ambrósio - seleção

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    Santo Ambrsio

    Trechos Selecionados

    (Os Sacramentos; Exposio sobre o Salmo 118; Comentriossobre os Salmos; Os deveres dos Ministros; Tratado sobre o

    Evangelho de So Lucas; Sobre os Mistrios)

    Fontes:

    http://www.mercaba.org/tesoro/cartel_san_ambrosio.htm ;http://www.statveritas.com.ar/

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    El Cuerpo de Cristo

    (Los sacramentos, IV, 5-9, 14, 21-25)

    Os aproximis al altar. Nada ms comenzar a venir, los ngelesos han mirado. Han visto que os acercis al altar, y vuestracondicin humana, que antes estaba manchada por la oscurafealdad de los pecados, la han visto sbitamente brillar. Y as sehan preguntado: quin es sta que sube del desierto llena de blancura? (Cant 8, 5). Los ngeles se admiran; quieres sabercul es la causa de su admiracin? Escucha al Apstol Pedrodecir que se nos ha dado aquello que los mismos ngelesdesean contemplar (cfr. 1 Re 1, 12). Escucha de nuevo: lo queojo no viodice, ni odo oy, eso es lo que Dios hapreparado para los que le aman (1 Cor 2, 9).

    Considera atentamente lo que has recibido. El santo profeta

    David vio esta gracia en figura, y la dese. Quieres sabercmo la ha deseado? yele decir de nuevo: asprgeme conhisopo y quedar limpio, lvame y ser ms blanco que lanieve (Sal 50, 9). Por qu? Porque la nieve, aunque sea blanca,muy a menudo est manchada por algn tipo de suciedad, y seafea; pero la gracia que t has recibido, mientras la conservestiene una duracin sin fin.

    Te acercabas, pues, lleno de deseos por haber visto tal gracia;venas al altar, lleno de deseos, para recibir el sacramento. Tualma dice: me acercar al altar de mi Dios, al Dios que llena dealegra mi juventud (Sal 42, 4). Te has despojado de la vejez delos pecados y te has revestido de la juventud de la gracia. Estote lo otorgaron los celestes sacramentos. Escucha otra vez aDavid, que dice: se renovar tu juventud como la del guila(Sal 102, 5). Te has convertido en un guila gil que se lanzahacia el cielo despreciando lo que es de la tierra. Las buenas

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    guilas rodean el altar: porque all donde est el cuerpo, all secongregan las guilas (Mt 24, 28). El altar representa el cuerpo,y el cuerpo de Cristo est sobre el altar. Vosotros sois guilasrejuvenecidas por la limpieza de las faltas.

    Te has aproximado al altar, has fijado tu mirada sobre lossacramentos colocados encima del altar, y te has sorprendidoal ver que es cosa creada, y adems, cosa creada comn yfamiliar.

    Quiz diga alguno: Dios hizo una gran merced a los judos,dndoles el man llovido del cielo; qu ha dado de ms a susfieles? Qu ha dado de ms a quienes tantas cosas habaprometido?

    (...) Quiz dices: este pan que me da a m es un pan ordinario.Y no. Este pan es pan antes de las palabras sacramentales; masuna vez que recibe la consagracin, de pan se cambia en lacarne de Cristo. Vamos a probarlo. Cmo puede el que es panser cuerpo de Cristo? Y la consagracin, con qu palabras serealiza y quin las dijo? Con las palabras que dijo el Seor

    Jess. En efecto, todo lo que se dice antes son palabras delsacerdote: alabanzas a Dios, oraciones en las que se pide por elpueblo, por los reyes, por los dems hombres; pero en cuantollega el momento de confeccionar el sacramento venerable, yael sacerdote no habla con sus palabras sino que emplea las deCristo. Luego es la palabra de Cristo la que realiza estesacramento.

    (...) Quieres saber con qu celestiales palabras se consagra? Atiende cules son. Dice el sacerdote: concdenos que esta

    oblacin sea aprobada espiritual, agradable, porque es figuradel cuerpo y de la sangre de Nuestro Seor Jesucristo, El cual,la vspera de su Pasin, tom el pan en sus santas manos, elevsus ojos al cielo, hacia Ti, Padre santo, Dios todopoderoso yeterno, dando gracias, lo bendijo, lo parti, y una vez partido,lo dio a sus apstoles y discpulos diciendo: tomad y comed

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    todos de l porque esto es mi cuerpo, que ser quebrantado enfavor de muchos.

    Presta atencin. De igual manera, tom tambin el clizdespus de cenar, la vspera de su Pasin, levant los ojos alcielo, hacia Ti, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, lo bendijo dando gracias y lo dio a sus apstoles y discpulosdiciendo: tomad y bebed todos de l, porque sta es misangre. Observa que todas estas palabras son del Evangelistahasta el tomad, ya el cuerpo, ya la sangre; mas a partir de ah,

    las palabras son de Cristo: tomad y bebed todos de l, porquesta es mi sangre.

    Observa cada detalle. Se dice: la vspera de su Pasin, tom elpan en sus santas manos. Antes de la consagracin es pan; masapenas se aaden las palabras de Cristo, es el cuerpo de Cristo.Por ltimo, escucha lo que dice: tomad y comed todos de l,porque esto es mi cuerpo. Y antes de las palabras de Cristo, elcliz est lleno de vino y agua; pero en cuanto las palabras deCristo han obrado, se hace all presente la sangre de Cristo,que redimi al pueblo. Ved, pues, de cuntas maneras la

    palabra de Cristo es capaz de transformarlo todo. Pues si elSeor Jess, en persona, nos da testimonio de que recibimos sucuerpo y su sangre, acaso debemos dudar de la autoridad desu testimonio?

    Vuelve ya conmigo al tema que tratbamos. Cosa grande es,ciertamente, y digna de veneracin, que sobre los judoslloviese man del cielo Pero reflexiona: qu es ms grande, elman del cielo o el cuerpo de Cristo? Sin lugar a dudas, elcuerpo de Cristo, que es el Autor del cielo. Adems, el que

    comi el man muri; pero el que comiere este cuerpo recibirel perdn de sus pecados y no morir eternamente.

    Luego no sin razn dices: amn, confesando ya en espritu querecibes el cuerpo de Cristo. Cuando te presentas a comulgar, elsacerdote te dice: el cuerpo de Cristo. Y t respondes: amn, es

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    decir: as es en verdad. Lo que la lengua confiesa, la conviccinlo guarde.

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    El martirio-interior

    (Exposicin sobre el Salmo 118, XX 45-48, 51)

    Muchos me persiguen y me afligen: pero no me he apartadode tus mandamientos (/Sal/118/119/157).

    Los peores perseguidores no son los que se manifiestan comotales, sino aquellos que no se ven. Y de stos hay muchos!Pues del mismo modo que un rey perseguidor ordenabamuchos mandatos de acosamiento y los hostigadores sedesparramaban por todas las provincias y ciudades, el diablolanza a muchos de sus ministros, para que persigan a todas lasalmas, no slo por fuera sino tambin por dentro.

    De estas persecuciones se dijo: todos los que quieren vivirpiadosamente en Cristo, sufrirn persecucin (2 Tim 3, 12). El Apstol escribi todos; no exceptu ninguno. Pues, quinpuede ser exceptuado cuando el mismo Seor toler las

    tentativas de persecucin? Persigue la avaricia; persigue laambicin; persigue la lujuria; persigue la soberbia y persiguenlos placeres de la carne. No olvides que el Apstol dijo: huid dela fornicacin (1 Cor 6, 18). Y de qu huyes, sino de aquelloque te persigue?: el mal espritu de la lujuria, el mal espritu dela avaricia, el mal espritu de la soberbia.

    Los perseguidores temibles son aquellos que, sin el terror de laespada, destruyen con frecuencia el espritu del hombre;aquellos que, ms con halagos que con espanto, someten las

    almas de los fieles. stos son los enemigos de los que te debesguardar, stos son los tiranos ms peligrosos, por los que Adnfue vencido. Muchos, coronados en pblicas persecuciones,cayeron en estas persecuciones ocultas. Por fuera, dijo elApstol, luchas; por dentro, temores (2 Cor 7, 5).

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    Adviertes qu duro es el combate que hay en el interior delhombre, para que se bata consigo mismo y luche contra suspasiones. El mismo Apstol vacila, duda, es atenazado ymanifiesta que est sujeto a la ley del pecado y reducido por sucuerpo de muerte, y no podra evadirse, si no fuera liberadopor la gracia de Cristo Jess (cfr. Rm 7, 23-25)

    Y del mismo modo que hay muchas persecuciones, astambin hay muchos martirios. Todos los das eres testigo deCristo. Eres mrtir de Cristo si sufriste la tentacin del espritu

    de lujuria, pero, temeroso del futuro juicio de Cristo, nopensaste en profanar la pureza del alma y del cuerpo.

    Eres mrtir de Cristo si fuiste tentado por el espritu de laavaricia para apoderarte de los bienes de los inferiores o norespetar los derechos de las viudas indefensas, pero juzgasteque era mejor alcanzar la riqueza por la contemplacin de lospreceptos divinos, que cometer la injusticia. Cristo quiere estarcerca de tales testigos, segn est escrito: aprended a obrar el bien, buscad lo justo, respetad al agraviado, haced justicia alhurfano, y amparad a la viuda: venid y entendmonos (Is 1,

    17-18)

    Eres mrtir de Cristo si fuiste tentado por el espritu desoberbIa, pero viendo al dbil y desvalido, te compadeciste conpiadoso espritu, y amaste la humildad ms que la arrogancia.Y an ms si diste testimonio no slo de palabra, sino tambincon obras. Pues quin es testigo ms fiel, que aqul queconfiesa que el Seor Jess se ha encarnado, al tiempo queguarda los preceptos del Evangelio? Porque quien escucha y nopone por obra, niega a Cristo. Aunque lo confiese de palabra,

    lo niega por las obras. Pues a muchos que dicen: Seor, Seor,acaso en tu nombre no hemos profetizado, arrojadodemonIos y obrado muchas virtudes? (Mt 7, 22), les dir enaquel da: apartaos de mi todos los que hayis obrado lainiquidad (Ibid., 23). Porque es testigo aqul que, hacindosefiador con sus hechos, confiesa a Cristo Jess.

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    Cuntos, todos los das, son mrtires de Cristo en oculto, yconfiesan al Seor Jess con sus obras! El Apstol conoca estemartirio y testimonio fiel de Cristo, cuando afirmaba: sta esnuestra gloria: el testimonio de nuestra conciencia (2 Cor 1, 12)(...).

    Muchos me persiguen, y me afligen. Quiz Cristo dice esto, ylo dice con la voz de cada uno de nosotros: el adversario lopersigue dentro de nosotros. Si pretendes que nadie te persiga,apartas a Cristo, que sufri tentacin para vencerla. Donde el

    diablo lo ve, all prepara insidias, all maquina los ardides de latentacin, all urde sus engaos, para rechazarlo si pudiera.Pero donde el diablo combate, all est presente Cristo; dondeel diablo asedia, all Cristo est encerrado y defiende los murosde la fortaleza espiritual. As pues, el que retrocede ante lallegada del perseguidor, expulsa tambin al defensor. Portanto, cuando oigas: muchos me persiguen y me afligen, notemas, que tambin puedes decir: si Dios est con nosotrosquin contra nosotros? (Rm 8, 31). Esto afirma con verdadaqul que, por los testimonios del Seor, se aparta sin rodeosde la senda de los vicios.

