : es la A!llundación de Fra An­

gélico, toda la santa inocencia y la divina ingenuidad del

más puro de los primitivos, reflejándose .como un rayo de sol dorado, en los rostros del Angel y de la Virgen. Y siguen desfilando las escenas bíblicas, el . Nuevo y el Antig.Úo Testamento, los Cristos moribundos del · Tiepolo,

del Greco, de Ruben.s, pobr-es dioses de carnes laceradas

sobre las cuales la muerte ha extendido ya su pátina

verdosa, carnes en las que se adivina el trabajo silen­cioso del gusano que se harta de entraña divina mientras labra su túnel fúnebre.

Y así, en cada tela que pasa, hay una emoción distinta, provocada por las diferentes condiciones del artista.

Fuera del estudio de los medios técnicos· que ::~Jquél ha

tenido para la expresión de su -idea, ele la influencia que

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ARQ ITECTURA

ha tenido o de las que sobre él se han ejercido, de la

mayor o menor extensión de su escuela, no cabe otro es tudio, no es posible especificar la fuerza emotiva de su arte, no es posible someter al análisis lo que existe j us­

tament~ por haber escapado a él, por,que, como en todas las obras del genio, lo que hay en ellas de más profundo es generalmente lo que aquél ha ejecutado sin mayor esfuerzo, casi inconscientemente, digámoslo así, y como fuera del control de su. facultades.

Por otra parte, si cada uno interpreta la obra de arte , . . ,

segun su temperamento y sus senttmtentos, ¿para que em-peñarse en encerrar en una fórmula el valor de aquélla si para un gran número de individuos será completamente falsa , ya qtte sus maneras de ver y sentir no -concuerdan con las del crítico?

Dejemos que cada cnal juzgue a su manera. Es pre­ferible esto a tener luego que segnir todo el doloroso

otas. so re .

A Dirección ele Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas, por intermedio ele su Sección d~ Embe­

llecimiento de Ciudades, prosigue en la tarea de dotar a las poblaciones más importantes del interior de la República de anteproyectos de planos · de extensión y embellecimiento.

Esos estudios, si no están destinados a una realización inmediata, tienen la gran misión de preparar el ambiente, demostrando el partido que es posible sacar de las diver­sas aglomeraciones actuales, provocando la ·crítica alre­dedor de las soluciones propuestas en cada caso, y des­pertando principalmente el interés de los municipios so­bre los importantísimos problemas de la urbanización.

Y ese primer resultado se puede decir que se va a'l­canzando paulatinamente. Los Intendentes y las Juntas Económico- Administrativas han acogi·do simpáticamente y hasta con verdadero interés en algunos casos, la inicia­tiva de la Dirección de A rquitectura, demostrando ·en esa forma tener conciencia de la inmensa importancia que conceden a los planos reguladores, no sólo para activar el progre-so material de las comunas que dirigen, sino tam­bién como factor para facilitar la buena marcha de su

administración. "Un plano de conjunto para el ~desarrollo de cada nú­

" cleo urbano, dice la l\l[emoria de la Dirección de A r­, quitectura, se considera hoy día absoluta·mente indis­

" pensable, a fin de tratar de cons·ervar a cada uno su~ ,. particularidades locales, acentuar su carácter propio y " original y preveer ampliamente todos los problemas re­" lativos a la circulación, la higiene y la explotación del

" terreno. " N a da más absurdo, en efecto, que la manera como se

han desarrollado hasta ahora nuestras ag-lomeraciones 1

2G

proceso de rehacerse una mental idad contra la erudición libresca.

• • propta y reaccwna r

' Todq individuo normal es capaz de sentir una emoción estética con mayor o menor intensidad. Dejemos que

sientan la suya y no tratemos de imponerle la nuestra. Por eso, no se vaya a creer que yo he tomado como la verdad absoluta, mis impresiones que cuento más arriba:

eso es lo que yo he sentido y no lo que yo pretendo que sientan los demás. Si hay alguno que no opine como yo, esto le hará ver que en arte cada cual siente a su ma­nera, y lo que es todavía más curioso, todos creen tener razón. Yo no he querido tampoco hacer crítica porque estoy convencido que el tiempo empleado. en hacer crí­ticas de arte, es el tiempo más lastimosamente perdido.

