3. el pueblo crucificado

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EL PUEBLO CRUCIFICADO, LOS NADIE MILTON CAMARGO MUÑOZ SEMINARIO “VILLA PAÚL” TEOLÓGADO – MISIONEROS VICENTINOS

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EL PUEBLO CRUCIFICADO, LOS NADIE

MILTON CAMARGO MUÑOZ

SEMINARIO “VILLA PAÚL”

TEOLÓGADO – MISIONEROS VICENTINOS

FUNZA-CUND.

2011

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EL PUEBLO CRUCIFICADO, LOS NADIE

MILTON CAMARGO MUÑOZ

TRABAJO INVESTIGATIVO DE

“ESCATOLOGÍA”

PROFESOR:

OSCAR ARANGO

DOC. TEOLOGÍA

SEMINARIO “VILLA PAÚL”

TEOLÓGADO – MISIONEROS VICENTINOS

FUNZA-CUND.

2011

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1. En busca del pueblo crucificado

Al iniciar esta reflexión en torno a los hombres y mujeres crucificados: “los nadie” como lo expresa Eduardo Galeano en su poema: “esperar en un mundo de muerte los nadie”, donde de alguna forma se describe la cruel realidad de aquellos que aunque tienen la esperanza y desean salir adelante, dejar una vida miserable, pareciera que esto solo fuera una utopía fantástica, pues aunque se desee con todas las fuerzas con la situación en la que se encuentran sin nada ni nadie, resulta algo inalcanzable, porque el mundo y sus estructuras de opresión han hecho el deseo de unos miserables en un sin sentido, en algo inalcanzable.

Parece ser que sencillamente le toca continuar en su miserable vida, cada nuevo día levantarse para continuar muriendo, aunque en ellos exista una esperanza un sueño del cual tal vez no les alcance la vida para verlo realizado, ni a ellos ni a otros con su misma realidad. Pero no solo eso, sino que son víctimas de una estructura de opresión y explotación, donde los que tiene el dinero y el poder son los que han destinado a esta pobre humanidad a vivir en la tristeza y el olvido, además son las víctimas que como el siervo de Yahve tienen que cargar con las culpas de algo que ellos no pidieron y no tienen culpa, de modo que caminan su pasión y sufrimiento hacia la cruz donde tendrán que entregar su vida, no porque Dios los quiera llevar, sino por otros se la han quitado, pues ellos son una vergüenza y un estorbo para la realización de los que tienen el poder, estos son “los crucificados, los nadie, los ningunos” “los que cuestan menos que la bala que los mata”.

Este es el motivo de esta reflexión desde donde se quiere mostrar que en medio de esa desdichada vida hay una esperanza, una llama que no se ha apagado, sencillamente un Dios que acompaña a ese hombre en medio del dolor y la miseria y que se hace uno con ellos, que vive en carne propia este dolor y no le es indiferente, un Dios que muere con ellos, pero que también resucita nuevamente para mostrar al mundo que no ha vencido la injusticia, el dolor, sino que aun hay una esperanza para todos estos hombres que son lentamente crucificados como Cristo.

En el desarrollo de esta reflexión , no se pretende hacer reflexiones abstractas, vacías y carentes de sentido, sino que se busca con ello toque el corazón del hombre o mejor que le quite las vendas des sus ojos y pueda ver como muchos hombres se están siendo crucificados e incluso que se vea a sí mismo y descubra que aun hay una esperanza, una lucha por la cual al igual que Jesús vale la pena dar la vida por amor a los otros con la esperanza que esto cambiará algún día, que con su propia muerte está dando esperanza a aquellos que seguirán su mismo destino, así se muestra la “esperanza cualificada, en medio de y en contra de lo negativo de la historia; esperanza contra la injusticia y la muerte sufrida injustamente”1.

Así, en esta aproximación a los hombre y mujeres crucificados se busca reconocer a Dios como el crucificado en la historia (siervo de Yahve), cómo lo ha percibido la humanidad y cuál ha sido la posición del hombre de frente a este Dios Crucificado, como segundo lugar en el desarrollo del tema se verá quienes son los crucificados y

1 Sobrino Jon. La fe en Jesucristo, ensayo desde las víctimas. Trota S.A. Madrid, 1999. Pág. 49.

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porque se puede afirmar que ese pueblo crucificado es continuador de la crucifixión de Jesús prolongada en la historia, de modo que el mismo Cristo es quien continua crucificado en esas gentes que mueren víctimas de las injusticas del mismo hombre para finalizar dando esperanza para los oprimidos y sufrientes de hoy desde la perspectiva de la resurrección con un horizonte de liberación.

Sin más preámbulo se iniciará éste acercamiento a “los hombres y mujeres crucificados: los nadie”, pero antes de hacerlo es importante señalar los focos iluminadores desde donde re realiza la reflexión, se tendrá como punto de partida a Jürgen Moltmann quien introducirá en el tema para reconocer al “Dios crucificado”, seguidamente se continuara con la perspectiva de Ignacio Eullacaria y Jon Sobrino para realizar a una aproximación hermenéutica a lo que se entiende por los crucificados en la actualidad y desde allí mismo la esperanza para estas gentes desde la resurrección. El esquema de trabajo será el siguiente:

1. En busca de un pueblo crucificado.

1.1 . El Dios crucificado y el hombre actual.1.2. El pueblo crucificado desde Jesús.

2. Necesidad de una nueva comprensión teológica de la cruz como esperanza para los crucificados

2.1 . Muerte y cruz, paso necesario para llegar a la resurrección en un mundo de pecado.

3. Unos pueblos crucificados: círculo hermenéutico; la muerte de Jesús y la crucifixión del pueblo vistas desde el siervo de Yahvé en Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino.

3.1 Características del Siervo de Yahvé y necesidad en la actualidad de siervos:3.2. Siervo de Yahvé, Jesús y el Pueblo crucificado continuadores de la obra redentora.

4. La esperanza para los crucificados de hoy desde la perspectiva de la resurrección, para bajar de la cruz a los crucificados

1.1. El Dios crucificado y el hombre actual

El hombre, un ser que constantemente se interroga a sí mismo y su realidad circundante en busca de dar sentido a su vida y a la historia, en ello no le resulta desconocida la realidad trascendente, un Dios del cual tal vez pueda agarrase y dar sentido a su existencia y a la historia misma. Pero parece ser que el hombre se cansa de ese Dios, pues piensa, siente que ha muerto y sólo le queda ser un dios de sí mismo, sin embargo otros pueden decir y pensar que Dios no puede morir, aunque finalmente muchos hoy han optado por olvidar (actitud apática, escéptica relativista de indiferencia total) el problema de Dios, esto los ha llevado liberarse de la iglesia y de la teología, han optar por nuevas ideologías y métodos, depositando toda su confianza en sí mismo y cayendo en un individualismos y egoísmo descomunal.

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Por esta razón, según Moltmann hoy se debe realizar un replanteamiento del concepto de Dios, pues si no se libera a Dios de las imágenes idolátricas y de la hybris2, no se podrá elaborar una teología liberadora para el hombre, pues en la sociedad actual se a enajenado y convertido en hombre de “éxito”, de progreso, conquistas de utilidad para sí mismo; donde los nuevos valores que se imponen es el del éxito, del triunfo, de la competencia, del que más posea, del progreso, del tener cosas, de la ciencia, el culto a lo estético, a la tecnología etc. Lo importante es no fracasar y evitar al máximo cualquier dolor, cualquier sufrimiento, hay aun afán por prolongar la vida (pero, para qué) y un desprecio por el dolor, el sufrimiento. El nuevo dios es una construcción del hombre según el imperativo que muestra la sociedad por el éxito, por sus metas, sus logros de modo que el dios en una palabra es poder, lo que arroja como consecuencia para el hombre un vivir sólo para actuar, de hacer y dominar, sencillamente el hombre se convierte en un ser inhumano, donde el dolor o sufrimiento, el fracaso es signo debilidad de sensibilidad.