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    Sobre la amistad

    (Los deberes de los ministros, lll, 124-135)

    Slo es digna de alabanza la amistad que favorece las buenascostumbres. La amistad debe preferirse a las riquezas, a loshonores, al poder, pero no a la virtud; ms bien, debe ellaregirse segn las reglas de la rectitud moral. As fue la amistad

    de Jonatn con David: por el cario que le tena, no hizo casoni de la ira de su padre ni del peligro a que expona su propiavida (cfr. 1 Sam 20, 29 ss). As fue la de Abimelech: por cumplirlos deberes de la hospitalidad, prefiri afrontar la muerte antesque traicionar al amigo que hua (cfr. 1 Sam 21, 6).

    Tambin la Escritura, tratando de la amistad, afirma que lavirtud no debe ofenderse nunca por amor del amigo: nada seha de anteponer a la virtud (...). Si descubres algn defecto enel amigo, corrgele en secreto; si no te escucha, reprndeleabiertamente. Las correcciones, en efecto, hacen bien y son de

    ms provecho que una amistad muda. Si el amigo se sienteofendido, corrgelo igualmente; insiste sin temor, aunque elsabor amargo de la correccin le disguste. Est escrito en ellibro de los Proverbios: las heridas de un amigo son mstolerables que los besos de los aduladores (Prv 27, 6). Corrige,pues, al amigo que yerra, pero no abandones al amigoinocente. La amistad ha de ser constante y perseverante en susafectos: no cambiemos de amigos como hacen los nios, quese dejan llevar por la ola fcil de los sentimientos.

    Abre tu corazn al amigo para que te sea fiel y te comunique laalegra de la vida. Un amigo fiel, en efecto, es medicina de viday de inmortalidad (Sir 6, 16). Resptale como a otro yo, y notengas miedo de ganrtelo con tus favores, porque la amistadno admite la soberbia. Por esto dice el Sabio: no teavergences de defender al amigo (Sir 22, 31). No le abandones

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    en el momento de la necesidad, no le olvides, no le niegues tuafecto, porque la amistad es el soporte de la vida. Llevemos losunos las cargas de los otros, como ense el Apstol a aquellosque estn unidos formando un solo cuerpo por la caridad (cfr.Gal 6, 2). Si la prosperidad de uno aprovecha a todos susamigos, por qu en la adversidad no va a encontrar la ayudade todos sus amigos? Ayudmosle con nuestros consejos,unamos nuestros esfuerzos a los suyos, participemos de susaflicciones.

    Cuando sea necesario, soportemos incluso grandes sacrificiospor lealtad hacia el amigo. Quiz haya que afrontarenemistades para defender la causa del amigo inocente, y muya menudo recibirs insultos cuando trates de responder yrebatir a aquellos que le atacan y le acusan. No te preocupespor eso, que la voz del justo dice: aunque vengan sobre mimales a causa del amigo, los soportar (Sir 22, 31). En laadversidad se prueban los amigos verdaderos, pues en laprosperidad todos parecen fieles. Y as como en las desventurases necesaria la paciencia y la compasin con el amigo, en sutriunfo conviene ser exigente, reprimir y corregir la arroganciadel que quiz se llena de soberbia. Qu bien se expres en susallicciones el santo Job! Dijo: tened piedad de m, amigos mos,tened piedad de m (Job 19, 21). No se trataba de una simplesplica, sino de una reprensin. Mientras los amigosargumentaban injustamente contra l, Job clama: tened piedadde m, amigos. Como si dijese: sta es la hora de usarmisericordia y, en cambio, afligs y contradecs a un hombre dequien deberais compadeceros.

    Hijos mos, sed fieles a la amistad verdadera con vuestros

    hermanos, porque nada hay ms hermoso en las relacioneshumanas. Ciertamente consuela mucho en esta vida tener unamigo a quien abrir el corazn, desvelar los propios secretos ymanifestar las penas del alma; alivia mucho poseer un hombrefiel que se alegre contigo en la prosperidad, comparta tu doloren la adversidad y te sostenga en los momentos difciles. Qu

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    hermosa es la amistad de los tres muchachos hebreos! Nisiquiera la llama del horno fue capaz de separar sus corazones.Bien a propsito escribi el santo David: Sal y Jonatn,hermosos y queridfsimos, inseparables durante la vida,tampoco se separaron en la muerte (2 Sam 1, 23).

    Este es un fruto de la amistad: que por cario al amigo no sedestruye la fe. En efecto, no puede ser amigo del hombrequien es infiel a Dios. La amistad es guardiana de la piedad ymaestra de igualdad; hace al superior igual al inferior, y coloca

    a ste al mismo nivel del otro. No puede haber verdaderaamistad entre dos personas que tienen diferentes costumbres;por eso, el amor mutuo las debe identificar. No falte al inferiorla autoridad para corregir, ni al superior la humildad paraaceptar la correccin. Que el uno escuche al otro como a suigual; que el otro reproche y amoneste como un amigo, nocon soberbia, sino con afecto sincero.

    La advertencia no ha de ser spera, ni la correccin ofensiva. Sies cierto que la amistad huye de la adulacin, tambin esverdad que no tiene nada que ver con la insolencia. Qu es el

    amigo sino un amable compaero con quien te unesntimamente hasta fundir tu alma con la suya y constituir unsolo corazn? En l te abandonas confiadamente como a otro yo, de l nada temes, y nada inconveniente le pides para timismo. Y es que la amistad no es mercenaria, sino queresplandece de dignidad y de belleza. Es una virtud, no unacompra, porque no proviene del dinero sino del amor. No esofrecida en subasta al mejor postor, sino que surge del desafode la mutua benevolencia. Por eso suelen ser mejores lasamistades entre los pobres que entre los ricos; y as, mientras

    que los hombres con recursos frecuentemente se encuentransin verdaderos amigos, los pobres los tienen en abundancia.No hay verdadera amistad donde existen falsos halagos.Sucede a menudo que se es complaciente con los ricos poradulacin, mientras que nadie simula cuando trata con un

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    Comentarios sobre los salmos

    Medita y habla las palabras de Dios

    En todo momento tu corazn y tu boca deben meditar lasabidura, y tu lengua proclamar la justicia, siempre debesllevar en el corazn la ley de tu Dios. Por esto te dice laEscritura: Hablars de ellas estando en casa y yendo de camino,

    acostado y levantado. Hablemos, pues, del Seor Jess, porquel es la sabidura, l es la palabra, y Palabra de Dios.

    Porque tambin est escrito: Abre tu boca a la palabra de Dios.Por l anhela quien repite sus palabras y las medita en suinterior. Hablemos siempre de l. Si hablamos de sabidura, les la sabidura; si de virtud, l es la virtud; si de justicia, l es lajusticia; si de paz, l es la paz; si de la verdad, de la vida, de laredencin, l es todo esto.

    Est escrito: Abre tu boca a la palabra de Dios. T brela, que l

    habla. En este sentido dijo el salmista: Voy a escuchar lo que diceel Seor, y el mismo Hijo de Dios dice: Abre tu boca y yo lasaciar. Pero no todos pueden percibir la sabidura en toda superfeccin, como Salomn o Daniel; a todos sin embargo seles infunde, segn su capacidad, el espritu de sabidura, con talde que tengan fe. Si crees, posees el espritu de sabidura.

    Por esto, medita y habla siempre las cosas de Dios, estando encasa. Por la palabra casa podemos entender la iglesia o,tambin, nuestro interior, de modo que hablemos en nuestro

    interior con nosotros mismos. Habla con prudencia, paraevitar el pecado, no sea que caigas por tu mucho hablar. Hablaen tu interior contigo mismo como quien juzga. Habla cuandovayas de camino, para que nunca dejes de hacerlo. Hablas porel camino si hablas en Cristo, porque Cristo es el camino. Porel camino, hblate a ti mismo, habla a Cristo. Atiende cmo

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    tienes que hablarle: Quiero -dice- que los hombres oren en todolugar levantando al cielo las manos purificadas, limpias de ira y dealtercados. Habla, oh hombre, cuando te acuestes, no sea que tesorprenda el sueo de la muerte. Atiende cmo debes hablar alacostarte: No dar sueo a mis ojos, ni reposo a mis prpados, hastaque encuentre un lugar para el Seor, una morada para el Fuerte deJacob. Cuando te levantes, habla tambin de l, y cumplirs aslo que se te manda. Fjate cmo te despierta Cristo. Tu almadice: Oigo a mi amado que me llama, y Cristo responde: breme,amada ma.Ahora ve cmo despiertas t a Cristo. El alma dice:

    Muchachas de Jerusaln, os conjuro a que no vayis a molestar, aque no despertis al amor! El amor es Cristo.

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    Tratado sobre el evangelio de San Lucas

    La anunciacin y la respuesta de la Virgen:

    Dijo Mara al ngel: Cmo ser eso, pues no conozco varn?Parecera que aqu Mara no ha tenido fe a no ser que loconsideres atentamente; no es admisible que fuese escogidauna incrdula para engendrar al Hijo unignito de Dios. Ycmo podra hacerse aunque fuese salvada la prerrogativa dela madre, a la cual se deba con razn mayor deferencia, perocomo prerrogativa mayor, mayor fe deba habrselereservado, cmo podra hacerse que Zafaras, que no habacredo, fuese condenado al silencio, y Mara, sin embargo, si nohubiera credo, fuese honrada con la infusin del EsprituSanto? Pero Mara no deba rehusar creer ni precipitarse a laligera: rehusar creer al ngel, precipitarse sobre las cosasdivinas. No era fcil conocer el misterio encerrado desde los siglosen Dios, que ni las mismas potestades superiores pudieronconocerlo. Y, sin embargo, no rehus su fe ni ha sustrado su

    misin sino que ha ordenado su querer y ha prometido susservicios. Pues cuando dice: Cmo se har esto? no pone enduda su efecto, sino que pregunta cmo se har este efecto.

    Cunta ms mesura en esta respuesta que en las palabras delsacerdote! sta ha dicho: Cmo se har esto? Aqul harespondido: Cmo conocer esto? Ella trata ya de hacerlo, aqulduda todava del anuncio. Aqul declara no creer al manifestarque no sabe, y parece que, para creer, busca todava otragaranta; ella se declara dispuesta a la realizacin y no duda de

    que tendr lugar, pues pregunta cmo podr realizarse; as estescrito: Cmo se har esto, pues no he conocido a varn? Laincreble e inaudita generacin deba ser antes escuchada paraser creda. Que una virgen d a luz es un signo de un misteriodivino, no humano. Toma para ti, dice, este signo: he aqu queuna virgen concebir y dar a luz un hijo. Mara haba ledo esto y,

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    por lo mismo, crey en su realizacin; mas cmo se haba derealizar, no lo haba ledo, pues esto no haba sido revelado nisiquiera a un profeta tan grande. El anuncio de tal misteriodeba de ser pronunciado no por los labios de un hombre, sinopor los de un ngel. Hoy se oye por vez primera: El EsprituSanto descender sobre ti,y es odo y es credo.