Madrid, Enero 1917.

LEOPOLDO CARLOS AGORIO.

. . , r anizacion

urbanas. Ellas han crecido en una forma absolutamente

mecánica, por simple agregación de blocks cuadrados,

dentro ·de una red de calles indefinidamente rectas que se cortan en ángulos inflexibl·emente rectos. Nada mús desprovisto de interés, más antiartístico y hasta menos práctico que ese inmenso cuadriculado monótono preco­tiÍzado por las prescripciones de la Dirección de Caminos del año 188¡, que es todavía la norma para nuestros tra­L:ados urbanos.

Felizmente él trazado en damero está hoy descartado por la moderna ciencia de construir ciudades. Él se basa

únicamente en principios matemáticos, que nunca debie­ron ser aplicados inflexiblemente en la con strucción de ciudades. No tiene para nada en cuenta la topografía de los terrenos, ni las necesidades de la circulación, ni ·los recursos pintorescos de cada sitio, ni el régimen de los vientos, ni la asoleación de las calles, y mucho menos consideraciones de orden artístico que no pueden ser des­preciadas en las modernas concepciones urbanas, puesto que ellas constituyen el principal encanto cíe ías antiguas.

En los estudios que ha abordado ·la Dirección de Ar­quitectura se ha tratado de demostrar el criterio que debe presidir el trazado de la aglomeración moderna. N a da de concepciones geométricas y arbitrarias que sólo producen efectos más o menos estéticos sobre el .papeL •

Las grandes vías que deben formar el esqudeto de las nuevas aglomeraciones son establ<ecidas con abstracción dr toda idea que no sea la de ligar :Jos verda·deros centros de atracción y la de coincidir con las corrientes más se­guras de la futura circulación. En cuanto a la calle y la

plaza es estudiada de la manera más. científica y más ar­tística posible, procurando por diversos motivos que el'las ofrezcan perspectivas cerradas, teniendo en cuenta que,

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ARQUITECTURA

como dice Litte, "cuanto más limitadas sean las impre­siones, el cuadro será más perfecto. "

** * La Dirección de Arquitectura ha elevado a la Superio­

ridad un proyecto de ley, sobre confección de planos de extensión y •embellecimiento para las ciudades y pueblos de la República. Es interesante transcr ibir ·la siguiente

•

exposición de motivos que lo acompaña: "El desenvolvimiento ·de nuestras aglomeraciones ur­

, banas no ha estado nunca regido por plan racional al­., gtmo. Se realiza generalmente sin orden, a la ventura, " rara vez consultando verdaderos intereses colectivos. ., Los intereses privados, los fin es especulativos son por " el contrario. ·los qu.e, a la sombra -de la desidia o de " la indiferencia de las autoridades, determinan las am­, í)liaciones y las modificaciones de ·los traza·dos. "

" La persistencia de tal estado de cosas no puede ser " más perjudicial. Una ciudad, una población cualquiera, " en efecto, es un organismo cuyo · desarro!lo no se puede " abandonar a ·la casualidad. "

" Los funestos resultados de la falta de previsi~n y de ,. método los podemos palpar desgraciadam.ente en nnes­., tras mismas poblaciones, principalmente en M!Ontevt­,. rleo. Si esta ciudad hubiera tenido en vigencia desde " hace algunos años un plan de extensión y de embelle­" cimiento, se hubiera evitado la creaci?n de sus nuevos " barrios, cuyo trazado es simplemente dep·lorable desde " los puntos -de vista de la higiene y del arte. Las trans­" formaciones que forzosamente tendrán que operarse en " un futuro cercano, reclamadas ·por las ex¡.gencias de la " -circulación, de la salubridad y de la estética pública, ~' costarán sin duda bastantes millones. Debemos pagar '' a un aho precio todas ·las faltas de previsión come­" tidas. "

" Con las ideas de orden que gobiernan nuestro siglo,

" no es prudente que nuestras poblaciones vivan como '' hasta hoy al día, sin pensar en el ·mañana; - no es " sensato que su desarrollo se efectúe al azar, en medio " del rlesorden, sin que un criterio previsor decida sobre " stt · extensión, sobre sus perspectivas, sus caUes, sus :' lugares abierto-s, sus parques, sus bulevafles, sus puer-" . ' tos y sus casas. ·