Aquí el “otro”, el mundo ya no tiene nada que decir, nada afecta es éste hombre enajenado en sí mismo, con el poder puede hacer lo que desee y quiera con su mundo y con los otros, lo importante es obtener beneficio para sí mismo aquí ya no se llora, no siente, sencillamente el hombre se convierte en: “homo homini lupus” (Tomas Hobbes, “Leviatan”), su eschaton es la supervivencia de sí mismo imponiéndose sobre los otros, arrasando con ellos si es necesario, que todo esté bajo su control incluso se mantiene él mismo bajo control.

Este hombre de la acción, del poder y del éxito es ahora según Jürgen Moltmann un hombre sin sentimientos (pathos), desconoce todos los dolores que causan sus actos no le importa, solo desea al máximo eliminar cualquier experiencia que le pueda generar dolor, sufrimiento, en esto consiste su eschaton en ser un dios para sí mismo, pero un dios que sin sentimientos que nada lo puede conmover ni generar sufrimiento, sin ninguna trascendencia.

El hombre de ahora es contrario al Dios que muestra la Biblia, porque en ella presenta a un ser que se une con el hombre en su dolor y se vuelve vulnerable por el amor, es un Dios que muere crucificado, pero al hombre de hoy le resulta repelente y le produce nauseas de ese Dios crucificado, ¡fracasado! se prefiere convertir la cruz en algo diferente, es idolátrica, en su propio optimismo y éxito propio.

Empero, hoy se le debe recordar a este hombre que no hay ninguna esperanza para el hombre si no asume su cruz, que para que haya un verdadera existencia humana se bebe derrumbar el hombre y su hybris3 y esto solo se puede realizar desde el dolor, desde la experiencia de la cruz que los conduce a una existencia “patética” de una apertura al otro, que él no es una “monada” como lo planteo Wilhelm Leibniz, sino que está llamado a la receptividad y al amor, solo desde esta perspectiva se podrá elaborar una

2 Nota: Termino de la cultura griega, designa la actitud del hombre que no acepta sus propias fronteras y se considera a sí mismo como un dios.3 La hibris o hybris (en griego antiguo húbris) es un concepto griego que puede traducirse ὕϐριςcomo ‘desmesura’ y que en la actualidad alude a un orgullo o confianza en uno mismo exagerados, resultando a menudo en merecido castigo.

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teología cristiana liberadora, sin dejar a un lado el recuerdo vivificador del dolor de Dios en la cruz4.

La misma historia se ha encargado de mostrar a la humanidad, que cuando el hombre se abandona sus propias fuerzas, a su sentir, su querer, su razón y sus deseos lo único que ha alcanzado es el fracaso, esto nos se ha visto reflejado en el alcance y el horror y maldad del hombre mismo, se puede ver claramente por ejemplo en el fracaso de las utopías de la modernidad, donde el hombre se volvió “homo homini deus est” (el hombre es dios para el hombre)5.

En su afán desmesurado de conquistas, él mismo vio los horrores que podía causar, así lo demostró por ejemplo en los campos de Asuchwitz, donde se lanzó el grito nuevamente de ¿dónde está Dios? Y frente a la cual dese el silencio se oyó el grito casi imperceptible de: él ésta allí en los que están muriendo, en los condenados por las injusticias, en los que están muriendo asesinados, en los que son víctimas de una estructura que los condena a una muerte lenta pero segura por las injusticas de las estructuras, desde allí contesto Dios.

Por este motivo hoy para el cristiano se hace necesario tener una comprensión del Dios que se ha revelado en la historia y que tiene su máxima plenitud en Jesucristo. Será desde allí donde el hombre pueda fijar su horizonte y esperanza definitiva de lo que es y está llamado a ser, al verse reflejado y llamado a imitar el máximo modelo de plenitud de la humanidad que es Jesucristo. Pero frente a ello surge algo contradictorio al no comprender el hombre de hoy a este Dios, en especial al tener que ver a un dios de cierto modo fracasado como se había mencionado anteriormente, que es llevado a la cruz e incapaz, sometido al sufrimiento, esto es algo que no se puede comprender en la sociedad actual.

Es necesario realizar una comprensión del concepto del “Dios crucificado”, el cual frente a fases como “Dios ha muerto”, tal vez hoy más que nunca se tenga que afirmar que Dios no puede morir6, ya que ante los horrores del hombre en su afán de conquista y ante sus deseos desaforados y egoístas, se ha visto los mismos espantos que ha cometido contra sí mismo y contra los otros siendo él creatura de Dios, hecho a imagen y semejanza, lo cual lleva al cristiano en su reflexión teológica a profundizar el concepto de Dios, y esto sentara sus bases en una cristología al platearse la pregunta: ¿Quién es realmente Cristo para el mundo actual; cual es el Dios que motiva al hombre, será el Crucificado o los otros dioses de las religiones, la raza y las clases sociales?

Ante estos interrogantes del hombre se debe decir que, desde la muerte de Cristo se puede alcanzar a comprender cuál es la verdadera esencia de Dios y desde allí se plantea un nuevo reto, el de realizar una nueva reflexión teológica: “la teología de la muerte de Dios”, lo cual resultará contradictorio al hombre moderno, donde no hay duda que es la voluntad de poder que lo impulsa a dominar sobre la naturaleza, sobre los demás y sobre su propio cuerpo, esto ha llevado a colocar en crisis la cuestión de Dios, al punto que se

4Cf. Jurgen Moltmann. El Dios Crucificado, [en línea] Articulo. 2011. Dirección URL: <http:/ http://cristianismointeligente.files.wordpress.com/2009/04/045_moltmann1.pdf. /> [Consulta: 11 de marzo de 2011]5 Cf. GALEANO, Adolfo. Visión Cristiana de la Historia, Ensayo de Escatología. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana.6 Cf. MOLTMANN Jürgen. El Dios Crucificado, Sígueme, Salamanca. Pág. 275.

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ponga en conflicto también en el mismo tiempo, el hombre se ha vuelto un ser que se aterra de sí mismo, de sus horrores donde se perdió a Dios y de alguna forma pareciese que Dios ha dejado a la humanidad abandonado a sus propias fuerzas, pareciese que ante la utopía de la paz para la humanidad, no queda más alternativa que la guerra continua y donde frente a la fe en Dios y para la esperanza en su reino no queda más que alternativa que el politeísmo, el caos7.

Ante todas estas realidades que circundad y que vive el hombre se deberá ver la cruz como base de salvación y esperanza para este hombre sumido en el horror de sí mismo y ante el sufrimiento de muchos que se encuentra como víctimas de sus mismos hermanos, sencillamente se encuentra sufriendo la pasión que vivió Jesús, solo y abandonados, todo ello debe llevar a darle una nueva mirada a la cruz como horizonte salvífico y no solo pensarla como antes, donde la cruz y la resurrección solo eran vistas en el horizonte de la soteriología.

Se debe intentar responder lo que puede significar la cruz de Jesús para Dios, ante lo cual han surgido diversas posiciones y reflexiones en el contexto de la teología católica como la de Karl Rahner, quien comprendió “la muerte de Jesús como la muerte de Dios, en el sentido de que por su muerte se convirtió en la del mismo Dios inmortal” 8, pues resulta inconcebible la que la muerte de Jesús no afecte a Dios mismo, ya que en ella se está revelando la misma esencia de Dios, de modo que la muerte de Jesús arroja como resultado la auto-manifestación de Dios.