    He aqu, dice, la esclava del Seor; hgase en m segn tu palabra.Admira la humildad, admira la entrega. Se llama a s misma laesclava del Seor, la que ha sido escogida para ser su Madre;

    no la ensorbebece esta promesa inesperada. Ms an, alllamarse esclava, no reivindic para s algn privilegio de unagracia tan grande; realizara lo que le fuese ordenado; puesantes de dar a luz al Dulce y al Humilde convena que elladiese prueba de humildad. He aqu la esclava del Seor; hgase enm segn tu palabra. Observa su obediencia, observa su deseo;he aqu la esclava del Seor: es la disposicin para servir; hgaseen m segn tu palabra: es el deseo concebido.

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    La misericordia divina

    (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas, VIl, 207-212) Lc/15/01-32

    Quin hay de vosotros que, teniendo cien ovejas y habiendoperdido una de ellas, no deje las noventa y nueve en la dehesa,y no vaya en busca de la que se perdi, hasta encontrarla? (Lc15, 4). Un poco ms arriba has aprendido cmo es necesario

    desterrar la negligencia, evitar la arrogancia, y tambin aadquirir la devocin y a no entregarte a los quehaceres de estemundo, ni anteponer los bienes caducos a los que no tienenfin; pero, puesto que la fragilidad humana no puedeconservarse en lnea recta en medio de un mundo tancorrompido, ese buen mdico te ha proporcionado losremedios, aun contra el error, y ese juez misericordioso te haofrecido la esperanza del perdn. Y as, no sin razn, San Lucasha narrado por orden tres parbolas: la de la oveja perdida yluego hallada, la de la dracma que se haba extraviado y fueencontrada, y la del hijo que haba muerto y volvi a la vida; y

    todo esto para que, aleccionados con este triple remedio,podamos curar nuestras heridas, pues una cuerda de tres hilosno es fcil de romper (Qoh 4, 12).

    Quin es este padre, ese pastor y esa mujer? Acaso norepresentan a Dios Padre, a Cristo y a la Iglesia? Cristo te llevasobre sus hombros, te busca la Iglesia y te recibe el Padre. Unoporque es Pastor, no cesa de llevarte; la otra, como Madre, sincesar te busca, y entonces el Padre vuelve a vestirte. Elprimero, por obra de su misericordia; la segunda, cuidndote;

    y el tercero, reconcilindote con l. A cada uno de ellos lecuadra perfectamente una de esas cualidades: el Redentorviene a salvar, la Iglesia asiste y el Padre reconcilia. En todoactuar divino est presente la misma misericordia, aunque lagracia vara segn nuestros mritos. El pastor llama a la ovejacansada, se encuentra la dracma que se haba perdido, y el hijo,

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    por sus propios pasos, vuelve al padre y lo hace plenamentearrepentido del error que lo acusa sin cesar. Y por eso, contoda justicia, se ha escrito: T, Seor, salvars a los hombres ya los animales (Sal 35, 7). Y quines son estos animales? Elprofeta dijo que la simiente de Israel era una simiente dehombre y la de Jud una simiente de animales (cfr. Jer 31, 27).Por eso Israel es salvada como un hombre y Jud recogidacomo una oveja. Por lo que a m se refiere, prefiero ser hijoantes que oveja, pues aunque sta es solcitamente buscada porel pastor, el hijo recibe el homenaje de su padre.

    Regocijmonos, pues, ya que aquella oveja que haba perecidoen Adn fue salvada por Cristo. Los hombros de Cristo son los brazos de la Cruz. En ella deposit mis pecados, y sobre lanobleza de este patbulo he descansado. Esta oveja es una encuanto al gnero, pero no en cuanto a la especie: pues todosnosotros formamos un solo cuerpo (1 Cor 10, 17), aunquesomos muchos miembros, y por eso est escrito: vosotros soisel Cuerpo de Cristo, y miembros de sus miembros (1 Cor 12,27). Pues el Hijo del hombre vino a salvar lo que habaperecido (Lc 19, 10), es decir, a todos, puesto que lo mismoque en Adn todos murieron, as en Cristo todos sernvivificados (I Cor 15, 22).

    Se trata, pues, de un rico pastor de cuyos dominios nosotrosno formamos ms que una centsima parte. l tieneinnumerables rebaos de ngeles, arcngeles, dominaciones,potestades, tronos (cfr. Col 1, 16) y otros ms a los que hadejado en el monte, quienespor ser racionalesno sinmotivo se alegran de la redencin de los hombres. Adems, elque cada uno considere que su conversin proporcionar una

    gran alegra a los coros de los ngeles, que unas veces tienen eldeber de ejercer su patrocinio y otras el de apartar del pecado,es ciertamente de gran provecho para adelantar en el bien.Esfurzate, pues, en ser una alegra para esos ngeles a los quellenas de gozo por medio de tu conversin.

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    No sin razn se alegra tambin aquella mujer que encontr ladracma (cfr. Lc 15, 8-10). Y esta dracma, que lleva impresa lafigura del prncipe, no es algo que tenga poco valor. Por eso,toda la riqueza de la Iglesia consiste en poseer la imagen delRey. Nosotros somos sus ovejas; oremos, pues, para que sedigne colocarnos sobre el agua que vivifica (cfr. Sal 22, 2). Hedicho que somos ovejas: pidamos, por tanto, el pasto; y, ya quesomos hijos, corramos hacia el Padre.

    No temamos haber despilfarrado el patrimonio de la dignidad

    espiritual en placeres terrenales (cfr. Lc 15, 11-32). El Padrevuelve a dar al hijo el tesoro que antes posea, el tesoro de lafe, que nunca disminuye; pues, aunque lo hubiese dado todo,el que no perdi lo que haba recibido, lo tiene todo. Y notemas que no te vaya a recibir, porque Dios no se alegra de laperdicin de los vivos (Sab 1, 13). En verdad, saldr corriendo atu encuentro y se arrojar a tu cuellopues el Seor es quienlevanta los corazones (Sal 145, 8), te dar un beso, que es laseal de la ternura y del amor, y mandar que te pongan elvestido, el anillo y las sandalias. T todava temes por laafrenta que le has causado, pero El te devuelve tu dignidadperdida; t tienes miedo al castigo, y l, sin embargo, te besa;t temes, en fin, el reproche, pero l te agasaja con unbanquete.

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    La agona en el huerto

    Lc. 22, 39-53.

    56. Padre, si es posible, pase de m este cliz . Existen muchosautores que toman este pasaje como argumento para sostenerque la tristeza del Seor fue una prueba de debilidad que Eltuvo toda su vida y, por tanto, que no le sobrevino slodurante este tiempo, y as, parece como si quisieran retorcer elsentido natural de las palabras. Por lo que a m se refiere, no

    slo no creo que haya que excusarle, sino todo lo contrario;para m no hay otro pasaje en el que admire ms su amor y sumajestad; y es que su entrega a m no hubiera sido tan grandesi no hubiese tomado mis mismos sentimientos. As, pues, nohay duda que sufri por m Aquel que nada propio tena por loque pudiera sufrir, y, dejando a un lado la felicidad de su eternadivinidad, se dej dominar por el tedio de mi enfermedad. Elha tomado sobre s mi tristeza para comunicarme su alegra, ydescendi sobre nuestros pasos hasta la angustia de la muerte,para llevarnos, sobre sus pasos, a la vida. Y por eso hablo conplena confianza de la tristeza, ya que predico la cruz; en

    verdad, no tom de la encarnacin una apariencia, sino lamisma realidad. En efecto, El deba tomar sobre s el dolorpara vencer la tristeza, no para aniquilarla, pues, de locontrario, los que tuvieran que soportar la angustia sin dolor,no podran ser alabados por su fortaleza.

    57. Y as dijo: El varn de dolores sabe soportar los sufrimientos (Is.53,3), y nos dio una leccin para que aprendiramos, tambincon el caso de Jos, a no temer la crcel (1), ya que en Cristohemos aprendido a vencer la muerte, o mejor, el modo de

    vencer la angustia actual por la muerte futura. Pero cmo tevamos a imitar, Seor Jess, si no es siguindote comohombre, creyendo que has muerto, y contemplando tusheridas? Y, cmo los discpulos habran credo que T habasmuerto si no hubiesen sentido la angustia del que est paramorir? As, aquellos por quienes Cristo sufra, se duermen sin

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    conocer el dolor; esto es lo que leemos:El carga sobre s nuestrospecados y sufre por nosotros (Is 53,4). No son tus heridas, Seor,las que te hacen sufrir, sino las mas; tampoco es tu muerte,sino mi enfermedad ; y te hemos visto en medio de esosdolores cuando ests doliente, no por ti, sino por m; hasenfermado, pero por nuestros pecados (Is 53,5), es decir, noporque hubieras recibido del Padre esa enfermedad, sinoporque la habas aceptado por m, ya que me traera un granbien el hecho de que "pudiramos aprender en ti la paz y deque sanases, con tu sufrimiento, nuestros pecados" (ibid.).

    58. Pero qu tiene de maravilloso que el que llor por uno,aceptara la misin de sufrir por todos? Por qu maravillarse deque sintiera tedio en el momento en que iba a morir por todos,cuando, en el instante de resucitar a Lzaro, comienza aderramar lgrimas? All le conmovieron las lgrimas de supiadosa hermana, ya que le llegaron al fondo de su almahumana, y aqu le impulsaba a obrar el pensamiento profundode que, al mismo tiempo que aniquilaba nuestros pecados,desterraba de nuestra alma la angustia por medio de la suya. Yquizs por esto se entristeci, puesto que, despus de la cadade Adn, de tal modo estaba dispuesta nuestra salida de estemundo, que nos era necesaria la muerte, pues Dios no cre lamuerte ni se alegra de la perdicin de los vivos (Sap 1,13), razn porla que a El le repugnaba sufrir aquello que no hizo.

    59. Despus dijo: Aleja de m este cliz. Como hombre El rehsamorir, pero, en cuanto Dios, El mantiene su senten cia; anosotros nos resulta del todo imprescindible morir al mundo siqueremos resucitar para Dios, con objeto de que, segn lasentencia divina, la ley de la maldicin sea saldada por el

    retorno de nuestra naturaleza al limo de la tierra.

    60. Y cuando dijo: No se haga ni voluntad, sino la tuya,relacionaba la suya con su humanidad y la del Padre con ladivinidad, ya que la voluntad del hombre es temporal,mientras que la de la divinidad es eterna. No es distinta la

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    voluntad del Padre y la del Hijo, pues donde hay unidad dedivinidad debe existir unidad de voluntad. Aprende, pues, aestar sometido a Dios para que no elijas tu propio querer, sinoque puedas saber qu es lo que agradar a Dios.

    61. Y ahora examinemos el valor de las propias palabras: Mialma est triste, y en otra parte: Mi alma se halla ahora en unestado de turbacin extrema y no es que se arrepienta de habertomado un alma, sino que es esta alma aceptada la que seturba, ya que el alma est sujeta a las pasiones, mientras que la

    divinidad est libre de ellas, y despus dijo: El espritu est pronto, pero la carne es dbil. No es El quien est triste, sino sualma. Tampoco es la Sabidura la que se entristece, ni lasustancia divina, sino el alma, pues El ha tomado sobre s mialma y mi cuerpo. No me enga de que fuera algo distinto delo que pareca: El pareca que estaba triste, y lo estaba enrealidad, no por sus sufrimientos, sino por nuestrodistanciamiento de El. Por ese motivo dijo: Herir al pastor y sedispersarn las ovejas (Mt 26,31; Zac 13,7). Senta profundodolor porque nos dejaba en estado de infancia. Por lo dems, ya nos declara la Escritura con qu arrojo se ofreci a lamuerte y cmo sali al encuentro de los que le buscaban,dando con ello fuerzas a los dbiles, excitando a los quedudaban y dignndose recibir el beso del traidor.