"Ese egoísta abandono podrá justificarse en la vida :' privada de un ipdividuo; de ninguna manera en ·la d~ '· una ciudad, ·que es un organismo en perpetuo creci­., miento donde ca-da esfuerzo que se realice ·debe for­" mar parte integrante de un gran plan ilimitado. Cada ,. núcleo urbano, ·por modesto que sea, es naturaíl que ~ · tenga una perspectiva de futuro modesta o grande. Una '' ciudad que no deseara na·da, dice M. Couturaud, ·dis­" tinguido arquitecto urbanista, está cerca de la <leca<.len­!J cia. La qqe no progresa, retrocede. Hay ·para todas, ., creemos, una esperanza de progreso, un a·cont·ecimiento " en espera, una tendencia que la Municipalidad conoce " que deibe ser ·prevista_ e incorporada a su plan de con­" junto. "

" Parece superfluo insistir · demasiado sobre la nece­" sidad de los planos reguladores para regir el creci­" miento de las poblaciones. Basta decir que su adopción " se ha generalizado universalmente. Pero conviene lla­" mar la atención sobre la economía de futuro .que re­" presentan. "

" Gracias a ellos los recursos· de los municipios, por " limitados que sean, no se pi•erden en obras aisladas y " srn conexión alguna, sino que pu.eden ser aplicados " metódica y paulatinamente en un sentido determinado, " en ·la reali1zación de un .plan armónico ·que conte·niple ,. las necesidades actuales, las exigencias futuras, los " ideales y las legítimas aspi raciones de las ciudades " y de los puebl-os. "

X. X.

Primer Salón de Estudiantes de Arquitectura

A ce!ebración del Primer Salón de los E studiantes de Arqtütectura ha constituído un éxito briU:mte digno de ser destacado especialmente. Los salones

de la Sociedad de Arquitectos donde se exponían los tra­bajos se ·vieron visitados por numerosa concurrencia que formulaba generales comentarios de aprobación sobre l::t labor de los estudiantes. Una de las ventajas del salón ha sido precisamente la de mostrar al púb!ico la seriE.dad y la amplitud de los estndios cursados por los futuros ar­quitectos para habilitarlos a ejercer luego con toda com­petencia su profesión, entregada frecu entemente entre nosotros a la audacia de algunos ignorantes.

Al r-ecorrer los d'Herent·e·s saJ!ones se podía oo11ltle~m-

27

plar la marcha progresiva de los estudios en la Facultad de Arquitectura. Estaban allí los trabajos de las clases de ornato y figura, de modelado, de composición de or­nato, de historia de la arquitectura, de composición deco­rativa. Los cursos de proyectos de arquitectura eran los que estaban más abundantemente representados. Se veía allí toda la gama de los -estudios de la Facultad, des-de las sencillas concepciones de los alumnos de primer año. Los trabajos iba~ progresando gradualmente en valor y en importancia durante los cursos, siguientes hasta llegar al quinto año, cuyos proyectos finales llamaban justamente la atención· por .su estudio minuc:ioso y su

. , corr ecta presentac10n.

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Bf D ecano de fa Facultad de Arquitectura Are¡. H. Acosta y Lara. leyendo el discurso de apertura

En esta REVISTA han aparecido muchos de los trabajo expuestos en el salón. Pero hay. ·que convenir en que 1 reunión de todos ellos en una misma exposición, la com­paración entre lo~ proyectos de los diferentes cursos.

la variedad de soluciones encontradas a cada programf por los distintos alumnos, permitía formarse una idea exacta del grado de adelanto alcanzado por los estudio~ de arquitectura. La impresión de aquel conjunto de t r -bajos estudiantiles era 'Completamente favorable para 1 Facultad de Arquitectura en cuyas aulas h abían sid rlaborados.