Para Hans Urs von Balthasar, ha comprendido la muerte de Dios como la fuente de salvación, revelación y teología, ve en el crucificado la revelación de conocimiento de Dios y al mismo tiempo la recepción de la salvación de Dios, a partir de ello ve a la Iglesia “bajo la cruz” y “a partir de de la cruz”. Lo cual va a llevar a que a partir de la doctrina trinitaria de la cruz surja un movimiento de teólogos que se desarrollen la teología crucis (Lutero, Hegel y Kierkegaard, a los teólogos de la kénosis del siglo XIX, alemanes, ingleses y K. Rahner).

Además H. Mühlen en su trabajo de la “mutabilidad de Dios”, afirma que con la muerte de Jesús, Dios se entrega a sí mismo en amor y como amor, de este modo también se da la auto-manifestación de Dios. Así, dentro de la teología de la crucis se presenta a Jesús como la imagen viva del Dios invisible, donde al combinar las dos naturalezas en Cristo la humana y Divina (sin dualismo), para dar paso a la humillación y la exaltación de modo que en Jesús de va a revelar en su rebajamiento y su humanidad, su exaltación9.

Para Barth al ver a “Dios en Cristo”, afirma que: “Es el mismo Dios el que es rechazado en su hijo, según la decisión eterna de Dios, pues quiere perder Dios, para que gané el hombre…, así, Dios (estaba) en Cristo, que es Dios mismo el que se abaja, Dios mismo está en la Cruz…”10. Pero para K. Rahner el “Dios en Cristo”, es el Dios que sale de sí mismo por libre decisión, esto genera polémica en la distinción de Lutero entre el Deus revelans y el Deus abconditus, llevando a que se haga la distinción trinitariamente,

7Cf. MOLTMANN Jürgen. La teología ante el proyecto escatológico de la modernidad, Theologie im projekt der Moderne, Evangelische Theologie 55 (1995) 402-215, Pág. 260-261.8 Ibíd. Pág. 278.9 Cf. Pág. 280.10 Ibíd. Pág. 281.

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donde el Hijo es visto como el que sufre y muere en la cruz. “el Padre sufre en él pero no de la misma manera.

1.2. El pueblo crucificado desde Jesús

Ahora se hace necesario tener una comprensión de lo que es el pueblo de Dios visto a través de la historia, desde la perspectiva de Ignacio Ellacuría, quien lo ve como pueblo crucificado, pues a pesar de existir y más de dos mil años en los que se anuncio por Jesús el reino de Dios, el pueblo históricamente aun en la historia continua crucificado por las opresiones naturales y sobre todo las opresiones históricas y personales. Por ello ante el interrogante de: “¿qué significa para la historia de la salvación y en la historia de la salvación el hecho de esa realidad histórica que es la mayoría de la humanidad oprimida?”11

Ante este interrogante se debe tener claro lo que significa que el pueblo se encuentre crucificado, pero a la vez señalar cómo es posible y como se puede realizar la salvación del mismo desde Jesús, es decir poder comprender cómo él continúa en la historia esa función esencial, esa misión que el Padre le ha encomendado al Hijo. En esta perspectiva se hace necesario realizarla desde una visión soteriológica histórica (salvación) con un doble sentido: “como realización de esa salvación única en la historia del hombre y como participación activa en ella de la humanidad, en nuestro caso el de la humanidad oprimida. Qué la humanidad históricamente oprimida sea la continuadora por antonomasia de la obra salvífica de Jesús”12.

Así, en este análisis se realiza desde el punto de vista en la que se tiene como figura central a Jesús en relación con la humanidad oprimida (su pasión y muerte). En esta reflexión teológica y análisis se tiene como punto de partida en contextualizar la historia y la realidad determinada que se vive, tomando el contexto de Latinoamérica como lugar teológico donde acontece la revelación de Dios.

Desde la perspectiva de la fe cristiana y la realidad concreta que enriquece y actualiza la plenitud de la revelación, de modo que siempre estarán de la mano dos polos inseparables: la revelación y la situación histórica, es decir se aborda la historicidad de la pasión de Jesús y el carácter salvífico de la crucifixión del pueblo, de tal forma que se vea por analogía la pasión de Jesús como la continuación crucifixión en el pueblo a través de la historia y a la vez su misión redentora sigue en camino.

Pero lo que se busca es poder dar un sentido esperanzador al aparente fracaso de la crucifixión de un pueblo que continua el sufrimiento pero que a la vez está en camino a la salvación, por esta razón no se puede dejar de un lado el carácter soteriológico, en lo que representa no Jesús y el pueblo, sino en lo que representa la salvación para ellos; el intento según Ellacuría es proponer la salvación a partir de la crucifixión de Jesús y del pueblo, donde la vida acontece o surge de la muerte de Jesús, lo que resulta una locura.

Para muchos creyentes en la actualidad resultará escandalosa ya que no ven nada llamativo el anuncio en el que la muerte de Jesús trajo consigo la vida y la esperanza

11 ELLACURIA Ignacio-Sobrino Jon. Mysterium Liberaotionis. Tomo II. Tortta, Madrid, 1990. Pág. 189.12 Ibíd. Pág. 190.

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para la humanidad oprimida, al igual que resultará escandalosa para aquellos que buscan la liberación histórica de la humanidad, pues es fácil ver a los oprimidos y necesitados como aquellos que requieren ser salvados y liberados, pero resulta contradictorios verlos como los salvadores y liberadores13.

Empero, son muchos los movimientos históricos ven a los oprimidos como los sujetos necesitados de la salvación, esto ha llevado a que los hombres con ideolologías o con movimientos aparentemente para liberar, salvar a las clases oprimidas como lo hizo Karl Marx y Engels, quienes han visto en la revolución el elemento de salvación pero en el fondo posee una profunda inspiración en la religión al tener en su ideología dar al desposeído, para llegar a la construcción del hombre nuevo y tierra nueva.

Ante esta idea de salvación, lo realmente contradictorio y paradójico es “proponer la pasión y la crucifixión de Jesús y del pueblo como elementos centrales para la salvación del hombre…pero donde…por un lado, la resurrección de Jesús y sus efectos históricos son esperanza y futuro para quienes están todavía en los días de pasión. Ciertamente Jesús tuvo la esperanza en el triunfo definitivo del reino de Dios”14.

Ellacuría presenta que, tras la muerte de Jesús, la esperanza no se ha perdido, no todo ha fracasado, sino que Jesús mismo celebrara la pascua y el banquete en el que necesariamente ha de llegar el reino de Dios, pues a pesar de la muerte llegará la salvación como un imperativo y una necesidad para la humanidad que sufre la pasión de la crucifixión y que grita con horror el deseo de que sea liberada.

Ahora la resurrección no significa sólo un consuelo, una voz de aliento para continuar con resignación sufriendo, sino la plena seguridad de que ha de seguir su obra y de que él sigue vivo como el sufriente en medio de aquellos que sufren. Por esto, Jesús mismo en su esperanza personal e incluso ante el grito angustioso del abandono en la cruz, él continua su lucha con la certeza que el reino de Dios triunfará, es decir, él mismo tuvo que en el sufrimiento y su aparente fracaso tuvo que aprender el camino de salvación.