    62. Nada ms concorde con la verdad que aceptar que latristeza se la causaban sus perseguidores, ya que El saba queexpiaran su sacrilegio en medio de suplicios. Y por eso dijo: Aleja de m este cliz; y no era que el Hijo de Dios temiera lamuerte, sino que no quera que los malos se condenaran. Porlo que muy bien dijo: Seor, no les imputes este pecado (Lc 23,34),

    con el fin de que su pasin fuese capaz de comunicar lasalvacin a todos.

    63. Judas, con un beso entregas al Hijo del hombre? Ver-daderamente que es grande la manifestacin del poder divino, y grande tambin esta leccin de virtud. El proyecto de

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    traicin se est llevando a cabo, y la paciencia sigue sinacabarse. Seor, T te entregaste al que te traicionaba,mientras pones de manifiesto su secreto. Tambin teentregaste al que te traicionaba, cuando le hablaste del Hijo delhombre,ya que lo que se apresaba all, no era la divinidad, sinola carne. Lo cual resulta una gran confusin para el mayoringrato que haya existido, puesto que entreg a Aquel que,siendo Hijo de Dios, quiso hacerse por nosotros Hijo delhombre; parece decirle: Por ti, ingrato, he tomado esto que tuahora entregas! Qu hipocresa! Yo entiendo que hay que

    leerlo como una pregunta, tal vez, para que se vea cmocorrige al traidor mostrndole un gran sentimiento de amor.Judas, con un beso entregas al Hijo del hombre? En otras palabras:Me entregas al sufrimiento a causa de mi entrega amorosa?Vas a hacer que se derrame mi sangre como pago de micaridad servicial, y me vas a entregar a la muerte precisamentecon el smbolo de la paz? T, que eres un siervo, entregas a tuSeor; siendo su discpulo, traicionas a tu Maestro, y t, queeres un elegido, entregas a tu Creador? Aqu se cumple aquellode: Las heridas de un amigo son de ms valor que los besosinteresados de un enemigo (Prov 26,6). Esto es lo que se dice deltraidor. Y qu es lo que est escrito del hombre leal? Heloaqu: Que l me bese con los sculos de su boca (Cant 1,1).

    64. Y le bes; y no se hace una justificacin en este pasaje deldisimulo, sino que se nos quiere hacer ver que no hua de latraicin y que segua amando al traidor a quien no habanegado esa manifestacin de amor; de ah que est escrito: Erapacfico con los que odiaban la paz (Ps 119,6).

    65. Y al signo convenido sigue diciendo los que haban

    venido con los palos le apresaron. Sin embargo, no son lasarmas las que son capaces de someter al que es Seor de todo,sino los misterios. Y por eso, cuando El habl, cayeron haciaatrs. Qu necesidad tengo yo de legiones de ngeles y deejrcitos celestiales? La sola voz del Seor les produce unterror ms fuerte. Eso fue lo que escogi, como indicio

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    evidente de la majestad divina, aquel que haba reposado sobreel pecho de Cristo (2). Y la turba entonces se dispone amaniatar a Aquel que lo estaba deseando, y as lo cargan decadenas. Oh insensatos y prfidos! No es de esa manera comouno se aduea de la Sabidura, ni es con cadenas como seapresa a la Justicia.

    66. Y el celo de los apstoles no se hizo esperar. Por eso,Pedro, instruido en la Ley, hombre de corazn, pronto,sabiendo que Finees fue tenido como justo por haber matado a

    los sacrlegos (Ps 105,30ss), hiere al siervo de los prncipes delos sacerdotes. Y poco despus el Seor cur la heridasangrante, poniendo en su lugar los misterios divinos, de modoque el siervo del prncipe de este mundo, esclavo del poderterreno, no por derecho de su nacimiento, sino por su cada(3), ha recibido una herida en su oreja por no haber escuchadolas palabras de la Sabidura. En verdad, todo el que comete elpecado, se hace esclavo del pecado (Io 8,34). Habis sido vendidosdijo Isaas por vuestros pecados (50,1): Por nuestros pecadoshemos sido vendidos, y la redencin de estos pecados se hallevado a cabo gracias a la bondad de Dios. Y si Pedro hiri conadvertencia plena la oreja, era para ensearnos que en adelanteellos no deban tener orejas exteriores, sino que las debantener en el interior. Con todo, el buen Maestro le devolvi laoreja para mostrarles, segn las palabras del profeta (Is 6,10),que tambin pueden ser curados aquellos que, al convertirse,participan de las heridas de la pasin del Seor; y eso, porquelos misterios de la fe borran cualquier pecado.

    67. As, pues, Pedro cort una oreja. Y por qu Pedro? Porquel fue quien recibi las llaves del reino de los cielos, y l es

    quien condena y quien absuelve, puesto que ha recibido laspotestades de atar y desatar. El corta la oreja del que escuchacon maldad y, por medio de la espada espiritual, corta tambinla oreja interior que no entiende con rectitud.

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    68. Tengamos cuidado para que a ninguno haya que cortarnosla oreja. Se lee la pasin del Seor: si sostenemos que ladebilidad y sufrimiento corporales afectaban a su divinidad,quiere decir esto que nuestra oreja ha sido seccionada ycortada por Pedro, el cual no soport que Cristo fuese tenidocomo un profeta, sino que nos ense a proclamarletaxativamente como Hijo de Dios, por medio de una perfectaconfesin de fe (Mt 16,14ss). Por tanto, cuando leemos queCristo fue apresado, pongamos atencin para no escuchar ycreer a aquel que nos diga que fue apresado en cuanto a su

    divinidad,y sin El quererlo y sin poder para evitarlo. Es ciertoque fue cogido, como atestigu Juan (18,12), en la realidad desu cuerpo, pero ay de aquellos que encadenan al Verbo! Atana Cristo, al que ven como puro hombre, y no piensan queencadenan al que todo lo sabe ni reconocen en El al que todolo puede. Tristes cadenas en verdad, las de los judos, con lascuales no atan a Cristo, sino que se encadenan a s mismos. Yresulta que es maniatado, no en casa de un hombre piadoso y justo, sino en casa de Caifs, es decir, en una casa impa,donde, como constaba por las profecas, haba de morir portodos (Mt 26,57; Io 18,24). Qu insensatos resultan aquellosque reconocen los beneficios y persiguen al autor de ellos!

    69. Puesto que su odo haba perdido la sensibilidad, perdieronla oreja. En realidad, no son pocos los que no poseen aquelloque creen tener. Dentro de la Iglesia todos lo tienen, y todoslos que estn fuera de ella carecen de ello. Quizs les cort laoreja para que no cometieran ms pecados escuchando aquelloque despus no podran cumplir. As es como el Seorconfundi en otro tiempo las lenguas de los que edificaban latorre (Gen 11,7ss), para que, no entendindose, no pudiesen

    seguir construyendo su impo proyecto.

    70. Comprende, si puedes, cmo al contacto con la manoderecha del Salvador huye el dolor y se curan, sin msmedicamentos que su contacto, las heridas. El barro reconocea su obrero, y la carne se pone a disposicin de la mano del

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    Negacin de Pedro

    Lc 22,54-62.

    72. Y Pedro le segua a lo lejos. Con razn dice que le segua delejos, ya que estaba prximo a negarle; pues no podra haberlenegado si se hubiese mantenido cercano a Cristo. Con todo,quizs debamos tener para con l una gran reverencia yadmiracin, puesto que, aun con mucho miedo, no abandonal Seor. El miedo es propio de la naturaleza, pero la solicitud

    es hija de la piedad. Lo que uno teme es algo extrao; sinembargo, aquello de lo que no se puede huir es algo propio. Sil sigue, lo hace por una devota entrega, pero la negacin esalgo propio de la sorpresa. Su cada es algo comn, suarrepentimiento est provocado por la fe. Ya haba comenzadoa arder el fuego en la casa del prncipe de los sacerdotes; yPedro se acerc para calentarse, puesto que, una vez preso elSeor, se haba enfriado tambin el calor de su alma.

    73. Y por el hecho de que quien primero lo denuncia sea unaesclava, cuando los que mejor le podan conocer eran los

    hombres, qu nos quiso dar a entender, sino que tambin elsexo femenino haba tomado parte pecaminosamente en lamuerte del Seor y que sera, por lo mismo, tambin redimidopor la pasin del Seor? Y por eso es una mujer quien recibeprimero el misterio de la resurreccin y guarda lo que se lehaba mandado (Io 20,14ss), con objeto de poder deshacer elantiguo error de la prevaricacin.

    74. Y al ser denunciado, Pedro reniega admitamos, pues, quePedro reneg, ya que el Seor le dijo: T me negars tres veces

    (Mt 26,34), y, en verdad, prefiero creer que Pedro reneg antesque pensar que el Seor se equivoca; y qu es lo que lneg? Exactamente lo que haba imprudentemente prometido.El haba valorado su entrega, pero no haba reflexionado sobresu condicin humana y fue castigado por haber presumido deque morira por El, cosa que es un regalo del poder divino y no

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    sentencia del Seor cuando dice: Vuestra plata ha sidoreprobada (Ier 6,30). Si la plata de los judos ha sido rechazada,tambin su fuego (2) ha sido reprobado. En realidad, en elfuego y en el oro de los judos estaba figurada la cabeza del becerro (Ex 32), que no era otra cosa que los principios delsacrilegio.

    78. Pero examinemos el contenido de la negacin, ya que,siguiendo a los evangelistas, se obtiene un contenido ms rico.Y as, el que Pedro pudiese pecar, parecera una cosa tan

    extraa, que su pecado ni siquiera los evangelistas lo pudieroncomprender (3). Por eso, cuando la criada denuncia a Pedro elser de los que estaban con Jess Nazareno, Mateo escribe quesu primera palabra fue responder: No s lo que dices. Y estomismo es lo que afirma Marcos, que sigui a Pedro y pudoconocer mejor este detalle de sus mismos labios. Esta es, pues,la primera palabra de la negacin de Pedro, con la cual, sinembargo, no parece que quiera negar al Seor, sino sloalejarse de la denuncia de la mujer.

    79. Pero profundiza en qu es lo que l niega. Dice que no era

    de esos que estaban con Jess de Galilea, o, como escribiMarcos, con Jess Nazareno. Neg, acaso, que haba estadocon el Hijo de Dios? Esto era lo mismo que decir: Noreconozco como Galileo o Nazareno al que reconozco comoHijo de Dios. Es propio de los hombres el llevar el nombre delos lugares donde nacieron, pero el Hijo de Dios no puede serdesignado con el nombre de su patria, ya que ningn lugarpuede limitar su majestad. Y para que te des cuenta cmo lodicho responde a la verdad, tambin existe un ejemplo que loprueba; en efecto, cuando, en otro pasaje, pregunt el Seor a

    los discpulos: Quin dicen los hombres que es el Hijo del hombre?,y unos respondieron que Elas, otros que Jeremas o alguno delos profetas, Pedro respondi: T eres Cristo, el Hijo de Dios vivo(Mt 16,16ss). Acaso le neg en esta ocasin porque prefirieramejor confesarle como Hijo de Dios que como Hijo delhombre? Cmo podremos pensar que estuviera equivocado

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    que era apstol de un hombre cuando dijo: Pablo, apstol no dehombres ni hecho por hombres, sino por Jesucristo y por Dios Padre(Gal 1;1). Y para que no pareciera que en el misterio de laEncarnacin quedaba alguna cosa dudosa, aadi: Que loresucit de entre los muertos (ibid.), y as puedes creer en suhumanidad despus de haber credo en su divinidad. Que es loque expresa en otro lugar, con parecidas palabras, cuando dice:No hay ms que un solo Dios y un mediador entre Dios y loshombres, que es Cristo Jess hombre (1 Tim 2,5). Pero, cier-tamente, se le ha puesto la mediacin de Dios antes que los

    hombres, pues no es suficiente creer ambas verdades, sinotambin creerlas con el orden propio de la fe.