Los progresos alcanzados por el referido organismo un,­versitario han tenido '.un exponente bien notorio en l pr imer salón de estudiantes de a t·quitectura. Esta R -

vrsTA se complace en tributar im voto de aolauso a las autoridades d~l mismo y a su cuerpo de prof~sores. Vayk también una voz de estímulo para la juventud e~tudios~ que tan gallardas muestras acaba de dar de su dedicaciór y ele sus entusiasmos.

A continuación insertamos la nómina de los premids clistribuídos en el certamen:

P arte de la concurrencia visitando e( Museo-B::rposición de Materiales de Construcción de (a Sociedad de A rquitectos

~VI edalla de oro para el mejor t rabajo presentado en el Salón de Arquitectu ra, a rquitecto Mauricio Cravotto.

Medalla de plata, para el mejor t rabajo del primer año de A rquitectura, señor J uan Brugnini.

1\11 edalla de plata, para el mejor trabajo de segundo año de Arquitectura, señor Julio A mbrosoni. ... .

• •

Medalla de plata, para el mejor trabajo de tercer año ele A rquitectura, señor Alberto l\1uñoz.

' . 1

Me·dalla de p{a.(a, para. e.l mejor trabajo de cuarto año de A rquitectura, señor Pío Braen.

Medalla de plata, para el mejor trabajo ele quinto año de Arquitectura, arquitecto Enrique Durán Guani.

Medalla de plata. donada por la Socieda.d de Arqui­tectos, al señor arquitecto Nfauricio Cravotto, por sus trabajos de modelado e historia de la Arquitectura.

Los trabajos ele los años 1916 de los señores Julio Am­brosoni y ~1auricio Cravotto, qu~enes a su vez fu eron pre­

miados en este certan1en por trabajos del año 1917, fu e­ron declarados "hors concurs ".

( . Estudios de Arquitectura

' PROYECTOS Y CONCURSOS

Ordenes de Arquitectura. :- Una entrada a cubierto.

Se proyectará un pórtico que sirva de entrada a cubierto para un edi ficio que podrá ser un teatro u otro de índole análoga.

El pórtico tendrá tres o cinco inten::olumnios y debe suponer e ados~do a! muro que limit a al vestíbulo del edificio po r la parrc attten or

Los vehículos entrarán lateralmente por una parte y saldr n po r la opuesta. En esa parte las columnas o pilares se colocad.n espaciados en fo rma que permitan el paso fácil <de los coches.

En los intercolumnios podrá adoptarse cualquier disposici 'n, ya sea empleando arcos o dinteles, con columnas adosadas o C'Xentas.

Podrá emplearse cualquiera ele los órdenes· dórico, jónico, cp ­r in tio, o compuesto, o la combinación de dos de ellos. Quedaq

2R

también en libertad los a:umnos para emplear los pedestales que a justen mejor a las proyecciones del proyecto .

-El pórtico estará co ronado por u n ático con pilares. balaustrc5. o elementos de otro género. El t echo será de terraza.

Arquitectura 3.er curso. - Una gran confitería.

Este edificio situado sobre un terreno rodeado de calles en la forma ind icada en el -croquis, estará destinado a servir de lugar de reunión de gente pudiente, que vendrá a las horas de las co­mi•das, del te y de descanso encontrando todas las comodidades t~ecesaria a un establecimien to de esta índole.

Se compondrá .de los servicios s iguientes, repartidos en lo .~ pisos indicados a conti'nuación:

S ubsuelo. - Cocinas, repostería y sus dependencias : despen<;a .

•

ARQUITECTURA •

offices, depósito ele carbón, bode­gas-, depósitos diversos, cuar­tos de servicio,

MEDALLA DE PLATA DEL PRIMER SALÚN DE ESTUDIANTES tendrá su entra­da pnincipal so­bre una · plaza pública y com-­prenderá:

' etcetera. Piso bajo. -

Gran sala común de confitería, sa ·­las para la ven­ta con mostrado-. res y cajas, sa-. -1as para seno ras. sala de billare<>. cafés y offices, vestuarios. se r · vicios higiénico~. vest uarios, cte. vestíbulos. esca · 1 eras, aseen so­res. etc.

Prime1· piso.­Gran com edor general , orques­ta, salas y servi­cios de r est au­rant a precio:> fij os. salas para los banquetes de sociedad. come ..