Jesús se dio cuenta que la salvación consistía ante todo en el advenimiento del reino de Dios y que su resurrección no era de carácter personal. Él vio que su pasión continuaba con el pueblo y el seguir resucitando en medio de ellos, Jesús ve también que: “el reino histórico del pecado –como contrapuesto al reino de Dios-,”15 por lo tanto es que Pablo va a recordar que todavía le falta a la pasión de Cristo para luego dar paso a la resurrección, pues el reino del pecado continua crucificando al pueblo a la mayoría de la humanidad.

2. Necesidad de una nueva comprensión teológica de la cruz como esperanza para los crucificados

Ahora se hace necesario considerar la importancia que cobra la cruz dentro de la teología en la historia de la salvación, para poder dar sentido a la teología y poder descubrir su verdadero papel en la teología como fundamento que no se puede separar

13 Cf. Ibíd. Pág. 192.14 Ibíd. Pág. 193.15 Ibíd. Pág. 194.

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en toda reflexión teológica, ya que debido a los diversos enfoques que se le han dado la cruz la han llenado de nuevos sentidos, que tal vez no tengan nada que ver con la realidad y que de hecho lleve a desvirtuar su sentido en la historia de la salvación, como por ejemplo los enfoques ascéticos y moralistas con que se ha cargado la cruz.

Esto en muchas ocasiones al realizar una interpretación de la importancia y el sentido de la cruz, lo único que ha generado es que el hombre de la actualidad la mire con desprecio, como algo no deseable, vergonzoso y ante lo único que se quiere hacer es huir y repudiar esa cruz, no se convierte en signo de esperanza o de vida, lo que importa es nunca tener nada que ver con ella, aunque ello implique que sí se desee para otros, incluso merecedora para los demás como castigo, como destino de su suerte y de sus vidas y para otros solo sea vista con desprecio y con un afán de liberarse de ella.

De este modo los intentos por evadir la historia de la cruz y resinificarla han sido diversos, por ejemplo la cruz en la teología de la creación y de la resurrección, se le ha dado una connotación naturalista de la creación, lo que ha hecho a un lado la historia de salvación, donde Dios mismo ha intervenido en ella y es parte de la historia, eso se puede ver reflejado claramente por ejemplo en la historia de la salvación donde Israel en sus reflexión lo primero que aparece no es la idea de un Dios creador, ello es algo posterior de la vivencia del pueblo, lo que descubre Israel en su experiencia histórica del fracaso y viviendo el exilio es lo que lleva posteriormente a descubrir a un Dios creador, así lo primero es la experiencia de un Dios de la alianza, de la promesa que camina con el pueblo y no lo abandona, es un Dios que siente y se conmueve ante el dolor de su pueblo y de su pecado, razón por la que ante su sufrimiento viene en su rescate para devolverles la vida y las esperanza de continuar luchando, para liberarlo.

Además un camino equivocado ha sido la postura cristiana al apoyar su reflexión y experiencia teológica en la Resurrección dejando a un lado las raíces históricas de dicho acontecimiento, con ello se cae en el peligro de optar por una falsa posición en la que se termina con la lucha contra el pecado y la muerte, tras el triunfo de la resurrección. “De nuevo se reducirá así el reino de Dios a algo futuro que, por su proximidad temporal, ya no necesitará de la contribución humana o que, por su lejanía, reduce el reino de la resurrección de los muertos”16.

Entonces ante la conexión entre creación y resurrección se puede caer en peligro de un falso punto de vista cristiano ante la realidad, no se debe olvidar que a la resurrección la antecede la crucifixión, por tal razón la esperanza escatológica en la resurrección de los muertos no se puede traducir como lo expresa Pannenberg en un reino de Dios, en un comunidad de hombre en paz perfecta y total justicia, sin que en verdad se dé un cambio radical de las condiciones presentes en la existencia humana, no es solo una paz aparente y pasiva que sume al hombre en un conformismo y quietud ante este mundo con sus ojos puestos en el más allá, en su resurrección en otro lugar y espacio totalmente diferente a esté, se cae en un conformismo e indiferentismo ante lo que acontece en el aquí y ahora en la historia de la humanidad.

No se trata simplemente de un masoquismo expiatorio según Ellacuría, sino del descubrimiento de una realidad histórica, pues con la muerte de Jesús y sus implicaciones deja claro que la salvación choca con las estructuras de pecado y muerte

16 Ibíd. Pág. 195.

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de este mundo, es allí donde aparece la cruz, ante la cual si se quiere salvar y liberar a la humanidad se debe estar dispuesto a asumirla como lo hizo Jesús.

Esto ha llevado a la teología a que nuevamente fije su mirada en la cruz como horizonte salvador y esperanzador para los pueblos crucificados que sufren la pasión y muerte como lo sufrió Cristo, pero que a la vez se convierte en medio de salvación para la humanidad y de esperanza, pues a pesar de la cruz Dios levanta a estos crucificados para mostrar al mundo que el mal no ha vencido y que su obra de salvación para toda la humanidad continua.

2.1. Muerte y cruz, paso necesario para llegar a la resurrección en un mundo de pecado

Según Ellacuría, no se debe hablar de una necesidad meramente natural, sino de una necesidad histórica de la muerte de Jesús, es decir que el hecho de “tener que”, padecer “para” alcanzar su plenitud (Lc 24, 36), esto no es porque así lo hablan y lo prefiguraron los profetas que debía ser así, sino que ellos vieron el horizonte del mundo, su realidad de pecado, de injusticia y sufrimiento y ante ello descubren que si ha de venir un salvador para liberar a esta humanidad, lo más seguro es que tenga que vivir la realidad de la cruz, pues se está enfrentado a reino del pecado, de la muerte.

Se está haciendo una resistencia a los poderes opresores y esto trae como consecuencia la persecución y la muerte como les aconteció a los profetas, al haber comenzado una lucha histórica por la liberación, por tal razón se puede concluir “en nuestro mundo histórico es necesario el pasó por la persecución y la muerte para volver a la gloria de Dios”17, ya que el reino de Dios y del pecado son dos realidades opuestas que no pueden caminar de la mano.

Así el acontecimiento de la muerte y cruz, no se puede reducir simplemente a un hecho como algo natural que debía pasar e incluso querido por el mismo Dios, sino como una consecuencia histórica por querer liberar a la humanidad de la opresión y sufrimiento; además el hecho de naturalizar la muerte implicaría quitar la responsabilidad a quienes matan a los profetas y de quienes crucifican a la humanidad, e incluso con ello se caería en que los hombres abandonen el cuidado y campo de la historia, por tal razón se debe ver que el paso de la muerte a la gloria es necesario solo en el “supuesto del pecado, un pecado que se apodera del corazón del hombre; pero, sobre todo, un pecado histórico que reina sobre el mundo y sobre los pueblos colectivamente”18. Entonces, el carácter necesario de la muerte de Jesús es visto posteriormente por los discípulos, donde van a descubrir los designios de Dios en la Escritura como signos de la voluntad divina que conllevaban a la “necesaria” muerte. Aquí debe tener presente que la necesidad, no está fundada en una condición sacrifical, sino que ante el pecado, el sufrimiento, se genera como consecuencia la muerte y cruz por manos de aquellos que ha decidido convertirse en los verdugos de muchos para crucificar y oprimir al hombre; entonteces al querer realizar esto, enfrentar este horror traerá como consecuencia la muerte y cruz para aquellos osados en querer salvar y liberar a la humanidad.