    84. Por tanto, concuerdan las respuestas de todos, ya que elque dijo: No conozco a tal hombre, expres lo mismo cuando fuepreguntado si era de los discpulos de ese hombre, diciendo: Nosoy. Y as, no es que negara que era discpulo de Cristo, sinoque lo que neg fue que era discpulo de un hombre. De estemodo, tanto Pedro como Pablo negaron al hombre, porqueconfesaban que era Hijo de Dios. Y lo mismo que pens Pedro,lo expres Pablo, sacando tambin su provecho. El error de

    Pedro pas a constituir una leccin para los justos, de igualmanera que su debilidad se convirti en una roca de fortalezapara todos. Tambin titubea sobre las aguas, pero tiende sumano a Cristo (Mt 14,30); cae en la montaa, pero eslevantado por Cristo (Lc 9,14); como tambin peligra en elmar, pero anduvo sobre l. En realidad, la debilidad de Pedroes ms fuerte que nuestra misma firmeza. El cae all dondenadie sube, y duda all por donde nadie anda. Y, sin embargo,aunque titubeaba al andar sobre las aguas, no cae, camina sinhundirse, vacila sin llegar a la cada. Y, si cae, es sobre el monte

    donde cae, aunque el caer all supone para l ms felicidad queel estar en pie de otros; esa cada le reporta la dicha de que seaCristo quien lo levante.

    85. Y al ser preguntado otra vez si era de sus discpulos, Juannos dice que lo neg. Cosa que neg con toda razn, ya que se

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    le preguntaba si era discpulo de aquel de quien, ms arriba,haban dicho que era hombre. Y que la tercera vez negar quehaba estado con El, se desprende de lo anterior: con ese aquien vosotros llamis puro hombre, no he estado, pero dellado del Hijo de Dios no me he separado.

    86. Tambin Lucas escribi que, cuando Pedro fue preguntadosi era de ellos, respondi la primera vez: Yo no lo he conocido. Ylo dijo con toda justicia, pues no hay duda que habra sido unapresuncin decir que conoca a Aquel que la mente humana

    jams puede abarcar; pues nadie conoce al Hijo sino el Padre (Mt11,27). La segunda vez, atestigua Lucas, dijo: No soy. Es decir,que prefiri negarse a s mismo antes que negar a Cristo (6)Aunque pareca que l negaba que haba estado con Cristo, enrealidad se negaba a s mismo. Con todo, es cierto que pornegar su parte humana ya pec contra el Hijo del hombre,aunque no contra el Espritu Santo, y por eso fue perdonado(Mt 12,32). Y al ser interrogado por tercera vez, respondi: Nos lo que dices, o lo que es lo mismo, yo no entiendo vuestrossacrilegios.

    87. Pero, aunque nosotros le excusemos, l no se excus, yaque para confesar a Jess no es suficiente una respuestaambigua, sino que es necesaria una confesin franca. Porquede qu sirve un rodeo en las palabras, si quieres aparecercomo uno que ha renegado? (7). Y por eso se dice que Pedrono respondi as con objeto de dar un rodeo, ya que, cuandodespus lo record, comenz a llorar. Y as prefiri confesar lmismo su pecado, para que, por la confesin, le fueseperdonado el pecado que haba contrado por la negacin pues el justo empieza por acusarse a s mismo (Prov 18,17) y

    despus llor.

    88. Por qu llor? Porque el pecado le cogi de sorpresa.Tambin yo suelo llorar si no peco, es decir, si no me vengo, sino obtengo lo que injustamente deseo; Pedro se arrepinti yllor porque se haba equivocado como hombre. No atiendo

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    tanto a lo que dijo, fijo ms mi atencin en que llor. Veo suslgrimas, no encuentro un afn de excusarse; y aunque nopuede defenderse, puede empero lavarse. Que las lgrimaslaven ese pecado que no se atreve a confesar de viva voz! Losllantos conducen al perdn y a la honradez. Las lgrimasconfiesan la culpa sin temor, las lgrimas reconocen el crimensin el tormento de la vergenza, las lgrimas no piden elperdn, pero lo obtienen. Ya he encontrado el por qu Pedroguard silencio, era para que una demanda de perdn tanpronta no hiciera ms grande su pecado. Es necesario llorar

    antes, y ya despus se puede pedir.

    89. Qu buenas lgrimas son las que lavan la culpa! Por esotodos aquellos a los que Jess mira, lloran. La primera vez,Pedro reneg y no llor, era porque el Seor no le habamirado. Le neg una segunda vez y tampoco llor, pues anno le haba mirado el Seor; pero, al negarle por tercera vez, Jess clav en l su mirada, y comenz a llorar conincontenible amargura. Mranos, Seor Jess (8), para quesepamos llorar nuestro pecado. Con esto se nos ensea queaun la cada de los santos es provechosa. Ningn dao meacarre la negacin de Pedro, y, sin embargo, he recibido ungran beneficio de su arrepentimiento. He aprendido aguardarme de los planes de los hombres de mala fe. Pedro,cuando estaba entre los judos, reneg; Salomn, engaadopor sus amigos paganos, cay en el error.

    90. Pedro llor y con una amargura profunda, llor con el finde que sus lgrimas pudieran lavar su pecado. Tambin tdebes llorar tu culpa con lgrimas si quieres conseguir elperdn en el mismo momento e instante en que te mire

    Cristo. Si te acontece caer en algn pecado, el que est comotestigo en lo ms ntimo de tu ser, te mira para hacerterecordar y confesar tu error. Imita a Pedro, que, en otro lugar,responde a la tercera pregunta: Seor, T sabes que te amo (lo21,15). Pues como le haba negado, sern otras tres las que leconfiese, y, habindole negado de noche, le confiesa de da.

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    91. Ahora bien, todo esto est escrito para que comprendamosque nadie se debe vanagloriar; porque si el mismo Pedro cayporque dijo: Aunque los otros se escandalizaren, yo jams me es-candalizar (Mt 24,33), quin podr presumir, con derecho, desus propias fuerzas? Tambin David, despus de decir: Yo dijeen el tiempo de mi bienestar, jams ser conmovido, confiesa queesa jactancia le hizo engaarse, diciendo: Apartaste tu rostro dem y fui confundido (Ps 29,7ss).

    Cmo podras hacerte presente a m, Pedro, para que me

    mostrases en qu pensabas cuando llorabas? De dnde mepregunto te podra hacer venir? Acaso del cielo, donde yatienes un puesto entre los coros de los ngeles, o tal vez de latumba? En realidad, no creo que pienses que sea una injuriapara ti el estar all mismo de donde resucit el Seor.Ensame qu gran utilidad te reportaron las lgrimas.Aunque, en verdad, bien pronto lo has enseado ; ya que, alllorar despus de caer, ese llanto te ha hecho digno de serelegido para regir a otros, precisa-mente t que, antes ni a timismo eras capaz de gobernarte.

    Notas:

    (1) Al decir: animam meam pro te ponam, nota San Ambrosio que SanPedro pareca arrogarse lo que es privilegio del Seor, al que slo pertenecedecir con toda verdad: potestatem babeo ponendi animam meam.

    (2) El fuego es considerado aqu como el crisol donde se purifica la plata delos judos.

    (3) Hay que dejar a San Ambrosio la responsabilidad del desarrollo taningenioso, demasiado ingenioso, que hace en este pasaje. Seguramente entodo esto hay que ver una reminiscencia de su vida y profesin anterior y,por otra parte, su inclinacin a ver todo bueno en los apstoles y en lasalmas santas del Antiguo y Nuevo Testamentos.

    (4) El evangelio segn San Marcos es considerado por la tradicin catlicacomo un reflejo de la predicacin de San Pedro.

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    (5) San Mateo y San Marcos.

    (6) En latn non sum se presta a una doble traduccin. A ello alude SanAmbrosio.

    (7) espus de tanto ingenio manifestado en sus razonamientos leguleyos,San Ambrosio ha terminado por apreciar sanamente, y conforme a lainterpretacin general, el acto reprensible de San Pedro.

    (8) Muchas expresiones de este pasaje se encuentran en el himno de Laudesde los Domingos: Aeterne rerum Conditor, que se considera como obrade San Ambrosio.

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    El fin de Judas

    Mt 27,3-10.

    93. No cabe la menor duda de que las lgrimas de Pedro erande las derramadas como fruto de un corazn afectuoso; eltraidor no tena ni idea remota de ese llanto que lograba borrarla culpa, antes, por el contrario, el tormento de su concienciale haca confesar su sacrilegio, para que, mientras el reo secondena por su propio juicio y expa la falta con un suplicio

    voluntario, se manifieste la piedad del Seor, que no quierevengarse por su propia mano, y su divinidad, que pregunta asu conciencia por medio de su poder invisible.

    94. He pecadodijoentregando la sangre del justo. Yaunque lapenitencia del traidor es ya vana, puesto que pec contra elEspritu Santo, con todo, existe algn atenuante en el crimen alreconocer la culpa. Y aunque no resulta perdonado, sinembargo, comprende el cinismo de los judos, los cuales, apesar de ser acusados por la confesin del traidor, no obstantese arrogan los derechos del criminal contrato y se creen

    exentos de culpa, diciendo: qu nos importa a nosotros; all t.Verdaderamente son insensatos al creerse libres y nocmplices del crimen del traidor. En las cuestiones meramentepecuniarias, una vez resarcido el precio, cesa la obligacin; asellos, tan pronto recibieron el precio, llevan a trmino elsacrilegio, e impulsados por sus malos constantes deseos,toman como cosa suya la funesta venta de sangre, mientraspagan al vendedor el precio de su sacrilegio.

    95. Evidentemente, pues, cuando este precio de sangre es

    colocado en lugar aparte en el tesoro sagrado de los judos ycon el dinero que fue vendido Cristo se compra el campo delalfarero; cuando este lugar es destinado para que sirva decementerio a los extranjeros, el orculo proftico se cumpleclaramente y se revela el misterio de la Iglesia naciente. Elcampo ste figura, segn la palabra divina, a todo el mundo

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    (Mt 13,38); el alfarero representa a Aquel que nos form del barro y del que lees en el Antiguo Testamento: Dios hizo alhombre del barro de la tierra (Gen 2,7), consevando, a voluntad,el poder no slo de formarlo por la naturaleza, sino tambin elde reformarlo por la gracia. Porque, aunque caigamos,dominados por nuestros propios vicios, sin embargo, sumisericordia nos devuelve el espritu y el alma, segn laspalabras de Jeremas (18,2ss) y nos reforma.

