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MÓDULO 6:
EDUCAR SIN CASTIGOS
NI RECOMPENSAS
1ª PARTE
Educar sin castigos ni recompensas
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ÍNDICE
1 LA AUTORIDAD Y LOS “LIMITES”: ................... ................................................. 3
1.1 LOS LÍMITES: .................................. .............................................................. 6
2 EL CASTIGO: ALTERNATIVAS AL CASTIGO. ............ ........................................ 9
2.1 TIPOS DE CASTIGOS: ............................ ...................................................... 9
2.1.1 Castigo Físico: ............................. ........................................................ 10
2.1.2 Castigo No Físico: .......................... ..................................................... 12
Educar sin castigos ni recompensas
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1 LA AUTORIDAD Y LOS “LIMITES”:
¿Tienes autoridad ante tu hijo? ¿Quién tiene la autoridad en tu casa?
Hablar de autoridad, es hablar de “limites”, aunque utilizar esta palabra es
en un principio chocante.
Muchos padres y profesores sienten que no tienen “autoridad” ante sus hijos
y alumnos y otros muchos se quejan de que ya no existen “limites”.
Empecemos por definir Autoridad según el diccionario:
“La autoridad es el nivel de primacía que se reconoce en la influencia. Por
ejemplo, la de una persona sobre un colectivo. La autoridad también es el
prestigio ganado por una persona u organización gracias a su calidad o a la
competencia de cierta materia.”
De esta definición se sacan varias conclusiones:
“La autoridad es el nivel de primacía que se reconoce en la influencia”:
es decir la de una persona que influye sobre un colectivo. Como puede
ser la de un padre con un hijo.
“Es el prestigio ganado por una persona gracias a su calidad o a la
competencia de cierta materia”: este prestigio o influencia que se ejerce
sobre la persona no es porque si, si no que se debe a su calidad o a la
competencia en cierta materia. Es decir, un padre no tiene autoridad
sobre su hijo porque sí, porque sea mayor en edad o en estatura, sino
porque se le reconoce un saber, y no solo eso, el hijo reconoce ese
saber y además una calidad en ese saber y en esa transmisión de saber,
es ahí donde se marca la diferencia.
La autoridad realmente no la tiene el educador, sino que se la otorga el
educando, y se la otorga en función de ese saber y esa calidad en la
transmisión de sus conocimientos, sean valores, actitudes o simplemente
una norma. Por eso muchos educadores creen no tener autoridad sobre sus
educandos y esto pasa porque ellos no se lo reconocen.
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También para que un niño reconozca la autoridad de un padre o profesor,
existe un tema de confianza . Si el niño piensa que lo que le dices no es
cierto, que existen amenazas y no se cumplen. Reglas o normas que a
veces se cumplen y a veces no, entonces, el niño no nos va a reconocer
nuestra autoridad.
Actualmente la autoridad se cuestiona mucho porque ahora los niños se
plantean el porqué de las cosas, porque tenemos ante nosotros una
generación de niños que se cuestionan las cosas, son niños que vienen a
cambiar el mundo, y no vienen a aceptar las cosas “porque si”, necesitan
saber por qué se les pide eso o porque tienen que actuar o hacer
determinadas cosas. Son niños con criterios, que ya tienen codificado en su
ADN el plantearse las cosas.
No por seguir patrones antiguos, descodifiquemos a estos niños que ya
vienen a cuestionar las cosas, a enseñarnos, a preguntar y cuestionar.
Antiguamente la autoridad se ejercía, porque existía esa relación de saber,
de confianza entre el educador y el educando. Antiguamente los cambios
eran mínimos, ahora si le decimos a un niño que estudie una carrera porque
luego tendrá trabajo, no es menos que mentirle, porque no va una cosa
implícita con la otra, pero antiguamente las cosas eran así.