17 Ibíd. Pág. 197.18 Ibíd. Pág. 198.

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Con lo anteriormente mencionado, se puede afirmar que la muerte de Jesús ocurrió por razones históricas, es decir por su vida y hechos que llevó, y que no podía ser tolerada por los representantes y tenedores de la situación religiosa, socio-económica, y política, por ello Jesús va a ser considerado un blasfemo destructor del orden establecido y las instituciones, de modo que por tal osadía debería ser castigado con la muerte. Así, el “muerto por nuestros pecados, no puede desaparecer fácilmente por el camino de la víctima expiatoria que deja intacto el curso de la histórico”19.

Jesús con su propia muerte no va a comprenderla como si fuera algo buscado por sí mismo, sino que ante su anuncio del reino de Dios que estaba realizando, le implicaría su propia muerte. Se debe tener presente que Jesús en ningún momento buscó la muerte ni la resurrección, sino que su anuncio trajo como consecuencia su muerte y consigo como algo accidental su propia resurrección además que ante la muerte de Jesús, está no puede ser vista como la “aceptación pasiva y obediente de un destino natural, y menos aún de un destino impuesto por el Padre…en consecuencia la muerte de Jesús no es el final del sentido de la vida, sino el final del esquema que debe ser reproducido y seguido en nuevas vidas con la esperanza de la resurrección y con el sello de la resurrección”20.

La muerte de Jesús no puede ser vista como el deseo y querer de Dios, sino como la consecuencia que trae consigo el querer anunciar el reino de Dios en un reino de pecado y muerte, pero que ante esta muerte, ella se convierte en esperanza para otros que continúen la misión, el querer seguir liberando a la humanidad, pero a la vez con la certeza de que a pesar de la muerte surge la resurrección para mostrar al mundo que el mal no ha vencido, sino que Dios levanta nuevamente a la vida, para decir que él ha vencido y vencerá y su obra liberadora continuará en medio de la humanidad oprimida.

Entonces, en la vida y muerte de Jesús debe ser vista con todo su valor salvífico que trae a la humanidad y las consecuencias que genera el anunciar el reino de Dios, pero no se debe olvidar lo que atraviesa toda la reflexión y es el pueblo crucificado, que es toda la humanidad que reproduce el esquema de la muerte de Jesús en la cruz, al ser oprimido que lo coloca en tal situación, es decir, si el hombre desea entrar en tal empresa de querer liberar a la humanidad de sus opresores muy seguramente le acarreará la muerte a quien lo intente.

Ahora esta muerte y el hecho que el pueblo se encuentre crucificado debe ser vista también como sujeto de salvación para la humanidad, porque ella no es algo individualizada, sino que es para toda la comunidad, pues como lo hizo Jesús, su muerte no se particulariza para unos pocos, sino que se universaliza para toda la humanidad, en la que se quiere denunciar y acabar con la muerte y cruz de muchos, con ello se les quiere dar la esperanza de una nueva vida y que a pesar de que en su intento se muera, esta la esperanza de la resurrección como muestra que vencerá el reino de Dios, que en el pueblo crucificado en el horror de otros se convierte a la vez en medio de salvación para la humanidad, pues ante la muerte, solo se podrá entender la salvación como el triunfo de la vida sobre la muerte, un triunfo preanunciado en la resurrección de Jesús “pero que debe ser ganado procesualmente siguiendo sus propios pasos, conforme al sentido que tuviera en él”21.

19 Ibíd. Pág. 199.20 Ibíd. Pág. 200.21 Ibíd. Pág. 204.

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3. Unos pueblos crucificados: círculo hermenéutico; la muerte de Jesús y la crucifixión del pueblo vistas desde el siervo de Yahvé en Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino

Ahora, mediante el círculo hermenéutico y analogía se quiere comprender para la actualidad y el cómo comprendió la comunidad cristiana la muerte de Jesús, donde ante la figura del siervo de Yahvé (deutero-Isaías), a partir de allí poder comprender la muerte de Jesús y por analogía también ver como hoy se continua con la crucifixión de los pueblos, por ello será necesario realizar un acercamiento a la figura siervo de de Yahvé con relación a Jesús y el pueblo crucificado pues como decía Ellacuría: “que bien está hablar del <Dios crucificado>, pero tanto más necesario es hablar del <pueblo crucificado>”22.

En este acercamiento desde la perspectiva de Jon Sobrino, se hablará de “pueblos crucificados”, como lenguaje útil, pues “cruz”, no significa sólo pobreza, sino muerte y se hace referencia a ella porque son millones de personas las que la sufren en el tercer mundo, esta muerte es de modo diverso, rápida, violenta y lenta a causa de los pobres que deciden y quieren levantarse y huir de esta cruel realidad, gritarle al mundo lo que están haciendo con ellos, denunciar una estructura de la muerte, de la represión, donde a ellos se le a quitado todo, se le ha privado incluso de sus culturas, para someterlos, debilitarles en su identidad y hacerlos más indefensos23.

Por esta razón el acercamiento al siervo de Yahvé, la analogía con Jesús como el siervo y el pueblo crucificado hoy se constará de tres momentos y seguidamente se realizara la actualización desde la perspectiva de Jon sobrino:

1. Características del siervo (deutero-Isaías).2. Características del siervo con la vida de Jesús3. Pueblo crucificado con sus características como continuador de la obra

redentora de Jesús.

Toda esta visión panorámica del siervo sufriente en relación con Jesús se hará desde el planteamiento hermenéutico de Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino con el fin de mostrar, no de probar “que el pueblo oprimido es la continuación de la histórica de la crucifixión del crucificado, se mostrará al menos qué camino debe seguirse para configurar su muerte con la de Cristo”24.

22 Sobrino Jon. Jesucristo Liberador. UCA. El Salvador, 2000. Pág. 425.23 Cf. Ibíd. Pág. 424.24 ELLACURIA Ignacio-Sobrino Jon. Mysterium Liberaotionis. Tomo II. Tortta, Madrid, 1990. Pág.204.

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3.1 Características del Siervo de Yahvé y necesidad en la actualidad de siervos:

En este primer plano, se analiza el siervo doliente de Yahvé desde la perspectiva del pueblo crucificado, entonces se toma como punto de partida una situación histórica concreta, es decir se tiene como hipótesis que en la actualidad existe un pueblo crucificado, con lo que se busca descubrir si el pueblo tiene semejanza y queda iluminado y actualizado con lo que dice el texto y viceversa.

En este acercamiento no interesa ver si el “siervo” es un personaje colectivo o individual, sino ver que le puede decir este texto al pueblo oprimido, por lo tanto se parte del hecho que en la teología del siervo, en ella se presupone el encuentro con Yahvé en la historia, donde Dios se quiere manifestar y comunicar a los hombres, deutero-Isaías lo ubica contextualmente en la humillación de Babilonia y el triunfo de Ciro, entonces bajo este contexto ha de ser leído los cuatro cánticos del siervo doliente25.

En el primer canto (Is 42, 1-7, 3.9) se habla de la elección que hace Yahvé del siervo para la salvación, sobre quién ha puesto su espíritu, de modo que el fin de la elección es develado sucesivamente (“para que traiga el derecho a las naciones”) instaurar el derecho y la justicia. “Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas”.

El objetivo es la implantación del derecho y la justicia, esta es su misión, se busca hacer justicia a un pueblo que se encuentra oprimida, de crear una ley donde predomine la justicia y no los interese de los poderosos y opresores. Esta es la respuesta que Dios va a dar a los que “esperan”, “los pueblos sin derecho, una respuesta que se implantará por el siervo, que no vacilará ni se quebrará ni se quebrará en su misión”26. En esto hay que tener presente que la elección es por parte de Dios, pues es su proyecto y deseo de instaurar un nuevo orden (Is 42, 6).

