“ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS”

LÓGICA IRRACIONAL O FILOSOFÍA MATEMÁTICA

Los alumnos/as, después de una primera lectura, volvieron atrás y recopilaron frases, expresiones y juegos de palabras que dieron lugar a debates, donde la búsqueda de una respuesta racional a algo que aparentemente no la tiene, constituyó un gran trabajo en el desarrollo del razonamiento lógico-matemático.

¿Y de qué sirve un libro –se preguntaba Alicia- que no tiene ni dibujos ni conversación?

¿Era el pozo realmente tan profundo o era que la niña caía muy despacio?

¿Es que no acabaría nunca aquella caída? “¡Me gustaría saber cuántas millas he bajado ya! ¡Seguro que ya estoy cerca del centro de la Tierra!”.

“¡Ojalá pudiera plegarme como si fuera un catalejo! ¡Incluso creo que podría hacerlo, si supiera por dónde empezar!”

Tantas cosas extrañas le estaban ocurriendo a Alicia que ya nada le parecía imposible.

“¿Qué pasaría si me esfumo del todo como una vela cuando se termina la cera?”

Alicia solía darse muy buenos consejos…¡que luego no seguía! […] Alicia jugaba a menudo a ser dos personas distintas. “De nada me serviría ahora el juego, ¡bastante tengo con ser una”.

“¡Vaya día que estoy pasando! ¿Será que he cambiado por la noche? ¿Era yo la misma cuando me levanté esta mañana?”

“Pero, si ya no soy yo, entonces ¿quién demonios soy?” “Empecemos: cuatro por cinco, doce; cuatro por seis, trece;

cuatro por siete… ¡A este paso nunca llego a veinte! Pero, en fin, la tabla de multiplicar no significa nada.”

“¡Pero resulta que hoy es verdad todo lo que ayer era mentira!” Nadie dio la orden de salida, sino que cada uno empezó a correr

a su aire y se retiró cuando le vino en gana, así que no había manera de saber cuándo se acababa la carrera.

Si no sabes a dónde vas, cualquier camino te llevará allí.

Alicia: “esto es imposible”. El sombrerero loco: “solo si tú crees que lo es”.

¡No estoy loco! Mi realidad es simplemente diferente a la tuya.

¿Quién eres tú? –dijo la oruga. “Yo no lo sé señor, he cambiado tantas veces que ya no lo sé”, -contestó Alicia. “Tampoco yo lo sé, explícate”. “Es que no podría explicarme señor, porque yo ya no soy yo. No puedo explicarme con más claridad porque tampoco lo entiendo yo.”

Y cuando acabes de hablar, por favor, cállate. ¡Con razón se te ha hecho tarde! ¡Este reloj tiene dos días de

atraso!

Si conocieras el tiempo tan bien como yo, no hablarías de perderlo.