Una cosa es que nuestros hijos o alumnos cuestionen una “norma”, que
cuestionen lo que nosotros le pedimos, y otra cosa es que cuestionen
nuestra autoridad. El que cuestionen alguna “norma” es normal, ellos
necesitan saber el porqué de eso que se le pide, pero eso no quiere decir
que cuestionan nuestra autoridad, sino todo lo contrario, siempre que
La autoridad no es un elemento de poder, sino un ví nculo
emocional entre padre-hijo, alumno-profesor, educan do-educador
basado en la confianza, en el respeto y afecto mutu o, y no por tanto
en el miedo y en la humillación.
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nosotros se lo hagamos entender con razonamientos lógicos y verdaderos,
con una razón de ser, ellos podrán entenderla y aceptarla.
Cuando un niño no nos haga caso, y ni tan siquiera nos pregunte el porqué
de esa “norma”, es cuando hay una ausencia clara de reconocimiento de la
autoridad por parte del niño.
Ejemplo:
Si le decimos a nuestro hijo que es hora de irse a la cama (algo muy común)
y nuestro hijo no quiere y nos pregunta el porqué, si le decimos:
“Porque ya es hora y punto”, esto seguro no le va a parecer lógico, y de
ahí se planteara otras preguntas, que si no son contestadas no
entenderá y empezara el conflicto (¿y porque ya es hora?, etc.).
“Porque es muy tarde y es la hora en que los niños se vayan a la cama”,
lo mismo, si no a los niños esta respuesta no le satisface, empezara el
conflicto (¡para mí no es tarde! ¿Por qué hay una hora para los niños
para irse a la cama?)
“Porque necesitas dormir y si no te vas ahora a la cama, mañana, como
ya te ha pasado alguna vez, estarás cansado y te costara levantarte”. Es
una respuesta basada en hechos reales y además lógica, y que el niño
puede entender. El niño puede refutar, que mañana no estará cansado,
pero seguramente se ira a la cama.
Tanto el exceso como la falta de autoridad pueden ser peligrosos. Cabe
resaltar algo que los padres hacen mucho que es “delegar la autoridad ”, y
esto se hace mucho cuando se amenazan a los hijos en decírselo a “papá”
o a “mamá”, o al “profesor/a”, esto supone una merma en la propia
autoridad.
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1.1 LOS LÍMITES:
Hemos hablado de “normas” lo entrecomillamos porque queríamos hacer
referencia a los “limites”.
Para empezar vamos a cuestionar si la palabra límite es la más indicada
para referirnos a la necesidad de que los niños conozcan las “reglas del
juego”.
Cuando hablamos de límites, hablamos de restricciones. El límite es un fin
un término. A nadie nos gusta que nos limiten, un gobierno no limita a su
pueblo, si no que establece unas normas que se han de cumplir para la
convivencia, al igual que en una relación de pareja.
Curiosamente la palabra limite solo se usa en el entorno educativo, que es
cuando debemos potenciar la flexibilidad, el aprendizaje, la creatividad, etc.,
y no el restringir y poner términos. Si como adultos no nos gusta que nos
limiten a los niños seguro que tampoco les gusta.
¿Los límites son necesarios?
O mejor dicho,
¿Enseñar unas normas es necesario?
La respuesta es SI.
Cuando hablamos de poner límites a los niños realme nte de los que
estamos hablando es de enseñarles unas normas de co nveniencia
en función de nuestros valores.
Los límites o normas son necesarios.
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Los educadores enseñamos a los niños normas de convivencia. A través de
estas normas de convivencia se enseñan los valores que queremos
transmitir, y esto se enseña no solo porque le expongamos las normas de
convivencia, sino porque nuestra actitud es un modelo para el niño.
Muchos autores cuando hablan de límites, diferencian entre límites y
normas de convivencia, explicando que:
Los límites: son los que preservan la seguridad del niño y no hay opción
a ser cuestionada:
Por ejemplo:
� Cruzar la calle con algún adulto.
� Ponerse el cinturón de seguridad.
� Etc.
¿Por qué son necesarios los límites?:
Para hacer posible y favorecer la convivencia, somos seres
sociales y por lo tanto todos tenemos nuestros derechos que son
importante respetar.