    96. Adems, el precio de la sangre es el precio de la pasin del

    Seor. Y as, con el precio de su sangre, compr Cristo almundo, ya que vino para que el mundo fuese salvado por El (Io3,17), el cual es no slo obra suya, sino tambin es algo que lecorresponde por derecho. En otras palabras, vino para conser-var para la gracia de la eternidad a todos los que, por el bautis-mo, estn consepultados y muertos con Cristo (Rom 6,4.8; Col2,12). Pero no todos tienen indistintamente un mismo lugarpara su sepultura, ya que, aunque el mundo admite a todos loshombres, no a todos conserva. Si bien hay un lugar comndonde todos habitan, sin embargo, la sepultura esverdaderamente legtima slo para aquellos que, gracias a la fe,son actualmente de la casa de Dios (Eph 2,19), aunquehubieren estado antes peregrinando bajo la Ley. Y quines sonstos, sino aquellos de quienes se dice: Acordaos de que en otrotiempo fuisteis gentiles y extranjeros, segn la carne, de la sociedadde Israel y extraos en la alianza de la promesa? (Eph 2,11ss). Perostos ya no son extranjeros ni peregrinos, puesto que hanmerecido ser compaeros de los santos por derecho de la fe.

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    El juicio del Seor

    Lc 22,66 y 23,25.

    97. Sigue a continuacin un pasaje admirable que infunde en elcorazn de los hombres una disposicin de paciencia parasoportar, con igualdad de nimo, las injurias. El Seor esacusado y calla. Con razn calla el que no necesita defenderse:querer defenderse es propio de los que temen ser vencidos. Y

    no es que, callando, apruebe la acusacin, sino que el noprotestar es una seal de que la desprecia. Porque qu puedetemer aquel que no desea salvarse? Por ser la salvacin detodos, sacrifica la suya para obtener la de todos. Pero qupodr decir yo de Dios? Susana call y venci (Dan 13,35). Enverdad, la mejor causa es la que se justifica sin defenderse.Tambin Pilato absolvi en este caso, pero absolvi segn su juicio, y le crucific porque estaba de por medio el misterio.Verdaderamente esto era en parte propio de Cristo y en partealgo tambin humano, para que los jueces inicuos vieran queno es que no hubiera podido defenderse, sino que no haba

    querido.

    98. La razn del silencio del Seor la dio El mismo msadelante, diciendo: Si os lo digo, no me creeris y, si os preguntare,no me responderis, Lo ms admirable es que El puso msinters en aprobar que era Rey que en afirmarlo con palabras,para que quienes confesaban eso mismo de los que leacusaban, no pu-diesen tener motivo para condenarle.

    99. Ante Herodes, que deseaba ver de El algn portento, call

    y no dijo nada, y fue porque su crueldad no mereca ver lascosas divinas, y as el Seor confunda su vanidad. Tal vezHerodes sea el prototipo de todos los impos, los cuales, si nocreen en la Ley y en los Profetas, no pueden, ciertamente, verlas obras de Cristo que se encuentran narradas en el Evangelio.

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    100. Despus es enviado a Herodes y de nuevo devuelto aPilato. Aunque ninguno de los dos lo declaran culpable, sinembargo, ambos secundan los deseos de la crueldad ajena. Escierto que Pilato se lav las manos, pero no lav su conducta;ya que, siendo juez, no debi haber cedido ni ante la envidia niante el miedo, de manera que deba haber salvado la sangreinocente. Su misma esposa le avisaba, la gracia brillaba en lanoche, la divinidad se impona; pero ni aun as se abstuvo deuna sacrlega entrega.

    101. Tambin me parece ver en l una figura anticipada detodos aquellos jueces que habran de condenar a aquellos quejuzgaron inocentes. Y esa persona unida a Pilato nos muestraque los gentiles son mucho ms dignos de perdn que losjudos y pueden ser atrados a la fe mucho ms fcilmente porlas obras divinas. Porque cmo podrn serlo aquellos quecrucificaron al Dios de toda majestad?

    102. Verdaderamente es justo que quienes reclamaban lamuerte del inocente, pidiesen la absolucin del homicida. Estasson las leyes de la iniquidad: odiar la inocencia y amar el

    crimen. En este pasaje, la interpretacin del nombre nos diseauna figura, ya que el nombre de Barrabs, en latn, quiere decirhijo de padre. Y aquellos de quienes se dice: Vosotros tenispor padre el diablo (Io 8,44) son denunciados como gente que dams importancia al hijo de su padre, es decir, al anticristo, queal Hijo de Dios.

    103. Y habendole puesto una vestidura blanca, se lo devolvi. No sinrazn Herodes le cubri con una vestidura blanca, parasignificar que su pasin no tiene mancha alguna; y es que el

    Cordero de Dios inmaculado haba tomado gloriosamentesobre s los pecados del mundo. Tambin en Herodes y Pilato,los cuales, por medio de Jess, se hicieron amigos de enemigosque eran, se puede ver una figura del pueblo israelita y delpueblo gentil, ya que, por medio de la pasin del Seor, ambosllegaran a una concordia, aunque en el siguiente orden:

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    primero el pueblo gentil recibira la palabra de Dios, y despus,por medio de la entrega devota a esa fe, la trasmitira al pueblojudo, para que tambin stos tengan la posibilidad de revestir,con la gloria de su majestad, el cuerpo de ese mismo Cristo alque antes despreciaron.

    104. Despus los soldados le pusieron un manto rojo y unatnica de prpura, la primera como un smbolo de victoria delos mrtires, y la otra como una insignia de su majestad regia, y todo porque su carne deba recoger, para nuestro bien, la

    sangre derramada por toda la tierra y su pasin deba hacernacer en nosotros a su reino.

    105. En cuanto a la corona de espinas puesta en su cabeza, quotra cosa nos va a querer mostrar que el don de la accindivina, al devolver a Dios la gloria del triunfo, es decir, a esospecadores del mundo, que son como las espinas de este siglo? Aun los azotes tienen su significado, ya que fue flagelado Elpara que no lo furemos nosotros, pues este hombre herido y quesabe soportar las enfermedades sufre por nosotros (Is 53,3ss),apartando los azotes de nosotros, que antes huamos de Dios,

    el cual es un Seor tan paciente, que llega a ofrecer sus propiasmanos a las cadenas y su cuerpo a los ltigos de los fugitivos(1). Y as, los judos, aunque con una disposicin de nimodetestable, presagian un xito glorioso, ya que, mientras leestn hiriendo, le coronan, y, burlndose de El, lo adoran. Y sibien no creen de corazn, con todo, rinden homenaje al quedan muerte. Es cierto que no tenan intencin de hacer unabuena accin, sin embargo, no le falt a Dios su honor, ya quefue saludado como rey, coronado como vencedor y adoradocomo Dios y Seor.

    106. Adems, segn Mateo, su mano llevaba cogida una caacon el fin de que la debilidad humana ya no fuese ms agitadapor el viento como si fuera una caa (Lc 7,24), sino que,enraizada en las obras (2) de Cristo, tuviese una base in-conmovible, y, una vez clavado en la cruz (Col 2,14) todo

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    aquello que antes nos era enemigo, cese de tener valor laantigua sentencia ; segn Marcos, con esa caa le hieren sucabeza, con lo cual se nos indica que nuestra naturaleza,fortificada por el contacto con la divinidad (3), no puede yajams irse de un lado para otro.

    107. Pero es ya tiempo de que el Vencedor levante su trofeo,porque, ya sea Simn o El mismo quien la llevase, es trofeo.Toma, en verdad, la cruz sobre sus hombros como un Cristoquien la ha llevado en el hombre y el hombre quien la llev en

    Cristo. Y no pueden estar discordantes las sentencias de losevangelistas cuando est concorde el misterio; tambin escierto que ste es el orden que sigue nuestro progreso: primeroEl levanta el trofeo de su cruz y despus se lo entrega a losmrtires para que, a su vez, lo levanten ellos. Quien lleva lacruz no es un judo, sino un extranjero y peregrino, y otrodetalle es que no le precede, sino que lo sigue, segn lo queest escrito: Toma tu cruz y sgueme (Lc 9,23). En realidad,Cristo no subi a su cruz, sino a la nuestra. El no muri segnsu divinidad, sino segn su humanidad. Por eso El mismo dijo:Dios mo, Dios mo, mrame! Por qu me has abandonado?

    108. Con hermosa intencin, al subir a la cruz, se despoj desus vestiduras reales, para que comprendas que El no padecien cuanto Dios Rey, sino en cuanto hombre, y aunque enCristo estaban ambas realidades, sin embargo, fue clavada enla cruz su humanidad y no su divinidad. Los soldados, no losjudos, son los que saben bien en qu tiempo convienen esosvestidos a Cristo. Al juicio compareci como un vencedor, y seacerc al suplicio como un reo humillado.

    Notas:

    (1) Se puede ver aqu una doble alusin: a nuestros primeros padres, que seesconden de Dios despus de su falta; o a los esclavos trnsfugas que sevengan de su seor.

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    (2) Las obras de Cristo estn figuradas por sus manos, entre las cuales estcolocada la caa.

    (3) La caa de nuestra naturaleza ha sido puesta en contacto con Dios quees la cabeza de Cristo (cf. 1 Cor 11,3; ms abajo n.115).

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    La crucifixin

    Lc 23,33-49.

    109. Y puesto que ya hemos contemplado el trofeo, veamosahora cmo el triunfador sube a su carro y no cuelga el botnconquistado del mortal enemigo sobre troncos de rboles osobre las cuadrigas, sino que los despojos arrebatados almundo los coloca sobre su patbulo triunfal. No vemos aqu alos pueblos vencidos con las manos atadas a la espalda, ni el

    espectculo de ciudades arrasadas o las estatuas de los lugaresocupados; tampoco observamos las cabezas humilladas de losreyes cautivos, como suele ocurrir entre los triunfadoreshumanos, ni tampoco contemplamos que se lleva esa victoriahasta los lmites de otro pas; por el contrario, lo que vemos esprecisamente que los pueblos y las naciones, llenos de alegra,son atrados no por el castigo, sino por la recompensa, losreyes rinden adoracin por propia decisin, las ciudades seentregan a un culto voluntario, las estatuas de las poblacionesreciben una especial mejora, no realizada sta por el arte delcolorido, sino hermoseadas por una fe entregada, las armas y

    los derechos de los vencedores se extienden por todo el orbe;contemplamos asimismo cmo el prncipe de este mundo escogido preso y cmo los espritus del mal que vagan por loscielos (Eph 6,12) obedecen a las rdenes de una palabrahumana, y cmo estn las potestades sumisas y las diversasclases de virtudes resplandecen, no gracias a su seda, sinogracias a sus costumbres. Brilla la castidad, resplandece la fe, yla valiente entrega se levanta ya airosa una vez que se havestido con los despojos de la muerte. El solo triunfo de Dios,la Cruz del Seor, ya hizo triunfar a todos los hombres.

    110. Parece conveniente considerar el modo de subir (1). Yo loveo desnudo; as tiene que subir el que se dispone a vencer almundo, de modo que no se debe preocupar en buscar losauxilios del siglo. Adn, que fue a buscar el vestido (Gen 3,7),fue vencido, mientras que el vencedor es Aquel que se despoj

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    de sus vestidos. El subi con la misma realidad con la que lanaturaleza nos haba formado bajo la accin de Dios. As habavivido el primer hombre en el paraso, y as tambin entr elsegundo hombre al paraso. Y con el fin de que el triunfo nofuera para El solo, sino para todos, extendi sus manos paraatraer todas las cosas hacia s (Io 12,32), con propsito de rom-per las ligaduras de la muerte, atarnos con el yugo de la fe yunir al cielo todo aquello que antes estaba ligado a la tierra.

