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AMOR UN SENTIMIENTO POR EXCELENCIA (JORGE HESSEN)TRANSCRIPT
AMOR, UN SENTIMENTO POR
EXCELÊNCIA
Jorge Hessen
Diferentes pesquisidores creen que el “amor” procede de las
variaciones químicas del cuerpo. Será que el “sentimiento por
excelencia” es una patología algunas veces manifestada en las
manos sudadas, pérdida de apetito, cara enrojecida y latido
cardíaco acelerado? Ahora, el amor va mucho más allá del
cientificismo, del romanticismo y del erotismo. El psicoanálisis, en
los principios de la teoría freudiana, coloco el problema del “amor”
en la dimensión de lo patológico. En verdad, Freud hubo de entrar
en el estudio y en la pesquisa del “amor” por los sótanos de la
psicopatología. El aspecto patológico es el más dramático del
“amor” y lo que más toca el interés humano.
¿Consistirá el amor en diferentes estados identificados en los
grupos de substancias químicas actuando en el cuerpo físico? [1]
La testosterona y el estrógeno alimentan la lujuria? ¿Será que la
atracción sexual proviene apenas de la producción de dopamina,
norepinefrina e serotonina? Será que la oxitocina, producida por el
hipotálamo, una glándula cerebral, y liberada tanto por hombres y
mujeres durante el orgasmo, consigue mantener por largos años
una unión afectiva entre casados?
Hellen Fischer, una de las estudiosas del asunto, afirma que el amor
tiende a desaparecer en poco tiempo. Para ella la oxitocina
“sensibiliza los nervios en las contracciones musculares, sin el
efecto de esas substancias es poco duradero, resultando en el
enfriamiento del amor y en las separaciones entre los casados,
razón del gran número de divorcios”. [2]
En esa dirección camina Barbara Fredrickson, directora del
Laboratorio de Emociones Positivas y Psicofisiológica de la
Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill [EUA], que sugiere
nuevo concepto sobre el amor, basado en la disposición biológica.
Para ella la idea del amor eterno es un mito y una imposibilidad
fisiológica, pues el “amor” es fugaz. Se trata tan-solamente de
“micro momentos de resonancia de positividad”. Barbara destaca
tres protagonistas- clave en el micro escenario del amor. Lo
primero es el cerebro, o, más precisamente, las neuronas-espejos.
Lo segundo es la oxitocina, producida en el hipotálamo, para ella un
harmonio vinculado al “amor” y al “afecto”. Lo tercero es el nervio
vago, que liga el cerebro al resto del cuerpo, y en especial al
corazón – eso torna a la persona más amorosa y aumenta sus
conexiones positivas. [3]
No se pode definir amor como si fuese la abrasadora pasión que
provoca los deseos carnales. Esta no pasa de una imagen de un
grosero simulacro del amor. En los días de hoy, se habla y se escribe
mucho sobre sexo, sensualismo, erotismo; raramente sobre el
amor. Ciertamente, porque el “sentimiento por excelencia” no se
deja descifrar académicamente, repeliendo toda tentativa de
definición científica.
El Espiritismo demuestra que la naturaleza nos dio la necesidad de
amarnos y de ser amados. Uno de los mayores encantos que nos son
concedidos en la Tierra es el de encontrar corazones que con
nosotros simpaticen. “ella le da [a naturaleza], así, las primicias de
la felicidad que nos aguarda en el mundo de los Espíritus perfectos,
donde todo es amor y benignidad.” [4] Pablo de Tarso, escribiendo a
los filipenses, informó que “el amor debe crecer, cada vez más, en el
conocimiento y en el discernimiento, a fin de que el aprendiz pueda
aprobar las cosas que son excelentes”. [5] Si atendernos al consejo
del Apóstol de los Gentíos creceremos en valores espirituales para
la eternidad, más si rumbeamos por atajos escurridizos, “nuestro
amor será simplemente querer y solamente con el “querer” es
posible desfigurar, impensadamente, los más bellos cuadros de la
vida. [6]
Léon Denis interpreto: “el amor, profundo como el mar, infinito
como el cielo, abraza a todas las criaturas. Dios es su foco. Así como
el Sol se proyecta, sin exclusiones, sobre todas las cosas y recalienta
a la naturaleza entera, así también el Amor divino vivifica a todas
las almas; sus rayos, penetrando a través de las tinieblas de
nuestro egoísmo, viene a iluminar con trémulos clarines los
rincones de cada corazón humano”. [7]
El Amor “resume la doctrina de Jesús toda entera, visto que ese es el
sentimiento por excelencia, y los sentimientos son los instintos
elevados a la altura del progreso hecho. El punto delicado del
sentimiento es el Amor, no el Amor en el sentido vulgar del
término, más si ese sol interior que condensa y reúne en su ardiente
foco todas las aspiraciones y todas las revelaciones sobre-
humanas”. [8]
El amor, un sentimiento por excelencia, es la dinámica de la vida, y
la harmonía de la Naturaleza es el remedio para todos los males
que atormentan al hombre. Todo lo que podamos idealizar sobre el
amor puede consubstanciarse como parcela de este sentimiento,
más él es mucho mayor y más exhaustivo por el bien-querer, toda
la bondad, la tolerancia, la alegría, la proximidad, solo podrán ser
un fragmento del amor cuando no tuvieren lazos en el apego, en la
imperiosa necesidad de permuta, en el egoísmo que exige siempre
condiciones y reglas.