En el segundo cántico, en la elección de Dios, el escoge a aquel que es despreciado por los más poderoso, incluso frente a la humanidad entera que éste no posee la fuerza y carácter para poder instaurar un reino de justicia en el mundo, parece que la esperanza en la elección está perdida y sin sentido, pues se ve como algo no posible, más sin embargo éste posee el respaldo de Dios “en realidad mi derecho lo defendía el Señor…al despreciado al aborrecido de las naciones, al esclavo de los tiranos. Te verán los reyes, y se alzarán; los príncipes y se postraran;…porque el Santo de Israel te ha elegido (49, 4 y 7).

En esté cántico la elección es para construir una tierra nueva y un pueblo nuevo: “para restaurar el país, para repartir heredades desoladas” (49,8), el pueblo saldrá de su estado de pobreza, de opresión, injusticia, de modo que esta es la razón de la intervención del siervo “porque el Señor consuela a su pueblo y es compadece de los desamparados (49, 13).

Se debe señalar además que el hecho de la elección venga de alguien de abajo no es algo que se reconozca en nuestro mundo, ni en las filosofías, ni en las ideologías, ni en

25 Cf.Ibíd. Pág. 205.26 Cf. Ibíd.Pág. 206.

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las teologías, de hecho se espera al salvador con gran poder, con ejércitos que acabe con los malhechores, que los destruya con fuerza, con poder. Se olvida que la elección que hace Dios es un asunto de fe y de fe escandalosa como lo señala Jon Sobrino, pues hace parte del misterio de Dios, donde los mismo oprimidos se convierten en agentes de liberación y elegidos para traer la salvación, por lo tanto para ver quiénes son los elegidos en el mundo de hoy como siervos no es fácil determinar pero si es fácil dilucidar por unas características concretas de quienes puede venir la salvación, como es el hecho en nuestro mundo: “el primer mundo no está en línea si lo está el tercer mundo; no lo están las clases ricas y opresoras, y si lo están las clases oprimidas; no lo están quienes están al servicio de la opresión, por mucho que sufran en este servicio, y si lo están los que luchan por la justicia y la liberación”27.

En el tercer cántico se da un paso más, se va a resaltar la importancia que pueden tener los sufrimientos en la liberación del pueblo oprimido, de modo que el Señor va a respaldar ese sufrimiento, pero finalmente terminara dando la victoria a quien aparentemente está derrotado (50, 7), con lo que se abre una esperanza él en futuro para los oprimidos y flagelados: “los rescatados del Señor volverán: vendrán a Sión con cánticos, en sus cabezas alegría perpetua, siguiéndolo gozo y alegría, pena y aflicción se alejará (51,11).

Finalmente, en el cuarto cántico se desarrolla más a fondo el tema de pasión y de la gloria del siervo, se describe la persecución que sufrirá el siervo a causa de su misión de implantar el derecho, de hecho su dolor es muy parecido a dolor que sufre el pueblo oprimido (53, 2-12).

Ahora se realizará con estos cánticos una semejanza en relación con el pueblo crucificado, de modo que se pueda descubrir cuál es el pueblo crucificado, pero antes hay que señalar los momentos históricos-teológicos del cántico: lo primero es la figura del siervo destrozado por la intervención histórica de los hombres, pues es un hombre de dolores que se está acostumbrado al sufrimiento, a tal punto que es llevado a la muerte sin defensa y sin justicia; además no solo se le considera como el posible salvador del mundo, sino lo contrario, el leproso, el herido , castigado y abandonado por Dios.

En tercer momento, el siervo como el pecador o el fruto del pecado, de modo que es merecedor de su suerte y por ello es condenado con otros malhechores; pero en un cuarto momento esta visión por parte del creyente es vista de un modo distinto, donde su estado no es la consecuencia de los pecados, sino como aquel inocente que sufre por el pecado sin haberlo cometido “cargo con nuestros crímenes, herido por los pecados del pueblo”, es decir qué cargó con los pecados que no cometió. pero antes de que él muera, lo que muere en primer momento, son los pecados que lo llevan a la muerte, pues ellos son los que le quitan la vida.

En quinto momento, el siervo acepta su destino, es decir que: “nuestro castigo cayó sobre él y sus cicatrices nos curaron”28. En sexto lugar, el siervo que ante el aparente fracaso de su muerte, él triunfa y de este modo además de que los otros se verán justificados, sino que su descendencia se multiplicará y ella verá la luz y triunfará,

27 Sobrino Jon. Jesucristo Liberador. UCA. El Salvador, 2000. Pág. 423. Citado en Ellacuría, 326.28 ELLACURIA Ignacio-Sobrino Jon. Mysterium Liberaotionis. Tomo II. Tortta, Madrid, 1990. Pág. 209.

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además en séptimo lugar el siervo asume y carga con los pecados que son impuestos y que recaen sobre él, pecado que no cometió.

Finalmente “el siervo doliente de Yahvé será todo aquel que desempeñe la misión descrita en los cánticos, y lo será por antonomasia quién la desempeñe de forma más total”29. Es decir en la actualidad el siervo de Yahvé será todo aquel que sea crucificado injustamente por los pecados de los que oprimen, ya que todos los crucificados se constituyen en una sola unidad, convirtiéndose en los que salvan a la humanidad de sus pecados y ante esta realidad finalmente se da el triunfo de ellos al ser levantados por Dios, pues lo que aparentemente a fracasado y ha muerto es devuelto a la vida y da la esperanza paro los que continúan en el sufrimiento para que ellos también estén dispuestos a enfrentar las estructuras de opresión y querer liberarse de ellas.

3.2. Siervo de Yahvé, Jesús y el Pueblo crucificado continuadores de la obra redentora

Se bebe tener en cuenta que al elaborar una teología de Jesús y asemejarlo al siervo doliente, esta no es aplicable al N.T., por que las comunidades prefirieron el término “Hijo de Dios” a “siervo de Dios”, aunque teológicamente si se quiere comprender la vida y la muerte es necesario remitirse al deutero-Isaías y comprenderlo desde la figura del siervo doliente de Yahvé, aunque se debe dejar claro que si Jesús supiera si él era el siervo doliente o conociera el alcance de su mismo acto es algo que él desconocía, sencillamente él anunciaba el reino de Dios, en el aquí y ahora y lo que sucedió solo fue una consecuencia de su vida y hechos.

Así, la interpretación y re-significación de Jesús al compararlo con el Siervo de Yahvé, fue una cosa posterior realizada por las comunidades primitivas, es su reflexión teológica ven como una realización última y escatológica gracias al acto de Jesús, pero esto fue posterior a la muerte de Jesús, con lo que se comprendió su muerte como algo necesario según lo había prefigurado las escrituras y que tenían un valor salvífico.

Pero ahora interesa comprender como el pueblo oprimido se convierte en continuador de la obra de Jesús (el siervo), por ser el pueblo que se encuentra crucificado, ellos tampoco tienen conciencia de que son el siervo doliente de Yahvé al igual que no lo sabía, con ello se estaría dando por parte del pueblo la continuación histórica del siervo, pues al admitirse la pasión de Jesús, esta deberá tener continuación en la historia.