    111. Tambin se coloca una inscripcin. De ordinario, a los

    vencedores les precede un cortejo; y as el carro triunfal delSeor estaba precedido por el acompaamiento de los muertosresucitados. Tambin es costumbre indicar con un escrito elnmero de naciones dominadas. En esa clase de triunfos quese dan dentro de un orden preestablecido, existen los pobrescautivos de las naciones vencidas, cosa que es vergonzosacuando son ellas las desoladas; sin embargo, aqu resplandecele belleza de los pueblos redimidos. Los que llevan el carro sondignos de un triunfo semejante, y as, el cielo, la tierra, el mary los infiernos pasan de la corrupcin a la gracia.

    112. Se coloca una inscripcin y se pone sobre la cruz, y en laparte inferior de ella, puesto que el principado est sobre sushombros (Is 9,6). Y qu otra cosa es este principado, sino sueterno poder y su divinidad? Por eso, cuando le preguntaron:T quin eres, El respondi: El principio que os habla (Io 8,25).Pero, leamos esta inscripcin:Jess NazarenodiceRey de losjudos.

    113. Con toda razn la inscripcin est puesta en la partesuperior de la cruz, ya que el reino que posee Cristo no es

    propio del cuerpo humano, sino del poder de Dios. Y con todajusticia est puesto arriba, porque, aunque en la cruz estaba elSeor Jess, sin embargo, resplandeca por encima de la cruzgracias a su majestad real. Era un gusano sobre la cruz (Ps21,7), un escarabajo sobre la cruz. Pero un buen gusano que nose va del rbol, un buen escarabajo que clam desde la cruz

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    (2). Y qu dijo? Seor, no les imputes este pecado. Tambin le dijoal ladrn: Hoy estars conmigo en el paraso, y grit como unescarabajo: Dios mo, Dios mo, mrame!, por qu me hasabandonado? Y, en verdad, era un buen escarabajo quien, pormedio de los pasos de sus virtudes, dignificaba el barro denuestro cuerpo, que antes era algo informe y torpe (3) y buenescarabajo tambin el que levant al pobre de entre el estircol(Ps 122,7); levant a Pablo que se consider como basura (Phil3,8), levant a Job que yaca sentado sobre el muladar (Iob 2,8).

    114. No se trata, pues, de una inscripcin cualquiera. Y anms, el mismo lugar de la cruz, bien puesta en medio para quefuera vista por todos, o levantada, como discuten los hebreos,sobre la sepultura de Adn (4), tiene gran importancia, ya queconvena que la primicia de nuestra vida se colocara en elmismo sitio donde tuvo lugar el comienzo de nuestra muerte.

    115. Se reparten los vestidos, y a todos les favorece la suertecon algo, pues el Espritu de Dios no est prisionero de lainteligencia del hombre, sino que acta sobre ella de una ma-nera imprevista. Quizs se pueda ver tambin en esos cuatro

    soldados una figura de los cuatro evangelistas, que fueronaquellos por quienes nos consta esa inscripcin que todospodemos leer. Cuando leo: Mi reino no es de este mundo (lo18,36), me parece leer la inscripcin de "Rey de los judos";igualmente, cuando leo : y el Verbo era Dios (Io 1,1), me parecever claro que el proceso de Cristo estaba escrito sobre su ca-beza, pues, la cabeza de Cristo es Dios (1 Cor 11,3).

    116. Esos soldados eran los que guardaron a Cristo y los queactualmente lo guardan, para que no haga sentir su presencia

    en nadie ni descienda sobre alguno, bajando de la cruz, comopedan los judos (Mt 27,40). Sin embargo, yo anhelo queCristo muera por m en su pasin, para que pueda resucitardespus de ella. No quiso bajar, hacindose un beneficio, conel fin de morir por m. A Cristo se le guarda para nosotros ypor nosotros son divididas sus vestiduras. Todo no lo puede

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    poseer cada uno, y por eso echan a suertes la tnica, y es que ladistribucin de los dones del Espritu Santo no se lleva a cabo agusto del hombre, pues, hay una diversidad de operaciones, perotodo lo obra el mismo Espritu, el cual distribuye a cada uno segnquiere (1 Cor 12,6.11).

    117. Contempla ahora los vestidos divinos de Cristo. Dndelos buscar? Bscalos en el Evangelio de Mateo; en l encon-trars el manto de escarlata (27,28); en el de Juan hallars elvestido de prpura (19,2); en el de Marcos, la prpura

    solamente (15,17), y en el de Lucas, la vestidura blanca (23,11);por su parte, El estaba contento con cualquiera de esosvestidos. A cuntos ha vestido Cristo con sus vestiduras!Pienso que no ha vestido slo a cuatro, sino a todos lossoldados y, adems, en un modo sobreabundante.

    118. Pero volvamos a los evangelistas. En verdad, estas cuatrofracciones no me parecen tanto partes de un vestido cuantocuatro clases de talentos. Pues, en efecto, uno escribi de unmodo ms admirable sobre el reino; y otro sobre la formacindel hombre, de una manera ms extensa. Lucas eligi para s

    escribir sobre el fulgor de la vestidura sacerdotal; Marcosapenas si busc una trabazn en su exposicin; y Juan, por asdecir, elabor un hermoso tejido de sentencias, con las cualesrevisti nuestra fe. No te parece que este pasaje : En elprincipio exista el Verbo y el Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios. El estaba desde el principio en Dios. Todas las cosas fueronhechas por El (Io 1,1.3), goza de un encadenado perfecto? Por elcontrario, Marcos, como contentndose slo con el resplandorde la prpura, afirm, sin ninguna concatenacin verbal:Comienza el evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios (1,1).

    119. Por tanto, los vestidos repartidos representan a la accinde Cristo, o tambin a su gracia, pues la tnica no poda serpartida, viendo en ella una figura de la fe, puesto que sta no seconsigue en atencin a la herencia de cada uno, sino que

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    pertenece a todos por derecho comn; pues aquello que nopuede ser dividido en partes, permanece entero para cada uno.

    120. Con un profundo sentido dice que era de una pieza tejidatoda desde arriba (lo 19,23), porque es as como est tejida la fede Cristo, con objeto de que baje desde lo divino a lo humano,puesto que, habiendo nacido El de Dios antes de todos lossiglos, tom, en los ltimos tiempos, sobre s la carne. Con loque se nos quiere ensear que no debe romperse nuestra fe,sino que ha de permanecer entera.

    121. En verdad, en verdad te digo que hoy estars conmigo en elparaso. Preciossimo ejemplo el que aqu se narra de untrabajo de conversin, puesto que se le concede al ladrn tanpronto el perdn, resultando el premio mucho ms grande quela peticin; en realidad, el Seor siempre da ms de lo que se lepide. Aqul peda que el Seor se acordara de l cuandoestuviera en su reino, y el Seor le contest: En verdad, enverdad te digo que hoy estars conmigo en el paraso; y es que lavida verdadera consiste en estar con Cristo, porque donde estCristo all est el reino.

    122. El Seor perdona prontamente, porque con esa mismaprontitud se convirti el que se lo peda. De aqu se puedededucir por qu los otros evangelistas muestran a los dos la-drones lanzando injurias, y Lucas, por el contrario, pone a unoblasfemando y al otro rogndole. Pudiera ser que uno de ellosantes estuviera injurindole y de repente se convirtiera. Y no esde admirar que, si se convirti, le perdonara la culpa Aquel queconceda el perdn a los mismos que le insultaban. Aunquetambin cabe la posibilidad de que hablara de uno en plural,

    como lo hizo en otro texto: Los reyes de la tierra se reunieron y auna se confabularon los prncipes (Ps 2,2); ya que Herodes es elnico rey y Pilato el nico prncipe que, segn el sentir dePedro en los Hechos de los Apstoles, conspiraron contraCristo. Y por esa misma razn puedes leer en la epstola a losHebreos: Anduvieron cubiertos con pieles de cabra, fueron aserrados

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    y obstruyeron las bocas de los leones (11,33.37), cuando en realidadsabemos que solamente Elas era quien llevaba la piel de cabra(2 Reg 1,8), slo Isaas fue aserrado (5) y nicamente Danielfue quien permaneci indemne entre los leones (Dan 6,23).

    123. Con todo, qu execrable esta iniquidad de los judos, quecrucificaron al Redentor de todos, como si fuera un ladrn!Aunque no hay duda de que, en sentido mstico, El es verda-deramente un buen ladrn, que ha logrado dominar aldemonio con el fin de arrebatarle sus instrumentos (cf Mt

    12,29). Tambin en ese sentido mstico, los dos ladrones sonuna figura de los pueblos pecadores, que fueron crucificadoscon Cristo por el bautismo, ensendonos igualmente sudesacuerdo que los creyentes seran de diversas condiciones. Acontinuacin dice que uno estaba a la izquierda y otro a laderecha. Y los reproches nos re-velan que el escndalo de lacruz (Gal 5,11) seguir existiendo aun entre los creyentes.

    124. Y los judos le ofrecieron vinagre. Y con el fin de darcumplimiento a todo, toma esta corrupcin de la verdad paraclavar en la cruz todo lo que era vicioso. As bebe el vinagre,

    pero no el vino mezclado con la hiel, aunque no lo hizo por lahiel, sino para rehusar las amarguras mezcladas con el vino.Pues, en verdad, aceptando la condicin de su cuerpo, tomlas amarguras de nuestra vida. Por eso El mismo dijo: Medieron como comida hiel y como bebida para mi sed, vinagre (Ps68,22). Sin embargo, no se deba haber mezclado el amargor ala verdad, para que se pudiera ver cmo la inmortalidad futurade los resucitados no tendr amargura, puesto que esainmortalidad, que cierta-mente se avinagr en el vaso de lahumanidad, deba ser reparada en Cristo. As, pues, El bebe

    vinagre, que es lo mismo que decir que el vicio de esamortalidad, corrompida por Adn, es en ese momentoarrojada lejos de la caa (6), para ser eliminado dicho vicio delcuerpo humano. Por lo cual, arrojemos tambin nosotros enCristo todos esos vicios nuestros que hemos acumulado poruna incuria negligente de nuestro cuerpo o de nuestra alma;

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    parten, mientras que sus espritus se endurecen. El juez lesacusa, el que le martiriza cree, el traidor paga su crimen con lamuerte, los elementos se esconden, la tierra tiembla, lossepulcros se abren, y, sin embargo, la dureza de los judospermanece inconmovible ante estas sacudidas de todo eluniverso.

    129. All estaban contemplando el espectculo algunasmujeres, y all estaba tambin su Madre, anteponiendo el celode su ternura a los peligros que corra. Y el Seor, que

    permaneca suspendido en la Cruz, despreciando suspadecimientos, encomendaba a su Madre haciendo unsupremo alarde de piedad. No sin razn es Juan quien locuenta con toda profusin de detalles; los otros, en efecto,describieron la conmocin del mundo, la accin de las tinieblasoscureciendo el cielo, la huida del sol. Mateo y Marcos, quedieron ms importancia al aspecto humano y moral,aadieron: Dios mo, Dios mo, mrame! Por qu me hasabandonado?, para que creysemos que la naturaleza humanaasumida por Cristo es la que haba subido a la cruz. Y Lucas esquien ha afirmado con ms claridad cmo el ladrn, gracias ala intercesin sacerdotal (8), obtuvo el perdn, y cmo, con elmismo beneficio, pidi misericordia para los mismos judosque lo perseguan.