.-. -. DE ARQUITECTURA. ( Órdenes de Arquitectura )

•

P rof. A rq. C. Lerena Juanicó UNA ENTR ADA A CU BIERTO Juan Brugnini

1.0 Los servi ­c ios generale3. 2.0 La sección de ciencias fí sicas. 3.0 La sección de . . , . CtenctaS QU!mt-cas. 4.0 La sec­ción de ciencias naturales.

I.o Servicios generales. - Un g ran anfiteatro para las reunio­nes generales para 1.000 per­sonas, vestíbu­lo, Secretaría. a:ojamiento <le! ·Conserj e, B i­blioteca y depó­sito de libros. departamento de : D ecano.

2.° Ciencias fí­sicas. - Un an-

MEDALLA DE PLATA DEL PRIMER SALÚN DE ESTUDIANTES DE ARQUITECTURA

P rof. Arq. José P. Carré

r\ores de familia, salones esp~­ciales para tomar el café, etc. Segu~tdo p iso.- Gran sala para

el t.hé general, orquesta , salones particula res para el thé, sala d e conciertos y cin ematógrafo, sa­lones de lectura y escritura, pe­queña confitería, o ffices, etc.

Pisos altos. - R epartidos en otros dos pisos grandes y pe· queños departamentos, con cuar­tos de baño, watter- c:osset, et c

E n un piso ático o de tnausard se dispondrán varios alojamien­tos para el personal de servicio y a lgunas piezas de depósito.

Arquitectura 4. o curso. - Una Fa-cultad de Ciencias. .

Este edificio situado dentro de una gran ciudad univcrsita .. ria, sobre un terreno aislado.

( Arquitectura 3.er curso)

UNA GRAN CONFITERÍA

Prof. Arq. C. L crcno'l Juanicó

29

Juan Brug:-:ini

P ío H . Braem

f it eatro, dos gabinetes para lo3 · profesores, dos salas <le prepa­

ración, un local para las pila:; eléctricas, dos locales para la instalación ele dos máquinas a vapor y cuatro dinamo·s, un gran gabinete de física, varias sa las para manipulaciones, un labora­to rio de física industrial con pa­tio, cámaras oscuras, talleres d e fotografía, etc., una o dos salas de co~eccioneSc, depósitos, ves­tuarios, watter - closset, etc.

3.° Cie11cias qHimicas.- Cuatro divisiones: química general, or­gánica, industrial y agrícola. La química general y la química or­gánica comprenderán cada una: un anfiteatro, sa:a para la prepa­ración ele los cursos, un labora­tor io de estudio para el prepa­rador. uno o dos grandes labo · r a torios para los alumnos. Varios laboratorios para los j e fes de los

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trabaj os y p_reparadorc=-. salas para los instrumen tos de precisión. sa la para las co · eccicHH'S. una sala para los productos químicos. una sala p:1 ra las balan zas, una sala abovedada para las exper ien­cias bajo presión. una sala pa ra las experiencias de precisión. pa­ti os para experiencias al aire libre, con sotechados, depós itos, ,· es ­tuarios, watter - c losset. etc.

La química industria l y la agrícola comprenderán cada una: un anfiteatro. tillO o dos g randes laboratorios pa ra !os alumnos, un gabinete para e l pro fesor. con labo rato rio; varios gabine~es y pcqueiios laborato rios para lo jefes de trabajos y preparadores. patios y abrigos para las preparaciones a l ai re libre, una o do5 salas de colecciones.

Se dispondrá ademá ..; un g ran anfiteatro común a las cuatro di,·isiones con sus dependencias.

4-" CÍc11C:as 11a/ ura/cs. - Cuatro divisiones : zoología y anato­lPÍa comp:trada. botáni ca. geología y minera:ogía y fi siología.

La zoología y botánica comprenderán cada una: Un anfiteatro, . :lla para la preparación ele lo s cu rso.;, u :JO •'

dos g randes labo ra torios para los a lumnos, ,·arios laboratorios para el profesor. jefe de los trabajos y preparadores. =-alas par:t l0s instrumentos de precisión . . alas para las colecciones. una . a la para los microscopios, una p ieza para depósito de las pizarra~. tnla sala de estud io. una sala de conferencias. etc.