Porque nos enseña intrínsecamente valores y actitud es de
respeto y convivencia.
Para aceptar la realidad en la que vivimos, las “normas del
juego”.
Para trabajar la tolerancia a la frustración.
Para aprender a gestionar sus emociones sin hacerse daño y
sin hacer daño a los demás.
Para preservar la seguridad de nuestros hijos en ciertas
circunstancias.
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Normas de convivencia: son aquellas consensuadas por la familia, el
colegio, o bien solo por los educadores o por los educadores y niños.
Por ejemplo:
� No ver la televisión mientras cenan.
� Dormirse a una hora determinada.
� No interrumpir a alguien hablando para hablar tu.
� Etc.
Por lo tanto, independientemente de esta distinción, lo que sí es
fundamental y necesario es establecer cuáles son nuestras normas de
convivencia, así como que los niños tengan también claro cuáles son esas
normas o límites que para nosotros son fundamentales que se respeten.
Ejemplo:
Nosotros queremos que los niños sean educados en saludar cuando
entran en un sitio o cuando se van, por lo que le decimos que se dice
“Hola” y “Adiós”. Con esto el niño está aprendiendo el valor del respeto y
el reconocimiento hacia los demás, y además lo está aprendiendo a
través de nuestra actitud amable y respetuosa, porque nosotros
saludamos cuando entramos y salimos de un sitio.
Nosotros queremos que el niño no pegue, y que si lo hace pida perdón
(si o siente), aquí le estamos enseñando el valor de la paz y de la
justicia, y el respeto hacia la integridad de los demás. Que además lo
aprenderán de nosotros cuando ven una actitud pacífica y justa hacia los
demás. Esto se enseña cuando ven que nosotros no pegamos cuando
nos enfadamos, y si por alguna razón faltamos a la integridad de otra
persona, pedimos disculpas, etc.
No hay que poner normas por poner. Hemos de pensar muy bien que es
para nosotros importante y que no y esto va en función de nuestros valores
fundamentales. Las normas que salgan de estos valores, son los que
nuestros educandos han de tener muy claro y respetar.
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2 EL CASTIGO: ALTERNATIVAS AL CASTIGO.
Lo primero que hay que decir y tener bien claro es:
Cuando nos enfadamos con nuestros hijos o alumnos solemos tener
muchos tipos de reacciones, pero normalmente, acabamos elevando la voz,
gritando, hablando mal y muchas veces castigando.
Castigamos porque no nos hacen caso, castigamos porque nos contestan
mal, castigamos cuando no respetan, cuando pegan, cuando no comparte,
cuando ya no sabemos qué hacer.
Al igual que pasa con los “limites”, la sociedad permite castigar a los niños
para que aprendan a hacer las cosas de determinada manera, para que
aprendan de sus errores y sigan las normas marcadas en la familia y en
sociedad.
Si en el mundo adulto no nos limitamos para tener una correcta convivencia,
tampoco nos castigamos cuando cometemos un error o no seguimos las
normas sociales o del clan marcadas.
Ejemplo:
Una pareja no castiga a otra por no haber puesto la lavadora, y
viceversa.
Un jefe no castiga a su empleado por no hacer bien un informe.
¿Cómo se solucionan este tipo de cosas en el mundo adulto?
Hablando, buscando soluciones, alternativas, llegando a acuerdos, etc.
NO al castigo.
Al castigo físico como no físico.
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¿Por qué no hacemos esto mismo con nuestros hijos o alumnos? ¿Por qué
a los niños les castigamos cuando comenten errores? Ellos que están
aprendiendo a vivir, que están aprendiendo cuales son las normas del
juego, que su vida es un continuo aprendizaje.
¿Para que aprendan las cosas o las hagan según las normas? ¿Por qué no
dialogamos con ellos, les explicamos las cosas, buscamos acuerdos,
alternativas, soluciones, etc.?
Muchas veces creemos que los niños nos entienden mejor cuando gritamos,
o que nos hacen caso a base de amenazas, castigos, etc. y no es así.