Jesús al continuar su obra redentora en la historia en las diversas figuras del pueblo crucificado, las formas del siervo podrán ser diversas, ante las distintas facetas de la historia, no se deben obviar ciertas características fundamentales aceptables por Dios en “semejanza” con Jesús, en las que los nuevos siervos de Dios por analogía continúan la obra de Cristo, ellos se caracterizan porque: son crucificados por los pecados del mundo, de los opresores, son despreciado y vistos como repugnantes y desechos humanos (“su apariencia no era humana”), pues se les deshumanizado, de modo que su obra redentora deberá cobijara a todo el mundo, así el pueblo al soportar esta culpa y pecado, no como algo por lo que sea merecedor de su suerte por sus propios actos, sino por cargar con las culpas de los demás, se convertirán en portadores de la salvación para toda la humanidad como lo hizo Jesús y le sigue haciendo el ellos.

29 Ibíd. Pág. 210.

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Ahora es importante no caer en el error de identificar la figura del siervo con una determinada organización que esté determinado por el alcance del poder político, sin decir con ello que la salvación se ha de lograr sin una organización política-social-económica, que debe convertirse en obra liberadora y salvadora, pero además se tendrá presente que la obra salvífica del pueblo desborda cualquier esquema que se quiera delimitar.

Razón por la cual al realizar una comparación de el siervo sufriente con el pueblo crucificado, se podría asemejar por ejemplo desde los dos niveles existentes en el mundo: el Primer Mundo y el Tercer Mundo, este último por ejemplo como: las clases oprimidas sufren y lo hacen por que luchan por la justicia, de modo que están por la misma línea del siervo, pero además se debe dar la identificación con Jesús, pues los que sufren por su nombre o por su reino, aunque los que sufren sin conocer ni el nombre mismo de Jesús con su vida y hechos están anunciando su reino.

De este modo el pueblo crucificado se convierta en redentor y en él se está realizando la obra salvífica donde las víctimas del pecado del mundo y son a la vez los portadores de la salvación para éste, por lo tanto el pueblo aporta también la salvación y resurrección por una vida justa, digna, igualatoria del mundo, pues aunque haya crucifixión, esto no es suficiente para que haya salvación, sino que pueblo vive por la resurrección reclamando sus derechos, pidiendo justicia, denunciando las estructuras de muerte y además como fundamental es que el mundo al ver esto ya no quiera más la opresión y la desprecie para que no sigan siendo crucificados más pueblos30.

4. La esperanza para los crucificados de hoy desde la perspectiva de la resurrección, para bajar de la cruz a los crucificados

Es esencial fijar como punto de partida la esperanza para los oprimidos, para quienes su realidad está llena de injusticias, en un mundo donde parece ser que el mal o “diablo” le ha ganado la batalla Dios, se hace presente para estos desheredados la esperanza y palabra de Dios, de que a pesar de ello, él vencerá al final de todo y la muerte y el dolor no vencerán, esto se convierte en la esperanza para los oprimidos y tal vez es la fuerza que les permite nunca darse por vencidos y continuar luchando aunque pareciese que todo se perdió, esta esperanza y gracia los ánima y motiva seguirá adelante con la gran esperanza que un día ellos vencerán.

Así, la resurrección se convierte en culmen y principio de esperanza donde el triunfo final es de Dios frente a las injusticias de este mundo que da muerte y produce víctimas, y aunque Jesús no hace referencia a la resurrección, sino al reino de Dios en línea escatológica, si hace uso de una hincapié en línea profética apocalíptica (expectación de la Justica de Dios, Mc 12, 18-27). Pero sus discípulos si abordaran la experiencia pascual y emplearan la expresión de “resurrección” como elemento necesitado de esperanza universal en especial para las víctimas31, de modo que la formula de la resurrección es la fe puesta en la justicia de Dios, es decir, los discípulos

30 Cf, Ibíd. Pág. 215-216.31 Cf. SOBRINO JON. La fe en Jesucristo, Ensayo desde las víctimas. Trotta, Madrid 1999. Pág. 68.

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van a predicar la resurrección como la acción de Dios a los seres humanos que son víctimas de los opresores.

Por lo tano la resurrección se convierte para los primeros cristianos en acontecimiento escatológico donde Dios salva a los justos y hace justicia a las víctimas, no triunfa los opresores. Esta esperanza no es ilusoria, sino que está fundada en un acontecimiento real, al igual que las esperanzas de Daniel y los Macabeos, su esperanza no es ilusoria sino fundamentada32.

Razón por la cual ahora se plantea el hecho de bajar de la cruz a la humanidad que padece este flageló de opresión, que son víctimas de unas estructuras de pecado y de muerte que los oprime, donde muchos de ellos mueren como chivos expiatorios y, aunque ellos estén salvando a la humanidad de sus horrores, también es claro que claman y el mismo Jesús grita desde lo hondo de su ser justicia. Que se acabe esta crueldad contra aquellos despreciados por la sociedad, aquellos que ya no tienen voz por que se le ha callado, aquellos que no cuentan para el mundo, pero si cuentan para acabar con su existencia por aquellos que se acostumbraron y oprimir a los más indefensos.

Por esta razón al concluir esta reflexión se convierte en un imperativo hablar de “bajar de la cruz” a aquellos que continúan siendo crucificados en la historia, pues si no se hiciera, este acercamiento al “pueblo crucificado: los nadie” carecería de valor y simplemente seria un discurso utópico y sin sentido, uno más de tantos que se han elaborado y se sieguen elaborando. Así como punto de partida se debe hacer referencia a la apocalíptica de modo esperanzador para las víctimas, con la esperanza de que Dios hará justicia, por lo tanto se establece una co-relación entre resurrección y víctimas, es decir que los destinatarios de la esperanza serán las víctimas de la historia y a ellos es a quienes se quiere bajar de la cruz, pero cómo hacer esto.

Aquí es donde se plantea el verdadero reto de toda la reflexión y por ello a lo primero que se recurre es al hecho de que la resurrección se presenta como el triunfo de justicia por parte de Dios y que el lugar de esperanza para el mundo de hoy son los mismos crucificados, aquellos desparecidos, torturados, oprimidos a causa de las injusticias, y al ser este hecho algo universal, se convierte de insofacto la resurrección en esperanza para toda la humanidad, ella se presenta como la respuesta de Dios y actuación frente a las injusticias criminales del hombre33.

La resurrección se convierte en la buena noticia, donde su mensaje no se hace callar y es el hecho que la justicia a triunfado sobre la injusticia, las víctimas sobre el verdugo, ahora el hecho de bajar de la cruz a las víctimas partiendo de la realidad fundamental y esperanzadora de la resurrección de Jesús sin desligarlo de la cruz, pues no se puede obviar el hecho escandaloso de la injusticia que se ha cometido.

Entonces como primer hecho y camino para empezar a bajar de la cruz a las víctimas en la historia se realiza desde la resurrección como esperanza y coraje para el cristiano ante el escándalo de la injusticia, la esperanza se convierte en el hecho y posibilidad de una resurrección, suscita en aquellos que entregan la vida una práctica de amor, donde Jesús el dar la vida como posibilidad y esperanza de un futuro mejor, a la vez el recobrarse a

32 Cf. Ibíd. Pág. 6933 Sobrino Jon, Jesús en América Latina. Sal Terrae. Centroamérica, San Salvador, 1982. Pág. 237.

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sí mismo en la resurrección donde su sacrificio no ha sido en vano, así como lo hizo Israel que puso su fe en el triunfo final de Yahvé contra las injusticias.

También para bajar de la cruz es fundamental el hecho de olvidarse de sí mismo para recobrarse, es decir es una voz para toda la humanidad, a que se olvide de sí para que entregue la vida para liberar a las víctimas, que se denuncia el escándalo de los crucificados, que no se quede callado ante este horror. El hecho de tener esperanza las mismas víctimas en que el triunfo será de Dios, de su justicia se convierte a la vez en esperanza como hecho fundamental para alcanzar la resurrección, ella posibilita que otros estén dispuestos a trabajar por la justicia aunque a la vez se conviertan en víctimas. Esto se convierte en principio hermético fundamental de una praxis liberadora al bajar al pueblo crucificado34.