La botán ica dispondrá de un ill\·emadcro y un jarclín bnt~nico que con tri buirá a la decoración del conjunto.

Las dos di,·isiones ele g-eología y mineralogía y de fi..; io log í·t comprenderán cada u na :

Cn an fiteatro ' 'a rias salas de preparación y con f crencia -; , Ull 'J

o dos labo ratorio". Yarios gabinetes ele profesor y mac.;trn de• con fcrencias. salas de colecciones. clcpósito:-;. \'C :-;t ua rios . \\'attcr­

closset, etc.

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Prof. Arq. Horacio Acosta y L ara

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Julio R ivc:o

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En ·el Consejo de la Facul· tad de Ar· quitectura.

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Hallándose vacante el cargo de de e~n:t'<lo!

Consejo de la Facultad ,de Arquitectura

de la Sección de Enseñanza Secundaria y ratoria, por haber terminado su mandato el a

tecto Filisberto Gómez Ferrer, fué designado

del

el

para sustituirlo el arquitecto Diego Noboa Courrás.

E s un merecido honor que sus colegas de: Consejo han al señor Noboa Courrás, profesional que siempre se ha guido por sus trabajos en pró de la carrera de arquitecto.

:)

Nombramiento El Consejo Directivo de la Facultad de Afqui _ tectura designó en sesiones efectuadas antes fe b iniciación de los cursos, Jos siguientes profe ores

interinos: al arquitecto Juan M. Aubriot, de Ma­temática superior; al arquitecto Leopoldo C. go­

de Profesores y Profesores adjuntos.

r io, de Geometría Descriptiva y Proyectiva, y al ingeniero ede­rico García Martínez, de Mecánica Racional y Estática Gr' fica.

El Consejo nombró también - de acuerdo con la r eglam nta­ción vigente - profesores adjuntos en las clases de Teorí del :-\ rte, Geometría Descriptiva 2.0 curso, Geometría DescriJ tiva J .er curso e Higiene, a los arquitectos Román Berro, Mario Mo­r r au, José Mazzara e ingeniero Millot Grané, respectivam nte. Los nuevos profe-sores comenzaron sus tareas al iniciars~ los Cil r sos.

Gran premio de Arquitec­tura.

La Facu:tad de Arquitectura convocó a princ'pios del mes de Enero próximo pasado a los arq ite•.:­

tos que estuvieran en condiciones de pretfder el Gran Premio de Arquitectura, que consiste, aolll\>

s~ sabe, en una beca de dos años de duraciót.l con 150 pesos rhen­suales.

A este llamado se presentó solamente el arquitecto Maulicio Cra votto, brillante ~?gresado d~l año anterior; el que des pué de haber hecho con buen éxito las primeras pruebas del con r so

• está desarrollando el gran proyecto, cuyo tema es: ''Un Pa acio para los Congre~os Internacionales''.

Ediftcio para la Sociedad de Arquitec­tos.

En nuestro número anterior publicamos el ar­ticulado ele un hermoso proyecto que un numeroso

d 'd '1 . 1 g rupo e 111 ustna es y comerctantes en los ramos afines a la const rucción había presentado a la Sociedad de Arquitectos . con el fin de dotaT11 de

un ·edificio para sede social. E ste proyecto presentado estando a cargo de la Tesorería de

la Sociedad el arquitecto Antonino Vázquez, fué el trabajo más importante que se realizó durante su sobresal iente administra ión.

Publicamos a continuación el texto del proyecto cuyo ar jcu­lc:.do .conocen los lectores· de ARQUITECTURA.

Señor Presidente de la ''Sociedad de Arquitectos'', a qui­tecto don Eugenio P. Baroffio. - Los que suscriben, co er· Í<.'sión de arquitecto, s·e hacen un a:to honor en devar a :a e nsi­deración de ·la Comisión Directiva de tan merito ria como pr gre­sista Institución, dignamente representada po·r usted, el pro ect.) r ara la obtención de los recursos neces'ario!S para la construdción de un local propio, para sede de la Sociedad de ArquitJctos que reuna las condiciones requeridas para ser digno dJ su destino.