    130. Y Juan, que fue quien penetr con ms profundidad en losmisterios divinos, trabaj sin cesar para declarar que aquellaque haba engendrado a Dios, haba permanecido virgen (9). Eles el nico que ensea lo que no consignaron los otros, esdecir, cmo, mientras estaba en la cruz, se dirigi a su Madre, Aquel que, vencedor de los suplicios y de los tormentos y

    triunfador sobre el diablo, crea ms importante cumplir susdeberes de piedad que entregar el reino de los cielos. Pues, si elhecho de que el Seor perdone al ladrn es algoverdaderamente sagrado, mucho ms lo es que el Hijo honre asu Madre (10).

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    131. Que no se vaya a pensar que he cambiado el orden porhaber puesto la absolucin del ladrn antes que esas palabrasdirigidas a su Madre, ya que, como vena a salvar a los pecadores(1 Tim 1,15), no creo que sea absurdo el que yo, en misescritos, le imite a llevar a cabo la misin que se propuso de buscar y salvar a un pecador. Y por ese motivo El mismopregunt: Quin es mi madre, y quines son mis hermanos?, y esque no haba venido precisamente a llamar a los justos, sino alos pecadores (Mt 12,48; 9,13). Pero all habl en metfora, y,en cambio, aqu no se pudo olvidar de su Madre y la llam

    desde la cruz, dicindole: He ah a tu hijo, y a Juan: He ah a tumadre. Cristo haca su testamento desde la cruz, testamentoque recoga Juan en su libro, como un testigo digno de tangran testador. Un testamento que es de gran valor, aunque nociertamente pecuniario, sino vital, escrito no con tinta, sinopor el Espritu de Dios vivo (cf. 2 Cor 3,3).Mi lengua es la plumade un amanuense que escribe con rapidez (Ps 44,3).

    132. Por su parte, Mara no apareca indigna de ser Madre deCristo, ya que, cuando los apstoles huyeron, Ella permanecial pie de la cruz, contemplando con sus piadosos ojos lasheridas de su Hijo, aunque no atenda tanto a la muerte de suHijo cuanto a la salvacin del mundo. Tal vez, porque sabaque de la muerte de su Hijo brotaba la redencin del mundo,Ella, que era la morada del Rey (11), pensaba que con supropia muerte podra ayudar en algo a la gracia que sederramaba sobre todos. Pero Jess no necesitaba ayuda pararedimir a todo el universo, pues El mismo dijo: Me heconstituido como un hombre que no tiene ayuda y libre entre losmuertos (Ps 87,6). El recibi ciertamente el cario de su Madre,pero no busc su ayuda humana. En El, pues, tenemos un

    maestro de piedad. Este texto nos ensea qu es lo que debeimitar todo afecto materno y cmo regular el respeto de loshijos, para que las madres se ofrezcan a defender a los hijoscuando stos peligran, y ellos, a su vez, tengan en ms valor lasolicitud materna que la tristeza de la propia muerte.

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    133. En este pasaje se nos presenta un testimoniosobreabundante de la virginidad de Mara. Pero no se trataaqu de que la esposa rechace a su marido, ya que est escrito :Lo que Dios uni, no lo separe el hombre (Mt 19,6), sino que aquelque tuvo durante todo su matrimonio el velo del misterio, notena ya necesidad de esa unin, una vez que esos misterios secumplieron (12). Tal vez pudiramos ver en esto, siguiendo unsentido moral, que la castidad slo se guarda con el sacrificio.

    134. En verdad, a Juan, el ms joven de todos, le ha

    encomendado un misterio que no nos es lcito escuchar conodos indiferentes. No hay duda de que el trato frecuente conun joven, as como la belleza de su juventud, son peligrosospara las mujeres, porque, tal vez, alguna, mirando la cosaexterna, sin preocuparse del misterio, queriendo gozar deCristo, pretenda imitar las apariencias de Mara, sin imitar suvoluntad; as lo entienden, por desgracia, esas mujeres delmontn que, abandonando a su marido ya viejo, se unen aotro ms joven. Que esa tal se d cuenta de que aqu se tratadel misterio de la Iglesia, la cual antes estaba unida al puebloantiguo, aunque en apariencia, no en realidad, despus dio aluz al Verbo y lo sembr en los cuerpos y en las almas de loshombres por medio de la fe en la cruz y en la sepultura delcuerpo del Seor, eligiendo, por precepto divino, la unin conotro pueblo ms joven.

    135. Yo me pregunto por qu no leemos que fuera traspasadoantes de su muerte y s despus de ella, y no veo otra raznque la de que, tal vez, nos quiera ensear que su muerte hasido voluntaria y no obligada, y tambin que conociramos elorden de los misterios, puesto que los sacramentos del altar no

    preceden al bautismo, sino que ste est antes, al que sigue labebida. Con ello tambin se nos avisa que nos demos cuentaque, aunque la naturaleza de su cuerpo era mortal y sucondicin semejante a la nuestra, con todo, era, por gracia, deltodo diferente. Pues no cabe duda que, despus de la muerte,la sangre se solidifica en nuestro cuerpo; y, no obstante, de ese

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    cuerpo incorrupto, aunque muerto, manaba la vida para todos;en efecto, sali agua y sangre, la primera para lavar, y pararedimir la segunda. Bebamos, pues, este nuestro remedio, paraque, bebindolo, nos veamos libres.

    Notas

    (1) Recurdese el n.108, con el que se une esta exposicin, despus delparntesis del n.109.

    (2) San Ambrosio ha seguido en el texto de Habacuc o la versin de losLXX u otra semejante, que traen la palabra escarabajo. El texto hebreo yla Vulgata no traen esa palabra. San Jernimo reprueba a los que comparanal Seor a un escarabajo (In Habacuc: PL 25,1296-1298).

    (3) Alusin a la vida de los escarabajos y al lugar donde se suelen encontrar,al menos una especie de ellos.

    (4) Cf. ORGENES, ln Mt. 126 (PG 13,1777), donde menciona esta opininsin indicar el origen. En otros lugares se habla de su fuente juda. Esto hatenido mucha repercusin casi hasta nuestros das; pero carece de

    fundamento y de toda verosimilitud. Es de suponer que los judos nohubieran escogido tal lugar para la ejecucin de los condenados a muerte.

    (5) Cf. 1.9. n.25 y la nota

    (6) El vinagre fue presentado al Crucificado en una esponja colocada en elextremo de una caa: ya conocemos que para Ambrosio la caa es figura dela debilidad humana,

    (7) A primera vista, este texto sera violento en la doctrina de SanAmbrosio, pareciendo que la muerte de Cristo se debe a que la divinidad seretira de El. No es imposible dar una interpretacin ortodoxa: la divinidad

    retira la accin preservativa que mantena la vida humana de Cristo ypermite a la muerte hacer su obra, San Ambrosio se inspira en San Hilario,cf, PL 9,79-80.

    (8) El calificativo sacerdotal se debe, tal vez, al carcter general delevangelio de San Lucas, como se dijo al principio del mismo.

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    (9) Cf. ms abajo el n.133 y ms an el De institutione virginis, c.7, que ofreceun gran parecido con este pasaje. La constancia de la Virgen al pie de lacruz, un argumento para la virginidad de la Madre de Dios.

    (10) Sera muy conveniente que se tuviera presente este pensamiento deSan Ambrosio en la pastoral y en los escritos sobre la Virgen, algunos de loscuales, ciertamente, no estn en la lnea tradicional del pensamientocristiano. Ms todo hay que examinarlo dentro del plan general delpensamiento teolgico de San Ambrosio. No hay oposicin ninguna en laentrega del reino ni en la veneracin a su Madre benditsima, que tambinentraba en su obra redentora como Socia suya.

    (11) Expresin delicada en San Ambrosio, al que la mariologa tanto debe.Tal vez sorprenda a algunos esta expresin aplicada a la Virgen. Sinembargo, la tradicin patrstica y litrgica es constante en afirmarla. Ella esla corte, el palacio, la morada por excelencia del gran Rey. En la cruz,cuando es de todos abandonado, Ella sigue siendo su corte, su morada,como en la encarnacin. El misterio de Cristo es muy profundo, y nopodemos contentarnos con una somera y superficial exposicin, como hoytantas veces sucede. Por eso se han dejado or unas voces extraas en lotocante a la doctrina mariolgica de la Iglesia.

    (12) San Ambrosio sigue fiel a su pensamiento expresado en el libro 2 n.4,y supone que San Jos viva en el momento de la pasin del Seor. No es

    sta la opinin comn.

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    Sobre los misterios

    Los recin bautizados y la Eucarista:

    Los recin bautizados, enriquecidos con tales distintivos, sedirigen al altar de Cristo, diciendo: Me acercar al altar de Dios,al Dios que alegra mi juventud. En efecto, despojados ya de todoresto de sus antiguos errores, renovada su juventud como un

    guila, se apresuran a participar del convite celestial. Llegan,pues, y al ver preparado el sagrado altar, exclaman: Preparasuna mesa ante m. A ellos se aplican aquellas palabras delsalmista:El Seor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas mehace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara misfuerzas. Y ms adelante:Aunque camine por caadas oscuras, nadatemo, porque t vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante m enfrente de mis enemigos; me unges lacabeza con perfume, y mi copa rebosa.

    Es ciertamente admirable el hecho de que Dios hiciera llover el

    man para los padres y los alimentase cada da con aquelmanjar celestial, del que dice el salmo: El hombre comi pan dengeles. Pero los que comieron aquel pan murieron todos en eldesierto; en cambio, el alimento que t recibes, este pan vivoque ha bajado del cielo, comunica el sostn de la vida eterna, ytodo el que coma de l no morir para siempre, porque es elcuerpo de Cristo.

    Considera, pues, ahora qu es ms excelente, si aquel pan dengeles o la carne de Cristo, que es el cuerpo de vida. Aquel

    man caa del cielo, ste est por encima del cielo: aqul eradel cielo, ste del Seor de los cielos; aqul se corrompa si seguardaba para el da siguiente, ste no slo es ajeno a todacorrupcin, sino que comunica la incorrupcin a todos los quelo comen con reverencia. A ellos les man agua de la roca, a tisangre del mismo Cristo; a ellos el agua los saci

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    momentneamente, a ti la sangre que mana de Cristo te lavapara siempre. Los judos bebieron y volvieron a tener sed; perot, si bebes, ya no puedes volver a sentir sed, porque aquelloera la sombra, esto la realidad.

    Si te admira aquello que no era ms que una sombra, muchoms debe admirarte la realidad. Escucha cmo no era ms queuna sombra lo que aconteca con los padres: Beban -dice elApstol- de la roca que los segua, y la roca era Cristo; pero Dios nose agrad de la mayor parte de ellos, pues fueron postrados en el

    desierto. Todas estas cosas acontecan en figura para nosotros. Losdones que t posees son mucho ms excelentes, porque la luzes ms que la sombra, la realidad ms que la figura, el cuerpodel Creador ms que el man del cielo.