2.1 TIPOS DE CASTIGOS:
Vamos a hablar de dos tipos de castigo, el físico y el no físico:
2.1.1 Castigo Físico:
Entendemos a “aquel castigo donde se utilice la fuerza física y que tenga
por objeto causar cierto grado de dolor o malestar aunque sea leve”, según
definición del Comité de los Derechos del Niño, por lo tanto:
El castigo físico está totalmente prohibido por ley, ya que atenta contra la
dignidad y la integridad de los niños, además es completamente perjudicial
para su desarrollo a corto y a largo plazo, tiene muchísimos efectos
negativos para el niño, para los padres y para la sociedad.
El castigo físico es:
Pegar a los niños, aquí incluimos, cualquier cachete,
bofetada, etc.
Tirar de las orejas.
Zarandearlos.
Empujarlos.
Ponerlos de rodilla, de cara a la pared, etc.
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Además no solo castigamos a los niños, sino que además los castigos
hacen sentir a muchos padres y educadores ansiedad y culpa.
El castigo físico tiene muchos efectos negativos sobre el niño, los más
llamativos son.
Efectos negativos sobre el castigo físico a los niñ os:
1. Afecta a la autoestima de los niños , pudiendo producir en
ocasiones estado de depresión y ansiedad.
2. Afecta al desarrollo cerebral , ya que hay una mayor muerte
neuronal por exceso de estrés.
3. Les enseña a ser víctimas, y tendrá una actitud victimista ante la
vida y en sus relaciones sociales. Buscará en un futuro ese papel, que
es al que están acostumbrados a desarrollar.
4. Les provoca ansiedad.
5. Aprenden a no razonar, excluyen el diálogo como forma de
solucionar las cosas.
6. Les hacen sentir soledad, tristeza y abandono .
7. Se dificulta la comunicación entre sus padres y edu cadores .
8. Sienten mucha rabia.
9. No saben gestionar sus emociones, y suelen ser bastantes
desequilibrados emocionalmente.
10. Engendra más violencia.
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2.1.2 Castigo No Físico:
Los castigos no físicos son muy comunes e igual de censurables.
Por castigo no físico se entiende:
Castigos No Físicos:
1. Gritar: Los gritos suelen crean tensiones en el hogar y en el aula,
y las tensiones normalmente generan aumento de estrés en los
niños, dificultad de concentración, etc.
2. Insultar: Es una falta de respeto hacia el niño y atenta contra su
dignidad, además afecta a la autoestima del niño.
3. Amenazar: Ya hemos hablado de ello, deteriora la confianza hacia
los educadores.
4. Ignorarlos: Los más comunes son:
Dejar de hablarles y la sillita de pensar, ambos producen
un vacío de aprendizaje. Ya que al ignorarlo o al dejar de
hablarles, no se transmite ninguna educación ni aprendizaje.
El niño muchas veces no sabe por qué se le ignora y se le
menosprecia y eso hace aumentar su ira que tarde o
temprano acabara saliendo.
El rincón de pensar , si no hay un adulto que le ayude y le
acompañe a reflexionar y hablar de lo que ha pasado, no
sirve para nada.
5. Atemorizar : “Que viene el coco y te va a llevar”, crea un gran
grado de angustia y ansiedad en el niño.
6. Dejar que se haga daño y que vea las consecuenci as de sus
actos : Esto no es aprender de la experiencia, sino un gran acto de
irresponsabilidad por parte del educador.
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Realmente los niños hacen lo que ven y no lo que se les dice que haga, si tú
le gritas, les amenazas e insultas, los niños aprenderán, gritos, amenazas e
indultos.
Los castigos no siempre sirven, ya que en el momento en que se deja de
tener miedo a las consecuencias el castigo deja de funcionar.
Además tener niños sumisos es lo mismo que tener adultos sin voz, ni
criterio, que se dejan llevar por los demás, los amigos, la pareja, etc.
Los castigos realmente solo sirven para generar:
Miedo.
Rabia.
Personas sumisas.
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