En esta praxis de bajar de la cruz al pueblo crucificado como imperativo, es necesario tener como fundamento como ya se había mencionado anteriormente el hecho la resurrección y por analogía lanza al hombre a convertirse en resucitador o en palabras de Bergson: “Dios nos creo creadores”; por lo tanto el hombre en esta vida se ve lanzado a anunciar el hecho de la resurrección, pero esto no es solo hablar, sino anunciar la buena noticia, es decir llevar esperanza, verdad, justicia, misericordia proclamando derecho a la vida plena, anunciar el Evangelio de la esperanza.

De este modo el bajar de la cruz a los crucificados es llevar a la praxis el acontecimiento escatológico, es decir hacer el reino de Dios presente en medio de los hombre, la justicia, el amor, la misericordia aconteciendo en medio de la gente, así el hombre de hoy, en la medida que esté dispuesto a anunciar la justicia, la igualdad etc, de esta forma está llevando a la praxis el bajar de la cruz. Ello implica que se denuncien a los crucificadores, aquellos que se han encargado de colocar a la mayoría de la humanidad en el dolor en el sufrimiento.

En la actualidad el hombre en la medida que ejerza la misericordia, el perdón, el amor hacia el prójimo así, también estará realizado la acción de bajar de la cruz y con la denuncia de las estructuras de pecado, de egoísmo también estará llaveando a despertar la conciencia de muchos que se acostumbraron a oprimir a otros, pero que esos otros también despierten y puedan gritar, pues aquellos crucificados son conducidos al matadero como corderos o como el siervo de Yahvé.

No se debe olvidar que para bajar de la cruz y para que sea una praxis real y de acuerdo con el reino de Dios, done él advine para dar un nuevo orden un cambio sustancial y esperanzador, esto se debe dar ante un hecho que visto desde la historia y en su contexto que parece imposible Dios lo realiza, es decir un hecho casi imposible se hace posible por la acción de Dios, lo mismo debe suceder en este mundo, donde lo que parece imposible debe dejar de serlo, es decir que la acción de Dios se da en el hecho que lo que se busca parece imposible.

Y si lo ve hoy en la historia del mundo contemporáneo algo que parece imposible es por ejemplo liberar al hombre de los ídolos, liberar al hombre de una conciencia de resignación y sin esperanza, que la misma Iglesia se olvide se sí misma y se vuelque al servicio de los más pobres, acabar con las injusticias, denunciar las estructuras de muerte, luchar por el derecho a la vida, estas son labores y formas mediante las cuales

34 Cf. Sobrino Jon. La fe en Jesucristo, Ensayo desde las víctimas. Ed. Trotta, Madrid, 1999. Pág. 73.

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se puede afirma que se está dando una real verdadera praxis de bajar al pueblo crucificado de su cruz, donde aquello que parece imposible se puede hacer posible.

Así bajar de la cruz a los pueblos crucificado si se expresa de otro modo, es también realizar justicia a favor de las víctimas, pero con ello se da un movimiento automático y es encontrar y denunciar a los verdugos, esta praxis de bajar de la cruz al pueblo crucificado, debe ser una praxis social, política, que no solo desea resucitar a los muertos en vida, sino que busca la resurrección de estas estructuras, darles una nueva vida.

Bajar al pueblo crucificado de la cruz es también hablar del Evangelio de la esperanza, donde Dios adviene transformando, cambiando, convirtiendo, salvando y liberando al hombre de la cruz, eso lo hace en la persona de Jesucristo mediante el acontecimiento esperanzador de su resurrección para dar esperanza a la humanidad oprimida, es buscar que ellos mismo despierten y sean consientes de su sufrimiento y de este modo luchen por una vida digna y abundante, sin opresión, dispuestos por amor a dar la vida por los otros, teniendo misericordia por el por la humanidad entera, no solo pensando en ellos, sino ante todo en los otros.

Por tal razón hoy el bajar de la cruz es traer el Evangelio de la esperanza, buscar un cambio de las estructuras de pecado de modo que la historia sea trasformada y en ella se alcance una vida plena para todos. Siempre que se hable de bajar de la cruz, implicará por antonomasia la oposición a la muerte, a toda forma de opresión, de sufrimiento y con ello a la vez asumir las consecuencias que implicara para aquel que esté dispuesto a aventurarse en tan grande y peligrosa aventura de bajar de la cruz a la humanidad crucificada, pero a la vez la satisfacción y esperanza que está realizando el mismo proyecto de Dios, de su reino de liberar al hombre y devolverlo a la vida, pues muchas de estas gentes crucificada ya está muerta en vida, han perdido el sentido de su vida y se han convertidos en seres sin vida, sin ilusiones, esperanzas proyectos, utopías, sencillamente son muertos.

Muertos en vida o mejor crucificados razón por la que es urgente una praxis liberadora de la opresión y ello es posible por medio del Evangelio la esperanza, dando a concer el verdadero rostro de Dios, de su verdad, que es capaz de develar las estructuras de muerte, es un evangelio que no se deja ni de confundir con la mentira, ni la idolatría, que no se enajena con el evangelio de la muerte.

Asía bajar de la cruz al pueblo crucificado es también generar una cambió, una conversión del corazón del hombre, es Dios mismo adviniendo al hombre para levantarlo y hacer justicia, para que éste alcance una vida digna y no siga en el escándalo penoso de estar en una cruz a causa de otros. Es suscitar una conversión de corazón del hombre, que salga de su enajenación de mentira, de muerte y comience una lucha por la vida, cuando el hombre despierta y empieza a trabajar, a dar la vida a favor de la verdad, de la justicia, de la vida, eso es empezar a bajar de la cruz al hombre en la actualidad.

Finalmente bajar de la cruz es devolver la esperanza que con la muerte no culmina todo, pues la muerte como acontecimiento escatológico, es el inició de una nueva etapa, de una nueva dinámica, es un nuevo impulso vital, donde a pesar de que el pecado ha acabado con una vida temporal aquí, Dios ratifica que ella no es la última palabra, sino

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que está en Dios, y él ha mostrado al resucitar a su Hijo que posee todo el poder sobre ella, con la muerte el cristiano bebe tener la plena certeza que se sumerge en una nueva aventura, el estar en Dios, en un Dios que adviene eternamente en el mundo para salvarlo, para seguir la obra liberadora y salvadora en la historia, es decir que aquellos que mueren en Dios, vuelven a la vida eterna en el dinamismo salvador de Dios que adviene como eschaton, lo definitivo para salvar al hombre.

Bajar de la se puede concretiza con hechos esperanzadores a favor de la vida, es devolver la esperanza para que la humanidad sumida en la cruz despierten y tomen conciencia de su misma situación y ante ello se vean lanzados a trabajar por su propia liberación, con la plena seguridad que Dios los acompaña y es el mismo deseo que sea liberados del sufrimiento, de la opresión, que a la vez estos oprimidos sean también el agua fría que despierta a aquellos que se han encargado de sumirlos en un estado de sufrimiento y que a la vez se han acostumbrado para que despierten y también sean liberados de su egoísmo, de su crueldad e insensibilidad humana, que los ha hecho seres fríos, sin sentimientos, vacios y con su confianza y esperanza depositadas en ellos mismos y alcancen la salvación de sus vidas al entrar en la dinámica del reino de Dios.

Bibliografía

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