Convencidos de que el proyecto que adjuntamos es perfecta­mente realizab~, pues só~o basta que desaparezcan las causas anormales ppr que atraviesa el mundo entero, para obtener 1can­tidades respetables con la modesta contribución que nos hemos i111pucsto, pues hay que tener presente que el Uruguay est' de-

32

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tenido en su progres~, e: que no existe sin edificación, teniendo é~ta forzo samente que adquirir un gran desarrollo cuando se

vuelva a la normalidad, trayendo aparejado un crecido número rle transacciones comercia~es y un aumento considerab· e en la producción industrial, que representarán sin duda alguna un valor de muchos millones de pesos.

En todas estas transacciones comerciales así como en la dt:!­manda de la pr~ducción industrial, toca a lO's arquitectos una participación muy actiYa. pues en la mayo ría de los casos son di rectores o empresarios de obras y tienen por consiguiente que formu:ar los contratos y dar los detalles de ejecución de las di­

ferentes partes de ;a construcción, intervin iendo directa o indi­rectamente a su formalización o cumplimiento.

Ahora bien, en el proyecto se establece que para los fines pers'eguidos contribuiremos con el dos por mil del valo r de Jos

tr.abajo'S ejecutados o del aprovisionamiento de materia~es en las construcciones en que intervengan arquitectos, y como lo he~o.; manifestado anteriormente en casi todas las obras, los arquitec­

tos tienen que intervenir di recta o indirectamente, ej ecutándose como es presumible, en pocos años, obras de varios millones d~ pesos, la Sociedad de Arquitectos percibirá en la forma propues1 a tantos miles de ·pesos, como el doble del número de mi :lones que repr.est:!ntan el valor de las construcciones ejecutadas.

La causa, seño r Presidente, que nos anima a proponer e: pro­yecto, no es otra que la de considerarnos obligados mo ralmente a contribuir en la medida de nuestras fuerzas a prestigiar la t!oble carrera de: arquitecto y la misión altamente educadora que tiene que desarrollar la corporación presidida por usted, y:1 que todos nosotros ~os que tenemos que tratar <ie cerca a los arquitectos hemos podido obser var la vasta ilustración y el con­

cepto elevado con que encaran todas las cuestiones que se rela­cionan con los cometidos que lés incumben, dirigiéndonos en ge­neral y trazándonos rutas p:1ra desarro~lar nuestros comercios e industrias e n mayores escalas a la vez que induciéndonos a1 perfeccionamiento de todos los trabajos que somos capaces de

ejecutar, después de habernos hecho asimilar muchas y rnuy grandes enseñanzas tanto desde el punto de vista técnico como del punto de vi sta artí stico. Que siendo la misión educadora que desarrollan los arquitectos con sus producciones, sus consej os y

observaciones, de un vasto alcance, pues I:egan a determina r el grado de cultura intelectual y artístico de los pueblos, y contán­donos nosotros como los que más directamente somos beneficia­

dos PM sus enseñanzas y apreciamos en su justo valor lo g rande d~: su obra, nos sentimos obligados a contribuir por nuestra parte a que los arquitectos puedan desarrollar su acción en un ambiente

• • proptcto. En la seguridad que nuestra proposición será acogida con en­

tusiasmo por los componentes de esa prestigiosa entidad, desde que uno de los ideales perseguidos por toda asociación y princi­palmente por las que tienen relación con las artes como es la '()~

lo~ arquitectos, es :a de tener un loo~ perfectamente apropiad•) a su destino, quedamos a la espera de la resolución que di s­ponga su aceptación para que entre en vigencia.

M E . En el Museo- Exposición de Materiales de Con')-u~~- dxpolls•- truc6ón y Decorativos que se halla ins talado t:n e-1 c•on 8 a- 1 l d 1 S · d d d A • -

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1 d oca e a octe a e .~rquttectos, aumenta con-

er•a e8 e . 1 , d . e t

. . tmuamente e numero e expos1tores. Con motivo on8 r•cc•on. d 1 P . S 1, _, E . . e nmer a on ue studtantes de Arqmtectura,

la numerosa concurrencia que desfiló por los salones de la So­ciedad pudo admirar la obra de nuestros expositores que pre­sentaron trabajos de gran mérito.

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